lunes, 21 de febrero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (VII)

Cuando Zoey acabó de hablar, hubo unos minutos de silencio, como si ninguno de los dos tuviera nada que decir. Fue Richard el que lo hizo primero:

- Lo siento mucho, Zoey, de verdad, yo... No quería hacerte sentir así.
- No importa. Llevo meses sin hablar con nadie, Richard. Y la verdad es que sentía que necesitaba contárselo a alguien. Alguien en quien confiara.
- Ven.
- ¿Qué?-preguntó Zoey-.
- Quiero que me acompañes. Y con los ojos cerrados. Tengo algo que enseñarte.


- Espero que no sea ningún intento de insinuación-decía Zoey, mientras Richard la guiaba por un camino por ella desconocido-, porque te advierto que soy cinturón negro de kárate y...
- Ya está. Ya hemos llegado. Puedes abrir los ojos.

En cuanto lo hizo, Zoey tuvo la sensación de que estaba como en una nube. Una suave brisa la acariciaba, la hermosa vista de los pocos rayos de sol que todavía se apreciaban dibujaban unas extrañas aunque bonitas formas en el cielo, pintadas éstas con colores no menos extraños. Allí arriba, incluso se te olvidaba que el mundo entero se había ido a la mierda. Era como una especie de oasis donde todo era felicidad.

- Es... es maravilloso.
- ¿Te gusta, entonces?
- ¿Que si me gusta? ¿Estás de broma? Ni siquiera recuerdo la última vez que vi algo tan bonito.
- Bueno, pensaba que una puesta de sol es de esas cosas tan buenas en la vida, que casi nunca te fijas en ella y..., y bueno, mucho menos cuando te pasas el día entero huyendo de zombis hambrientos.
- Ya bueno, pero aunque lo hubiera hecho... Seguro que no habría sido ni la mitad de bonito.
- ¿Sin esta lujosa terraza en el centro de Los Ángeles?
- Sin ti.

Zoey se acercó más a Richard, y ambos acercaron sus caras, casi como si fueran a besarse. Casi. Pero Zoey se echó atrás en el último instante.

- Lo siento, Richard. Pero no puedo. De verdad que me gustaría, pero es que la simple posibilidad de perder de nuevo a alguien a quien amo... No estoy preparada para un sentimiento así, Richard. No ahora. Puede que en unos días...
- Sí, claro, no te preocupes. Y si no..., bueno, tampoco pasa nada.
- Eh, Richard, escúchame. Hace sólo un día que te conozco y hay una cosa que tengo clara, aunque te vaya a parecer de lo más extraño, pero... te quiero.
- Y yo a ti.
- Sólo te estoy pidiendo unos días para acostumbrarme, nada más. ¿Lo entiendes, verdad?
- Claro.

Tras aquella conversación, ambos volvieron a su tranquila y acojedora habitación en la planta 19.

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Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)