sábado, 5 de febrero de 2011

GUILFORD (IV)

Alan no entendía nada de todo aquello. ¿Es que acaso Gabriella habría conocido a Annabeth, habría habido algún malentendido o habría pasado algo malo de verdad? Tal vez se hubiera equivocado, hubiera confundido la foto de Annabeth con la de otra conocida,o quizás...

Justo cuando Gabriella salía del comedor casi a empujones, el tiempo pareció detenerse para Alan, y ella entró al comedor. Era ella, sin duda, era Annabeth. Ella se quedó tan ensimismada como él. ¿Cómo habría sido posible que hubieran vuelto a encontrarse? Albuquerque no está precisamente cerca de Guilford...

- Esa es-se oyó a Ryan-. La fuente de todos nuestros problemas.

Alan no se atrevió a reaccionar, pero Annabeth lo saludó a él desde lejos, con una sonrisa y un pequeño movimiento de mano muy disimulado. Alan intentó saludar, también con la mano, aunque algo patosamente. Bueno, al menos sabía que ella no lo había olvidado. Y que tenía una nueva oportunidad con Annabeth.

- No sé si a Gabriella le hará demasiada gracia que te lo cuente, Alan. Pero creo que te vendrá bien saberlo. Annabeth es una mala persona.
- ¿Qué? ¿Por qué? Oye, mira, estoy harto de que os metáis con ella, ¿de acuerdo? La conocí hace unos meses, y me cayó muy bien. He deseado cada noche, desde entonces, poder volver a verla. Y ha sucedido. Así que, por favor, no sigais con esto.
- ¿Y si te digo que Annabeth y Gabriella fueron durante años mejores amigas, de esas que van juntas a todas partes y jamás se separan? ¿Y si te digo que, hace unos cuatro años aproximadamente, Annabeth simplemente abandonó a Gabriella y se fue con la ganadora del premio a la mayor pija a escala mundial?

Alan se quedó de piedra. Realmente no podía creer lo que estaba oyendo. No, no quería hacerlo. Tal vez, si todo aquello era cierto, Annabeth podría haber cambiado con el paso del tiempo.

Como era septiembre, no había clase por las tardes, así que Alan dijo:

- Me voy a casa, Ryan. Tengo mucho en qué pensar. Hasta mañana. Ah, por cierto, y dile a Gabriella que no era mi intención que se pusiera así de enfadada, es solo que... que esperaba que la verdadera Annabeth fuera la que conocí en la fiesta a principios del verano, y no la mala persona que decís vosotros.

Dicho esto, Alan se fue. No volvió a ver a Annabeth a la salida del instituto, ni en su paseo por el pueblo antes de su vuelta a casa andando (las distancias en un pueblo tan pequeño pueden llegar a ser realmente cortas). Al llegar, su madre le estaba esperando ya. Y el agradable olor a sopa casera al entrar en casa le hizo deducir que tampoco lo llevaría esperando demasiado tiempo.

Su madre, ansiosa de recibir buenas noticias, lo esperaba con la mesa ya puesta, y una sonrisa en la cara. Alan le contó todo (excepto lo de aquel hombre trajeado, pues no quería preocuparla y, además habría sido más que probablemente una imaginación suya).

- Me alegro mucho de que hayas hecho amigos, cariño. ¿Ves? Ya te lo dije. Y respecto a lo de la chica...
- ¿Sí?
- ¿Por qué no hablas con ella?
- No se yo, tendría que hacerme un guión entero antes de...
- Déjate de guiones. Tú simplemente habla con ella. Sé tú mismo. Y ya verás como todo saldrá bien.

Tras acabar la cena, Alan ayudó a su madre a recoger la cena y la mesa. Cuando ambos se disponían a ver un rato la televisión antes de irse a dormir, el timbre de la casa sonó. Alan se ofreció a ir a ver, pero en el recorrido de los pocos metros que separaban al salón de la puerta de la calle pensó en lo extraño que era aquello, pues hacía sólo unas horas que habían llegado a aquel pueblo,era ya muy tarde y apenas conocía a nadie aún. Apenas.Ojeó cuidadosamente a través del pequeño agujerillo de la puerta antes de abrir.

Era Gabriella.

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Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)