domingo, 24 de febrero de 2013

Los Miserables: Do you hear the people sing?

Hace tiempo que quería añadir a este blog una canción de uno de los musicales más famosos: "Los Miserables" (concretamente, de la película estrenada en diciembre del pasado año). Al fin lo hago, y me he decidido, de entre todas las canciones de su banda sonora, por "Do you hear the people sing?", con algunas fotos de la película y subtítulos con la letra. Espero como siempre que la disfrutéis, y que tengáis una buena semana.


jueves, 14 de febrero de 2013

Falkenhom (XIV)

Definitivamente, parecía que sí que lo sabía todo.

- Si te lo digo, Sam, irás a por él. Llevan décadas matando gente, al igual que yo. Ningún humano normal podría contra nosotros. Y mucho menos si está medio muerto.
- Excepto mi padre.

Me quedé paralizada. Había dado por hecho que aquello no lo sabía, porque de ser así habría intentado acabar conmigo al instante de verme.

- Él sí sería capaz, de eso estoy seguro. Si pudiera saber algo más, si supiera dónde está ahora podría ir con él...
- Morirías, Sam. Hay muchos vampiros por el mundo, muchos más de lo que parece. Tu padre habría podido con la mayoría, pero nosotros...
- Espera un momento-dijo-. Acabas de decir "habría".
- Sí, bueno... Es un condicional, ¿no está permitido en nuestra lengua?
- No te hagas la tonta, Kyla McCarthy-dijo, sin ni siquiera pensárselo-. Sé mucho sobre ti, y entre otras muchas cosas conozco la fecha de vuestra separación definitiva. Fue en 2006, ¿verdad? En marzo, si no me equivoco.
- Sí, pero...-intentaba defenderme, aterrorizada-.
- Meses después de recibir la última llamada de mi padre.

Se acabó, ya no había nada que hacer. Me había descubierto. Tenía que largarme de aquel lugar, pero no era tan fácil dejar atrás a aquella persona que me había hecho sentir realmente feliz por primera vez en casi un siglo.

- No tenía dudas con respecto a Marley, y con la cantidad de clanes vampíricos que hay siempre pensé que lo de mi padre y vosotros había sido una casualidad. Pero ahora lo veo todo claro. Él fue la razón por la que os separasteis, ¿verdad?
- No, no sé que contestar...
- Os enfrentasteis a él, tres contra uno, y lo matasteis. Pero al poco, fuera por la razón que fuera, te arrepentiste de ello. Por esa razón los datos que hay sobre vosotros a partir de entonces son tan difusos, pues separasteis vuestros caminos.

Caray, aquel tío parecía conocer mi vida mejor que yo misma. Era como una enciclopedia andante. Y bastante sexy, por cierto.

- Fui yo-le confesé, pues ya no tenía sentido ocultarle nada-. Fui yo quien lo hizo.

Él no dijo nada.

- Era una fría noche de noviembre de hace ocho años en Toronto. Asaltamos un apartamento, los tres. Matamos a los que vivían allí entre todos, y cuando entré a revisar una de las habitaciones... Él me sorprendió. Me atacó, y aunque intenté defenderme no fui capaz. Pero uno de mis amigos, Alec, intervino para salvarme la vida. Dejó a tu padre inconsciente de un buen golpe y...
- Lo mataste.
- Sí, lo hice, Sam. Yo lo maté. Pero...-dije, intentando por loco que pareciera defenderme de algo así-. No sabía que era tu padre. ¡Ni siquiera sabía que existías!-dije, dejándome llevar tanto por la emoción que incluso empecé a llorar-. Sé que parece una locura, Sam, pero te aseguro que ya no soy así.

Él seguía sin decir nada.

- ¡Por el amor de Dios, Sam!¡Di algo!

Al fin, abrió su boca para hablar.

- Necesito...Necesito pensar. Te agradecería mucho que me dejaras a solas.

Y lo hice, sin ni siquiera despedirme. Salí del hospital y aproveché que estaba nublado para darme una vuelta por los bosques de alrededor. La lluvia había cesado al fin, pero todavía se notaba en el ambiente un viento frío como el que más. Suerte que los vampiros no tenemos sensación alguna de temperatura.

Cómo había podido ser tan estúpida, cómo había podido pensar ni por un sólo instante que alguna vez me perdonaría... Había matado a su padre. Tendría suerte si no le contaba a nadie nada acerca de mí.

Tenía que asumirlo de una vez por todas, lo mejor que podía hacer era marcharme. Abandonar el pueblo, y dejar atrás la única persona con la que alguna vez podría tener la remota posibilidad de ser feliz. De empezar una nueva vida con alguien de quien estaba realmente enamorada.

- Joder...-murmuré-.
- Intuyo que no te ha ido demasiado bien con Romeo.

Me giré, aunque sabía quién era. Jamie.

- ¿Jamie? ¿Qué haces aquí?
- Entre otras cosas, tratar de evitar que desperdicies esa gran oportunidad que se te presenta.
- No lo entiendes, Jamie, yo...
- Siento lo de esa chica, Kyla, de verdad. Y siento que fueras tú quien matara a su padre...
- Espera, ¿cómo sabes eso?
- Los vampiros tenemos un gran oído, ¿recuerdas?
- Cierto, lo había olvidado.

Pasaron unos segundos hasta que yo hablé.

- No puedo quedarme con él, Jamie. Soy responsable de la muerte de la mitad de sus seres queridos.
- Y también de que se sienta tan enamorado. Por eso no te ha pedido que te largaras de aquí, porque te quiere.
- Jamie...
- Escúchame, Kyla. Por lo poco que sé de sentimientos, ese tío está coladito por ti. Y tú lo estás por él. No permitiré que dejes pasar una ocasión así, nunca. Olvida todo lo demás, y piensa en lo que sientes cuando está a tu lado.
- Supongo que tendrás razón, como siempre...-dije, sonriendo-. Pero aún así... ¿qué se supone que debo hacer? ¿Esperar de brazos cruzados a que me perdone por haber asesinado a su familia?
- Probablemente a estas alturas ya lo habrá hecho. Me apuesto lo que quieras a que ahora mismo estará esperándote en el mismo sitio en el que os conocisteis.
- ¿En el bar? Acaba de perder más de medio litro de sangre en menos de medio minuto, ¿y crees que ya le habrán dado el alta?
- Es el hijo de la comisaria, no creo que nadie se lo impidiera si él lo quisiera así.
- ¿Seguro...?
- Hazlo, Kyla. Deja de perder el tiempo conmigo y ve a hablar con él. Pero no lo olvides, si alguna vez os casáis, cosa que probablemente haréis...¿podrías hacerme un favor? Me encantaría ser el padrino. Es que verás, he estado investigando un poco las bodas de este siglo y la verdad es que me chiflan, si supieras cuántos...

Lo abracé, con tanta fuerza como pude, mientras le susurraba aquello al oído.

- Gracias, de nuevo. Por estar siempre a mi lado, y apoyarme cuando más lo necesito.
- Bueno, para eso están los amigos-vampiros, ¿no?

Reí, y lo besé en la mejilla. Me despedí de él y fui corriendo,a  toda velocidad, hacia el bar donde conocí a Sam. Y efectivamente, allí estaba, esperándome.

martes, 12 de febrero de 2013

Falkenhom (XIII)

- ¿Qué ha pasado?-me preguntó el doctor-.

Estaba muy asustada, todo había sucedido tan rápido... Hacía sólo unos segundos que Sam había llegado al hospital, inconsciente y habiendo perdido gran parte de su sangre.

"Es el hijo de la comisaria Lovgren. ¡Llévenlo de inmediato a urgencias!"-dijo, mientras lo subían a una camilla y lo empujaban hacia una sala en la que lo perdí de vista-.

- ¿Qué ha pasado?
- Ha sido...-dije, nerviosa y titubeando-. Ha sido un accidente, estaba enseñándome su casa, estábamos en la cocina y... Todo ocurrió muy rápido, no supe cómo...
- Eh-me dijo-. Mírame-me dijo, apoyando sus manos en mis hombros-.No estés nerviosa...
- Kyla-murmuré-.
- No estés nerviosa, Kyla, necesito que te sientes en la sala de espera y te relajes.
- Pero...
- Escúchame: te prometo que haremos todo lo que podamos por él. Ahora hazme caso y ve a descansar, ¿de acuerdo?
- De...De acuerdo.

Así que me fui hasta aquella sala de espera y me senté. Pasé mucho tiempo pensando en lo que había pasado, y cómo había permitido que sucediera. Si le pasaba algo a Sam, si no conseguían ayudarle...
No sabía cómo superaría aquello.

Seguía perdida en mis pensamientos cuando sentí aquello. Una sensación que me llamaba con una increíble y casi invencible fuerza. Miré a mi alrededor, y me asusté. Había sangre por todas partes. Hacía meses que había aprendido a controlarme, pero mi reciente recaída me estaba devolviendo la sed de sangre humana.

Cada segundo que pasaba me sentía más cerca de aquel sentimiento. Incluso llegó un punto en el que empecé a oír mi propio nombre: "Kyla...Kyla...Kyla...". La cabeza empezó a darme vueltas, e incluso tuve la sensación de escuchar los latidos de los corazones de todas las personas que se encontraban en la sala. Habrían bastado unos pocos segundos más para haber iniciado, allí mismo, una auténtica carnicería.

- ¡Kyla!

Centré la mirada en ella.

- Ese es tu nombre, ¿verdad?
- Sí... Sí, soy yo.

La reconocía del funeral. Era la madre de Sam.

- Siento... mucho lo que ha pasado, de verdad. Yo...
- Le has salvado la vida a mi hijo, Kyla. Lo has traído justo a tiempo. No quiero ni pensar en lo que podría haber sucedido si tú no hubieras estado allí.
- Pero, entonces... ¿Está bien?
- Bueno, los médicos dicen que ha perdido bastante sangre, pero que es probable que...salga adelante.

Me fijé en que tenía los ojos rojos, como si hubiera estado llorando. Mi sentimiento de culpa aumentó todavía más. Temía que fuera a hacerme alguna pregunta, pero al poco tiempo llegó un médico: el mismo que me había aconsejado permanecer en la sala de espera.

- Señora Lovgren-dijo-.

Ella se levantó.

- Su hijo... está bien.

Si no hubiera sido porque los vampiros no respiramos, lo habría hecho aliviada.

- Gracias-dijo la madre de Sam-. No sé ni cómo agradecérselo.
- Bueno-dijo-. Tal vez podría pasar y saludarle.

Y eso fue lo que hizo. Al principio, me quedé donde estaba, sentada. Y lo habría hecho de no haberme llamado ella.

- ¿Qué haces ahí parada? Vamos, ven. Estoy segura de que se alegrará de verte.

Así que ambas nos dirigimos a la habitación donde Sam descansaba, una de esas típicas de hospital.

- Hola, cariño-le dijo su madre, dándole un beso en la frente-. ¿Cómo estás?
- Bueno, un poco mareado. Pero no me encuentro mal.
- ¿Qué es lo que ha pasado?
- Yo...-dijo-. No lo...recuerdo. Lo siento.
- No te preocupes, hijo. Lo importante es que estás bien.
- Kyla...-dijo en cuanto me vio-.
- Yo...-dijo mi madre-. Os dejaré solos.
- Gracias, mamá.

Salió de la habitación y cerró la puerta, dejándonos a Sam y a mí completamente solos. De nuevo.

- Menos mal que te has recuperado-dije-. No me lo habría podido perdonar si...
- ¿Eres un vampiro?-me preguntó-.

Me quedé en blanco.

- Pensaba...Pensaba que habías perdido la memoria.
- Era mentira. Lo hice para protegerte. A menos que hayas matado a mi mejor amiga, en cuyo caso te diré que sé defenderme, y le diré a todo el mundo lo que me has hecho.
- ¿Qué es lo que recuerdas?
- Todo. Un instante estábamos besándonos y al siguiente te lanzaste a morder mi cuello. Por poco me desangras. Hay miles, puede que millones de chicas en todo el mundo con tu mismo nombre. Pero dudo que alguna de ellas se conservara tan bien como tú habiendo superado el siglo de vida.

No sabía qué decir.

- Lo eres, ¿verdad? Un vampiro.

No veía otra manera de salir de aquella situación, así que me sinceré.

- Sí, lo soy.
- Lo sabía, sabía que erais reales, que mi padre no estaba loco. Todos estos años... Tenía razón.

Parecía aliviado, pero no tardó en hacerme otra pregunta.

- ¿Fuiste tú quien mató a Marley?
- Yo...
- ¡Respóndeme! ¡¿Mataste o no a mi mejor amiga?!-preguntó, con lágrimas en los ojos-.
- No, no lo hice. Pero sé quien fue. Un conocido...
- Vale, entonces ayúdame-dijo, tratando de incorporarse-.
- ¿Qué? ¿Qué es lo que estás haciendo?
- ¿No es evidente? Pienso vengarme de ese "conocido" de la manera más cruel que se me ocurra. Y no voy a perder ni un solo instante más.
- Pero no... No puedes hacerlo, ¡te matará antes de que te dé tiempo a pestañear!
- No, no lo hará. He leído muchos sobre vosotros.

De nuevo, me quedé sin palabras.

- ¿No...sotros? No te entiendo.
- Oh, venga ya. ¿Acaso crees que soy tan idiota? Debí de averiguarlo en el primer momento en que te vi. Me dijiste que te llamabas Kyla, naciste en Nueva York y perdiste a tus dos mejores amigos. No hace mucho perteneciste a una pequeña asociación de vampiros..."El trío de la muerte", ¿no?
- Eh.., yo...
- Un consejo, Kyla. La próxima vez que intentes comenzar una nueva vida, asegúrate de que sus detalles también sean nuevos.
- ¿Cómo es posible? ¿Cómo puedes saber tanto de mí, de nosotros? Siempre procuramos ser... lo más discretos posible.
- Oh, vamos, Kyla. No sé si te has dado cuenta, pero vives en una época en que una noticia no tarda más de unos pocos segundos en cruzar el planeta de una punta a otra. Y por muy discretos que fuerais, no sois rival para Google.
- Pero, ahora que sabes todo eso sobre mi vida, y sobre quién fui en realidad...
- Mataste a miles de inocentes y provocaste tal cantidad de estragos y sufrimiento que deja a cualquier terrorista de los actuales a la altura de Mickey Mouse. Y no me preguntes por qué, pero sigo enamorado de ti, si eso es lo que pretendes preguntarme.
- Pero... ¿por qué? Insisto, si sabes todo lo que he hecho, ¿cómo es posible que confíes en mí?
- Porque fueras quien fueras en tu anterior vida en estos últimos días has demostrado ser una persona completamente nueva. Gracias a Marley, veo la bondad en tu interior.
- Eso es precioso, pero te recuerdo que hace unos segundos pensabas que había matado a tu mejor amiga.
- En el fondo sabía que no habías sido tú, pero quería asegurarme.

En unos minutos, Sam había revelado mis mayores secretos. ¿Habría algo sobre mí que no supiera?

- ¿Podría hacerte una pregunta?-me dijo-.
- Claro, si es que hay algo que no sepas todavía...
- Quiero saber cuál de los dos fue, ¿Alec o Jamie?

domingo, 10 de febrero de 2013

Zooey Deschanel: Hey girl

Con la intención de recuperar el blog del parón que sufrió el pasado mes de enero, me he decidido para este domingo por la canción "Hey girl", cantada por la actriz, cantante  y compositora (de hecho, aunque no lo utiliza con mucha frecuencia, tiene un canal de youtube) Zooey Deschanel como tema principal de la serie de televisión de comedia estrenada en Estados Unidos el 20 de septiembre de 2011, "New girl" (que actualmente emite su segunda temporada).

 Quería dejaros con el vídeo oficial de la canción, pero debido a ciertos problemas me limito al siguiente. Espero como siempre que lo disfrutéis y que tengáis una buena semana.




viernes, 8 de febrero de 2013

Falkenhom (XII)

- Y esta, bueno... Esta es mi habitación.

Así que allí estaba, en casa de Sam.

- Disculpa el desastre, es que... hace tiempo que no la ordeno.
- No importa, yo tampoco he sido nunca demasiado ordenada. Vaya, ¿qué es eso?

Me refería a una pequeña tablilla de corcho colgada en la pared, con fotos de artículos de periódico y de distintos lugares del mundo.

- Es una...investigación.
- ¿Investigación, sobre qué?-pregunté interesada-.
- Sobre mi padre.

Sentí que había tocado un tema delicado. Tras ver que yo no lo hacía, Sam se apresuró a hablar.

- Él... desapareció hace cosa de ocho años. Al principio mi madre y yo no nos preocupamos demasiado, ya que esperábamos su llegada a los pocos días. Pero aquella vez fue distinto.

Me había sentado en su cama, y él en la silla frente al escritorio. Escuchaba su historia con atención.

- Un día,  mi padre y mi madre tuvieron una discusión de las grandes. Ella le culpaba de haber permanecido fuera de casa la mitad de mi infancia, y él le hablaba de algo acerca de no sé qué responsabilidad. Total, que no se pusieron de acuerdo. Al día siguiente, se marchó. Y no hemos vuelto a saber nada de él desde entonces.
- Vaya, Sam. Lo siento, no tenía ni idea...
- Oh, no. No te preocupes. Hace ya años de aquello, y no me afecta tanto...
- No es que pretenda ofenderte, pero por lo que acabo de ver no estás siendo del todo sincero conmigo.
- Está bien, tal vez dedique algo de mi tiempo a investigar. ¿Y qué? No es ningún crimen intentar averiguar qué le pasó a mi padre.
- ¿Por qué crees que le pasó algo? ¿No has dicho que se fue?
- Sí, pero no volvió. Y eso no era propio de él. Mi instinto lleva años diciéndome que él jamás nos habría abandonado sin razón. Algo tuvo que ocurrir.
- Y eso es lo que intentas averiguar.
- ¡Exacto! Mi madre nunca lo ha entendido, está convencida de que mi padre se fue sin más y cree que pierdo el tiempo con esto. Incluso me ha castigado en más de una ocasión.

Cuando por fin parecía que empezaba a sentirse cómodo hablando, su rostro reflejó la tristeza que lo gobernaba sólo unos momentos atrás.

- Marley... Era la única que me apoyaba-dijo,apenado-. Ella misma me ayudó a descubrir muchas cosas, y ahora que ya no está, yo...
- Siento... Siento tanto lo de Marley, Sam... Me gustaría poder hacer algo para que te sintieras mejor, pero no sé cómo...
- Te agradezco mucho el sentimiento, Kyla. Pero no es necesario que te molestes, no tuviste nada que ver con lo que pasó.
- En realidad...
- ¿Sabes? Ella nunca se había llevado bien con las chicas de este pueblo, pero en el mismo día en que te conoció a ti... Creo que fue uno de los más felices de su vida.
- Eso... Eso es de lo más bonito que me han dicho nunca...

No pude evitar que se me escaparan un par de lágrimas. Pero no quise parecer débil, así que procuré buscar algún otro tema en el que centrar la conversación. Reparé en una foto de su mesilla de noche.

- ¿Ese es...?-pregunté, señalándola-.
- Sí, este es mi padre-dijo, enseñándomela-. Fue un par de años antes de que desapareciera. Una especie de vacaciones familiares en Londres. Mi madre es la que sacó la foto, por eso no sale.

Sonreí disimuladamente, hasta el momento en que reconocí a aquel hombre y mi sonrisa desapareció al instante.

Una vez más, mi mente se trasladó al pasado, unos pocos años atrás.

"- Kyla...De los tres de vuestro grupo, tú has sido siempre la que mejor me caía. Estoy seguro de que hubieras sido una buena persona si hubieses sido humana, pero... no lo eres".

Era él, estaba totalmente segura. Recordaba a la perfección el rostro que nos estuvo persiguiendo a Alec, a Jamie y a mí durante años.

- ¿Kyla?-me preguntó Sam-.

"-Venga, mata a ese cabrón y vayámonos, tenemos cosas que hacer y sitios a los que ir".

Fue como revivir aquella escena. Me vi  a mí misma agachándome para romperle el cuello a aquel hombre inconsciente, el único en toda nuestra historia capaz no sólo de luchar contra nosotros, sino incluso de vencernos. "El cazavampiros".

El padre de Sam.

- Joder...-murmuré-.
- ¿Qué? ¿Qué es lo que pasa?
- Yo... Tengo... Lo siento, pero tengo que irme.

Le di la foto y empecé a andar hacia la puerta de la entrada.

- ¡No, Kyla!-me gritó-. ¡Espera, por favor!
- Tú no lo entiendes, Sam-dije mientras me giraba hacia él-. No puedo quedarme, simplemente no puedo.
- Ya, eso es justamente lo que oí la última vez. Lo que no entiendo es por qué has vuelto, Kyla. ¿Es que no fue suficiente dejarme hecho polvo una vez? ¿Querías repetir la experiencia?
- ¡No! Yo no...
- Déjalo, no vale la pena. Basta con que me digas por qué razón me haces esto. Mi mejor amiga está muerta, Kyla. Mi padre, desaparecido. Mi madre se pasa el día en la comisaría, y apenas la veo. Y para colmo, la chica de la que me enamoré me dio calabazas, sin motivo alguno. Dos veces.
- Sam...
- Estoy sólo en el mundo Kyla, y tú has venido a regodearte conmigo, a reírte en mi cara.
- ¡¡Eso no es cierto!!-grité, acercándome a él-.
- ¿Entonces para qué has venido, Kyla? ¿Para que te hiciera una visita guiada por mi casa? ¿Para que yo te hablara sobre una investigación que ni siquiera conocías hasta hace unos minutos? Has vuelto para volver a rechazarme, y si todavía no entiendo, si ambos lo sentíamos, por qué lo hiciste la primera vez, mucho menos la segunda. ¡Admítelo! Sólo has venido aquí para...

Y lo besé.

Al principio no sabía qué estaba haciendo, pues nunca me había sentido así. Era mi primer beso en mis 116 años de vida. El momento más increíble y feliz de todos. No sé cuánto tiempo pasó hasta que finalmente nos separamos.

- ¿Qué, contento?
- Eh, yo...-se notaba que le costaba hablar, pues aquel beso le había dejado sin palabras-. La verdad es que sí, lo estoy.

Reí. No podía creer lo que acababa de pasar. Acababa de besar a un chico, y cada instante que pasaba deseaba más y más volver a hacerlo. Era verdad, me había enamorado de él.

- Uau-no pudo evitar soltar-. Ha sido... increíble. Bueno, al menos para mí.
- Para mí también lo ha sido, Sam.
- Espera, ¿significa esto que accedes a...salir conmigo?
- Déjame que lo piense...-dije mientras acercaba mi cara a la suya de nuevo-.

Nos besamos de nuevo. Había tanto amor, tanta pasión...No quería que terminara, habría estado horas así. Pero estaba tan emocionada por sentirme de aquella manera, que empecé a descontrolarme. En un momento en que separamos nuestros labios, simplemente para respirar, mi otro yo se hizo con el poder y se abalanzó sobre su cuello.

Pasó muy deprisa, él ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. Me costó casi medio minuto darme cuenta de lo que estaba pasando. Solté a Sam, que cayó al suelo, inconsciente.

- Oh, dios mío...-sollozé-. Dios mío...

lunes, 4 de febrero de 2013

Falkenhom (XI)

No podía creer lo que estaba pasando, ni quería hacerlo.  El cuerpo de la única persona en la que había podido confiar en años yacía inerte justo enfrente de mí.

En sólo unos minutos, la policía llegó y con ella lo hicieron los responsables de investigar la escena de aquel atroz crimen y averiguar quién había sido el autor.

Fui la primera persona a la que interrogaron, como es lógico, ya que había sido la última en verla con vida. Resultaba muy difícil para mí recordar lo sucedido, lo cual me hacía todavía más sospechosa. Ni siquiera yo estaba segura de que no fuera quien la había matado. Tal vez hubiera perdido el control. Tal vez me hubiera pasado con las copas, y...

Pero entonces caí. Alec. Cómo podía haber sido tan estúpida.

- ¡¡¿Por qué coño lo has hecho?!!-dije mientras lo levantaba en el aire y le golpeaba contra la pared-.

Me costó horas encontrarlo. Estaba escondido en un hostal abandonado a varios kilómetros del pueblo.

- ¡¿Por qué has matado a esa chica?!-repetí, todavía más enfurecida-.

El que fue durante décadas uno de mis mejores amigos me miró con sonrisa burlona.

- Lo siento, Kyla, pero tendrás que ser más específica.
- Ella era...iba a ser...-decía mientras unas pequeñas lágrimas brotaban de mis ojos-... mi amiga. 
-¡ Venga ya! ¿Pero tú te has visto? ¡Si estás llorando! Por una chica que conoces desde hace sólo dos días. No se puede ser más patética.
- ¿Cuántos...?-empecé, ignorando lo que él había dicho-.¿¡¡Cuántos inocentes piensas matar para convencerme?!!
- Los que hagan falta. Los que sean necesarios para recuperar a la vieja Kyla y acabar con esa idiota llorica en la que te has convertido.

Le solté, por lo que cayó al suelo.

- Dame una sola razón por la que no debería matarte en este mismo instante-le dije-.
- ¿Matarme? Jamás serías capaz, créeme. Te conozco mejor que tú misma. Y aunque lo fueras... quedaría un pequeño problema por resolver.
- ¿Qué?
- Lo que oyes. Hay una cosa más que probablemente no sepas sobre los vínculos entre vampiros.
- ¿Ah, sí? ¿Y cuál es?
- Un vampiro, sea cual sea, no puede matar a aquel que lo apadrinó. Si lo hace, muere con él. Es una de las reglas básicas de nuestra condición.
- No te creo, no tiene ningún sentido.
- Si quieres arriesgarte, allá tú. Aunque si lo intentas, da por hecho que me defenderé.

Quería hacerlo. Quería terminar con su vida y acabar así con todos mis problemas, pero simplemente no pude hacerlo. Alec tenía razón. No sabía si lo que decía era verdad, pero lo que sí sabía con certeza es que nunca sería capaz de matarlo.

Prácticamente me había criado con él. Me había enseñado un montón de cosas sobre la vida y había velado por mi seguridad desde el momento en que nos conocimos, en aquel callejón... Aparte del vínculo vampírico y en contra de mi propia voluntad, algo mucho más fuerte me unía a él.

- Tienes 48 horas, Kyla-dijo Alec mientras se levantaba, y se dirigía a la puerta de salida-. 48 horas para unirte a mí o mataré a todo aquel que alguna vez se haya cruzado contigo. Empezando por ese chico tan mono que conociste ayer.
- Alec...
- Y por cierto, según he oído, el funeral se celebrará mañana por la mañana si no descubren al "asesino" antes. Cosa que, por supuesto, no harán. A las once y cuarto, creo.
- Hijo de...

Pero ya se había ido. Yo, sin embargo, me quedé allí por mucho tiempo. No quería volver, pero sabía que tenía que hacerlo. Pasaron las horas y anocheció. A la mañana siguiente, el cielo se despertó tormentoso.
_________________________________

- Hijo...

Oí a mi madre detrás de mí, en la puerta de mi habitación.

- Mamá, ¿qué quieres? Estoy ocupado, te he dicho mil veces que llames antes de...

Me detuve al reparar en su rostro lleno de lágrimas.

- Mamá, ¿qué...?
- Sam, se trata... Se trata de Marley.
- ¿Qué...? ¿Qué le ha pasado? ¿Está bien?

No contestó, pero no hacía falta. Comprendí la terrible verdad que cambiaría mi vida para siempre.

- No, no...

Sentí que me ahogaba. Empecé a tener nauseas, acompañadas de un mareo que casi me hizo caerme al suelo. Mi madre lo evitó, tomándome entre sus brazos.

- No puede...-dije, llorando-. No puede estar pasando esto, mamá. Dime que no es cierto, por favor. Marley...

Pero lo era. Pude comprobarlo con mis propios ojos sólo un par de horas después, en el tanatorio del pueblo.

Mi madre insistió en que no hacía falta que pasara por aquello, que todavía era muy joven para grabar una imagen así en mi memoria. Pero aun así, merecía la pena arriesgarme, por ella. Necesitaba verla, al menos una última vez.

Y allí lo tenía. El cuerpo de mi mejor amiga con cientos de heridas que me niego a describir. Con los brazos cruzados, preparada para abandonar nuestro mundo.

Aquella noche no dormí. Me pasé horas tratando de elaborar un discurso para el funeral de la mañana siguiente, y pensando en lo último que le había dicho a Marley... Le dije que necesitaba pensar si quería que siguiéramos siendo amigos. Cómo pude decirle aquello...

Ella había sido desde siempre la razón de mi existencia, la razón por la que me levantaba cada mañana sonriente sin importar lo que tuviera que hacer. La razón de que la vida en este mundo de locos pareciera incluso fácil.

Aquel era justamente el problema. No sabía si alguna vez podría concebir una vida sin ella. Ni siquiera estaba convencido de que valiera la pena intentarlo.

"Marley. Qué puedo decir de ella. Todos en este pueblo la conocíamos. Yo, personalmente, empecé a formar parte de su vida desde el mismo comienzo. Tuve la gran suerte de que me eligiera como su mejor amigo. Ella era..."

No podía seguir, no pude detener aquel torrente de lágrimas que inundaba mi rostro. Mi madre se acercó a mí, me abrazó y se ofreció a continuar con el discurso.

"Ella... era una persona excepcional. Tenía una inaudita fe en la bondad de la humanidad, incomprensible dados los tiempos en que vivimos. Cuando alguien le pedía ayuda o consejo, no dudaba ni por un instante en proporcionarlos. Su principal preocupación era la felicidad de los demás. Y su sonrisa...

Una sonrisa dulce y tan llena de amor que nunca olvidaré. Recordaré por siempre todos y cada uno de los momentos vividos a tu lado, Marley. La chica más increíble que he conocido nunca. Tienes y tendrás por siempre jamás un hueco en mi corazón. Gracias por todos estos años. Te... quiero."

Mi madre tampoco pudo evitar que unas pocas lágrimas recorrieran su rostro. Marley había sido mucho más para ella que la mejor amiga de su hijo, casi como la hija que nunca tuvo.

Pero lo peor de todo era la expresión de su padre: lo había perdido todo en la vida, ya no le quedaba nada por lo que luchar. Primero su mujer, y luego su pequeña. La desesperanza que mostraban sus ojos hubieran partido el corazón hasta al ser más insensible.

Justo cuando levantaban al ataúd, empezó a llover. Primero chispeaba, pero poco a poco empezaba a llover más y más. Lo depositaron junto al hoyo donde Marley descansaría el resto de la eternidad.

La gente dejaba pequeños detalles, recuerdos relacionados con Marley a su alrededor. Yo dejé una foto, de apenas unos dos meses de antigüedad: el día en que nos graduamos. Los dos sonriendo, vestidos con togas de color azul oscuro y un diploma entre nuestras manos, preparados para comenzar una nueva vida. Una vida que jamás existiría.

Fue entonces cuando los vi, y mi tristeza se transformó repentinamente en rabia.

A aquellos malditos hijos de... los habría matado allí mismo, si hubiera tenido algo con que hacerlo. Si no hubiera sido por ellos, en aquellos momentos mi mejor amiga hubiera estado conmigo viendo alguna serie de televisión, y no a punto de ser enterrada a metro y medio bajo tierra.

Me despedí de ella. Abracé su frío cuerpo por última vez, consciente de que jamás volvería a ver a mi mejor amiga. Unos momentos después, todo había acabado. Cuando la gente empezaba a marcharse, me arrodillé sobre su lápida y rompí a llorar.

- Hijo...-me llamó mi madre-. Creo que estaría bien que te dejara en casa.
- ¿Dejarme en casa? ¿Y adónde vas tú?
- Sam, cariño, yo... Soy la jefa del Departamento de Policía de este pueblo. Por duro que pueda resultar de oír Marley fue asesinada, y no descansaré hasta averiguar quién lo hizo.
- ¿Ni siquiera...-sollozé- ...el mismo... día de su entierro?
- Sam, ¿quieres o no quieres que te deje en casa?
- No, mamá. No quiero ir a casa. Quiero quedarme aquí.
- Hijo, insisto, creo que te vendría bien.
- Es mi decisión, mamá. Y te pido por favor que la respetes.
- No mientras haya un asesino suelto, cariño. No dejaré que...
- ¡¡¡¡He dicho que te largues!!!!-grité, enfurecido-.

Me sorprendió haber sido capaz de una reacción tan agresiva. Jamás le había hablado así a mi madre, pero las circunstancias me forzaron a hacerlo.

Marley me había dejado, y me importaba una mierda el resto del mundo. Permanecería allí el tiempo que creyera necesario, hubiera o no asesinos sueltos. Mi madre pareció comprenderlo y sin decir nada, se dio la vuelta y se marchó. Me sentía fatal por haberle hablado así, pero estaba tan triste...

Me acurruqué junto a la lápida, dejando que la lluvia empapara los ya pocos rincones de mi ropa que todavía permanecían secos.

"Marley Lindberg. 19/10/1994-3/8/2013. Amada hija y amiga. Descansa en paz.".

Me desplomé una vez más, sintiéndome incapaz de volver a levantarme. No tenía fuerzas para seguir viviendo... Fue entonces cuando me pareció oír algo, y alcé la vista para verlo. O mejor dicho, verla.

- ¿Kyla?-pregunté, aunque sabía que era ella-.
_______________________________________________________________

Intenté ocultarme, pero no pude evitar que me viera.

- ¿Kyla?-repitió-.

Me acerqué a él, bajo la intensa lluvia que en pocos momentos se transformaría en un auténtico diluvio. Se levantó, anduvo hacia mí unos pasos y me abrazó. No pude evitar sentirme feliz durante un par de instantes.

- Sam, yo... No sabes cuánto lo siento, de verdad.
- Me siento tan mal, Kyla. Siento como si..., como si me hubieran arrancado medio corazón de cuajo.
- Puedo... imaginarme por lo que estás pasando, yo... No sólo perdí a mis padres, sino también a mis dos mejores amigos, años después. Ha pasado tiempo, pero... Ese tipo de heridas son de las que dejan cicatriz.
- Siento mucho lo de tus amigos, Kyla. Pero yo...
- Sé que es posible que te enfades conmigo, pero por lo poco que sé de ti eres una buena persona que superará esto. Pero por mucho que te empeñes, no podrás hacerlo si no dejas que la gente que se preocupa por ti te ayude. Gente como tu madre o...
- ¿O tú?

Me quedé sin habla, ya que no me esperaba que él lo dijera tan rápido.

- Perdona, soy un presuntuoso. Ya me lo dejaste bastante claro la última vez que nos vimos.
- El hecho de que dijera aquello no significa que no pueda ayudarte. Quiero ayudarte.
- Te lo agradezco mucho Kyla, pero a no ser que quieras hacerme algo de compañía mientras lloro a moco tendido y pienso en las formas más rápidas y menos dolorosas de suicidarme... No creo que puedas ayudarme.
- Me apunto.
- ¿Qué? ¿En serio?
- Claro. Serán sólo unas horas, nada más. Hasta que logre borrarte esas absurdas ideas de la cabeza.
- No te importa, ¿de verdad? Es que temía que resultara violento. Sé que sonará algo patético, pero mi madre no está mucho en casa, y con lo que ha ocurrido...
- Ya está. Ahora mismo me indicarás el camino a tu casa y te haré la compañía que haga falta.

Sé lo que estaréis pensando: "¿Estás loca? Su mejor amiga acaba de morir por tu culpa, y él también lo hará si no te vas enseguida del pueblo. ¿Es que acaso estás dispuesta a arriesgar tanto por ese chico?".

Y la respuesta a estas preguntas: no, no estaba loca. La muerte de su amiga era justo la razón por la que debía quedarme. Le había destrozado la vida, y le debía aquello al menos. Ya me ocuparía de Alec más tarde.

- Deprisa, o pillaremos una pulmonía-le dije, sonriendo, intentando que él también lo hiciera-.

Pero no lo hizo. Aunque para mí tuvo su gracia, ya que unas de las más conocidas ventajas de ser un vampiro es justamente la ausencia de enfermedad: ni uno solo de los microbios que afectan a una persona normal nos ocasiona el más mínimo daño a nosotros. Es uno de los misterios de nuestra inmortalidad. 

domingo, 3 de febrero de 2013

¡¡Estoy de vuelta!!/Gangnam style

Pues eso, después de más de un mes desde mi última entrada al fin vuelvo, ¡y lo hago a lo grande! Todos conoceréis la canción que se puso de moda el pasado verano y cuyo vídeo batió el récord de número de visitas en Youtube: ¡¡¡Gangnam style!!!

Con el videoclip de la canción celebro mi regreso al blog, anunciando además la inminente publicación de otra entrada de "Falkenhom" (que me ha estado costando bastante de escribir debido a la gran carga dramática que tiene y que os podréis imaginar los que la estéis leyendo). Disfrutad de la canción, y pasad un feliz febrero.



Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)