viernes, 28 de diciembre de 2012

Falkenhom (X)

- Jamie-repetí-.
- Ese soy yo.
- Vaya, yo... Si te soy sincera , no sé cómo reaccionar.
- ¿Qué te parece un "me alegro mucho de verte, Jamie", aunque no sea verdad?
- Me alegro mucho de verte, Jamie.

En realidad sí que me alegraba de verlo. Jamie era distinto de Alec, y también de mí. Él siempre tuvo un buen corazón, aunque no quisiera admitirlo.

- Kyla, al contrario de lo que hayas podido pensar de mí desde el día en que nos conocimos, no soy estúpido. Soy consciente de lo que fui la última vez que nos vimos: un cobarde.
- Eso no es cierto, Jamie. Alec lo tenía todo claro desde un principio, él sabía lo que me había ocurrido y no estaba  dispuesto a renunciar a sus costumbres de asesino.  A mí me costó años vencer esa necesidad de sangre, incluso todavía hoy me cuesta. Yo te pedí que lo hicieras en sólo unos segundos. Entiendo por lo que debiste de pasar.
- Ya, pero aún así... Podría haberme ido contigo, Kyla. Querría haberlo hecho.

Hubo unos incómodos segundos de silencio, hasta que yo hablé.

- Venga, tonto. ¿A qué esperas para abrazarme?

Ni siquiera se lo pensó, pues apenas había terminado la frase y ya me estaba envolviendo con sus brazos en un cálido abrazo. Dentro de lo cálido que pueda ser el cuerpo de una persona muerta desde hace casi un siglo, claro está. Cuando nos separamos, me vi obligada a hacerle aquella pregunta.

- Jamie, ojalá no tuviera que preguntártelo, pero.. ¿tú...?
- Estoy totalmente limpio. Hace casi cinco años que no provoco ninguna muerte.
- ¿Cinco años? Si yo sólo llevo unos meses y para mí es todo un récord. ¿Cómo has...?
- A los pocos días de irte tú, yo también me vi obligado a marcharme. Una temporadita en Australia, otra en Japón... Me sometí a varias pruebas, y busqué los métodos más rápidos, aunque no menos dolorosos, para librarme de ese instinto vampírico.
- Vaya, suena guay.
- Ya, pero no tanto como la razón por la que me fui. Alec me estuvo echando la culpa constantemente de que te hubieras ido, decía que yo os retrasaba demasiado, y que fui yo quien me cargué el grupo.
- Jamie...
- Escucha, Kyla. No voy a negar que nunca he tenido demasiada iniciativa. Tomar decisiones, sobre todo cuándo se hacían importantes, me resultaba muy duro, y Alec me solucionó ese problema. Pero por el camino perdí la voluntad también, y eso es algo que me está costando recuperar.
- Pues yo diría que vas bastante bien-le dije-.

Reí, y él hizo lo mismo.

- Has hablado con él, ¿verdad?
- Si te refieres a Alec...
- Sí, me refiero a él. Sé que está aquí, pues siguiéndole es como te encontré. Quiere...-dijo, haciendo una pequeña pausa-... que os unáis de nuevo, ¿no es así?
- Eso me propuso, sí. Pero le dejé bien claro que no pensaba hacerlo.
- ¿Ni siquiera cuando podría estar en juego la vida de ese chico tan mono al que casi besas?
- ¡Venga ya! Yo no iba  a besarlo.
- O, desde luego que ibas a hacerlo. Sino, dudo que te hubieras sonrojado tanto cuando lo he nombrado.
- ¡Yo no he...! Bueno, tal vez lo haya hecho un poco, pero...
- Kyla tiene novio, Kyla tiene novio...-dijo en tono burlón-.
- Serás idiota...-dije, dándole un buen capón-.

Ambos reímos.

- ¿Sabes, Jamie? En el fondo, esto de ser vampiro...
- Es una mierda.
- Totalmente.
- ¿Pero qué le vamos a hacer? Podría ser peor, ¿no? Si Alec y yo no hubiéramos sido convertidos, hubiéramos muerto de verdad y no habríamos vuelto de la guerra...
- ... y yo hubiera pasado el resto de mi triste vida sola, desesperada y sin nadie que me quisiera.

Pasaron unos segundos hasta que Jamie volvió a hablar.

- Sí, desde luego que podría haber sido peor.

En aquel momento, Marley entró en el bar. Le saludé, pero ni siquiera se dio cuenta. Parecía triste, tenía los ojos llorosos e iba cabizbaja.

- Jamie, ¿podrías...?
- Sí, claro. Ya volveré en otro momento-dijo mientras se iba-.

Me acerqué a ella y le pregunté si estaba bien.

- No es nada, yo sólo... No es nada.
- Puedes contármelo, si eso te hace sentir mejor. Para eso están las amigas, ¿no?

Ella me miró y sonrió. Sabía que no debía implicarme demasiado a nivel sentimental, pero iba a abandonar el pueblo en cuestión de horas y se lo debía.

- Todo...-me dijo-. Todo empezó en el momento en que yo le llamé, para ver cómo os había ido la comida, y entonces...

"- Mejor no te cuento, Marley, porque ha sido un auténtico desastre. Por un momento parecía que le gustaba, e incluso hemos estado a punto de besarnos, pero por no se qué tonterías suyas al final no ha pasado nada. Ha querido que lo dejáramos. Así, sin más.
- Lo siento mucho, Sam, de verdad pensaba que seríais el uno para el otro.
- No importa, Marley. Tú no tienes la culpa, tus intenciones eran buenas.
- Por supuesto.
- Nos vemos más tarde, y ya hablamos. Hasta lue...
- ¡Espera!
- ¿Qué pasa? ¿Quieres decirme algo más?
- Sí, esto... ¿podrías venir a ayudarme con un tema?
- Claro, ¿pero dónde?
- En la caseta a las afueras del pueblo. ¡Y date prisa!
- ¿Y no podrías darme alguna pista por el camino?
- Tú sólo apresúrate, y ya verás.

Cuando llegó...

- ¡Toma remojón, pringado!

Un montón de globos de agua llovieron casi ininterrumpidamente sobre él.

- ¿Pero qué...?
- Para que aprendas lo que es un buen reportaje.
- ¡Joder!-gritó-. ¡Llevaba mi cámara encima!
- ¿Qué te creías? Lo teníamos todo pensado, aunque no hubiera sido posible sin la ayuda de tu querida amiga Marley. Es a ella a quien tienes que darle las gracias.
- Marley-dijo con desprecio-.
- Lo siento, Sam, yo...
- Déjame en paz.

Aquel grupo se dispersó rápidamente. Sam se fue, andando a pasos largos. Yo salí corriendo detrás de él.

- ¡Espera!-grité-. ¡Por favor, espera!
- Que espere a qué, ¿Marley?-se detuvo-. ¿A que me tiendas alguna otra trampa? ¿O esperarás a que ahorre durante años para poder comprarme otra cámara? No puedo creer que me hayas hecho esto.
 - Sam...-dije, sollozando-. Tú no lo entiendes, ellos...me lo robaron. Me quitaron lo único que me quedaba de ella, mi madre... y lo iban a destruir si no hacía lo que ellos decían. No había otra salida.
- ¡Ja! ¿Que no la había? Pues yo diría que se te ha olvidado algo importante, no sé, tal vez... ¡que mi madre es la jefa del departamento de policía de este maldito pueblo! Podrías haberle pedido ayuda, digo yo.
- Lo habrían hecho de todas formas, Sam. Lo habrían destrozado aunque tu madre los hubiera detenido. No habría tenido tiempo de...
- Déjalo, no te molestes en seguir parloteando-dijo mientras se iba-.
- Pero...seguimos... siendo-dije, sin poder contener las lágrimas que me cubrían ya gran parte del rostro-......amigos, ¿no?
- No estoy seguro. Tengo...Tengo mucho en lo que pensar.

Dicho esto, se fue. Vencí el impulso de correr tras él, pues ya nada merecía la pena para mí si no estaba a mi lado. Y entonces... entonces tú me pediste que te lo contara."

Y así acabó su historia.

Pobrecilla, se la veía realmente afectada. Apenas había dejado de llorar desde que había comenzado a hablar.

- La he cagado, Kyla. La he cagado y... puede que nunca vuelva a verlo.
- No te preocupes, Marley. Estoy segura de que todo se arreglará. Algo tan fuerte como vuestra amistad resistirá mucho más de lo que cualquiera de los dos podáis pensar. Hazme caso, sé de lo que hablo.
- Bueno, si tú lo dices...
- No lo digo, lo afirmo. Y ahora...-dije, buscando algo bajo la barra-. ¿Te apetece que tomamos algo?
- Me parece bien-dijo, mostrando una muy disimulada sonrisa-.

Y así, pasé con ella varias horas. Me contó una gran cantidad de divertidas, curiosas y sin duda alguna tiernas anécdotas vividas con su mejor amigo, Sam. No vino nadie al bar en toda la noche, por lo que nos pasamos horas hablando. Nos quedamos hasta tan tarde, que ni siquiera lo recuerdo con exactitud.

A la mañana siguiente, me desperté con la voz de unos desconocidos.

- Ey, buenos días. Kyla, ¿no?-dijo uno de ellos-.
- Sí, así... así es como me llamo. ¿Quiénes...?
- Somos los ayudantes de fin de semana-comentó otro-. Viktor nos habló sobre ti. Ha tenido que ir a hacer algunas compras para reponer el  bar.
- ¿Viktor?
- Sí, Viktor, el dueño de este sitio. Tal vez sí conozcas el nombre de su hija, Marley.
- Marley... ¿dónde está?
- Eso mismo me pregunto yo-dijo el primero-. Se suponía que tenía que ayudarnos. ¿Por dónde andará?
- No hubo demasiados clientes anoche-dijo el segundo-, ¿verdad? O al menos eso espero, si te quedaste dormida...
- No, yo... Estuve, estuvimos...
- Voy al armario a por la escoba, para limpiar un poco esto.

Apenas recordaba lo que había sucedido. Sabía que había pasado la noche hablando con Marley, pero no me acordaba de nada más. Me sentía confusa, como si hubiese perdido la memoria.

- Tío, ¿ viste anoche el episodio de "Copper"?
- No.
- Pues resulta que... ¡¡¡¡¡ahhhhhhh!!!!!!!

Aquel desgarrador grito me devolvió de manera definitiva a la realidad. Corrí hacia donde estaba el chico que había gritado, que presa del pánico se había desmayado. El otro no pudo evitar vomitar en cuanto vio aquello. Y yo pensé seriamente en hacerlo.

Las paredes estaban cubiertas de sangre y el cuerpo tan destrozado, que me costó unos segundos averiguar su identidad. Justo cuando pensaba que jamás volvería a ver algo así, tenía aquello ante mí. Un cadáver.

El cadáver de Marley.

domingo, 23 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!/Santa Claus is coming... to town!

Pues eso, se acerca la Navidad y por eso he decidido, para celebrarlo, que la canción protagonista de hoy sea parte de un villancico, "Santa Claus is coming to town", cantada en el metro nada más y nada menos que por un montón de neoyorquinos la mar de contentos. Yo mismo tuve la suerte de encontrármelos en mi genial viaje a Nueva York en diciembre del pasado año, y aunque el vídeo es corto espero que os guste tanto como a mí. ¡Feliz Navidad!


viernes, 21 de diciembre de 2012

Falkenhom (IX)

Oí el timbre, y a mi madre abriendo la puerta.

- Hola, señora Lovgren.
- Hola, Marley. ¿Va todo bien?
- Sí, todo bien, gracias. ¿Está Sam en su cuarto?
- Sí, adelante.

Oí a mi madre alejándose del recibidor y a Marley dirigiéndose hacia mi habitación. Me sorprendió que llegara tan temprano.

- ¡Hola, Sam!-dijo casi gritando-.
- Hola, Marley, ¿cómo es que has podido salir tan pronto, y por qué vienes tan contenta?
- ¿Recuerdas la chica de la que te hablé, la que iba a trabajar conmigo en el bar?
- Sí, claro. ¿Qué tal es, es maja?
- Si tú supieras... Se ha encargado del bar ella solita, es por ella que he podido venir.
- ¿Y no tienes miedo de que se esté cargando algo ahora mismo?
- No, claro que no. No la habría dejado sola si no pensara que puede hacerse cargo de todo.

Hubo unos segundos de silencio.

- ¿Y sabes qué? Creo que haríais una buena pareja.
- Pero qué dices, Marley, si apenas habrás hablado con ella más de un par de horas.
- Lo sé, pero no ha hecho falta tanto. Si vieras la expresión con que ha mirado la foto tuya que le enseñado...
- ¿Estás segura?
- Claro. De hecho, le he dicho que os presentaría el uno al otro mañana. Comeremos los tres en el bar.
- Caray, sí que lo tienes todo bien organizado. Aún así, Marley... No estoy seguro de ir. Me pongo muy nervioso...
- ¿Ligando?
- Hablando con... chicas.
- ¿Y yo qué soy, un rinoceronte?
- Sabes a qué me refiero, Marley. Contigo es distinto, bueno, todo es distinto. Nos criamos juntos, eres como mi hermana.
- Lo sé, Sam. Sólo te tomaba el pelo.

Ambos reímos.

- Entonces...¿irás?-me preguntó-.
- ¿Estás segura de que podría gustarle?
- Para estar un poco más segura, sólo me faltaría el regalo de boda.

Así que acepté. Marley me contó más sobre aquella chica. Era más o menos de su altura, rubia y con el pelo largo, ojos de una mezcla extraña entre marrón y verde. La describía como bastante tímida, aunque con  pinta de ser muy simpática. En conclusión, mi tipo ideal.
_______________________________________________________________

Soñé de nuevo con mis días tras lo de Seattle. Luchando a brazo partido contra mí misma, intentando contener mi insaciable sed de sangre. Estaba tan metida en el sueño, que no me di cuenta de aquel rayo de sol incidiendo sobre mi mano derecha. En el momento en que comenzó a arder, me levanté de un salto.

Mi mano estaba envuelta en fuego. Una de las no pocas desventajas de ser un vampiro: cualquiera de nosotros expuesto a la luz solar,se desintegra en menos de medio minuto.

Corrí hacia el cuarto de baño y metí la mano bajo el grifo del lavabo.

- ¡Joder! Cómo duele...-murmuré-.

Y es que no exageraba, pues aunque ya había apagado el fuego mi mano se encontraba como si la hubiese dejado un buen rato bañada en agua hirviendo. Justo en aquel momento, alguien llamó a la puerta.

- ¿Kyla?

Era la voz de Marley.

- ¿Sí?-pregunté-.
- ¿Puedo pasar?
- Sí-dije, escondiendo mi mano en un bolsillo del pantalón-. Sí, claro. Pasa.
- ¿Recuerdas al chico del que te hablé?
- Esto..., sí, Sam, ¿no?
- ¡Exacto! Pues lo he traído para presentaros. Está abajo, si te apetece. Incluso he preparado algo de comida.
- Oh, vaya. Veo que lo tienes todo bien atado. Si me dejas un segundo para cambiarme...
- Dios mío-cometí el error de sacar la mano de bolsillo, y Marley la vio-. ¿Qué te ha pasado en la mano? ¿Estás bien?
- Sí, claro. Ha sido...-improvisé-... un pequeño accidente, con el agua caliente de la ducha. Nada importante.
- Bueno, si tú lo dices... Te espero abajo entonces. Pero recuerda, si necesitas cualquier clase de ayuda no dudes en decírmelo.
- No te preocupes, lo haré.

Me puse lo primero que encontré: unos vaqueros y una camiseta azul. Ya que en el espejo no podía ver mi reflejo, procuré ordenarme un poco mi rebelde pelo rubio. Justo antes de salir por la puerta, me reí pensando en lo sospechosamente parecida que era aquella situación comparándose con una de esas en las que una adolescente tímida e insegura se prepara para una cita.

Bajé las escaleras, y los primeros instantes tras ver al chico fueron indescriptibles. Según me iba acercando, notaba una extraña sensación en mi pecho, a la altura de mi corazón, lo cual era bastante extraño teniendo en cuenta que llevaba décadas sin latir.

No pude evitar sonreír cuando Marley nos presentó. Durante unos instantes, permanecí sumergida en su mirada. Curiosamente, a él parecía pasarle lo mismo. Era una situación muy extraña, sobre todo para mí.

- Ey, chicos, que estoy aquí-dijo Marley, riendo-.

Ambos desviamos nuestra mirada a ella.

- Veréis, la cosa es... que he olvidado hacer comida para mí.
- ¿Cómo?-preguntó Sam-.
- Bueno, podemos retrasarlo...-dije-.
- Oh, no, de eso ni hablar. Disfrutad lo que hay vosotros dos.
- Pero...-dijo Sam-.

Pero Marley ya no estaba. Nos había dejado a los dos solos, dos totales desconocidos y dos platos de comida.

- No sé por qué, pero algo me dice que tenía pensado dejarnos solos desde un principio-dijo Sam-.
- Sí, desde luego...
- ¿Te parece que nos... sentemos?
- Ehm..., vale.

Y lo hice. Aquello era totalmente nuevo para mí. Una chica que apenas conocía me había preparado una especie de cita con un chico al que acababa de conocer. Y para colmo, sabía que siendo un vampiro cualquier alimento que no fuera sangre me resultaría totalmente insípido.

Estuvimos como diez minutos en silencio. Ninguno de los dos nos atrevimos a decir nada hasta pasado un buen rato.

- Y...-empezó él-. ¿De dónde eres, Kyla?
- Yo...Soy neoyorquina.
- Vaya, qué guay. Siempre he querido ir a Nueva York. En mi opinión, es una de las ciudades más alucinantes del mundo.
- Y lo es. Aunque no voy desde hace mucho.
- ¿Cosas de padres?
- En realidad...-dije-. Mis padres están muertos.

Sam se atragantó con el agua que estaba bebiendo.

- Lo siento, he sido un idiota. No debería haber...
- No, no pasa nada. No tenías por qué saberlo. Además, fue hace mucho tiempo, y ya lo he superado.
- Yo...vivo con mi madre. Mi padre se fue hace ya varios años, y no he sabido nada de él desde entonces.
- Vaya, lo siento.

Estaba claro, el tema se nos había ido de las manos. La situación había pasado, en sólo un par de minutos, de ser incómoda a extremadamente incómoda.

- Puedo... ¿Puedo ser sincero contigo?-me preguntó-.
- Sí, claro.
- Estoy muy nervioso, nunca había estado en una...
- ¿Cita?
- Eso, cita-reí tontamente-.
- Yo tampoco, y también estoy bastante nerviosa.
- ¿Qué te parece si hacemos un trato? A partir de ahora, dejemos de lado los nervios.
- Bueno, lo intentaré, aunque no te prometo nada.
- No es para tanto, tan solo somos un chico normal y una chica tremendamente atractiva comiendo juntos.

Me quedé sin habla, aunque transcurridos unos instantes no pude evitar reír.

- Pues tú tampoco estás nada mal, la verdad.
- Venga ya, Kyla. No hace falta que me devuelvas el cumplido. Además... Lo mío iba en serio.
- Y lo mío también.

Llegados a ese punto, apenas nos quedaban temas de conversación.

- Esto, es muy tarde...-dije, levantándome-. Mejor será que me vaya preparando ya para el trabajo.
- Como tú quieras, aunque tampoco hay tanta prisa.
- Oh, no. No me malinterpretes, ha sido una comida genial, de verdad. Es sólo que...
- No hace falta que me lo expliques, sea lo que sea lo que te urge tanto. Todos tenemos secretos, y se llaman así por algo. No es necesario que te agobies.
- ¿Sabes qué, Sam? Me alegro de haberte conocido.
- Y yo de haberte conocido a ti, Kyla. Y por cierto-empezó a decir, mientras yo me daba la vuelta-, es el nombre más bonito que he escuchado nunca.

Tenía que decir eso último. ¿Por qué tuvo que decirlo? Tan sólo complicaba más las cosas. Volví a girarme.

- Sam, yo... No sé cómo explicarlo-aunque intentaba detenerme a mí misma, parecía como si hubiera perdido el control sobre las palabras que salían de mi boca-. Apenas hace una hora que te conozco, y sé que parece una locura, pero...
- Espera, tienes una mancha.
- ¿Una mancha, dónde?

Sam se acercó a mí y con su pulgar dibujó un semicírculo en mi mejilla izquierda.

- Así, creo que ya está.

Maldecí una y otra vez al inventor de ese truco, "el truco de la mancha". Si es que sólo nos faltaba un gondolero de los venecianos.

Me fijé en sus ojos, su tierna sonrisa. Su rostro tan cerca del mío. Nunca había sentido nada así, ni siquiera en vida. Era algo más poderoso incluso que el deseo de beber sangre, y aquello me asustó. Tanto, que cuando se acercó para besarme retrocedí.

- Lo siento, Sam, yo...
- No, el que lo siento soy yo. He sido un pretencioso. Tienes razón, hace apenas una hora que nos conocemos, y doy por hecho que tú también...
- Yo también lo siento, Sam. Sé que lo siento desde el momento en que has entrado por esa puerta y, por cómo me has mirado... sé que tú también lo sientes. Pero eso no cambia nada, yo, no puedo... Es difícil de explicar.
- ¿Qué hay de difícil? Si el sentimiento es mutuo, no entiendo dónde está el problema.
- Por favor, déjalo ya. No lo hagas tan complicado.

Así que se dio la vuelta y se marchó. Mientras tanto, pensé en todo aquello. Tenía que cambiarme de pueblo, otra vez. Había estado a sólo un par de instantes de cometer una de las mayor equivocaciones de toda mi vida, pues besarlo hubiera llevado a la pasión, la pasión hubiera llevado a la falta de consciencia y esta falta... a mi antiguo yo. Un yo que lo habría matado sin darse ni cuenta.

- ¡Sam, espera!-grité-.

Pero en el momento en que llegué a la puerta del bar me detuve bruscamente,a sólo unos centímetros de la luz del Sol, por lo que no pude seguirle. Justo en el instante en que me arrepentía de lo dicho, él ya no estaba y la única oportunidad de arreglar las cosas había desparecido. Dios, pero cuántas ganas tenía de besarle, de confirmarle que lo que ambos sentíamos era amor a primera vista, de decirle que los poco más de sesenta minutos que había pasado con él habían sido los más felices de mi larga vida y de muchas cosas más si yo hubiera sido humana. Pero no lo era, y jamás lo sería.

Todo aquello no había sido más que un conjunto de imperdonables errores. Relacionarme tanto con aquella chica, no despachar al chico en cuanto comencé a sentir aquello. No podía seguir así, dejando que los sentimientos gobernaran mi razón. Tenía que abandonar el pueblo cuanto antes.

Pensaba en ello mientras me preparaba para mi turno de noche, cuando oí su voz.

- Vaya, vaya. Quién lo iba a decir. La pequeña Kyla con problemas de amores. Cómo cambian los tiempos.

Sin duda, era la voz de un vampiro. Pero no del que yo pensaba en un principio.

- Alec, ya te lo dejé bien claro. No te quiero en mi vida, y si te acercas a cualquiera de mis conocidos...
- ¿Quién ha hablado de Alec? Yo hablo de mí.

Me había equivocado de vampiro.

- ¿Jamie?

domingo, 16 de diciembre de 2012

¡¡¡100.000 visitas!!!

Hace nada estábamos celebrando los dos años de este blog, y ahora me dispongo a hacer lo mismo tras alcanzar las seis cifras: 100.000 visitas. Para ello he estado buscando un vídeo musical especial, y he encontrado uno de "El  Señor de los Anillos" con escenas de las tres películas que me ha gustado, así que os dejaré con él al final de esta entrada (Aviso, aunque sé que las películas son de hace tiempo contiene hechos importantes así que no lo veas si no conoces la historia y no quieres que te la resuman en cosa de cinco minutos).

Aunque lo hice hace pocos días, me gustaría agradeceros de nuevo el haberme permitido llegar a las 100.000 visitas, pues al menos para mí es un número alucinante y no habría sido posible sin aquellos que me visitáis (especialmente aquellos que lo hacéis con frecuencia).

Y recordad: si a eso de las cuatro de la tarde (hora española) del viernes que viene unas nubes negras oscurecen el cielo, "convirtiendo el día en noche en cuestión de segundos" y "una especie de tornados gigantescos empiezan a descender desde lo más alto del cielo", no os preocupéis. Ryan nos salvará. Y Héctor lo contará en su twitter.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

¡¡¡"Historias de un wildcat" cumple dos años!!!


En efecto, "Historias de un wildcat" cumple en esta madrugada del 5 de diciembre de 2012 dos años, esto es, unos 731 días de historias y canciones. Desde el día en que lo inauguré he cambiado algunas cosas (como el reciente cambio de estilo que me llevó a empezar "Falkenhom") y la decisión de hacer un blog independiente para cada una de mis historias ya finalizadas, y es que resulta increíble para lo que han dado estos dos años.

Aunque sé que ahora publico con menos frecuencia, intento que cada entrada publicada valga la pena, y eso implica escribirlas y reescribirlas unas cuantas veces para asegurarme de que la historia cuenta lo que yo tengo en mente. Por ejemplo, en el caso de "Falkenhom" tengo totalmente claro todos y cada uno de los hechos que van a acontecer desde donde estamos actualmente hasta el final, lo cual no es raro si tenemos en cuenta que la idea original me vino bastante antes de empezar este blog, y apenas ha cambiado desde entonces. Llevo pensando en esta historia mucho tiempo, al igual que en unas cuantas más. Eso implica que a veces me líe entre el orden de los hechos y no sepa muy bien  como escribirla, ya que aunque sepa lo que va a pasar no tengo del todo claro el orden. Por eso espero que, aunque publique con menos frecuencia, no dejéis de leer mi blog.

En fin, soltada esta parrafada y esperando no haberos aburrido demasiado, llega la hora de celebrarlo. 71 seguidores, cerca de las 100.000 visitas y varios cientos de páginas de historias así como docenas de canciones en casi 250 entradas y 93 comentarios me han llevado a una nueva forma de celebración para agradeceros estos dos geniales años.  Por supuesto no os preocupéis por el característico vídeo musical, ya que os lo dejaré al final de la entrada.

Pues bien, os diré en qué he pensado: un concurso de relatos. Lo he visto en otros blogs, he participado en unos cuantos de ellos y me ha gustado, así que he decidido hacerlo aquí también.  De momento no tengo muy claro cómo quiero hacerlo, pero pensaré en las bases y en dos o tres semanas, como mucho, las publicaré aquí. Y ahora, sin más dilación, demos comienzo al tercer año.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Keane: Everybody's changing

Para este primer domingo de diciembre y a sólo unos días del segundo aniversario del blog, me he decidido por la canción "Everybody's changing", de la banda inglesa Keane. Espero que os guste y que tengáis una buena semana.


martes, 20 de noviembre de 2012

Falkenhom (VIII)

- Qué coño haces aquí.
- Vaya, he de admitir que no me esperaba una frase de bienvenida de esa clase. ¿Qué te he hecho yo para que te muestres tan enfadada conmigo?
- No lo sé, tal vez... ¿convertirme en un monstruo? ¿Obligarme a elegir entre vuestra amistad y la humanidad? ¿Dejarme de lado y arrebatarme lo único que tenía sentido en mi vida?
- Venga ya, no te pongas tan melodramática...
- No tienes ningún derecho a irrumpir así en mi vida después de todo lo que me hiciste. ¿Cómo me has encontrado?
- Bueno, tal vez tenga algo que ver con el vínculo que une a un vampiro con aquel que lo apadrinó.

Para los que no estéis muy puestos en cuanto a léxico vampírico, todo vampiro ha sido convertido por otro de ellos, y ese otro sería el padrino. En mi caso, Alec sería no sólo mi padrino, sino también el de Jamie.

- ¿Qué quieres decir?-pregunté, pues no tenía ni idea de qué tenía eso que ver con que me hubiera encontrado-.
- Todo vampiro es capaz de saber siempre, dónde se encuentran aquellos a los que él convirtió.
- Pues en ese caso has tardado bastante en encontrarme.
- Qué va. Supe dónde estabas en todo momento, simplemente decidí darte... algo de espacio.
- Y ahora has vuelto. Y me pregunto para qué.
- Seguro que ya lo sabes, Kyla. Siempre fuiste muy lista. Piensa un poco y lo verás.

Y lo hice, tras lo cual pronuncié una única y sencilla palabra.

- No.
- ¿Estás segura de que sabes a qué me refiero, Kyla? Porque creo que sería una opción razonable ahora que tú...
- No voy a volver, Alec, ya no soy como tú. Hace tiempo que dejé de serlo.
- Está bien, Kyla. Lo entiendo. Entiendo que creas que te irá mejor en un sitio lleno de simpáticos e indefensos pueblerinos, pero no es así. Te necesito de vuelta.
- ¿"Necesito"? ¿Y qué hay de Jamie?
- El imbécil de Jamie se fue a los pocos días de que lo hicieras tú, aunque aquello no me afectó demasiado ya que su presencia tan sólo nos hubiera... entorpecido.
- Lo siento, Alec. Pero ya no soy una asesina. Si me disculpas, tengo que cerrar el bar. Así que haz el favor de largarte.
- Está bien, pero déjame hacerte una pregunta antes. ¿Es así como realmente nos ves, como asesinos? Yo me identificaría más bien como uno de esos depredadores del reino animal. Con apariencia e inteligencia humanas, pero seguimos teniendo ese instinto que nos mueve para alimentarnos. ¿Considerarías criminal a un león por cazar una gacela que necesita para poder sobrevivir?
- Hasta donde yo sé, un león no tortura a una gacela hasta la muerte y mucho menos disfruta haciéndolo. Sí, yo diría que asesino es la palabra perfecta. Te lo diré una última vez, Alec: no estoy interesada en nada que tenga que ver contigo. Te quiero fuera de mi vida, desde ahora mismo. Así que largo de aquí. Ya.
- Muy bien, pero estaré cerca por si cambias de opinión. Nunca se sabe, tal vez encuentre alguna forma de...persuadirte.

Me volví para advertirle de que no tocara a ninguno de mis conocidos, pero ya no estaba ahí. Faltarían unas cuatro horas para el amanecer, por lo que decidí salir a dar un pequeño paseo antes de irme a dormir.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Falkenhom (VII)

Falkenhom.

Antes de llegar allí, pasé por muchos otros sitios. Ciudades del centro de Estados Unidos, Sudamérica, Australia, las montañas del sur de Europa...  Buscaba sitios que no tuvieran mucha población y/o el menor número de horas de luz posibles. En todos los sitios donde viví (o intenté vivir), acabé recayendo. La tentación era siempre tan fuerte... Aquella era mi naturaleza, cada parte de mí deseaba lanzarse tras el primer cuello que viera.

Y lo hice, muchas veces. Costó no pocas vidas darme cuenta de que no podría vivir en ninguno de esos lugares. ¿En qué se diferenciaba Falkenhom? Bueno, era un pueblo con pocos habitantes y horas de luz como todos los demás, pero al mismo tiempo era distinto. No me preguntéis qué, porque aún a día de hoy no lo sé. Pero algo en ese pueblo me llamó la atención, hizo que tuviera un buen presentimiento lo suficientemente convincente como para pensar que podría terminar siendo mi hogar de manera indefinida, o al menos más allá de unas pocas semanas.

Cuando llegué a aquel aislado y en apariencia apacible pueblo sueco, tenía casi controlada mi sed de sangre humana. Llevaba cerca de seis meses sin dañar a nadie y esperaba permanecer en esa línea el mayor tiempo posible. Era muy difícil, tanto como le resulta a un drogadicto permanecer sin su droga, resistirse a probar la sangre humana. Así que procuré habituarme a la sangre de ciertos animales.

No es nada fácil deshacerse de esa dependencia, pero al contrario de lo que podríais pensar no es algo con lo que un vampiro "nazca". En su naturaleza, un vampiro que sea convertido y abandonado a su suerte no suele desarrollar esa necesidad, esa obsesión por la sangre humana, salvo que en su vida anterior ya realizara actos similares (asesinos, psicópatas y demás).

Pero si desde el mismo instante en que es convertido un vampiro tiene a alguien que le guía por ese camino, se transforma en pocos días en una auténtica máquina de matar. Ese es mi caso.

Fui convertida por Alec, quien convirtió a Jamie en una batalla en Europa de cara al final de la primera guerra mundial. Desconozco quién convirtió a Alec, pero estoy segura de que no era una muy buena persona antes de sufrir la transformación.

Me desperté con el sonido de las sirenas de policía todavía rondando en mi cabeza, la noche en que había visto por última vez a mis dos mejores amigos.

Las cosas habían cambiado mucho desde entonces. Era totalmente independiente y estaba a punto de comenzar una nueva vida. Si no llegaba tarde a mi turno de trabajo, claro.

Me levanté sobre las siete de la tarde, en gran parte recuperada del largo viaje aunque también cansada a causa del sueño que había tenido. Me duché y busqué algo de nueva ropa en mi pequeña maleta. No tenía mucha, sólo la suficiente como para no llamar demasiado la atención.

Entonces me entró sed. Comprobé mis reservas y me di cuenta de que no me quedaban demasiadas bolsas. Vacié una de ellas casi de un trago. Sangre de ciervo. No era tan apetecible como la humana, pero tampoco estaba mal. Terminado el tentempié mi rostro vampírico volvió a ser humano.

Mientras me lavaba los dientes y me enjuagaba la boca, pensé en que pronto tendría que salir de cacería. Con lo que tenía, no aguantaría más de cinco o seis días.

En cuanto estuve preparada, me aseguré de que mi habitación estuviera bien ordenada y salí de ella, en dirección a la escalera. Abajo, ya me estaban esperando.

- Y no te olvides de enseñarle...-oí la voz del hombre que había conocido horas atrás, hablando con una chica un par de años menor que yo-.

En cuanto me oyó, paró de hablar y se giró.

- ¡Vaya! Ya está despierta. ¿Ha dormido bien?
- Sí, gracias. Hacía tiempo que no dormía así.
- Me alegro de oírlo. Si no le importa, pasemos a las presentaciones. Marley-dijo, girándose hacia la chica-, ella es Kyla. Kyla, ella es Marley, mi hija.

Me acerqué hacia ella para saludarle.

- Marley te enseñará cómo funciona todo por aquí lo mejor que pueda, para que puedas empezar a trabajar.
- Muchas gracias, señor.

Así que aquella chica era la encargada de "introducirme" allí. En primer lugar, me enseñó el recinto en todo su esplendor. El edificio no tenía más que dos pisos: el primero para el bar y el segundo para unas pocas habitaciones. Respecto a este, me contó que aunque en aquella época iba menos gente en el bar siempre había alguien. Me habló de las normas del lugar y me enseñó a hacer algunas de las bebidas y comidas que se servían allí. En un momento dado me llegó el sonido de una canción.

- Perdona, será sólo un momento-dijo mientras cogía el móvil que tenía en el bolsillo. Permaneció unos instantes con la mirada fija en la pantalla y sonrió-.
- Vaya, pareces muy contenta. ¿Es un mensaje?-pregunté, más que nada por hablar un poco-.
- Sí. Es de Sam, mi mejor amigo-dijo mientras me enseñaba una foto de ella abrazada a un chico-. Quería saber si me iba bien.
- Parece majo-opiné-.
- Y lo es, mucho. Podría presentártelo, si quieres. Seguro que le caerás bien.

Así que aquello era lo que mi subconsciente, en el fondo, quería. Hacer amigos. Se suponía que tenía que pasar desapercibida ya que cuanta más gente conociera, más gente estaría en peligro.

- No, es igual. No hace falta...
- Por supuesto que sí. Mi padre me matará si cerramos el bar tan pronto, pero podría hacerlo mañana.
- Vale, hagamos un trato. Accedo a que me presentes al chico a cambio de un favor.
- ¿Cuál?
- Ve con él.
- ¿Qué? No, no puedo...
- Oh, claro que puedes. ¿Confías en mí, verdad?
- Claro, pero...
- Entonces créeme cuando te digo que he entendido a la perfección todo lo que me has dicho acerca de este sitio. Yo me encargaré de llevarlo esta noche.
- ¿Qué? ¿Estás segura? Es que es bastante trabajo y...
- Ve tranquila, estaré bien. No te preocupes.
-¡Te debo una!-dijo mientras se preparaba para marcharse-.
- De eso ni hablar.

Pero ya se había ido cuando dije aquella última frase. Empecé a pensar en la chica. En la época en la que yo me crié, uno de los tantos motivos por los que se me criticaba era por no haberme relacionado nunca con los de mi mismo sexo (más que nada, por que no las encontraba demasiado interesantes). Sin embargo, algo en mí había cambiado.

Quisiera o no creerlo, daba la impresión de que aquella chica quería no sólo ser mi amiga, sino presentarme a medio pueblo. Al principio me mostraba reticente, pero con unos pocos minutos de reflexión empecé a verlo todo desde otro punto de vista.

Tal vez aquello fuera lo que realmente quería. Tal vez con el tiempo pudiera llegar a tener una vida normal sin necesidad de aislarme del mundo. Llevaba mucho tiempo sin causar ningún daño, y puede que incluso pudiera acabar contándole la verdad a alguien en quien confiara lo suficiente. Puede que, después de todo, pudiera merecer algo similar. Quizás y sólo quizás, pudiera dar un primer paso para pagar mi gran deuda con la humanidad.

Pensaba en todo esto mientras me hacía cargo del bar. Aquella noche apenas aparecieron unas pocas personas. Llegada la hora del cierre, me disponía a hacerlo cuando oí una voz detrás de mí. Una voz que conocía desde hacía tiempo.

- Hola, Kyla. Cuánto tiempo. ¿Qué tal te va?

Me giré, aunque sabía perfectamente quién era. Alec.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Britney Spears: Everytime

Para este domingo me he decidido por Britney Spears y su canción "Everytime".

Espero que os guste y que tengáis una buena semana.


viernes, 9 de noviembre de 2012

Falkenhom (VI)

Seattle (EE.UU), marzo de 2006

- Vamos, y recuerda avisar a los vecinos para que llamen a la policía.

Levanté al niño para que pudiera salir por la ventana y me agaché para tomar entre mis brazos a aquel bebé.  Apenas habrían pasado unos segundos cuando oí su voz.

- Vaya, vaya, vaya.

Me giré. Alec.

- Así que este es el motivo de nuestros últimos fracasos. Mis peores sospechas se han confirmado.
- Vosotros no lo entendéis, yo...
- No te molestes en defenderte. Llevas meses cargándote nuestros planes, y aunque al principio quería negarlo... Oh, vamos, Kyla. ¿Cómo has podido caer tan bajo? Volverte como uno de ellos. Tenía grandes propósitos contigo, grandes esperanzas. De Jamie todavía me lo hubiera esperado, pero de ti...
- ¡Oye!-dijo, Jamie, indignado-.
- Cierra el pico, pedazo de inútil. Nadie te ha dado la palabra.
- Por lo menos tendré derecho a...
- ¡Tú no tienes derecho a nada! Lo perdiste el día en que nos metiste de lleno en aquella emboscada tras desobedecer las órdenes de nuestro comandante. Si estamos hoy aquí y en esta situación es por tu culpa.
- Ya te he dicho un montón de veces que lo siento, yo...
- Eso no importa. Lo que importa es lo que somos, lo que sois y por qué lo sois. YO os creé, a ambos. Y por ello exijo un mínimo de lealtad. ¿Acaso es mucho pedir?
- Yo...-dije-. Yo nunca os he traicionado, sigo siendo vuestra amiga. Sólo me han devuelto el alma, pero sigo siendo la misma Kyla de siempre.
- De acuerdo, entonces... demuéstralo. Demuestra que mereces seguir perteneciendo al Trío.

Miré al bebé. Estaba dormido, ni siquiera había abierto los ojos todavía.

- Vamos, ¿a qué estás esperando? Pártele el cuello y déjalo seco.

Levanté la mirada hacia Alec y Jamie, para luego desviarla de nuevo hacia el bebé. Aquellos eran mis dos mejores amigos, las únicas personas en las que había confiado a lo largo de toda mi vida. No quería perderlos, pero no podía sucumbir a la tentación de nuevo, con todo lo que me había costado... No podía arriesgarme.

- Jamie, ¿tú no tienes nada que decir?-le pregunté,pero ni siquiera se atrevió a abrir la boca.-.

Desvié la mirada una última vez antes de hacerlo.

- Muy bien. Entonces, adiós.

Y salté por la ventana. Bajé rápidamente por la escalerilla de incendios, pudiendo comprobar que la policía ya había llegado. Dejé el bebé a la vista de uno de los agentes y huí.

Abandoné la ciudad aquella misma noche, aunque todavía no tenía un destino en mente. Por primera vez desde hacía casi un siglo, estaba sola.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Falkenhom (V)/ Halloween


El domingo pasado se me pasó poner la canción, y aprovechando que hoy es Halloween y que tenía una entrada de "Falkenhom" preparada, juntaré ambos en una sola entrada, por vez primera en este blog. Y ya de paso, celebramos con esta entrada las recién superadas 90.000 visitas.

El año pasado os dejé aquí la canción de "Los cazafantasmas" con un vídeo de la película "Bienvenidos a Zombieland". Este año, os dejo con la canción de Michael Jackson "Thriller", con su videoclip. Respecto a "Falkenhom", en esta entrada se vuelve a la actualidad de nuevo, al pueblo donde vive Sam para presentar a un nuevo personaje. En la próxima entrada de esta historia os contaré cómo Kyla abandonó definitivamente "El trío de la muerte", y cómo transcurrieron los siete años y medio que tardó en llegar a Falkenhom. Os dejo con la historia tras el videoclip.


__________________________________________________________________
Cuando llegué allí, ella ya me estaba esperando. Con su tradicional gorro de lana cubriendo parte de su castaño y largo pelo. Ojos de un azul claro y una nariz algo más grande de lo normal, motivo que había servido de burla en incontables ocasiones casi desde el día en que nació.

Estaba sentada en un banco del parque, con la mirada fija en el cielo. Cuando me vio llegar, sonrió tiernamente y se levantó para saludarme. Aquella era Marley, mi mejor amiga. Se acercó a mí para abrazarme.

- ¡Menos mal! Ya empezaba a preguntarme si lo habías olvidado.
- ¿Estás de coña? ¿Qué puede haber mejor que pasar un día de tormenta con mi mejor amiga?
- No sé, tal vez... ¿pasar un día de tormenta con mi mejor amigo?

Sonreí, y ella también lo hizo. Nos sentamos de nuevo en el banco.

Marley y yo nos conocíamos desde siempre (de hecho, fuimos vecinos de cuna en el hospital donde nacimos). Nos habíamos criado juntos y empezamos a ser amigos antes incluso de que pudiéramos entender tal concepto. Estábamos tan unidos que la gente que nos conocía se extrañaba mucho al ver que no éramos pareja. Amigos que se conocen desde siempre, con exactamente los mismos intereses que el otro y una afinidad total entre ellos, siendo el uno para el otro la persona a la que mas quería en el mundo.

- No puedo creer que sólo falten dos semanas-dijo-.
- Y yo no puedo creer que me estés deprimiendo tanto.

Giró su mirada hacia mí.

- Sam, puede que para ti no sea nada. Pero para mí... En apenas dos semanas estaremos a cientos de kilómetros el uno del otro. ¿Qué haré cuando me sienta sola o perdida?
- Un whatsupp, una llamada, skype...
- Sabes que no será lo mismo.
- Marley, escúchame. Eres mi mejor amiga.
- Y tú mi mejor amigo.
- Y eso nunca cambiará, pero la vida sigue. Que nuestros caminos se separen un poco no quiere decir que lo que hay entre nosotros desaparezca.
- Lo sé, Sam. Pero aún así... Será muy difícil. En cuanto me imagino a mí sola, en un sitio tan desconocido para mí como sus habitantes, y sin ti...
- Eres una chica muy especial, Marley. Sólo tienes que dejar que la gente lo vea, y antes de que te des cuenta... Habrás hecho amigos.
- Es curioso oír eso de la única persona que realmente me ha comprendido.

Sonreí, y transcurridos unos segundos de silencio, nos abrazamos de nuevo. Sentía el calor de su cuerpo en un día tan frío como aquél.

- No quiero perderte, Sam.
- Nunca lo harás.

Continuamos así, abrazados, durante varios minutos. Después, abandonamos el parque en dirección a las afueras del pueblo para grabar unas cuantas tomas. Aunque tendríamos que hacerlo rápido, ya que no queríamos empezar con retraso nuestro pequeño maratón de Glee. Una selección de los mejores episodios antes de que ella tuviera que irse sobre las ocho para ayudar a una chica, al parecer nueva en el pueblo,a entenderse con todos los entresijos de lo que es trabajar en un bar.

martes, 23 de octubre de 2012

Falkenhom (IV)

Toronto (Canadá), año 2005

- ¿Habéis visto la cara del portero cuando hemos entrado?-preguntó Alec-.
- Sí, desde luego, tío-dijo Jamie-. ¿Te puedes creer que de verdad pensaba que le dejaríamos con vida si hacía lo que decíamos?
- Si os soy sincero, chicos-dijo Alec-, no me gusta este siglo. En el anterior al menos ofrecían algo de resistencia. El mundo está lleno de gente mucho más cobarde que antaño.
- Sí, pero también más lista-aclaré-.

Alec y Jamie me miraron.

- ¿En serio, Kyla?-preguntó Alec-. ¿Por qué tienes que ser tan aguafiestas?
- No soy aguafiestas, chicos, sino prudente. La sociedad ha evolucionado mucho desde que comenzamos a ser vampiros. Ahora tienen mucho más conocimiento y armas, tanto para defenderse como para atacar. No deberíamos confiarnos demasiado.
- Olvidas el hecho-dijo Alec- de que ellos, todavía hoy en día, niegan nuestra existencia. Y es difícil defenderte de algo en lo que no crees.
- Puede, pero aún así prefiero ir con cuidado.

Así que allí estaba, en aquella gran ciudad canadiense después de décadas de juerga vampírica con mis dos mejores y únicos amigos. Se trataba de un edificio de apartamentos de ricos. Subíamos las escaleras y llegamos al pasillo del primer piso, dispuestas a cada lado varias puertas.

- ¿Os parece que lo hagamos a la vieja usanza?-dijo Alec, que iba el primero-. Pito, pito, gorgorito...-decía mientras señalaba puerta tras puerta-.

Jamie y yo andábamos detrás.

- Esta. Chicos, ¿a quién le apetece...?
- Yo lo haré-dije-.

Toqué el timbre, y a los pocos segundos se abrió la puerta. Era un hombre mayor vestido con bata y con pintas de haber sido despertado.

- Esta no es una muy buena hora para llamar. ¿Qué quieren uste...?

Alec lo mató sin que le diera tiempo a gritar. Le partió el cuello y lo lanzó contra la pared del recibidor.

- Chicos...-dijo-. Que empiece la fiesta.

Un hombre y una mujer más jóvenes llegaron para ver qué ocurría, pero Jamie y yo nos encargamos de ellos. Antes de matarlo, el hombre gritó: "Por favor, no...". Pero acabé con su vida.

Me di cuenta de que Alec no estaba, y corrí hacia donde me pareció ver una sombra. Entré en una habitación, y entonces noté un filo clavándose en mi pecho. Gemí de dolor y pensé: "Mierda, el cazavampiros".

Sí, habéis leído bien. "El cazavampiros". Así era como lo llamábamos, y desde luego que era un nombre bastante acertado.

La estaca estaba clavada en mi pecho, a sólo un par de centímetros de mi corazón. Bastaba con que su puntería hubiera sido un poco mejor para que yo no hubiera podido contaros esta historia. Sentía la sangre, mi sangre saliendo de mi cuerpo al exterior. Me había dolido, y mucho. Pero no me doblegué. Al contrario, me lancé a por mi enemigo.

Normalmente, un ser humano no tiene nada que hacer contra un vampiro. Nosotros somos mucho más fuertes, inteligentes y rápidos que cualquiera de ellos. Pero él no era normal.

Para empezar, estaba bien entrenado. Se había enfrentado a nosotros un total de cinco veces en el último par de años y no sólo había sobrevivido a todas ellas, sino que además cada una de esas veces estuvo increíblemente cerca de matar a alguno de nosotros. Tan cerca, que incluso huimos de él. Hicimos lo imposible por no volver a encontrárnoslo, pero él siempre acababa encontrándonos a nosotros.

Me lancé directa a por su cuello. Gran error. En el momento en que probé la sangre de mi oponente mi garganta entera ardió. Me retiré hacia detrás, sorprendida tanto por la situación como por mi imperdonable ineptitud. El dolor era insoportable, y lo sentía en cada milímetro de mi cuerpo. Me desplomé sobre el suelo.

Cómo podía haber caído en una trampa tan antigua...

- Verbena-murmuró-. Los vampiros os creéis muy listos, pero estáis  lejos de serlo. Os creéis invencibles, pero tampoco lo sois. No más que yo.

Se acercó a mí, estaca en mano.

- Kyla...De los tres de vuestro grupo, tú has sido siempre la que mejor me caía. Estoy seguro de que hubieras sido una buena persona si hubieses sido humana, pero... no lo eres.

Intentaba reaccionar, pero no podía. La verbena me había dejado totalmente paralizada.

- Lo que eres es una brutal asesina, que está a punto de pagar por todo lo que ha hecho. Y ahora, sin más dilación, permíteme que convierta vuestro "trío de la muerte" en un dúo.
- Por encima de mi cadáver, imbécil.

Alec. Le golpeó en la cabeza fuertemente. El cazavampiros no tuvo tiempo de reaccionar, pues el golpe lo dejó seco en el acto. Si no estaba muerto, estaba muy cerca de estarlo.

- Gracias...
- Menos mal que eres tú la prudente. Si nos llega a pillar a Jamie o a mí...
- No sé que me pasa, de normal oigo a un humano al más leve movimiento-dije, mientras me levantaba. Señalé a mi enemigo abatido-. ¿Está...?
- No, ese honor te lo dejo a ti.
- ¿Por qué?
- Porque eres la que más cerca ha estado de morir, y mereces ser tú quien lleve a término nuestra venganza de una vez por todas. Venga, mata a ese cabrón y vámonos, tenemos cosas que hacer y sitios a los que ir.
- De acuerdo-dije, mientras me agachaba al lugar donde mi enemigo yacía, inconsciente por el golpe-.

No lo dudé ni por un segundo. Cogí su cuello y fuertemente lo sacudí de lado a lado. Un sonoro "crac" me indicó que nuestro principal y único motivo de preocupación había pasado a mejor vida.

- Bien-dijo Alec-. Ahora hazme el favor de revisar el resto de la habitación. Ya sabes, armarios, cajones...,etc. Quién sabe, tal vez encontremos algo interesante.
- De acuerdo.

Así que me dejó sola en la habitación, y empecé a investigarla. Aun siendo vampiro, nunca viene mal un poco de ayuda: un arma, algo de dinero... Estaba buscando en un cajón de la mesa de escritorio que había allí cuando oí un ruido. Aunque sabía que era imposible, me aseguré de que el cazavampiros estaba realmente muerto. Y lo estaba.

Volví a oír el ruido. Provenía del armario, en el cual había una rendija abierta. Estaba a punto de averiguar lo que era cuando me sorprendió.

- Eh, Kyla, ¿te apetece un poco de esto...?-preguntó Jamie, soltando el cuerpo de la mujer a la que había matado hacía unos minutos en la entrada de la habitación-. He probado su sangre, pero está demasiado dulce para mí. ¿Te apetece probarla?
- Déjala ahí, Jamie, y luego veré. Ahora estoy registrando la habitación.
- Entendido, jefa-dijo mientras se marchaba-.

En realidad, hacía varios días que no comía, y tenía mucha hambre.

- Está bien, supongo que no pasará nada por que beba un poco antes de seguir.

Clavé mis dientes en el cuello de aquella mujer. Bebía la sangre que salía a grandes tragos, notando su perfecto sabor, su calor... Y entonces la vi.

Se trataba de una niña,de unos seis o siete años como mucho. Estaba escondida detrás de un montón de perchas, y sujetaba con fuerza un pequeño peluche con forma de conejo. Su mirada de terror, aquella mirada. Aquella mirada fue lo que lo cambió todo.

Ni en un millón de años de clases de escritura podría describir lo que vi en aquellos ojos. Me quedé paralizada, como si hubiera sido la primera vez que me encontraba con una niña. Había matado cientos de ellas sin pestañear, pero aquella era distinta.

- ¿Kyla?-llamó Alec-. Kyla, ¿cómo va todo? ¿Has encontrado algo?

En cuestión de segundos, mi vida entera pasó ante mis ojos, y con ella todas las muertes de las que había sido responsable. Una por una.

- ¿Kyla? Kyla, ¿me oyes?

De pronto, sin quererlo y desde luego sin poder evitarlo, recuperé mi alma y como consecuencia, mi humanidad. Lo que sentí entonces...me quitó las ganas de vivir. Miré hacia la niña, que se acurrucó en el fondo del armario.

- ¿Kyla?
- No, no hay nada-dije, mientras salía de la habitación-.
- Pero mira que os lo tengo dicho-dijo Alec-. Este país es una mierda. Hoy mismo nos largamos.
- Apoyo la moción-dijo Jamie-. Pero antes podríamos... terminar de cenar.
- Me parece una buena idea-dijo Alec-.

Se dirigieron hacia el salón de la casa, donde se oía la televisión, todavía encendida, con el programa que la familia estaba viendo antes de que llegáramos.

- Un momento, chicos. Ahora voy-dije, mientras me dirigía hacia la habitación donde estaba la niña-.

Le tapé la boca para que no gritara y le dije que huyera, que avisara a los vecinos para que llamaran a la policía. Y aquello...fue el comienzo del cambio.

domingo, 21 de octubre de 2012

Carly Rae Jepsen: Call me maybe

Para este  domingo me he decidido por "Call me maybe", de la cantante canadiense Carly Rae Jepsen.

Esta última semana no he publicado ninguna entrada de "Falkenhom", por falta de tiempo y también por no tener todavía muy claro en qué orden sucederán los terriblemente dramáticos hechos que quedan por llegar.  La próxima semana publicaré la siguiente entrada, la primera de dos partes que contará los últimos días de "El trío de la muerte".

Se admiten apuestas.


domingo, 14 de octubre de 2012

Glee: Don't stop believing

Aunque ya he puesto unas cuantas canciones de Glee antes de esta, me he decidido por una de sus más representativas, "Don't stop believing".

 La razón es mi regalo de cumpleaños: un pack con las tres temporadas en DVD, y unos cascos para escucharla con una calidad excepcional. Espero como siempre que os guste y que tengáis una buena semana.


viernes, 12 de octubre de 2012

Falkenhom (III)/ ¡¡¡Mi cumpleaños!!!

Aprovecho esta entrada para autofelicitarme por mi vigésimo cumpleaños hoy, 12 de octubre. Espero que os esté gustando mi historia :D

"Siguiente estación, Falkenhom. Por favor recojan todo su equipaje y no olviden sus pertenencias. Esperamos que el viaje haya sido de su agrado".

Me había pasado todo el viaje con la cara pegada al cristal de la ventana observando la vasta oscuridad que envolvía el paisaje sueco. Bajé del tren echando una primera ojeada a lo que esperaba fuera un buen lugar para vivir.

Cuando eres vampiro, tienes que preocuparte de muchas cosas. La luz solar, bajo la cual te conviertes en polvo en cuestión de segundos.  El casi imparable impulso de lanzarse al cuello de cada persona que ves a tu alrededor. Y lo peor de todo, la inmortalidad. Odiaba la inmortalidad.

Como si mi vida no fuera ya lo suficientemente complicada, además tendría que vivir en un mundo asolado por guerras, cambios climáticos y a saber cuántos desastres más. Estaría condenada a afrontar el hecho de que durante mucho tiempo fui la causa de tanta muerte y sufrimiento que hubieran hecho que cualquiera de vuestros "asesinos" de hoy en día parecieran simples bromistas de mal gusto.

Lo primero que hice al llegar a aquel pueblo fue buscar un lugar donde poder establecerme. No quedaban muchas horas hasta el amanecer, y aunque sabía con casi total seguridad que aquel día estaría nublado no quería arriesgarme. Así que me acerqué hacia una especie de hostal.

Entré dentro. El sitio no era muy grande, aunque estaba bien aprovechado. Muchas mesas y sillas sobre éstas. Al final del todo, la barra. Y un hombre de mediana edad leyendo lo que parecía ser una revista de naturaleza. No se percató de mi presencia hasta el momento en que empecé a hablar.

- Ehm... Perdone, señor, ¿podría...? ¿Podría ayudarme? Es que verá, soy nueva. Acabo de llegar y...
- Necesita un lugar donde quedarse-dijo, levantando su mirada hacia mí-. No hay problema, precisamente quedó una habitación libre el pasado viernes en el primer piso, justo arriba.
- Vaya, muchas gracias. ¿Y cuánto me costaría? Porque no tengo mucho dinero, tan sólo unas dos mil coronas como mucho...

El hombre me miró pensativo.

- Si tiene pensado quedarse mucho tiempo, joven, podría pagarlo trabajando aquí.

Lo miré, incrédula. No podía creer que estuviera teniendo tanta suerte.

- Es verano. La mayoría de mis trabajadores son estudiantes, así que prácticamente todos están fuera ahora. Al menos por el momento, podría ofrecerle un empleo a tiempo parcial si le sigue interesando.
- ¡Claro!-casi no pude reprimir mi emoción-. De verdad, no sabe cuánto se lo agradezco, yo...
- Sólo prométame que será tan responsable y buena como me ha parecido que era en el momento en que ha entrado aquí, y no habrá necesidad de agradecer nada.
- Muchas gracias de todas formas. Ah, y por cierto...¿podría tratarse de uno nocturno?
- No le entiendo.
- Quiero decir, si podría trabajar en horas nocturnas. Es que de día no sé si me será posible.
- Bueno, supongo que no habrá inconveniente alguno en cambiarse el turno con alguno de sus compañeros. Hablaré con ellos y se lo comunicaré en cuanto esté seguro.
- De acuerdo.

El hombre me guió a través de unas escaleras para llegar al primer piso, donde abrió una puerta que me condujo a una modesta aunque acogedora habitación, con un pequeño baño individual y una cama frente a un también pequeño televisor. En cuanto terminó de resumirme las normas y los horarios del hostal, cerró la puerta y abandonó la habitación.

Estaba sola, al fin. Después de tantos años y tantos fracasos había logrado encontrar un buen lugar donde vivir.

Después de organizar lo poco que llevaba de equipaje, anduve hasta el cuarto de baño, encendí la luz y traté de observar mi rostro. Pero, tal y como yo esperaba, no vi nada. Ese es otro de los problemas de ser un vampiro: las superficies reflectantes como los espejos no nos reflejan en absoluto, todo era exactamente igual que si no hubiera nadie allí. Aún después de tanto tiempo, no había terminado de acostumbrarme.

Emití un pequeño bostezo. Y ante la siguiente pregunta contestaré: sí, los vampiros nos cansamos. Necesitamos dormir tanto como cualquier ser humano, con la diferencia de que nosotros lo hacemos durante el día. Me cambié de ropa para estar más cómoda y me metí en la cama, preparada para conciliar el sueño después de tantos días sin un lugar decente donde intentarlo.

Aunque no quería hacerlo, mi memoria se trasladó al pasado en el instante en que cerré mis ojos. A aquella horrible noche casi ocho años atrás, en noviembre de 2005. La noche en que todo cambió.

domingo, 7 de octubre de 2012

Korn: Narcissistic Cannibal

Para este domingo me he decidido por una de las canciones pertenecientes a la banda sonora de la recientemente estrenada película "Resident Evil: Retribution", "Narcissistic Cannibal", de la banda americana de heavy metal "Korn". Fui al cine a verla el día del estreno aquí en España, y la verdad es que me gustó mucho (ya no sólo la película, sino además el 3D).  Es la quinta película de esta saga que comenzó hace ya diez años basada en los famosos videojuegos y que según parece terminará con una sexta y última entrega en dos o tres años.

En un mundo en el que Milla Jovovich no está ocupada ayudando a Richard, Zoey y Justin a buscar supervivientes por todos los rincones de una Tierra devastada por un apocalipsis zombie (véase "Diario de un superviviente"), ha tenido tiempo para protagonizar esta genial película. Os dejo con un vídeo de la canción mencionada. Espero que os guste y que tengáis una buena semana.

En principio no parece que haya escenas demasiado importantes, pero por si acaso no has visto la película y tienes intención de hacerlo mejor no veas el vídeo. Podría contener algún que otro SPOILER.


jueves, 4 de octubre de 2012

Falkenhom (II)

"Bienvenidos al aeropuerto de Estocolmo. Son las 22:35 hora local, y la temperatura es de unos agradables nueve grados centígrados. Esperamos que hayan tenido un buen vuelo y les deseamos una feliz estancia."

La voz del comandante me transportó a la realidad de nuevo. Lenta y perezosamente, abrí los ojos para darme cuenta de que el avión ya había aterrizado. Me levanté, cogí la única mochila en la que llevaba todas mis pertenencias y me escondí.

Esperé a que abrieran el compartimento del equipaje y me deslicé sigilosamente por un hueco, saltando a la pista. Corrí y me colé, sin que nadie se diera cuenta, dentro del aeropuerto. Una vez allí, busqué el camino a la estación de trenes más cercana y cuando la encontré, compré un billete a Falkenhom. Mi verdadero destino.

Llevaba años esperando encontrar un lugar apartado y apacible en el que poder vivir sin miedo a recaer en mi pasado. Y menudo pasado.

Cuando te convierten en un vampiro, no eres una verdadera amenaza hasta que pruebas la sangre de tu primera víctima. Es entonces cuando entras en el juego y la persona que habías sido hasta entonces muere por completo. Te conviertes en un asesino despiadado y sin alma, un cazador sin arrepentimientos que no solo mata sino que disfruta haciendo sufrir a sus presas.

Desde sólo unas horas tras mi conversión y durante casi nueve décadas, Alec, Jamie y yo sembramos el terror en todos y cada uno de los continentes. Asesinamos a cientos, no, miles de personas en todo ese tiempo, muchas de ellas tan solo por diversión. Llegamos a ser tan temidos que incluso adquirimos un nombre dentro de la comunidad vampírica, "El trío de la muerte", que nos hizo famosos en el mundo entero por nuestra crueldad y nuestra insaciable sed de vidas humanas.

Aunque hacía ya ocho años desde mi última víctima, recordaba a la perfección lo que sentía. Lo que sentía con cada mordisco, cada cuello, cada garganta... Recordaba con total claridad cada rostro, los inútiles gritos de socorro... Pero sobre todo recordaba la sensación, esa sensación de euforia que me hacía sentir el ser más poderoso del universo. Una diosa entre mortales.

Pero todo había cambiado. De un día para otro, la euforia dejó paso a un terrible sentimiento de culpabilidad que me había perseguido durante ocho largos años.  Era perfectamente consciente de la cantidad de sufrimiento de la que era responsable, y mentiría si dijera que no pensé en suicidarme. Más de una vez.

Pero de momento y para aclarar mejor mis ideas, había decidido trasladarme a aquel pueblo, "Falkenhom", del que había leído tenía muy pocas horas de luz y no muchos habitantes. Buscaría un pequeño trabajo a tiempo parcial que me permitiera ganar el dinero suficiente como para tener un hogar propio y, tal vez con el tiempo, alcanzar una vida más o menos normal. Dentro de lo normal que pueda llegar a ser la vida de un vampiro.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Take that: Patience

Para este último domingo de septiembre me he decidido por "Patience", del grupo británico "Take that".

 Espero que la disfrutéis y que os esté gustando mi nueva historia, "Falkenhom".


jueves, 27 de septiembre de 2012

Falkenhom (I)

"¡Buenos días, mundo!".

Giré la cámara hacia mí para presentarme.

"Mi nombre es Sam Lovgren, y os doy la bienvenida oficial a mi canal de youtube".

Sonreí, y anduve unos metros para salir de mi habitación al pasillo, enfocando la cámara hacia éste. Avancé hacia la cocina.

"Y aquí es donde vivo yo. Una casa construida en medio de Falkenhom, un pueblo de no más de mil habitantes situado en la provincia de Västerbotten County, en el norte de Suecia. Un pueblo acogedor aunque en ocasiones aburrido en el que empezamos a tener calor a partir de los siete u ocho grados centígrados".

"Y aquí está...la cocina, como bien podréis observar" dije una vez había entrado. Me dirigí hacia el armario y cogí una bolsa con el pan de molde. Saqué un par de rodajas y las metí en la tostadora. Luego me acerqué a la nevera y saqué una botella de leche. Me serví un poco en un vaso y esperé a que salieran las tostadas.

"Y esto es a lo que yo llamo un típico desayuno en mi día a día. Como podéis ver...".

- Buenos días, hijo.

Apagué la cámara y me giré hacia mi madre, que acababa de entrar en la habitación.

- Mamá, ¿cuántas veces tendré que pedirte que no me interrumpas cuando estoy grabando?
- Lo siento, Sam-me dijo, aunque tenía pinta de sentirlo más bien poco-. Pero necesitaba recordarte que esta noche no podré cenar contigo. Tengo un montón de trabajo y tendré que quedarme allí hasta que lo acabe, por lo que probablemente llegue muy tarde a casa.
- Menuda novedad-murmuré-.
- ¿Cómo dices?
- Nada, nada, yo sólo... disfrutaba de las tostadas.
- Hijo, sé que te resultará difícil de creer. Pero todo lo que hago es por ti, y desde que tu padre se fue no tengo más remedio que trabajar más. Eres todo mi mundo, Sam-dijo mientras se acercaba a mí y me apoyaba una mano en el hombro-. Y me entristece que lo olvides con tanta frecuencia.
- Lo que tú digas, mamá, de todas formas yo...

De pronto recordé algo.

- Mamá, ¿qué hora es?
- Las...siete y cuarto, creo.
- ¡Tendría que estar hace media hora en el parque! No tengo tiempo de desayunar, ¿podrías recogerlo tú, por favor?
- Pues claro, hijo. Pero...

Desaparecí para ir corriendo al cuarto de baño, lavarme los dientes y luego fui a mi habitación. Cogí mi mochila con la bolsa de mi cámara dentro y salí igual de rápido por la puerta de la cocina. Me subí a la bicicleta que tenía allí apoyada y atravesé el jardín a toda prisa, tras lo cual me incorporé a la carretera y seguí pedaleando sin descanso hasta llegar a mi destino.

domingo, 23 de septiembre de 2012

LeAnn Rimes: Can't fight the moonlight

Para este primer domingo de otoño me he decidido por "Can't fight the moonlight", perteneciente a la banda sonora de la película "El bar coyote" y cantada por la estadounidense LeAnn Rimes. Espero como siempre que os guste y que tengáis una buena semana.

Aprovecho para deciros que ya he creado un blog para cada una de mis tres historias acabadas ("Desde el lago", "Diario de un superviviente" y "Poderes"), de forma que sea mucho más fácil leerlas sin perderse. Si aún no lo habéis hecho y os apetece, he dejado los enlaces en la pestaña "Historias".


martes, 18 de septiembre de 2012

Falkenhom

Mi nombre es Kyla, Kyla McCarthy. Nací el 30 de abril de 1897 en Brooklyn, Nueva York y tengo ascendencia irlandesa (aunque supongo que eso ya lo habréis deducido por mi apellido).

Nunca conocí a mis padres. Apenas tenía unos meses cuando ellos murieron, poco después de llegar allí desde la por aquel entonces hambrienta Irlanda. Los primeros recuerdos que tengo son del orfanato en el que me crié.

Sin embargo, apenas pasaba tiempo allí, pues aunque recibí muchas advertencias y no pocos castigos, me escapaba con frecuencia. Y fue en una de esas escapadas, con apenas siete años, en la que conocí a Alec y Jamie, quienes pronto se convertirían en mis mejores amigos. Ambos eran de familias ricas y vivían lejos del orfanato donde me crié, pero como a ellos también les gustaba saltarse las normas no tenían reparo alguno en fugarse de allí de vez en cuando.

Recuerdo perfectamente el momento en que los conocí. Estaban jugando a ver quién era más rápido subiendo a un muro, en un callejón cercano a mi orfanato. Al verme y darse cuenta de que ninguno de los dos era capaz, me retaron a hacerlo. Aunque estaba un poco asustada, finalmente pasé al otro lado sin tropezarme ni caerme. Los dos se quedaron patidifusos, y creo que fue a partir de aquel momento cuando empezamos a ser amigos.

Aunque ambos se conocían desde bien pequeños y estaban muy unidos, se notaba a la legua quién era el dominante en la relación. Alec era mucho más atrevido que Jamie, y en la mayoría de ocasiones éste se dejaba llevar por el primero.

Catorce años después, los tres nos habíamos hecho prácticamente inseparables. Habíamos crecido juntos y vivido multitud de anécdotas y divertidas historias. Pero todo cambió el día en que me dijeron aquello.

- Kyla, hemos estado pensando...-empezó Jamie, recibiendo toda mi atención-. Alec y yo habíamos pensado que...
- Vamos a enrolarnos-aclaró Alec-.

Mi mundo entero se detuvo durante incontables instantes.

- ¡¡¿Quéeeee!!??-grité-. ¿Estáis locos? ¿Ir a a la guerra? ¿Tenéis idea de la cantidad de gente que ha muerto?
- Unos pocos millones, según los últimos sondeos-bromeó Jamie-.

Puse la cara en blanco. Alistarse en el ejército en aquella época era como tirarse por un acantilado, si no fuera porque tenías bastantes más posibilidades de sobrevivir en este último caso.

- No lo entiendo-dije, tratando de retener la tristeza que afloraba en mi interior-. Pero, ¿por qué?
- El padre de Jamie-dijo Alec, sin darle tiempo a su amigo para hablar- es muy autoritario. Dado que han perdido toda su fortuna aprovechan que su hijo es mayor de edad para enviarlo a la guerra. Piensa que así hará algo de provecho.
- Pero insisto en que no hace falta que vengas, Alec. Este es mi problema, no el tuyo. Yo soy el que tengo el padre imbécil.
- Y también el que tiene nombre de chica.
- ¡Yo no tengo nombre de chica! ¿Cuántas veces te lo tendré que decir? "Jamie" es un nombre mixto.
- Mixto o no, no sobrevivirías ni dos minutos en el frente sin mi ayuda. Iré contigo, ya está decidido.
- Yo también voy.

Esa frase mía los dejó sin habla. Y, al parecer, les hizo mucha gracia. Yo me molesté.

- ¿Pero qué es lo que pasa? ¿Por qué no puedo ir con vosotros, eh?
- No sé-dijo Alec-. Tal vez porque eres... ¿una mujer?
- ¿Y qué si lo soy? Soy mucho más madura que cualquiera de vosotros dos, y bastante más ágil.
- No te dejarán pasar, Kyla-dijo Alec-. No puedes venir con nosotros.
- No pienso permitíroslo. ¡No me dejaréis sola!
- Oh, vamos. No seas tan dramática. Estaremos de vuelta mucho antes de lo que piensas. Mataremos unos pocos alemanes, y enseguida volveremos a casa. ¿Verdad, Jamie?
- Verdad, Alec.
- Por favor, chicos. No me hagáis esto...-dije casi llorando, desesperada-.  Si no volvéis y  me quedo sola...
- Escúchame, Kyla-dijo colocando sus manos sobre mis hombros y atrayéndome hacia sí para que le mirara directamente a los ojos-. Te prometo que tanto Jamie como yo volveremos para estar contigo.
- ¿Lo prometéis?
- Lo prometemos-dijeron ambos chicos-.

Y sellamos la promesa con un corto aunque afectivo abrazo colectivo. Al día siguiente, mis dos mejores y únicos amigos embarcaron en dirección a Europa. Era un caluroso día de julio de 1918.

Durante semanas, estuve yendo y viniendo de la mensajería para ver si me llegaba alguna noticia.No podía afrontar la incertidumbre de no saber si estaban bien. Día tras día, me llevaba un chasco al comprobar que no llegaba nada. Un día cualquiera,  apenas un par de meses después, llegó a la mensajería una carta. Y otra más con ella.

Pero cuando llegué allí no estaban, así que corrí hasta el edificio donde se encontraban los domicilios de ambas familias. Al llegar, vi a la madre de Jamie llorando sobre los hombros de su padre, y los padres de Alec abrazándose.

- No, no...

Sentí que me ahogaba. Me derrumbé en lágrimas sobre la carretera y estuve allí tirada hasta que el padre de Jamie me vio y me gritó para que me fuera. Las dos familias me habían odiado desde siempre, por inculcar a sus hijos, según ellos, ideas deshonestas y temerarias.

Corrí hasta el puente de Brooklyn, llorando a lágrima viva y sin poder creerme lo que estaba pasando. Alec y Jamie... Habían muerto, ya nada podría salvarlos. Los había perdido para siempre, y eran todo lo que tenía. Estaba triste y angustiada por la vida que me esperaba sin ellos, sin poder volver a verlos. Me asomé al borde del puente, dispuesta a acabar con una vida sin sentido alguno para mí.

Pero entonces pensé que Alec y Jamie habrían querido que asistiera a su funeral. Fuera donde fuera donde estuvieran entonces, no me perdonarían si no lo hacía. Así que bajé de allí y me dirigí al cementerio más cercano, donde sabía que ambas familias tenían sus mausoleos. Esperé allí hasta el anochecer.

Escondida para que nadie me viera, esperé a que el funeral terminara y luego me acerqué a la tumba de Alec, a unos pocos metros de distancia de la de Jamie. Me arrodillé.

- Alec, Jamie...-sollozé-. Me lo prometisteis. Me prometisteis que volveríais conmigo. Y ahora que ya no estáis, yo...
- ¿Kyla?

Me giré. Ante mis propios ojos aparecieron mis dos mejores amigos. Alec, y detrás Jamie.

- No, no puede ser. Estáis muertos...-dije, casi llorando-.

Alec se acercó más a mí. Y luego a mi cuello.

- Alec-lloré-. ¿Qué...está...pasando?
- Tranquila, Kyla. Sigo siendo yo. Tú relájate y todo acabará rápido.

Sentí un dolor punzante en mi cuello. Acto seguido, Alec se hizo un corte en el brazo y me hizo tragar la sangre que salía de él. A los pocos segundos, sentí un fuerte dolor en mi pecho,a la altura de mi corazón. Me llevé la mano hasta ahí mientras notaba que, poco a poco, iba perdiendo la vista. Finalmente, me desmayé.

Cuando volví a despertar, me había convertido en uno de ellos.

domingo, 16 de septiembre de 2012

The Solids: Hey beatiful

Para este domingo me he decidido por la canción de "Hey beatiful", compuesta por el grupo estadounidense de "The Solids", que también creó la famosa y divertida serie de "Cómo conocí a vuestra madre". Espero que os guste y que tengáis una buena semana.

AVISO: EL VÍDEO CONTIENE  GRANDES SPOILERS SOBRE LA SERIE, ASÍ QUE SI NO LA HAS VISTO Y TIENES PENSADO VERLA NO VEAS EL VÍDEO.


martes, 11 de septiembre de 2012

Tom y Nicole: la gran aventura (XI)

Antes de nada os aviso de un, según cómo se mire, pequeño cambio de planes. Después de terminar con "Desde el lago", "Diario de un superviviente" y "Poderes", me he dado cuenta de que mi estilo de escritura ha cambiado mucho. Se podría decir que hay ciertas historias que, aunque me alegro de haberlas empezado a escribir, no me inspiran demasiado. Es por ello que he decidido de momento dejarlas aparcadas, aunque es posible que un futuro vuelva a ellas para terminarlas.

Esta va a ser la última entrada de "Tom y Nicole: la gran aventura" en bastante tiempo, ya que quiero dedicarme a otras muchas historias que os quiero mostrar y que espero os gusten. Os diré cuál será la primera de estas historias en el próximo domingo musical.

- Ya está, todo arreglado-dijo el hombre que les acababa de abrir la puerta mientras se sentaba en un sillón-.

Los tres estaban anonadados con la belleza de aquella habitación. Su decoración era impresionante, el techo y sus pinturas, los cuadros colgados en las paredes... Sentados frente a él, los tres amigos escucharon al hombre.

- Llevo...dieciséis años esperando este día. Mi nombre es Steve Park, y aunque tú no me conozcas yo a ti sí. Tu padre era mi amigo, y me pidió que te hiciera llegar esta carta cuando estuvieras lista.
- Espera un momento-dijo Nicole-. Entonces, ¿fuiste tú quien me lo envió?
- No comprendo.
- Es que no me dijo nada de ningún amigo y no sé, pensaba que él...
- Nicole, lo siento. Pensaba que tu padre te lo había dejado escrito en la carta. Él... me pidió que te la enviara... poco antes de morir.

Nicole sintió que le faltaba el aire. En cuestión de segundos, todas sus esperanzas se habían destruido.

- Siento ser tan directo, Nicole. Pero tenemos poco tiempo y necesito que lo comprendas.

Pequeñas lágrimas brotaron de los ojos de la joven. Tom la abrazó.

- No lo entiendo-dijo Kevin-. Acaba de decir que tenemos poco tiempo. ¿Poco tiempo para qué?
- Nicole-dijo Steve-. Si no es indiscreción, ¿te envió tu padre algo más en el sobre?

La chica le mostró la piedra.

- ¿Me la dejas, por favor?

Nicole le dio la piedra a Steve.

- Vaya-dijo, tras pensárselo unos instantes-. Si te soy sincero, desconozco la razón de que tu padre te enviara esto. ¿Tienes alguna idea de lo que es?
- No, pero sabemos que tiene un extraño poder. La primera vez que la tuvimos nos afectó de tal modo que sentíamos que nos iba a explotar la cabeza.
- Interesante...Así que tiene el mismo efecto de la propia máquina. No sé quién ni cómo, pero ha conseguido trasladar el poder de la máquina a este pequeña piedra.
- ¿Máquina? ¿Qué maquina?
- Verás, Nicole...

"Hace unos dieciséis años, en marzo de 1997, tus padres y yo trabajábamos al servicio de una agencia secreta no gubernamental, dedicada a la defensa de la población ante ataques que muchos hubieran calificado como... paranormales. Éramos muchos más trabajando allí, y uno de nuestros compañeros, que trabajaba como científico en nuestro principal laboratorio, descubrió algo.

Investigaba la física de partículas en relación a la mente humana, y aunque en un principio los fines no eran malvados pronto se corrompió. Empezó a darse cuenta de que nuestra mente no es tan poderosa como muchos piensan, y de que un simple chorro de esas partículas sería capaz de neutralizar hasta al más poderoso de los ejércitos. Casi sin quererlo, había creado un arma.

Él quería utilizarlo como arma de guerra, llevarlo allí donde se necesitara para acabar con cualquier conflicto bélico de un sólo golpe. Todos nosotros nos negamos, pero el verdadero problema llegó cuando empezó a tomarse la justicia por su mano.

Intentamos detenerlo, utilizamos todo lo que teníamos en nuestras manos para hacerlo, pero sus mercenarios eran mucho más poderosos que cualquiera de nosotros. En los primeros días tras el descubrimiento perdimos a mucha gente, y entre los últimos que quedamos éramos tus padres y yo. Cuando tu madre murió, tu padre me hizo prometer que te llegaría esta carta si algún día le pasaba algo, y el día que pasó...
Te envió lo más lejos que pudo, te cambió de país e incluso de continente... Para que no pudieran encontrarte. Yo le prometí que haría todo lo que estuviera en mis manos para explicártelo todo y protegerte.

Y ahora que sabes toda la verdad acerca de tu vida y de tus padres... Ha llegado la hora de que vayamos a por ellos."

Nicole permaneció unos instantes en silencio. Tenía tanto que asimilar, tanta información en apenas un par de minutos...

- Tu padre me hizo prometer que te mantendría al margen y a salvo de todo este embrollo hasta que fueras lo suficientemente mayor para entenderlo. Y aunque lo he intentado, apenas he avanzado nada desde que ellos murieron. Pero si me ayudas estoy seguro de que lo lograremos. Tengo unas pocas pistas para empezar. ¿Qué me dices, te apuntas?
- Dalo por hecho-dijo Nicole, más segura de sí misma de lo que lo había estado en mucho tiempo-.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Aerosmith: I don't want to miss a thing

Este domingo me he decidido por la canción "I don't want to miss a thing", del grupo estadounidense "Aerosmith" y que se incluyó en la banda sonora de la película "Armaggedon".

 Espero que os guste y que tengáis una buena semana, aunque para muchos conlleve la vuelta a la rutina.


domingo, 2 de septiembre de 2012

Hilary Duff: Why not

Para este primer domingo de septiembre me he decidido por la canción "Why not", que la cantante y actriz estadounidense Hilary Duff grabó en 2003 para la película de la curiosa y divertida serie que la hizo famosa, "Lizzie McGuire".

 Espero como siempre que os guste, y que tengáis una buena semana.


viernes, 31 de agosto de 2012

Tom y Nicole: la gran aventura (X)

- A ver si lo tengo claro-dijo Kevin-. Nicole creía que sus padres habían muerto en un accidente de tráfico, pero recibió una carta de su padre hace sólo unas horas revelando que ambos eran espías en realidad y junto con una piedra con un extraño poder, piedra que es poco más tarde reclamada por un misterioso hombre con poderes sobrenaturales.
- Exacto-dijo Tom-.
- ¡Cómo mola!

Los tres estaban sentados en una mesa de un bar de carretera, a unos pocos kilómetros del internado.

- Kevin-dijo Tom-. Este es un asunto muy serio. Ese tío intentó matarnos por algo que ni siquiera entendemos todavía.

Nicole llevaba rato sin hablar. Revisaba la carta una y otra vez detenidamente, sin encontrar sentido a lo que había obtenido.

- Esto es horrible-dijo-.
- ¿Qué es lo que pasa?-preguntó Tom-.
- Ya he terminado de descifrar el mensaje que había en la carta, pero por más vueltas que le doy sigo sin entenderlo. Ni siquiera estoy segura de que sea un idioma conocido.
- A ver, déjame a mí-dijo Kevin-.

Se quedó largo rato pensando.

- Quien hizo esto sin duda tenía buenos conocimientos. Se trata de una combinación de letras muy compleja para la mayoría de la gente... pero no para mí. Mirad.

Tras sucesivos garabatos explicativos con letras y números de por medio, Kevin llegó a la conclusión tan rápido que Nicole y Tom se preguntaron cómo podían haber echado de una academia a un chico así por bajo rendimiento.

- Es una dirección-afirmó, mostrándola-.
- ¿Y dónde está eso?-preguntó Tom-.
- En Londres,creo-dijo Nicole-.
- Exacto-afirmó Kevin-.
- ¿Londres? Pero estamos a cientos de kilómetros de allí. Además, ¿cómo sabemos que estamos en lo cierto?
- No lo sabemos. Por eso te pido que confíes en mí, Tom. Sabes que tu apoyo es lo más importante para mí.
- Por supuesto, Nicole. Ya te lo dije anoche. Acabaremos con todo este embrollo juntos. Es sólo que...
- Oh, vamos, tío-dijo Kevin-. Si hubiera una razón por la que ponerse nervioso no sería la dirección, sino probablemente aquel tío que lleva mirándonos desde que hemos entrado.

Tom y Nicole se giraron hacia Kevin, petrificados.

- ¿Y has esperado hasta ahora para decírnoslo?-preguntó Nicole-.
- No me ha parecido peligroso hasta hace un par de minutos, cuando otros tres tíos como él han entrado en el bar, y cómo no quería interrumpiros...
- Está bien-dijo Nicole-. Ya tenemos una pista más, así que larguémonos de aquí y averigüemos qué es lo que nos espera en esa dirección.

Obviamente ninguno se opuso a la idea. Se levantaron de la mesa y anduvieron disimuladamente hasta la puerta del bar. Claro que no iba a ser tan fácil.

- No tendremos tiempo para salir corriendo-dijo Tom-. Tenemos que coger algún coche.
- ¿Quieres decir...-preguntó Kevin-...robarlo? Porque sé cómo hacer un puente.
- Perfecto, entonces yo saldré en primer lugar para distraerlos y vosotros buscaréis un coche en el que podamos marcharnos.
- Tom, es muy peligroso-dijo Nicole-. Si los cuatro son igual de poderosos que el que nos atacó en el internado, no tendrás posibilidad alguna de...
- Tú confía en mí. Tengo un plan. Aunque para ello necesito que me des la piedra.
- Claro, aquí tienes-dijo dándosela-. Pero por favor, ten cuidado.
- Lo tendré, no te preocupes. Vosotros limitaos a encontrar un coche lo antes posible, y recogedme aquí mismo.

Nicole y Kevin corrieron hacia un aparcamiento cercano. Por su cuenta, Tom aguardó en la puerta del bar a sus enemigos, quienes no tardaron demasiado en aparecer.

- Tú eres el compañero de la chica, ¿verdad? E imagino que pretenderás distraernos, pero lamento comunicarte que no pensamos perder el tiempo contigo.
- Ni yo con vosotros.

En aquel momento y con un poco de intuición, y esperando que su radio de acción no fuera demasiado grande, Tom sacó la piedra de uno de los bolsillos de su chaqueta y la envolvió con las manos. Al instante, un dolor insoportable, al menos diez veces superior al de la primera vez, invadió su cabeza.

Se arrojó al suelo. Incluso aquellos hombres con pinta de ser más inmortales que los de la película se desvanecieron. Para ellos tampoco parecía resultar demasiado agradable.

Estaba convencido de que podría acabar con aquello tan rápidamente como lo había empezado, pero el dolor era tal que se veía incapaz de mover un solo dedo. Convencido de su muerte y triste por haberle fallado a Nicole, su vista empezó a nublarse. En sus últimos segundos de consciencia, recordó cómo Nicole, desafiando a aquel terrible dolor, desactivó la piedra y se lo llevó a hombros.

Subieron a un coche con Kevin al volante y arrancaron, en dirección al este.

Despertó unas pocas horas después. Nicole leía un libro. Kevin seguía conduciendo cuando, por el retrovisor, se dio cuenta de que había despertado.

- Ey, bello durmiente.
- ¡Tom!-gritó Nicole-. Estás despierto al fin. Menos mal, pensábamos que te habría pasado algo grave de verdad.
- Ha sido muy extraño, Nicole. La piedra me ha afectado mucho más que la primera vez.
- Pues la verdad es que a mí me ha afectado menos, no sé si tendrá algo que ver con que sea yo su dueña.
- Bueno, es igual-dijo Tom-. Lo importante es que hemos escapado, ¿a qué altura...?
- Estamos-dijo Kevin- a unos pocos kilómetros de Inglaterra.

Tom y Nicole se miraron. Para ambos, resultaba increíble lo que había cambiado su vida en sólo unas horas.  Nicole apenas podía esperar para averiguar lo que la esperaba en Londres.

- Londres, allá vamos-añadió Kevin-.

Poco después, se adentraban en la gran capital inglesa cuyo tiempo era, como tantas otras veces, lluvioso.
Los tres caminaban exhaustos por el centro de la ciudad, pues habían pensado que además de difícil sería imprudente dejar el coche con el que los habían visto huir aparcado cerca de su objetivo.

- Aquí es-dijo Nicole, deteniéndose frente a un portal-.

Estaban a pocas calles del centro.

- ¿Estás segura?-preguntó Tom-.
- Sí, lo estoy.

Tras aquella frase, Nicole permaneció callada e inmóvil durante unos segundos, como indecisa.

- ¿Qué?-preguntó Kevin-. ¿Qué es lo que pasa?
- No sé... No sé si me atrevo.
- ¡Oh, venga ya! ¡No lo dirás en serio! Nos hemos recorrido cientos de kilómetros para...
- Cállate, Kevin-le espetó Tom-. ¿Nicole?
- ¿Sí?
- ¿Qué te parece si lo hacemos juntos?
- Me parece... una muy buena idea.
- Muy bien, entonces... A la de tres-dijo, agarrando la mano derecha de su amiga-. Uno, dos y...

En aquel momento, la puerta se abrió. Un hombre de mediana edad con una chaqueta y un gorro apareció en ella.

- Disculpe-dijo Nicole-. Tal vez me haya equivocado, pero hace un par de días recibí una carta y me ha llevado hasta esta dirección. Puede que le parezca una locura, pero...
- Nicole Wildfire.

Nicole se quedó de piedra.

- Me alegro mucho de volver a verte. Has crecido un montón.  Y vosotros...-dijo, dirigiéndose a Kevin y a Tom-.
- Son amigos míos-intervino Nicole-.
- ¿Y son de fiar?
- Sin ninguna duda.
- Entonces adelante, Nicole. Pasad a la primera habitación a la izquierda y aguardad un par de minutos. Tengo muchas cosas que contarte.

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)