domingo, 25 de diciembre de 2011

Oh Tannenbaum/¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!


Hoy, domingo 25 de diciembre es uno de los días más importantes del año, y aprovechando mi domingo musical pondré una canción en un idioma que todavía no había utilizado pero que estudio desde hace algunos años. Os presento "Oh, Tannenbaum" (abeto o árbol de Navidad, depende del contexto, traducido al castellano), una canción navideña (también conocida como villancico) en alemán.

Y ya que estamos, además de la Navidad y el Año Nuevo podríamos celebrar también las recién superadas 20.000 visitas en este blog, para lo cual añado a esta entrada los que para muchos de nosotros representan los mejores villancicos de la historia. Sin duda alguna, hablo de los villancicos de Barney Stinson. Siempre viene bien un poco de originalidad, ¿no?

Bueno, en cualquier caso espero que tengáis unas Navidades geniales, un Año Nuevo mejor y ya de paso una vida todavía más genial. 

(Por cierto, los que hayáis leído esta entrada podríais dejar un comentario diciendo cuál ha sido vuestro regalo de Nochebuena,cómo ha sido, si lo habéis pasado bien...).





domingo, 18 de diciembre de 2011

Robbie Williams: Angels

Recién llegado de las lejanas tierras americanas, la canción que he decidido poner hoy es "Angels", del cantante británico Robbie Williams.

Os diré también que dada la cada vez más peligrosa proximidad de exámenes en la universidad no podré publicar mucho próximamente, exceptuando los domingos musicales.

Sin embargo, me gustaría publicar una historia más o menos para el día de nochevieja, cuyo argumento vendrá relacionada con ésta. Cuando pasen los exámenes, lo más probable es que continúe con otra de mis historias, "Poderes".

Espero, como siempre, que disfrutéis de la canción y, en esta ocasión, que las Navidades nos os produzcan demasiado estrés.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Alicia Keys: New York


Hoy, domingo 11 sigo en Nueva York, así que os dejaré con la neoyorquina Alicia Keys cantando una canción de título "New York", mientras a mí me quedan todavía unos días de disfrutar en la gran manzana. ¡Ya os contaré cuando vuelva!

domingo, 4 de diciembre de 2011

¡¡New York,New York!!: Cumpliendo 1 año


Hoy domingo por la mañana me iré de viaje con mis padres y mi hermana a una de las ciudades más grandes y famosas del mundo: Nueva York, que muchos hemos conocido por medio de series como Cómo Conocí  a Vuestra Madre, Friends, Castle,Blue Bloods,Glee; grandes películas como "El día de mañana", "Independence Day", "Godzilla", "Men in black"; libros como los de "Percy Jackson"... Si ya mola entonces, no quiero ni imaginar lo que podrá ser verlo en directo.

Pasaremos allí unos diez días, y visitaremos todos lo lugares a los que nos dé tiempo, pero eso seguro: nadie me impedirá subir de noche al mirador del Empire State y decir a una chica que vea sola: "He's not gonna come", o pasearme por el Museo de Historia Natural y buscar el sitio en el que se puede oír una conversación desde la otra punta de la sala, o deslizarme por el hueco de la alcantarilla de Times Square para aparecer en un mundo de dibujos animados.

Mi intención era hacer un vídeo de Glee con todas las canciones del episodio titulado "Nueva York", pero por problemas de tiempo y dificultades técnicas he decidido posponerlo y poner en su lugar un vídeo de la canción "New York". ¡Espero que os guste!

Por cierto, cuando vuelva haré probablemente una entrada especial con anécdotas sobre el viaje, subiendo fotos, entre otras cosas, del apartamento en el East Side en el que nos alojaremos. Ya os contaré.

 Y para no publicar dos entradas tan seguidas, celebraré también con esta el día en que este blog, "Historias de un wildcat", cumple 1 año (mañana, 5 de diciembre).

Y desde luego que ha sido un primer año fantástico, pues en término medio mi blog tiene el doble de visitas ahora de las que tenía hace sólo unos meses: supera las de 18.000. Y eso son muchas visitas. Por no hablar de mis 46 fieles seguidores, 58 comentarios repartidos entre las 171 entradas publicadas y 37 votaciones en mis encuestas sobre las historias (que juntas suman unas 175 páginas de word escritas).

Me alegra mucho saber que hay tanta gente y de tantos rincones del mundo a la que les gustan mis historias, y es por todos vosotros, todos los que hayáis entrado alguna vez  (incluso aunque sólo lo hayáis hecho una), por lo que me siento tan bien con este blog. Y es que ya es genial la habilidad de crear un mundo y poder vivirlo,pero el poder compartirlo con tanta gente lo hace mucho más especial todavía.

Esperando que me acompañéis durante muchos cumpleaños más, os dejaré con algunas canciones especiales (ya que estamos, de Glee). A disfrutar de la vida.












domingo, 27 de noviembre de 2011

Gloria Gaynor: I will survive

"I will survive" es una canción que la cantante norteamericana Gloria Gaynor mostró al mundo en 1978. La razón por la que he decidido ponerla hoy es, principalmente, debido a las elecciones nacionales del pasado domingo.

Mi padre puso en su blog una canción  de broma que hicieron hace poco en el programa de televisión "El intermedio", en respuesta a la reciente victoria del PP en dichas elecciones (que fueron, por cierto, las primeras en las que pude votar).

Y es que un gobierno conservador en una época de crisis en la que lo que hay que hacer no es conservar, sino cambiar aquello que falla y mejorar, no es precisamente lo más conveniente para España. Y es algo que, en mi opinión, no se logrará en absoluto mientras se mantenga dicho gobierno, sobre todo teniendo en cuenta los antecedentes del partido en la Comunidad Valenciana (donde yo vivo),  a la cual han llevado directamente a la ruina. Miedo me da lo que puedan hacer a nivel nacional, y cómo acabará el país después de cuatro años así.

Aunque probablemente hayáis podido deducir por la canción que he decidido poner hoy aquí y si habéis escuchado la de "El intermedio", que lo que hay que hacer es no rendirse, seguir luchando por tus derechos y aguantar hasta las siguientes elecciones, esperando que en ellas vaya mejor la cosa.

Y es que, como suele decirse, la esperanza es lo último que se pierde.

viernes, 25 de noviembre de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XXXIII)

Miércoles, 10 de agosto de 2011

Aracdia. Una ciudad de supervivientes. Un oasis de vida en un mundo dominado por zombies.

Cuando miramos hacia donde señalaba Milla, empezamos  a verla.  Una isla que empezaba a ser visible, como si una especie de manto la hubiera mantenido oculta hasta hacía solo unos segundos.

           
       A punto de llegar al muelle vimos a miles, no, docenas de miles de supervivientes como nosotros, construyendo pequeñas instalaciones semejantes a las cabañas de las playas tropicales.

Cuando al fin lo alcanzamos, un grupo de esas personas, con un hombre delante, llegaron para ayudarnos. Atamos el barco al muelle y fuimos bajando, de uno en uno, por las escaleras que lanzamos.

      - Hola a todos-dijo aquel hombre-.y bienvenidos a Aracdia. Si necesitáis ayuda para cualquier cosa, decídmelo. Mi nombre es Kevin.
      - Hola, mi nombre es Richard-dije-. El suyo Zoey, él se llama Justin y ella…-dijo, señalando a Milla-. Bueno, imagino que  ya la conocerás.  Solía matar zombies y soldados de Umbrella.
      - ¡Milla Jovovich! Ya decía yo que me sonaba de algo…
      - Y aunque me sepa mal, apenas conozco a ninguno de los demás-añadí-.
      - No te preocupes, Richard. Hay sitio para todos. Seguidme.

Y lo hicimos. Por el camino, Kevin nos contaba, principalmente a Zoey, Justin, Milla y su familia y a mí (que éramos los que encabezábamos aquella marea de gente), algunas cosas sobre Aracdia. Un nombre, por cierto, no muy original, ya que al parecer procede simplemente de intercambiar en la palabra “Arcadia” (el supuesto refugio para supervivientes en Resident Evil, que más tarde resultó ser una trampa de Umbrella) la letra “c” con la segunda “a”. Ya veis.


“Aracdia” fue un acuerdo entre varios gobiernos, firmado en secreto el pasado 24 de junio por sus líderes, y consistente en la construcción de una isla artificial, con una tecnología  especial de protección de forma que nadie o nada infectado con el virus pudiera entrar. Cuando estuvimos listos, empezamos a enviar transmisiones mediante ondas de radio a algunas zonas de Norteamérica.
      -  ¿Y el resto del mundo?-pregunté-.
      -  Estamos en ello. Nuestros equipos no son todavía lo suficientemente potentes, y apenas nos quedan transportes. Además, no hay muchos voluntarios para jugarse la vida, una vez han llegado a la isla.

Asentí. Miré a mi alrededor, y vi varias instalaciones en proceso de construcción y algunas otras ya acabadas. Y personas yendo de un lado a otro sin descanso. Bajo un cielo bastante soleado.



Vaya, es enorme-comentó Justin-.
      - Su superficie lo es. Tiene capacidad para albergar una población de una gran ciudad como Nueva York o Londres.

Es decir, unas ocho millones de personas, aproximadamente. Casi nada.

Estaba maravillado, jamás habría pensado que algo así fuera posible. Nunca hubiera imaginado que hubiera tantos supervivientes como nosotros ahí fuera.

Pensándolo bien, aquel era el problema, que había muchos supervivientes como nosotros ahí fuera, y que probablemente no tendrían tanta suerte ni conocimientos como nosotros.

      -  Imagino que querréis descansar, así que mejor dejaremos la cena de bienvenida para mañana.
      - No, mejor que la hagamos hoy-dije-. Algo me dice que mañana tendremos cosas que hacer, ya sabes, fuera.
      -  Richard, si lo que quieres es irte eres libre de hacerlo. Todos vosotros lo sois. Pero si por alguna razón os perdéis, os contagiáis u os pasa algo... No esperéis nuestra ayuda.
      -  Kevin-empezó a hablar Zoey-. Lo que  Richard quiere decir es que hay mucha gente ahí fuera que ni siquiera sabrá dónde ni cómo encontraros. Y no pensamos abandonarlos.
      -  Eso-dijo Justin, apuntándose a la conversación orgullosamente-.
      -   Es una locura, pero haced lo que queráis. Sean cuales sean vuestras intenciones, puede que hasta sobreviváis. Pero no contéis con mi apoyo.
      -  ¿Y si te dijera...-empezó a hablar Zoey-...que tenemos una muestra de la vacuna contra el virus?
      -   Entonces te diría, con todo el respeto del mundo, que estás como una cabra, que algo así es tan imposible como…
      -  ¿Como esto?-dijo Zoey, enseñando la muestra, y mostrando la sonrisa más amplia que he visto hasta la fecha-.


Cuando Kevin se giró y la vio, quedó tan sorprendido y anonadado que no pudo más que decir:

      - No fastidies.

De pronto, misteriosa e inesperadamente, Kevin estaba con nosotros al cien por cien.
Un par de horas antes del atardecer, nos hizo una especie de tour guiado por la isla.

Había varias zonas con cabañas al estilo tropical, jardines y algunos edificios más hechos con materiales sencillos. Eran bajos, pero también amplios. Además, por lo que pude ver ya que estaba empezando a anochecer, habían encontrado la forma de tener electricidad, aunque daba la impresión de que no querían malgastarla demasiado. Así que me quedé con las ganas de ver si tenían “House M.D.” (la cantidad de días que llevo aguantándome, con lo interesante que se había quedado), Glee, o alguna otra serie o película para entretenernos.

          
         Al caer la noche, nos sentamos todos en varios corros en la orilla de la playa, con varias hogueras iluminando el ambiente nocturno, que con un fresco viento se había convertido en un inesperado frío. Cenamos y disfrutamos de una comida que se encontraba a años luz de cualquier otra cosa que hubiéramos comido en semanas, ni siquiera en la habitación de hotel en la que vivía antes de conocer a Zoey. Caray, si supierais lo rica que estaba…



Zoey estaba a mi derecha, y Justin a mi izquierda. Milla estaba también cerca, pero se encontraba charlando con su marido y junto a su hija. Lo comprendo, tendrían muchas cosas de las que hablar después de todo. Sobre entre Milla y Paul. Con la hija, teniendo en cuenta que todavía no ha aprendido a hablar, sería algo difícil.

No obstante, en un determinado momento Milla se acercó a nosotros y nos dijo:

      -  Chicos, quiero que sepáis que os agradeceré eternamente todo lo que habéis hecho por mí, y por mi familia. Y me encantaría acompañaros en la búsqueda de más supervivientes, de verdad, pero…
      -  Pero te gustaría pasar tiempo con Ever y con Paul-dijimos, tan al unísono que incluso asustamos a Milla-.
      -  Lo entendemos-dije-. Siempre y cuando…
      - …te comuniques con nosotros de vez en cuando-añadió Zoey-.
      - Y nos dejes participar en la próxima película de “Resident Evil” si alguna vez llegas a grabarla. No te olvides de eso.

Todos lo miramos sorprendidos, aunque de broma.


¿Qué? Alguien tenía que decirlo. No nos ibas a dejar colgados por nada, verdad ¿Milla?
      - Por supuesto que no-respondió ella-. No voy a dejaros colgados. Me comunicaré con vosotros por radio, y os ayudaré guiándoos por los mejores caminos, para encontrar más supervivientes.
      - Para supervivientes nosotros-dijo Justin-. Anda que no hemos pasado por cosas en los últimos días...

Y tenía razón. Desde aquel  miércoles 27 de julio, el día en que conocí a Zoey, mi vida había cambiado radicalmente. Conocí a mi gran amor, la chica más maravillosa, bella, inteligente, divertida, amable… (imagino que ya os hacéis una idea)  que es Zoey. Aunque estoy algo decepcionado por aquel sueño que tuve la noche del 24 de julio (¿una chica de pelo castaño y largo?). Hay que ver cómo han degenerado lo sueños predictivos.

Sábado, 30 de julio fue el día en que nos encontramos con Justin. A Milla la conocimos el 1 de agosto. Cuando me paro a pensar, me resulta increíble darme cuenta de que a Zoey la conozco desde hace apenas dos semanas, a Justin desde hace unos diez días y a Milla... Poco más de una semana. Y así es como llego a una clara conclusión: han sido las dos mejores semanas de mi vida.

      -  No os preocupéis-nos dijo Milla-. Os estaré vigilando por radio todo el tiempo, no dejaré que os pase nada. Y si pasa, utilizaré mi secreto aunque infalible judo a distancia.

Nos abrazamos los cuatro, riendo. Y con algo de pena, por tener que despedirnos.


 No puedo creer que me sienta tan feliz, en serio. He tenido tanta suerte...

      - ¿Qué ronda por esa cabecita tuya, cara higo?-me preguntó Zoey-.

La miro, y veo en ella  a la chica de mis sueños. Tenía su oscuro pelo algo alborotado por la brisa que corría, y sus preciosos ojos me miraban, a la vez que sonreía.

-            Te quiero, Zoey-le dije-. Y siempre lo haré-continué hablando, mientras me acercaba para besarla-.

Ella me dijo lo mismo, y los dos nos tumbamos en la playa juntos, uno al lado del otro, y empezamos  a besarnos. Cosa que a Justin no pareció gustarle demasiado.

       - ¡Oh, venga ya, chicos!-decía-. Por lo menos esperad a que termine de comer.

   Nos reímos, pero continuamos besándonos.

            Poco después, cuando estábamos cogidos de la mano y paseando por la orilla de la playa a la luz de la Luna casi llena, Kevin se acercó a nosotros y nos dijo:

      -  Chicos, perdonad que os moleste, pero he hablado con los encargados del laboratorio de investigación.
      -  ¿Sí?¿Y qué dicen?-pregunté, aún sabiendo perfectamente la respuesta-.
      -  Por increíble que me siga pareciendo, teníais razón. La muestra que me disteis es realmente una vacuna contra el virus.  Podremos fabricar muchas más a partir de esa. Llevará tiempo, pero lo haremos. No sé como la habréis conseguido, pero una cosa es segura: acabáis de protagonizar uno de los sucesos más importantes en la historia de la humanidad.
      -  Vaya-dijo Zoey-. Y yo que pensaba que sólo habíamos salvado el mundo.
      -  Entonces…-dijo Kevin-.¿ Seguro que no preferís descansar un par de días antes de embarcaros en esta gran, loca y suicida aventura?
      -  La verdad es que no-dije-. Descansaremos esta noche, y mañana al alba partiremos. Vosotros ocupaos de organizarnos el viaje. Zoey, Justin y yo iremos en busca de supervivientes.
      -  Sí, hombre. Como que voy a dejar  que vayáis solos con uno de los pocos  transportes que tengo. ¡De eso nada!  Os acompañarán algunos de los míos. Además, el hecho de que vayamos a tardar un tiempo en fabricar millones de vacunas no significa que no tengamos ya unas cuantas. Os vacunaré a todos antes de que os vayáis.
      -  A mí  no me hace falta-comentó Zoey-. Mis padres fabricaron una vacuna para mí. Fueron ellos quienes salvaron a la humanidad.

Quedamos con Kevin en que saldríamos al amanecer, pasándonos antes  por el laboratorio para vacunarnos.

Anoche dormí  genial, y cómodo como nunca lo había estado. Zoey y yo nos dormimos abrazados en una especie de litera dentro de una de esas cabañas, en la de abajo. Y Justin en la de arriba. La verdad es que él no pasó tan buena noche. Al parecer, volvió a tener problemas con los mortífagos.

Hoy nos hemos despertado sobre las seis. Hemos desayunado, y preparado algunos helicópteros con provisiones para varios días y algunas radios para localizar a los supervivientes, y establecer puntos de reunión para estos.

Estábamos en la orilla de la playa. Varios helicópteros se encontraban dispuestos a lo largo de ella,  y muchos de los habitantes de la isla se acercaban para despedirse de nosotros. Entre ellos, Milla y su familia.

      -   Muchas gracias por todo, chicos-decía Paul-. Siempre os estaremos agradecidos por lo que hicisteis por nosotros.

Nos despedimos de él, y también de Ever. Milla, por su parte, nos abrazó a todos, uno a uno, mientras nos decía:

      - Estaremos en contacto en todo momento. Si necesitáis ayuda, o a alguien que os guie..  Aquí estaré. Pero por favor, tened cuidado.

      -  ¡Venga ya!-dijo Zoey-. ¿Acaso estaríamos aquí si no lo hubiésemos  tenido?
      -  Buen argumento-añadí, mientras Milla reía-.
      -  Hasta pronto, chicos.

Un último abrazo colectivo, y Justin, Zoey y yo subimos a uno de aquellos helicópteros. El cual, al parecer, pilotaría Kevin.


-  ¡Vaya!-dije-. ¿Tú también vienes? No sé por qué, pero algo me decía que preferías quedarte aquí.
      -  Puede que ayer sí, pero hoy ya no. He cambiado de opinión, y ya que tengo ciertos conocimientos sobre el pilotaje he decidido ser yo quien lleve el helicóptero. Al menos así me aseguraré de que no os lo carguéis.

Unos pocos de aquellos voluntarios que espero tenga algo de experiencia con los zombies se subieron en nuestro helicóptero. El resto de ellos se fueron llenando también, y llegado un momento despegamos.

Miramos hacia abajo conforme los aparatos se elevaban  en el aire. Nos despedimos de Milla y su familia con la mano, y echamos un último vistazo a  la isla de Aracdia antes de que ésta se hiciera tan pequeña en la lejanía que dejáramos de verla.

Dejamos de mirar por la ventana, y nos acomodamos en nuestros asientos. Justin rompe el silencio diciendo:


- ¿Sabéis? Hay algo que siempre he querido hacer, incluso antes de todo este cataclismo mundial, y tal, veréis...


Zoey y yo nos giramos hacia él, interesados. Incluso Kevin parecía estarlo.


- Se trata de bailar una canción de Michael Jackson, "Thriller", pero con zombies de verdad.


Kevin se quedó sin habla, aunque como nosotros ya conocíamos a Justin nos limitamos a dejar escapar una pequeña risilla.


- ¿Qué?-preguntó Justin-. Si se supone que el virus muta constantemente, alguna de esas mutaciones podría permitir a los zombies moverse como si estuvieran bailando, ¿no?
- Quien sabe Justin-le dije asintiendo, al tiempo que Zoey hacía lo mismo-. Quien sabe.

En realidad pensé en ello,y aunque sabía que un cuerpo como el de un zombie jamás podría hacer un paso de baile como los que Justin decía, mi afirmación estaba basada en algo que, supuestamente, jamás habría podido ser creado. Zombies, muertos que vuelven a la vida. Igual que la vacuna que curó  a Zoey. Han pasado tantas cosas en los últimos meses que yo creía imposibles, que las bases de todo aquello que creía inamovible se han derrumbado cual castillo de naipes zarandeado por el viento (pedazo de verso que acabo de imporvisar). Si es que se nota que he ido mejorando desde que empecé a escribir al diario. Y es que la práctica hace al maestro.


A los pocos minutos, se oye la voz de Milla, como comprobando la comunicación, y diciéndome que no me olvide de incluir su despedida ante los lectores de esta historia. Dice que ha sido un placer escribir en este diario, que le ha encantado y que espera poder empezar el suyo propio pronto.

Justin se despide diciendo algo así como “y desde Aracdia, Océano Atlántico, buenas noches”. Otra cita inspirada en Zombieland, en los últimos segundos de la película. Y eso que es de día.

Zoey, por su parte, me pide que le deje el diario.

Querido diario: soy Zoey.  A pesar de lo cerca que hemos estado de que saliera todo mal, creo que estas han sido las dos mejores semanas de mi vida. Lo que siento por Richard… es algo increíble. Y es que quién me iba a decir que mi vida cambiaría tanto en tan poco tiempo, que la gasolina de la moto que llevaba cuando pasaba por Los Ángeles se acabara a tan sólo un par de manzanas del hotel donde Richard vivía.

La verdad es que todavía me siento rara, al fin y al cabo estuve a sólo unos instantes de morir. Richard me salvó justo a tiempo, con un antídoto que mis padres me habían dejado. Son ellos los verdaderos héroes de esta historia, y mi hermano…, que estoy convencida de que también participó.

No imagino la cantidad de vidas que se salvarán gracias al antídoto que me dejaron.

Hemos cambiado el curso de la historia, al escapar de aquellas instalaciones bajo la ciudad de Nueva York con el antídoto, y llevarnos esas pocas muestras que se han podido fabricar en el reducido tiempo que hemos estado en Aracdia.

Hay motivos para pensar que hay cientos, tal vez miles de supervivientes que se encuentran por ahí perdidos, sin saber qué hacer o cómo escapar a un lugar mejor.

Pero nosotros los encontraremos. Recorreremos pueblo a pueblo,ciudad  a ciudad, isla a isla, país a  país, continente a continente, viajaremos por todo el planeta y daremos con ellos. Y, con algo de suerte, puede que incluso alguno ganemos el premio de “matazombies de la semana”.

            Con esta última broma, terminaré mi intervención en este diario despidiéndome de vosotros, queridos lectores, y deseándoos una larga y próspera vida,  a ser posible sin zombies.

Hasta siempre,

                                   Zoey Pierson.

            Querido diario: vuelvo a ser Richard. La verdad es que me está quedando un final algo largo, así que procuraré ser lo más breve que pueda.

            A mí también se me acaba de ocurrir una especie de chiste. ¿Conocéis la canción de “Human”? ¿Y su estribillo? Pues cambiad la palabra “dancers” por "zombies" y el pronombre "we" por "they", y tendréis la que yo creo es la principal norma para sobrevivir en un mundo dominado por los zombies: antes de hablar con nadie, de intentar razonar con nadie (incluso aunque creas estar seguro de que ese “alguien” no es un “algo”), en general, antes de intentar cualquier tipo de acercamiento, deberías asegurarte de algo bastante importante. ¿Es un humano, o es un zombie? Simple, pero eficaz.

Ya me estoy volviendo a enrollar. Bueno, enseguida termino.

            Mirando por la ventana, veo el vasto Océano Atlántico extendiéndose por debajo de nosotros, y de allí hasta el horizonte. Justo detrás de nosotros, el sol empieza a asomar por encima de las aguas.


            Zoey enciende la radio, una radio que utilizaremos para emitir nuestro mensaje por todo el mundo:


"Aquí Aracdia. Emitiendo desde las coordenadas 39º 31' 41.30'' Norte, 72º 07' 44.22'' Oeste. Buscando supervivientes. Aquí estáis a salvo, no hay infección, tenemos alimentos y cobijo para daros.


Si nos estáis escuchando pero no sabéis cómo llegar, contactad con nosotros y buscaremos un lugar en el que todos podamos reunirnos. Aracdia, un paraíso de supervivientes. Esteis  donde esteis, podéis estar seguros de una cosa: os encontraremos. Y os llevaremos a allí.


 Aracdia os espera."

            Me da algo de lástima terminar este diario, pero es indiscutible que cuando algo empieza, debe terminar tarde o temprano. Además, como se suele decir, lo bueno y "breve" dos veces bueno.


            Pero entonces me doy cuenta de que algo me anima, y es pensar que esto no es el final de nuestra aventura, sino el comienzo. Es ahora cuando realmente empieza la aventura.


-  Chicos-nos dice Kevin-. Vamos hacia el oeste, pero no he marcado todavía ningún rumbo fijo. ¿Tenéis alguno en especial?

Zoey y yo nos miramos y sonreímos.  Acercamos nuestras caras y nos besamos, durante unos instantes, sintiéndonos más felices que nunca. Separamos nuestros labios (para alivio de Justin), en el momento en que Kevin nos vuelve a preguntar.

      - ¿Chicos?

Y los dos al unísono decimos:

      -  Rumbo al horizonte.


       FIN


TÍTULO ORIGINAL: DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE
1ª EDICIÓN, AGOSTO 2011
AUTORES: RICHARD RICHARDS, ZOEY PIERSON, JUSTIN CARDMAN Y MILLA JOVOVICH

Agradecimiento especial a todos aquellos que participaron en películas como “Bienvenidos a Zombieland”, la saga de “Resident Evil” o series de televisión como “House M.D”, “Glee” o “The Walking Dead” y a cualquiera que esté leyendo esto, especialmente si eres un superviviente. Y, por supuesto, a nuestro querido narrador omnisciente, sin cuya ayuda habría sido bastante difícil contaros ciertas partes de la historia.

-          Chicos, sé que queda muy bonito terminar una historia así, pero… ¿no podríais ser algo más específicos?

domingo, 20 de noviembre de 2011

Amy Macdonald: This is the life


Estaba pensando en qué canción poner este domingo, volviendo a casa en coche con mi padre. Estaba lloviendo, y no recuerdo en qué emisora pero sonó la canción: "This is the life", de la cantante escocesa Amy McDonald. Pertenece a su primer álbum, del mismo nombre y que fue publicado en 2007. Recordé que me gustaba mucho (tal vez por el hecho de que me siento en parte del norte), así que espero que a vosotros también. Os dejo con el videoclip.

martes, 15 de noviembre de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XXXII)

Martes, 9 de agosto de 2011


Querido diario:

En realidad no llegué a dispararle. Desvié el arma hacia  mi derecha en el último instante.

- Pero no te mataré-dije, mientras guardaba la pistola-. Porque entonces sería como tú.

Me giré, dispuesta a dejar atrás a ese desgraciado. Un error que no debí cometer.

- ¡¡Zoey, cuidado!!

Reaccioné a la advertencia de ambos justo a tiempo para esquivar un puñal, haciendo que el hombre se tambaleara hacia atrás, peligrosamente cerca de un abismo en el que hasta entonces no me había fijado.

Llamadme estúpida si queréis, pero la verdad es que arriesgué mi vida por intentar ayudarle. Aunque no sirviera de nada.

Logró agarrarse,pero cuando fui a ayudarle intentó tirarme y retrocedí, cambiando de idea.

Vosotros...-decía el hombre, mientras las manos se les resbalaban-. Estúpidos niñatos, pensáis que habéis ganado. Pero no es así. Vosotros también moriréis.

- Pero no hoy-dije-.

El hombre se limitó a sacar una especie de dispositivo de su bolsillo, tras lo cual presionó un botón y dijo:

- Hasta la vista, idiotas.

Y se precipitó al vacío, por un abismo cuyo fondo ni siquiera alcanzábamos a ver.

- Caray-dijo Justin-. Eso tiene que haberle dolido.

En aquel momento, oímos un enorme estruendo procedente de las profundidades de aquel abismo y supimos que algo iba mal. Una estridente alarma empezó a sonar por todo el recinto, transmitiendo de fondo el siguiente mensaje: "Activada secuencia de autodestrucción, ocho minutos para su inicio".

- ¿Autodestrucción? ¿En ocho minutos? Eso no suena nada bien-dijo Justin-.
- Salgamos de aquí. Ya.

Obviamente nadie lo discutió,y salimos a toda velocidad en dirección a la puerta más cercana. Pero justo antes de entrar en ella, parte del techo se derrumbó. Empujé a Richard, de forma que él y Justin consiguieran pasar. Pero yo me había quedado al otro lado.

- ¡Zoey!Zoey,¿ estás bien?
- Sí, lo estoy, pero no perdamos más el tiempo. Id al hangar y esperadme allí. Yo intentaré buscar otro camino.
- Zoey, el hangar está tres pisos por encima de este-me dijo Richard-. Y por favor, ten cuidado.
- Lo tendré.

Dicho esto, Justin y Richard corrieron hacia el hangar por el camino que había llegado el primero. Yo, por mi parte, tuve que pensar rápido y disparar a una ventana, que resultó dar a un pasillo.

"Quedan seis minutos. Por favor, diríjanse al punto de evacuación más cercano".

Corrí todo lo que pude, esquivando doctores y soldados por el camino. No me tuve que preocupar de estos últimos, pues ya estaban bastante ocupados con...

Mutantes. De toda clase. Se encontraban sueltos por toda la instalación. Todos corrían en todas direcciones, intentando escapar de aquel infierno.

Fui a sacar mi pistola, y me di cuenta de que tenía dos. Tal vez Richard me la hubiera dado, en un momento que entonces no recordaba.

Las saqué, y seguí corriendo al tiempo que disparaba con ambas manos e intentaba atravesar aquel caos de muerte y destrucción.

Me cargaba zombies por doquier, pero a cada momento que pasaba había más. Seguía disparando mientras intentaba alcanzar las escaleras de emergencia que había al final. Finalmente lo hice, y empecé  a subirlas hacia arriba. Y entonces cayó, justo delante mío, el ensangrentado cadáver de uno de aquellos doctores.

Sabía que no podía retroceder, así que me limité  a seguir corriendo escaleras arriba y darme cuenta de que, justo en el último tramo, algo me estaba esperando.

Disparé a ese asqueroso mutante similar al que Justin me se había encontrado poco antes de todo este embrollo. Y lo hice varias veces, lo suficiente en teoría como para al menos herirle un poco.

Aproveché aquel momento para colarme por la puerta, pero en el último instante aquel bicho lanzó su lengua y atrapó mi pierna derecha.

Me agarré fuertemente al marco de la puerta, y entonces vi justo lo que necesitaba. Alcancé un extintor (sí, otra vez) y le pegué con él al mutante.

Apenas le hice daño, pero lo suficiente como para que me diera tiempo a seguir por mi camino.

"Cuatro minutos para la autodestrucción"-se oía por todo el recinto.

Todo se empezaba a desmoronar, y fue en aquel momento cuando lo vi.

El hangar, tras una puerta al final del pasillo. Pero había una pega: que estaba llena de zombis, y todos se acercaban a mí peligrosamente. Intenté pensar en algo, pero me había quedado en blanco.

No sabía qué hacer, al menos hasta que se me ocurrió aquella idea. Cogí el extintor con el que momentos antes había golpeado al mutante y, subiéndome a una especie de carros de esos que se utilizan para llevar libros y cosas así  lo abrí, de forma que la presión acumulada en el extintor me propulsara hacia delante, a tal velocidad que prácticamente aplastaba a los zombies.

Cuando llegué al final del trayecto, me bajé de un salto y fui abrir la puerta que esperaba, me llevara pronto al hangar.

Pero estaba cerrada. Intenté abrirla, y no pude. Retrocedí al darme cuenta de que me estaban acorralando. Di la vuelta y me tropecé, tras lo cual me levanté justo a tiempo para evitar que aquellos monstruos me atraparan. Abrí la primera puerta que vi, y me metí en la habitación.

Tuve que bloquearla con lo primero que encontré, primero una lámpara de escritorio y luego el mismo escritorio. Me senté, exhausta.

"Tres minutos para la autodestrucción".

Estaba convencida de que era el fin. No había nada que hacer, los zombies me habían acorralado, y tarde o temprano conseguirían entrar. Y entonces, todo habría acabado.

Pero empecé a acordarme de aquella excursión  a la montaña con mis padres y mi hermano,y de lo ilusionado que éste me había contado que había visto a unas ardillas jugar entre ellas. Y de Richard, el momento en que lo besé por primera vez. Y fue en aquel instante cuando vi que el hangar se encontraba justo detrás de aquella habitación, tras una ventana. Y un salto de más de cien metros.

Llamé a Richard.

- ¡Zoey! ¿Dónde estás?¡Tenemos que irnos enseguida!
- Lo sé, Richard. Y no hay tiempo para discutirlo, así que escúchame. Estoy en una especie de oficina, en el mismo piso del hangar. Necesito que os acerquéis a su ventana todo lo que podáis.
- Zoey...
- ¡Vosotros hacedlo!

"Dos minutos para la autodestrucción".

Miré atrás. Algunos zombies estaban empezando a conseguir romper el cristal de la puerta, por la cual asomaban ya algunas de sus manos. En unos segundos, la habrían derribado.

Y en cuanto lo hicieran, tendría que saltar, estuviese el helicóptero cerca o no. Era mi única opción.

Cargué mis armas. Disparé para romper todas las ventanas, y en ese momento vi a una especie de helicóptero gigantesco acercarse.

Los zombies tumbaron la puerta, y empezaron a correr (sí, habéis entendido bien, CORRER) detrás de mí. Tiré mis armas hacia atrás y empecé a correr también,preparada para coger toda la carrerilla que pudiera, saltar lo máximo posible, y agarrarme al helicóptero. O al menos intentarlo.El helicóptero aún estaba lejos, y estaba casi segura de que no lo conseguiría. El salto nunca ha sido mi fuerte.

Mi pulso se aceleraba, hasta el momento en que di el último de los pasos, y salté al vacío. Oí a docenas de zombies cayendo a mis espaldas, mientras yo estiraba brazos y piernas para intentar llegar al helicóptero, en un salto tan exageradamente largo y angustioso que espero no tener que repetir jamás.  Debió ser cosa de la adrenalina el hecho de que acabara alcanzándolo, aunque fuera por poco. Por tan poco, que todos pensaron que había caído.

- ¡¡¡Zoey!!-gritó Richard, mientras corría a asomarse para ver si me veía.

Pero obviamente, no había caído (de lo contrario sería bastante difícil que estuviera contándoos esto ahora,¿no?).

- ¿Una ayudita, por favor?-dije. Subí  con la ayuda de Justin y Richard, quien me sostuvo entre sus brazos fuertemente. Le besé, y él me devolvió el beso.
- En serio, Zoey. No vuelvas a darme un susto así. Pensaba que esta vez te había perdido de verdad.
- Menuda falta de confianza...-dije sonriendo-.
- ¿Todo bien por allí detrás?-se oía la voz de Milla, que pilotaba el helicóptero-.
- Todo bien-dijimos Richard y yo, al unísono-.

"Un minuto para la autodestrucción".

- Milla-dijo Justin-. Ahora que estamos todos tal vez deberías ir pensando en sacarnos de aquí. Ya sabes, por lo de la autodestrucción y eso.
- Hecho-dijo ella, mientras empezaba a ascender el helicóptero-.

El helicóptero era realmente enorme,con espacio suficiente para los cientos de supervivientes prisioneros de aquel científico loco, del cual espero no tener que volver a hablar.

"Treinta, veintinueve, veintiocho, veintisiete..."

El helicóptero ya asomaba por por la parte superior del hangar, lo que antes era el techo y que resultó ser nada más y nada menos que  Times Square.


"Dieciséis,quince, catorce, trece...".

Dejamos atrás un Broadway en ruinas, y muchos de los edificios más famosos de Nueva York. Por las calles, deambulaban multitud de muertos vivientes, y algunos  de estos edificios estaban tan dañados que parecían que fueran a caerse en cualquier momento.

"Tres, dos,uno...,cero".

Cuando estábamos a sólo un par de kilómetros de allí, un intenso fogonazo me llevó a deducir que la autodestrucción se había iniciado. Giré la vista hacia allí, y vi  una enorme explosión haciendo un cráter igual de gigantesco donde sólo unos instantes antes se encontraba la instalación, haciendo añicos Times Square y todas las edificaciones en un radio de diez manzanas.

- Caray, con la bombita-dijo Justin, a quien le había hecho ilusión acompañar a Milla de copiloto-. Por cierto,Milla,¿te importa que me recline un poco el asiento? Es que estoy algo incómodo y...
- ¡¡No!!

Tarde, un misil salió disparado del helicóptero y fue a parar a...

- Tío-le dijo Richard-. Acabas de volarle la cabeza a la estatua de la libertad.
- ¡Pero... no ha sido aposta! Pensaba que este era el botón para reclinar el asiento.
- Es evidente que no, Justin-le dije-. Pero no te preocupes. No creo que nadie nos diga nada. Además, si casi ni se nota.

Y nos alejamos, dejando atrás una Nueva York totalmente en ruinas y en dirección al puerto, con la intención de coger un barco y llegar a esa maldita ciudad de supervivientes.

Aterrizamos cerca de un pequeño edificio en las orillas del río, "Staten Island Ferry" (que pensamos, sería un buen lugar donde buscar un barco en el que cupiéramos todos).


Total, que Milla aterrizó y Richard, Justin y yo bajamos a asegurar la zona. Matamos a unos pocos zombis, e inspeccionamos cuidadosamente uno de esos "ferry", que estaba anclado allí.

Tuvimos suerte. El barco estaba vacío, y no hubo sorpresas desagradables (ya era hora, ¿no?). Metimos allí a todos nuestros supervivientes, y pusimos rumbo a esa ciudad de nombre Aracdia.

No tardamos demasiado en llegar a la localización exacta (pues teníamos combustible de sobra), pero aún así, algo fallaba.

Estábamos donde las transmisiones que escuchamos en Vancouver nos habían dicho, el lugar donde supuestamente estaba aquella ciudad. Pero allí no había nada.

De pronto, cruzó por mi mente la odiosa y fatídica idea de que tal vez aquello no fuera más que una broma pesada, o incluso una forma que el creador del virus había inventado para atraernos a su guarida.

Todos esperábamos, ninguna de las cientos de personas que ocupábamos el barco dijo una sola palabra.

Y entonces, cuando ya me había rendido, una especie de pilares de hierro emergieron del agua, emitiendo una luz verde que recorrió todo el barco y desapareció,tras unos instantes, sumergiéndose de nuevo.

- ¡Chicos,mirad!-dijo Milla, señalando hacia delante-.

Sonreí, y miré a Richard. Él también me miró a mí y sonrió. Y nos besamos, felices como nunca nos habíamos sentido.

Estábamos en Aracdia.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Jessie J.: Price Tag


La semana pasada vi junto con mi hermana parte de los EMA (Europe Music Awards), y una de las cantantes que salió  al escenario fue ella, Jessie J.

La canción me gusta mucho, y esperando que a vosotros también, os dejo con el videoclip:

lunes, 7 de noviembre de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XXXI)


Muy bien-decía Richard-. Entonces, cada uno tendremos un walkie-talkie. Justin entrará primero por la entrada principal, e intentará llamar la atención de aquellos que la vigilen.

- ¿Y quién dice que no me freirán a tiros en cuanto me vean?
- Probablemente lo intentarán, pero entonces los despistarás con esto-Richard se sacó algo del bolsillo-.
- ¿Canicas?-preguntó Justin-.
- Bolas de humo. Un pequeño golpe, y tendrás el tiempo suficiente para escapar sin que te vean. Simplemente entrarás allí, los llevarás a todos lejos de la sala de control, y una vez lo hayas hecho, yo piratearé el sistema informático para que Milla pueda liberar a los prisioneros. Y Milla...
- Sí, estaré allí para liberarlos-dijo, animada. Se la veía contenta, entonces que por fin estaban a un paso de salvar a su familia-.
- Exacto, pero antes me gustaría que permanecieras cerca de Justin, por si el asunto se complica. Quiero que todos salgamos vivos de allí, ¿vale?
- No hay problema. Vigilaré al pequeñajo.
- ¡Yo no soy un....!
- Muy bien, pues si ya está todo claro vamos allá. Suerte a todos, y no olvidéis que tenemos los walkie-talkies para hablar entre nosotros si surgiera cualquier problema.

Y se adentraron en aquella gigantesca instalación.

Primera fase del plan: Justin en la entrada principal.

Avanzaba paso a paso y sigilosamente, hasta el lugar en el que pensaba que atraería la atención de más guardias.

- ¡Ja! ¿Y vosotros os llamáis soldados? Tuve un conejo una vez, ¡e imponía más que vosotros!

No hizo falta más para que todos se lanzaran corriendo tras Justin, momento que Milla aprovechó para colarse ella también y buscar un camino hacia el recinto de los prisioneros, pero sin alejarse mucho del lugar.


- Señor-decía uno de los encargados del sistema de seguridad, en una especie de sala principal repleta de ordenadores y pantallas de última generación -.  Nuestros guardias han detectado un intruso en la entrada principal. Dicen que es el niño.
- Entonces, los otros tres no andarán lejos. Aunque también podría ser una trampa. En cualquier caso, lo mejor será... que abras las compuertas de la galería A, y selles todo el piso para que el chico no pueda escapar. En el peor de los casos, tendremos un intruso menos del que preocuparnos.
- Señor, pero...-dijo el encargado, casi titubeando-. Tenemos allí a muchos de nuestros hombres...
- ¿Y qué? ¿Es que quieres hacerles compañía?
- No, señor, pero...
- Entonces hazlo.
- Sí, señor.

Justin había conseguido volver corriendo al inicio de su carrera, cuando descubrió que la salida estaba bloqueada.

- ¡Mierda!¿Pero qué...?-dijo,al tiempo que se giraba para ver si sus perseguidores le habían alcanzado-.

Pero no había nadie, por lo que Justin se dirigió allí, el único camino posible para ver si se le había pasado alguna posible salida. Y lo que vio...

Una auténtica masacre. Docenas de zombies se estaban dando un festín, pero aquellos zombies eran mucho más rápidos e inteligentes que cualquiera con el que Justin hubiera tratado. La parte buena, era que los soldados ya no lo perseguirían. La mala... Bueno, tal vez el tener a docenas de zombies, todos ellos mirándote con un hambre insaciable. Era algo así como si una gacela se hubiera encontrado con ochenta leones que llevasen días sin comer. Vamos, una situación bastante preocupante.

Justin se quedó anonadado. No tenía ninguna posibilidad de salir de allí con vida, los zombies lo acabarían arrinconando tarde o temprano. A no ser... A no ser que corriera hacia delante, disparando a lo loco y sin pararse. Puede que entonces tuviera alguna posibilidad.

Comprobó que tenía sus armas cargadas y se lanzó.


- ¡¡¡Por los twinkies!!!-gritó Justin, en honor  a su ídolo.

Incluso llegó a cerrar los ojos, se cargaba zombies por doquier. Hasta que no oyó nada. Abrió los ojos, y comprobó que los había matado a todos.

Orgulloso de sí mismo, pensó que no habría un mejor momento para hacer una especie de "baile de la victoria".

- I have the power!!-gritaba-. Yeah!! I have the power!!
- ¿Justin?-se oía la voz de Milla, procedente del walkie-talkie-. ¿Justin, estás bien? He oído muchos disparos, y no podía volver a la entrada principal.

Justin se había olvidado del walkie-talkie.

- Sí, Milla. Estoy perfectamente. ¿Y tú?
- También estoy bien. He encontrado un camino apenas vigilado que va a donde tienen a los prisioneros. Se encuentra a la altura de una trampilla unos dos pisos más arriba de donde estás tú.
- Muy bien, intentaré llegar a donde me dices, aunque creo que estoy encerrado.
- No te preocupes, acabo de hablar con Richard y dice que hay una especie de ascensor de mercancías que podrías utilizar, al final del pasillo que empieza en la entrada principal.
- ¿Y cómo es que no lo he visto?
- Porque sólo se abre con autorización. Una contraseña.
- ¿En serio? ¿Y qué contraseña es esa?
- Ni idea, pero Richard dice que podría ser algo así como "Apocalipsis"..

Justin se dirigió corriendo al final de aquel pasillo. Vio una especie de panel con teclado, y se acercó a él.

- No creo que pueda hacerlo. Dudo mucho que esa sea la contraseña, además si me equivoco-dijo mientras la introducía- seguro que aparecerán un montón de rayos láser que me partirán en trocitos, como en la Colme...

Pero las compuertas del ascensor se abrieron.

- Sin comentarios-murmuró Justin-.

Se metió en el ascensor, y pulso el botón de dos pisos superior. Pero presionó también sin querer el de un piso superior.

Al llegar allí, las compuertas se abrieron y Justin vio a otras tantas docenas de zombis y demás experimentos genéticos inquietantemente similares a los de la Corporación Umbrella en "Resident Evil", poniéndose las botas con más de aquellos soldados.

Aquellos monstruos en su totalidad se giraron todos hacia Justin, y mientras algunos de ellos intentaban alcanzarlo, las compuertas se cerraron.

- Je, je-dijo Justin, con una risilla nerviosa-. Piso equivocado.

Cuando al fin llegó al piso en cuestión, Justin trató de contactar con Milla.

- ¿Milla? ¿Milla, estás...?
- ¡Ajá! Ya te tengo. Mueve un sólo músculo y te vuelo en pedazos.

Uno de aquellos soldados lo estaba apuntando con un arma de tamaño nada despreciable, que hacía que la suya pareciera un juguetito de plástico.

- ¿Sabes? Esto tiene un lado positivo. Para ti no, está claro, pero para mí... Un buen ascenso, eso seguro. Y si te mato ahora...¡¡¡¡¡¡¡¡¡Ahhhhhhhhh!!!!!!!!!!

Pero uno de aquellos bichos mutantes, el de aquella escena de la iglesia en "Resident Evil 2: Apocalipsis", le agarró del cuello y le arrancó la cabeza de cuajo.


- ¡Joder!

Justin corrió cuanto pudo, pidiendo ayuda por el walkie-talkie y preguntándose dónde demonios estaría Milla.

Paró de correr cuando vio que no había salida, casualmente en el mismo momento en que comprendió que aquella horrible y asquerosa criatura lo habría acorralado. Estaban seguro de no le quedarían más de unos segundos de vida, daba igual cuánto disparara, no le haría ni rasguños. El mutante miró al chico y lanzó su lengua en forma de lanza en dirección a él.

Pero justo en aquel momento, el techo cedió y cayó sobre aquel bicho. Con Milla encima.

- Perdona por la tardanza, es que no encontraba la forma de llegar.
- No importa, siempre y cuando llegues a tiempo para salvarme la vida.
- No hay de qué. Por cierto, el camino del que te hablado se encuentra por aquí. Sígueme.

Y ambos se internaron en un hueco, tras una pequeña trampilla en la pared, un largo y estrecho túnel que les  llevó a su destino. O al menos eso creían.

- No fastidies-dijo Justin-.
- Será coña-añadió Milla-.

Si habéis seguido las aventuras de Alice, el personaje de Milla a lo largo de la saga "Resident Evil", probablemente sabréis que hay varios malos principales:zombies (obviamente), los perros mutantes (Resident Evil), los bichos que se crearon al entrar por primera vez en contacto el virus con un ADN humano (Resident Evil 1, cargándose al malo y Resident Evil 2, en la escena de la iglesia), Némesis (Resident Evil 2) y el super-malvado de la historia (principalmente el presidente de Umbrella, Albert Wesker). Bueno, antes de enrollarme mucho más (ya que veo que hasta el mutante se están empezando a aburrir de tanta descripción), terminaré diciendo que si os paráis a pensar en uno de los principales malos que no esté en esta lista, os daréis cuenta de que es... ¿Sabéis qué? Os daré una pista: es grande, gordo y lleva media bolsa de patatas por cabeza. Ah, y le sobresalen pinchos por el cuerpo y lleva un hacha todavía más grande que él.



- ¿Y ahora que hacemos?
- Matarlo sería una buena idea-comentó Milla-.
- ¿Y cómo exactamente? Porque desde luego que no me presto voluntario para deslizarme por entre sus piernas y pegarle un tiro en su único punto débil: la cabeza. Además, el suelo está seco.
- Si, definitivamente ese es el mayor de nuestros problemas.

En aquel momento, el mutante se acercó a ambos y Milla empujó a Justin, librándolo por los pelos de un hachazo que lo habría probablemente partido en dos. Literalmente.

- ¡Justin! No tenemos mucho tiempo, así que confía en mí. Creo que tengo una idea, pero para ello necesito que atraigas al monstruo hacia donde yo te diga.
- ¿Y por qué no lo haces tú?
- Alguien tiene que ocuparse de la lámpara, ¿no?
- Obvio.

Sé lo que pensáis. ¿Una lámpara, otra vez? Pero os voy a decir, mis queridos lectores, que la forma de la que Milla y Justin intentarían acabar con el bicho ese sería... ¡electrocución! Todavía más divertido que el aplastamiento.

Por el momento, el plan iba bastante bien. Pero entonces, Milla se vio arrinconada justo en el momento en que aquel mutante levantaba su hacha, listo para la venganza por lo acontecido en "Resident Evil 4: Ultratumba". Y la habría partido en dos  si Justin no hubiera, de una forma que ni siquiera viéndola termino de comprender, enganchado unos cables sueltos a la altura del cuello del mutante. Y de un salto.

Justin saltó a tiempo, y aquel gigantesco monstruo voló en pedazos, incluidas sus vísceras. Y respondiendo a vuestra pregunta, sí, hacía falta decirlo.

- No está mal para el pequeñajo, ¿eh?
- Desde luego que no.

Parecía mentira que hubieran vencido a un bicho de esos en tan poco tiempo.

Si es que ya no hacen mutantes como los de antes.

Milla y Justin continuaron por un pequeño túnel, hasta que por fin llegaron a su destino (esta vez de verdad).

- Hay guardias de esos vigilando las celdas-dijo Milla-. Deben de haberles advertido sobre nosotros.
- ¿Y qué tal si usamos las bolas de humo que me dio Richard?
- ¿Es que no las has utilizado todavía?
- La verdad es que ni siquiera recordaba que las llevaba hasta hace unos segundos.
- Bueno, en ese caso creo que sí que podrían sernos útiles. ¿Alguna sugerencia de cómo hacerlo?
- ¿Y si utilizas esas lecciones de judo para  dejarlos inconscientes? Al fin y al cabo, no son muchos. Incluso yo podría ayudarte.

Se encontraban asomados cuidadosamente a la trampilla, a nivel de suelo, cuando Justin lanzó la primera bola. Milla salió en cuento ésta comenzó  a soltar el humo, y después de tirar otra Justin fue detrás. No eran muchos, así que no les costó demasiado.

- ¡Sí!-decía Justin-. ¿Qué te parece? He dejado fuera de combate a cinco yo solito. Que vivan los doceañeros.
- Genial, Justin, si olvidamos que uno de esos cinco era yo. Pero por lo demás, bien.

Justin puso cara de avergonzado.

- Hablaré con Richard, para que desconecte el sistema de seguridad de las celdas-dijo Milla-.
- Muy bien.
- ¿Milla?-se oyó la voz de Richard-¿Va todo bien?
- Genial, Justin y yo hemos llegado a las celdas, y acabado con los guardias que las custodiaban. Pero necesitamos que nos abras las puertas.
- De acuerdo, lo haré en unos minutos. Tened paciencia.

Algo difícil de tener cuando llevas semanas sin ver a tu familia, y cada segundo que pasa corren más peligro.

- Eran Milla y Justin-decía Richard-. Han conseguido llegar  a las celdas.
- Vaya, qué bien-dijo Zoey, con una débil sonrisa-.

Zoey estaba casi totalmente indefensa, incapaz de moverse sola, pálida como nunca se había visto. Y había perdido parte de su visión.

- Desconectaré el sistema, y luego buscaremos el antídoto para curarte.

Ambos llegaron a una sala vacía. No había nadie, y sin duda parecía la clase de sala desde la que se tenían acceso a muchos de los controles del recinto.

- Vaya, parece ser que la distracción de Justin ha sido realmente efectiva. Veamos la complejidad del sistema-dijo, mientras encendía uno de los monitores-.

Le costó más de lo que pensaba, pero finalmente pudo acabar con él.

- Cargándome las últimas barreras, y...¡listo! ¡Vía libre, chicos!

Milla y Justin fueron turnándose para abrir las puertas de las celdas.

Eran muchas más de las que jamás habrían podido imaginar. Debía de haber cientos de prisioneros. Entre ellos...

- ¡Paul!¡Ever!

Entre ellos, la familia de Milla.

- ¡Milla!, ¿pero cómo...?-dijo, mientras se abrazaban-.
- Ha sido una larga historia, una muy,muy, larga. Ya os la contaré. ¿Y vosotros, estáis bien?
- Hemos estado peor, pero la verdad es que tenemos una hija muy fuerte.

Milla sonrió, y ambos se besaron. Justin se sintió algo incómodo.

- Ah, y por cierto, este es Justin. No habría podido llegar hasta allí sin él.
- Encantado, Justin.
- Igualmente, Paul. Y gracias por las películas de Resident Evil.

Tras aquel extraño comentario, Milla y Justin dirigieron a todos los prisioneros hacia el hangar,no muy lejos de allí.

A sólo unos metros por debajo de ellos, Richard estaba a punto de ser sorprendido.

Una vara de metal le golpeó en la espalda con una fuerza tremebunda, y enormemente dolorido se desplomó sobre el suelo, con Zoey a su lado.

- ¿En serio pensabas que iba a ser tan fácil?¿O es que tu coeficiente intelectual de 145  esperaba que una vulgar maniobra de distracción permitiera que te salieras con la tuya?

Richard se retorcía de dolor en el suelo.

- ¿Pues sabes qué? Me parece que cierto antídoto está a punto de sufrir un accidente. ¡Oh, vaya que torpe! Si se me ha caído al suelo. Qué lástima.
-¡¡¡¡¡Nooooo!!!!!!

Richard se lanzó contra aquel hombre con todas sus fuerzas, sufriendo una caída todavía más fuerte que la anterior.

- Veo que tu chica es resistente,Richard, aunque desde luego no lo suficiente como para vencer a mi virus. El virus se extiende por todo el organismo en cuestión de horas, matando todo lo que se encuentre por el camino. El récord de supervivencia de una persona sana que haya sido infectada con mi primer virus es de unas 16 horas. Zoey se encontraba a punto de superarlo,y por poco lo hace. Yo de ti aprovecharía para despedirme.En unos minutos, todo acabará para ella.

- Capullo...

- Contra todo pronóstico,tú, Richard Richards,te has convertido en un verdadero inconveniente. Y es por ello que haré lo que voy a hacer.

Richard sacó su pistola, pero el hombre se la quitó de una patada.

- ¡Y dale con resistirte! ¿Por qué no te rindes ya? Será mucho más fácil para todos.
- Vas...a...pagar por lo... que has...hecho.
- Bueno, ya está bien de jueguecitos, Richard. Acabaré con esto de una vez por todas.

Richard estaba convencido de que era el fin. Ya no había antídoto que pudiera curar a Zoey, y sin él moriría en cuestión de minutos. Y él no querría vivir en un mundo sin ella, así que lo aceptó.

Y fue entonces cuando aquel hombre se desplomó como momentos antes Richard, y una enormemente debilitada Zoey se caía hacia atrás, sujetando la misma varilla de metal que el hombre había utilizado contra él tan sólo unos momentos antes. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Richard se levantó corriendo y fue a sujetarla. La apoyó suavemente en el suelo.

Estaba empezando a mutar. Sus ojos ya no veían, su piel ardía como nunca y apenas permanecía consciente. Consciente de que se encontraba en sus últimos instantes de vida.

 - Zoey...-decía Richard, empezando a llorar-. Lo siento, de verdad...
- No, Richard, no. Todo esto es mi culpa, jamás debí involucrarte  en algo así.
- ¿Pero qué dices? Has sido...lo mejor que me ha pasado en mi vida Zoey, si no hubiera llegado a conocerte no sé cómo habría... Debí haberos hecho caso cuando sospechasteis de la ausencia de zombies.
- No podías hacer nada, Richard. Y nos habrían atrapado tarde o temprano.
- Te quiero, Zoey-dijo Richard, mientras le abrazaba-.

Ella le dijo lo mismo. Y fue entonces cuando Richard reparó en que su colgante, aquel del que Zoey le había hablado días atrás, el que le habían regalado sus padres y su hermano por su decimoctavo cumpleaños. Estaba roto, y algo sobresalía de su interior. Era hueco.

Richard le quitó el colgante a Zoey y sacó un par de cápsulas, con una pequeña nota: "Por si alguna vez te hacen falta, con cariño, mamá y papá".

Richard deseó con todas sus fuerzas que aquello curara a Zoey.

Sabía que era extremadamente difícil, sino imposible, que algo creado hacía meses anulara los efectos de algo que se había estado modificando hasta hacía muy poco.

Pero tenía que intentarlo.

Así que le abrió la boca a Zoey y le hizo tragar una aquellas cápsulas.

Instantes después, Zoey dejo de parpadear y de respirar.

- Zoey, por favor,no me dejes-decía Richard sollozando-. Te... te necesito -dijo con la voz entrecortada.

Convencido de que la había perdido, Richard abrazó a Zoey, siendo perfectamente consciente de que podía transformarse en cualquier momento. Pero aquello le daba igual.

No podía creerlo, después de todo por lo que habían pasado juntos.

- Zoey...-repitió una vez más Richard-.
- Para ya, o me acabarás gastando el nombre.

No lo podía creer, ¡había funcionado! (mola esto de usar los signos de exclamación para enfatizar algo).

Zoey se lanzó a besar a Richard, y los dos se abrazaron fuertemente mientras rodaban por el suelo.

- ¡No puedo creerlo!-decía Richard-. Realmente ha funcionado. ¡Estás curada!
- ¿Pero cómo lo has hecho, Richard Richards?
- Tus padres eran prevenidos, guardaron en tu colgante un par de muestras de un antídoto para cepas del virus.
- ¡No lo puedo creer, en serio! Estaba convencida de que era el fin.
- ¿Conmigo a tu lado?-dijo Richard, con cierto tono de burla-. Qué falta de confianza.

Y se volvieron a besar. Justo entonces el hombre recuperó la consciencia, pero Zoey fue más rápida que él cogiendo la pistola que había en el suelo. 

Le apuntó con el arma. Lo tenía allí delante, tirado. Esta vez, era ella quien controlaba la situación. Y él el que debía suplicar.


Justin llegó justo en aquel momento.

¡Hola! ¿Chicos, estáis bien? Os hemos llamado por el walkie-talkie, pero no…-dijo, parándose al darse cuenta de la situación-.


Aquel hombre había provocado el mayor genocidio conocido por la humanidad, y sin duda lo merecía. Sólo tenía que presionar un par de milímetros el gatillo, y todo habría terminado. Tan sólo un disparo, y al fin podría vivir en paz.

- Zoey-decía Justin-. Zoey, en serio, no vale la pena.

Pero Zoey no lo tenía tan claro.

- Mataste a mis padres-empezó  a hablar,mientras cargaba la pistola - y a mi hermano pequeño. Has matado miles de millones de personas, y destruido las vidas de los pocos que sobrevivimos. Mereces la más cruel, lenta y dolorosa de las muertes que hayan existido jamás.

- Zoey...-insistió Richard-.

Y entonces disparó.


Y soy tan extraordinariamente malvado que os dejaré con las ganas hasta la próxima entrada.

                        CONTINUARÁ…

                                                                       …MUY PRONTO

(Siempre me había hecho ilusión poner algo así) :D

Y ya de paso, me gustaría comentaros que esta será más que probablemente mi última intervención como narrador omnisciente en esta historia. Sin duda ha sido un placer poder narrarla y espero que Richard y los demás no duden en recomendarme a otros supervivientes para contar sus historias. O incluso puedes pedírmelo si eres tú el superviviente  y si estás leyendo esto en medio de un apocalipsis zombie. Nunca se sabe.

En fin, que os vaya bien, y espero que nos volvamos a ver.

Firmado, Narrador Omnisciente (siglas: M.L.Z.)

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)