jueves, 31 de mayo de 2012

Poderes (X)

- ¿Sonambulismo aéreo?
- Héctor, me he despertado a cuatrocientos kilómetros de mi casa y a quinientos metros de altura. Como comprenderás, el nombre que le quieras poner a lo que me ha pasado es lo que menos me preocupa ahora mismo.
- Tienes razón, tío. Perdona, me he dejado llevar por la emoción. Continúa.
- Me estoy descontrolando. Hace apenas tres días que las tengo, pero tengo la sensación de que voy perdiendo el control de mis habilidades. Al principio tenía un montón, y ahora sólo dos. Y una de ellas me ha llevado volando durante cientos de kilómetros sin que yo me diese cuenta. Por no hablar de las veces en las que, simplemente, perdí la habilidad. Así, sin más.
- Tal vez sea una especie de prueba o algo así. Si la superas, conservarás tus poderes. Si no, se buscarán otro pringado al que torturarán durante días con el mismo objetivo.
- Gracias, primo. No sé qué haría sin tu ayuda.
- No hay de qué.

Por si no lo habéis notado, mi primo Héctor también viene de la rama de la familia en la que no sabemos reconocer un sarcasmo delante de nuestras propias narices.

- Y una cosa más-dije-.
- ¿Qué?
- ¿Podrías volver a explicarme como es que Rachel, o Alice no me han echado en falta en este día y medio?
- Les dije que te había montado una super fiesta masculina.

Si no estallé en carcajadas, fue por respeto a los que estaban en la mesas de alrededor. Ah, sí, por cierto: estábamos en un Starbucks cercano a Times Square.

- Héctor, no te ofendas, pero... ¿cómo iba a tragarse alguien tan inteligente como Rachel una mentira tan estúpida?
- Bueno, es rubia. Y eso le da bastantes puntos.
- Héctor...
- Perdona, me estoy volviendo a desviar del tema. Eso sí, si te preguntan, acabamos de llegar... ahora mismo-dijo mirando el reloj- a las 12:35. Y nuestro viaje a Atlantic City ha sido sublime.

Opté por no preguntar más.

Aunque de todas formas, seguía preocupándome por lo que había pasado. ¿Y si la siguiente vez causaba algún accidente, o acababa en algún lugar más peligroso todavía que el mirador de la cuarta torre más alta del mundo?

- Aunque ya que estabas, podrías haberme traído algún que otro dónut de esos tan ricos, ya sabes, los del Tim Hortons. Madre mía, lo que daría por volver a Canadá y probar alguno...
- No hace falta que vayas tan lejos. Hay uno a dos calles de aquí.
- ¡¡¡¡¿¿¿¿Quéeee!!!!????-gritó. Todos a nuestro alrededor se giraron-.
- Héctor, por favor, baja la voz.
- ¿Has tenido un Tim Hortons al lado toda tu vida y nunca me lo has dicho? ¿Y qué hacemos entonces en el Starbucks? Se acabó tío, ahora sí que no te conozco.
- Pues es una pena, porque seguro que a Lea y a Dianna les hubiera gustado conocerte a ti.

De mala gana, pero lo superó de inmediato.

- ¿Sabes qué?-le dije-.Será mejor que me vaya yendo a casa. El baile es en unas horas y quiero estar preparado. Como llegue tarde esta vez, Rachel me matará. Varias veces.
- Ay, chicos-dijo suspirando-. En el fondo me dais envidia. Sé que me río de vuestra apariencia de "cincuenta años casados", pero ojalá pudiera tener lo que vosotros, aunque sólo fuera por un instante.
- Dios, pero qué pesado estás. ¿Quieres callarte de una vez y pedir salir a Alice, Héctor? Por favor, lleva echándote los tejos desde que llegó, y tú ni siquiera te has dado cuenta.
- ¿Qué? ¿En serio?
- Por supuesto. Le gustas, cómo mínimo lo mismo que ella a ti. Así que no pierdas más el tiempo y hazlo.
- ¿Y cómo...?
- Sé tú mismo. Por difícil que te pueda resultar de creer, podría incluso servirte de algo.
- Está bien, si tú lo dices... Pero deséame suerte.
- Ánimo y a por ello, campeón. Yo te acompañaré hasta la puerta, pero una vez allí estarás sólo.

Y no lo hizo nada mal. Lo más gracioso de todo fue que lo de los tejos era mentira. No tenía la más mínima prueba de que a Alice le gustara Héctor, pero en cuanto supo Rachel que a éste le gustaba ella, quiso que los liáramos. De ahí que los hubiéramos dejado solos la noche anterior, haciendo lo más romántico que se nos había ocurrido para ellos dos: matar zombies. Y es que no hay nada como un tiro entre ceja y ceja para aliviar tensiones.

De vuelta en mi habitación, me puse el traje que me había comprado con Rachel el sábado anterior y me miré en el espejo. La verdad es que no me quedaba nada mal.

 Oí un silbido detrás mío. Era Rachel.

- Estás guapísimo, cariño-me dijo-. Incluso Sheila lo piensa. ¿Verdad que sí, bonita?-dijo, levantándola en el aire cual "Rey León"-.

Por si todavía no lo habéis sabido deducir, Sheila era su gata, aquella gata negra de la que os hablé hace algún tiempo.

- En este caso, te doy la razón. Me queda que ni a Damon, el de "Crónicas Vampíricas".
- Oye, tampoco te pases-dijo, medio indignada-.

La miré y vi en ella a la propia belleza personificada. Soltó a Sheila de entre sus brazos, sobre mi cama.

- ¿Y qué tal yo?-me preguntó-. ¿Me ves guapa?

Normalmente era ella quien tomaba la iniciativa, pero aquella vez fui yo el que me acerqué. Y la besé de improvisto.

- Caray, ¿así de guapa?
- Muchísimo más-le dije,e hice amago de volver a besarla. Pero ella se apartó-.
- Perdona, cariño, pero si nos entretenemos mucho más no llegaremos. Será mejor que salgamos ya.
- Sí, si me das un momento para pasar al baño.

Entré al baño para comprobar que mi rebelde pelo rizado estaba en su sitio. Otro gran error. Volví a perder el control. Mis pies se levantaron del suelo y mi cuerpo empezó a flotar en el aire, y como si de un motor averiado se tratara salí volando por la ventana (sí, en serio), sin poder hacer nada por evitarlo. Todavía pude oír aquello.

- Alice, ¿has visto a Ryan? Me dijo que iba al baño, y como tardemos mucho más no llegaremos...
- No te preocupes, Rachel. Seguro que ya estará allí, preparado con otra de esas sorpresas musicales que tanto le gustan.
- Espero que estés en lo cierto...

Quería parar, pero no podía. Mi cuerpo se aceleraba calle tras calle por los aires de la ciudad. Tenía unos 20 ó 30 minutos como mucho hasta que Rachel llegara al instituto. Al cabo de un tiempo de travesía aérea por Manhattan, algo o alguien me detuvo.

- Eh, ¿adónde vas, tío?

Era Zack. El tío me había parado con un coche. Hace falta ser bestia.

- ¡¡Auuu!!
- Lo siento, pero mejor un coche que un transatlántico o un avión.
- ¿Qué te ha pasado, tío? Ibas totalmente descontrolado-me dijo Dave. Parecía estar ya recuperado-.
- Dejadlo ya, chicos-intervino Nadia-.
- ¿Y cómo me habéis encontrado?
- No sé si lo has notado, pero los que somos como nosotros tenemos una especie de conexión mental-contestó-. Notamos que algo iba mal, así que te buscamos hasta encontrarte.
- Pues ya podríais haber reparado en esa conexión la mañana que me desperté en la CN Tower.
- ¿Te despertaste en la...?-preguntó Cody-.
- Bueno, es igual. Tengo que irme ya. Si no, llegaré tarde al baile.
- ¿Qué baile?-dijo Nadia-.
- El baile de mi instituto, estaba a punto de ir con Rachel. Empezaba a las ocho, y sólo estará abierto hasta las dos. Nos ve...

Todos me miraron con asombro.

- ¿Qué? ¿Qué es lo que pasa?
- Lo que pasa-me dijo Nadia- es que son ya las cinco de la mañana.

Me quedé de piedra. No me lo podía creer. Pero miré mi reloj, y era cierto.

- ¡¡Mierda!! ¡¡Mierda...!!-empecé a maldecir-. ¡No es posible! ¡No, no esta vez!
- Si hay algo que podamos hacer...-dijo Nadia-.
- ¡Sí! ¡Quiero deshacerme de estos malditos poderes! ¡Desde que los tengo no han hecho más que arruinarme la vida!¡Pienso renunciar a ellos!
- No lo entiendes, ¿verdad?-me dijo Nadia-. Esto no funciona así, una vez te ha tocado los tendrás hasta el día en que mueras. No podrás librarte de ellos. Jamás lo harás.
- Tal vez todavía llegue al final...-dije-.
- Oh, vamos, Ryan. No seas ridíc...

Pero lo fui.  ¿Cómo podía ser posible que hubieran pasado horas en lugar de los minutos que yo había percibido?

Fui todo lo rápido que pude hasta nuestro instituto. Cuando llegué, vi que las luces estaban encendidas y me llené de esperanzas. Pero al entrar, no había nadie excepto el conserje.

- Perdone-le pregunté-. ¿Ha terminado hace mucho el baile? Verá, había una chica rubia, con vestido azul...
- Lo siento hijo, pero el baile terminó hace horas. Aunque sí que me suena esa chica que dices, estuvo aquí hasta hace muy poco y la tuve que acabar echando.
- Dios mío...

Corrí hacia mi apartamento, y ya desde la calle pude ver a Alice sentada en el sofá con Rachel llorando en sus hombros.

- Joder...-me dije-. Esta vez sí que la he cagado.

Pero aún así, me armé de valor para subir y llamar a su puerta. Fue Alice quien abrió.

- Ryan, no creo que sea un buen momento...
- ¿¡¡Dónde COÑO estabas?!!- la cara de Rachel estaba empapada en lágrimas, y me gritaba como no la había oído gritar en toda mi vida-. ¡¡He estado SEIS puñeteras horas esperándote, allí sentada y viendo como todo el mundo se lo pasaba genial!! ¡¡Ah, y sabes qué?? ¡¡Nos nombraron para ser rey y reina, y NO estabas!! ¡¡No lo he pasado peor en toda mi puñetera vida!!
- Dios, Rachel. Lo siento, de verdad. Yo...-traté de disculparme-.
- Se suponía que era nuestra noche, Ry...-dijo, y volvió a  romper en lágrimas-. Nuestra noche...
- Rachel. Por favor,perdóname. Perdóname y te prometo que...
- No.

Aquella palabra se me clavó en el corazón.

- Rachel, te lo suplico. Dame otra oportunidad, por favor.
- Lo siento, Ryan-apenas se le entendía entre tanto lloro-. Pero esta vez no. Esta ha sido la gota que ha colmado el vaso. Se... Se acabó.

Aunque sabía que lo merecía, no podía creer lo que estaba pasando.

- Rachel...-le supliqué-.
- ¡¡¡¡NO QUIERO VOLVER A VERTE EN TODA MI VIDA!!!!

Y me cerró la puerta en las narices, tras la cual oí un un fuerte llanto.

- Joder...¡¡Mierda!!-grité-.

Ya estaba. La había perdido, no había vuelta atrás. ¿Cómo podría haber pasado tanto tiempo sin darme cuenta? ¿Cómo podía haber estado volando por ahí sin control durante nueve horas? Algo no cuadraba...
Aunque aquella última semana pocas cosas lo hacían.

Las calles todavía estaban oscuras cuando decidí salir a pasear. Recorrí Central Park de arriba a abajo, reflexionando sobre mí mismo y sobre si valía la pena o no contarle a Rachel lo que me había pasado en los últimos días. Y me detuve en el lugar exacto en el que compartimos nuestro primer beso, justo cuando estaba amaneciendo.

Lo recordaba perfectamente:  la garganta reseca por los nervios, el ritmo acelerado del latido de mi corazón, su pelo rubio y sedoso ondeando con la suave brisa del ocaso, y aquella mirada de aprobación que me hizo el ser más feliz sobre la faz de la Tierra. Y luego, el tacto de sus labios. Aquellos labios...

Pensar en la más que probable posibilidad de que nunca pudiera volver a besarlos me hizo caer en una profunda depresión. Y entonces decidí ponerme a prueba.

Vería hasta dónde era capaz de llegar. Descubriendo cuáles eran mis límites tal vez aprendiera a controlarme mejor. Así que inspiré con fuerza, me concentré, y empecé a ascender lentamente, sin miedo.

A los pocos segundos, empecé a admirar la majestuosidad del parque desde los veinte o treinta metros de altura. Conforme iba subiendo más, alcanzaba la altura de un edificio de tamaño medio, hasta llegar a casi los quinientos metros de altura. En sólo un minuto,  Manhattan en todo su esplendor se encontraba bajo mis pies. Distinguía a la perfección la forma de la isla, los puentes...

Pero de un momento a otro mis pulmones dejaron de recibir oxígeno. Debía de estar ya a unos pocos kilómetros de altura, cuando me empezó a faltar el aire (lógico, a docenas de grados bajo cero y sin apenas oxígeno). Y entonces caí. Aunque lo hice en Chicago. Ya sabéis, cosas de la rotación terrestre.

Descendí en picado hasta los pocos metros de altura rozando la superficie del Lago Michigan y estampándome contra una boya, donde permanecí durante lo que yo recuerdo como mucho tiempo.

No quería volver a Nueva York, sabiendo que ya nunca más podría estar con Rachel. Que todos nuestros planes juntos se habían ido al garete de un día para otro. Vivir juntos, casarnos, formar una familia... Todo aquello con lo que alguna vez habíamos soñado, jamás ocurriría. Qué razón tenía el que dijo "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes".

Y la cara de Rachel... Su rostro lleno de sufrimiento y decepción.Ella era la que lo estaba pasando realmente mal. Cómo podía haber sido tan egoísta...

Pero por mucho que quisiera hacerlo jamás podría renunciar a aquellos nuevos dones, consciente de las vidas que podría salvar en el futuro, vidas como la de aquella chica atrapada en un edificio en llamas... Mi responsabilidad era sacar lo mejor de mí y de aquellas nuevas habilidades y utilizarlas para ayudar a la gente. Y si aquello suponía un riesgo para mis conocidos... Tal vez fuera mejor no tenerlos.

Estuve pensándolo durante horas, y esta vez conscientemente. No tenía sensación de cansancio, ni de hambre. Ni siquiera sed. Me sentía mucho más fuerte desde mi ascenso a la estratosfera. Y entonces lo decidí.

"Me iré"-pensé-. "Le diré a Rachel la verdad, y a Alice, y me iré. Ya buscaré la forma de contárselo a mis padres cuando vuelvan de las vacaciones. Es hora de empezar de nuevo en un sitio donde no ponga en peligro ni haga daño a nadie..."

De pronto, mi móvil comenzó a sonar. Abrí la tapa y escuché la voz de una alarmada Alice.

- ¡Ryan! Ryan, ¿donde estás? Llevo horas llamándote, y no me contestabas, pensé...
- Tranquila, Alice. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Y Rachel?
- Se la han llevado, Ryan-sollozó. Aquello me sentó como un rodillazo en mi punto más débil-. Poco después de irte tú, volvieron a llamar a la puerta. Escuché sus gritos y fui corriendo a ayudarla, pero me golpearon en la cabeza y me desmayé. Lo siento, Ryan, lo siento...
- No pasa nada-dije. Ahora mismo voy, Alice-. La encontraremos, te lo prometo.

Salí volando, literalmente, en dirección sudeste. Nueva York. Me sentía distinto, como si de una vez por todas hubiera a aprendido a dominar mis poderes en vez de al revés.En pocos minutos, había recorrido más de dos mil kilómetros. Aunque me di cuenta cuando empecé a apreciar la forma del río Hudson, y pasaba por encima del Washington Bridge, de que estaba empezando a anochecer. Había pasado casi un día fuera.

Volé hasta mi casa, sin importarme que alguien pudiera verme. Cuando llegué, todavía había un par de coches de policía aparcados en la acera frente a la entrada de nuestro portal. También estaba Héctor.

- ¡Ryan!-gritó-. Oh, dios. He venido en cuanto lo he sabido.
- Gracias, Héctor. Pero no puedo quedarme. Tengo que buscarla.
- ¿Y por dónde piensas empezar?
- Héctor, es la persona a la que más quiero en el mundo. Lo siento, pero no voy a  perder el tiempo aquí parado hablando contigo. Me voy.

Hubo un par de instantes de absoluto silencio, durante los que me di cuenta de que Héctor y Alice estaban cogidos de la mano. No pude evitar esbozar una leve sonrisa, que pronto se desvaneció. Me dirigí a Alice.

- Alice, ¿viste quién secuestró a Rachel? ¿Recuerdas algo del secuestrador?
- Secuestradora-dijo, con voz de haber estado llorando durante varias horas-. Era una mujer. Joven, no llegaría  a los treinta años. Era alta... y pelirroja, creo.

Entonces recordé mi sueño de varias noches atrás, y mis peores sospechas se cumplieron. Aquella mujer pelirroja y alta, aquel hombre... Ya sabía quiénes la tenían, pero no dónde. Y entonces, como por arte de magia, aparecieron ellos.

- ¿Necesitas ayuda, Ryan? Hemos oído por ahí que se han llevado a tu chica-dijo Nadia-.
- Así que era cierto lo de la conexión.
- Sólo a partir de cierto tiempo, pero sí. ¿Podemos ayudarte a encontrar a tu novia?
- Ex, pero no importa. Tengo que encontrarla como sea.
- ¿Y la policía?-preguntó Alice-. Les he contado todo lo que sé, pero...
- No podrán hacer nada-dije-. En el mejor de los casos, averiguarán dónde está, o quien la tiene, demasiado tarde como para salvarla.
- Te ayudaríamos, pero tendrías que darnos algo por lo que empezar-dijo Zack-.

"Vive a sólo unas calles del lugar de inicio". Recordaba aquellas palabras del sueño a la perfección.

- Chicos, tal vez no sea tan difícil-dije-. Tiene que ser en un lugar aislado y abandonado, a pocas calles de aquí.
- Eso no reduce mucho la lista-dijo Cody-. Podríamos...
- Astor Place-dijo Héctor sin pensárselo siquiera-.

Todos enmudecimos.

- Astor Place, es el edificio abandonado más aislado que conozco. Si secuestrara a alguien, sin duda lo llevaría allí.

El silencio siguió presente.

- ¿Qué? Soy muy aficionado al "Street View"...-y pensándoselo un poco más añadió-...y a "Mentes Criminales".
- Está bien-dije-. Vayamos allí. Alice, por favor, tú quédate. Necesitamos a alguien aquí que nos mantenga informados por si la policía descubre algo.
- De acuerdo. Pero, por favor... Tened cuidado.
- Por cierto, soy Héctor-dijo presentándose a Nadia y compañía-. Y ella Alice-dijo, señalándola-.
- Mucho gusto.

Nos íbamos ya cuando dijo algo más.

- ¿Qué coño? ¿Y si muero en esta aventura?

Se giró. Fue andando hacia Alice a pasos rápidos, la agarró y la besó. Todos nos quedamos muy cortados, pero fue bonito ver cómo Alice le correspondía continuando el beso.

- Ey, Héctor-le dije-. Te recuerdo que tienen a Rachel. Así que si no te importa, démonos un poquito de prisa.

Se despidió de Alice y corrió hacia nosotros.

Mientras,a sólo unos cientos de metros de allí y sin que yo lo supiera, Rachel gritaba de dolor.

domingo, 27 de mayo de 2012

Walk off the Earth: Somebody that I used to know

Para este último domingo de mayo me he decidido por la canción "Somebody that I used to know", cuya versión original es de Gotye. Sin embargo, os dejaré con el cover del grupo "Walk off the Earth", ya que es un vídeo muy curioso por la manera en que la interpretan. ¡Espero que os os guste!


domingo, 20 de mayo de 2012

Michael McCann: Icarus/El fin de House


El pasado febrero se confirmó la cancelación de House M.D, serie que nació el 16 de noviembre de 2004 y que terminará este mismo lunes (martes en España), 21 de mayo de 2012. Esta serie, que hace poco alcanzó el récord guinness a la serie más vista de la historia con 82 millones de espectadores en unos 66 países, es una de mis favoritas y quería dedicarle el domingo de hoy. Llevaba tiempo buscando vídeos en youtube de homenajes a esta genial serie, y finalmente me he decidido por uno con la canción "Icarus-Main Theme", del compositor canadiense Michael McCann. Un gran homenaje para una gran serie.


jueves, 17 de mayo de 2012

Poderes (IX)

- Y así es más o menos como suena una canción de Green Day cantada por un novato-dije-.

Un consejo para las generaciones futuras: aprended a tocar la guitarra. Es complicado, sí, pero creedme cuando os digo que a la larga vale la pena.

- Ha sido...-dijo Alice-... in-cre-í-ble. Ahora entiendo por qué te enamoraste de él, Rachel. ¿De dónde se ha sacado una voz así?
- Lea le dio algunas clases de canto-le contestó Rachel-. Yo le enseñé a tocar la guitarra, pero en poco tiempo me superó.
- La eterna maldición de los maestros-comentó Alice-. Suele pasar.

De pronto, una nueva idea cruzó por mi mente.

- ¿Y si le cantamos nuestra canción, Rachel?-le dije-. Ya sabes, a modo dueto.

Rachel me lanzó, por primera vez en mucho tiempo, una de sus crueles y despiadadas miradas asesinas.

- No creo que sea buena idea, Ry. La última vez que lo hice llovió durante varios días. ¡El clima tarda en recuperarse tras algo así!
- Pues yo creo que tienes la voz más dulce y encantadora del mundo, y que tu prima Alice merece oírte. ¿Qué dices, Alice?-me giré, para preguntarle-.
- Que quiero verlo ya.
- Venga ya. Vamos, Ryan. No tengo ganas, en serio, no me gusta cantar...
- Do you hear me?-la interrumpí, con el principio de la canción cantando y tocando la guitarra-.
- En serio, Ry. No...
- I'm talking  to you.
- Como sigas así te tiro la guitarra por la ventana. Y a ti detrás.
- Across the water, across the deep blue ocean, under the open sky.
- Ryan Chase, me las vas a pagar-dijo, acercándose a mí y sonriendo-.
- Oh my,baby I'm trying.

Supongo que conoceréis la gran canción "Lucky", de Jason Mraz. La llamamos nuestra canción porque sonaba en la radio en el momento en que nos besamos por vez primera. Además, nos sentíamos y nos sentimos muy identificados con su letra. Cuando acabamos, ambos nos quedamos observándonos el uno al otro durante unos instantes. Y Alice no pudo soltar más que...

- Oh, qué monos. Si hasta parece que lo hayáis ensayado y todo. Pero qué envidia me dais...
- ¡Eh, tío! ¿Has visto mis calzoncillos de...?

Héctor. Ah, sí.  Se me había olvidado. Estábamos en mi casa, no en la de Rachel. Y,obviamente, mi primo no lo sabía.

- A...A...A...Alice.
- En efecto, esa soy yo. Me alegro mucho de verte, Héctor. ¿Cuánto hace, dos años?
- Un año, nueve meses y diecisiete días-Héctor se tapó la boca-. En un concierto de Alice Sutherland.
- ¡Ah, sí! Ya me acuerdo. Aunque hace mucho que no sé nada de ti. ¿Cómo te va, hay alguna novedad en tu vida?
- Yo... Bueno...

El pobre no sabía qué decir. Sin duda no se esperaba encontrársela tan de sopetón, y en mi apartamento. Pero no hubo problema, porque al poco tiempo Alice decidió irse a dormir para descansar un poco del viaje. Rachel y yo nos quedamos viendo "Castle" hasta tarde, y terminamos por dormirnos abrazados en el sofá del salón.

Al día siguiente, me desperté con una nota a mi lado. "Recuerda que hoy a las 12:00 es la reunión sobre el baile. No faltes. Te quiero, Rachel."

Desayuné con bastante rapidez, y estaba convencido de que aquella vez llegaría puntual. Y lo habría hecho de no ser por el gracioso que me retrasó el reloj. Ya tendría unas palabritas con Héctor a la vuelta.

Cuando llegué al instituto, me presenté en el salón de actos y busqué a Rachel, que estaba sentada en una de las últimas filas.

- Llegas tarde-me dijo-. Otra vez.
- Lo siento, es que mi reloj... ¿Han dicho algo importante?
- Pues el miércoles abrirán las puertas del instituto a las ocho de la tarde, y han contratado a un par de grupos nuevos para que toquen. Básicamente, eso es todo.

Apertura de puertas, elección del rey y la reina del baile... Lo típico en un típico baile de instituto americano.

- ¿Y qué hacemos ahora?-le pregunté a Rachel en cuanto estábamos fuera-. ¿Te apetece que vayamos a...?
- Todavía tengo clase, genio. No todos estamos de vacaciones ya.
- Cierto, clase de gimnasia. Lo había olvidado.
- Te espero a  la salida, en una hora y media.
- Allí estaré.

Y me quedé allí esperando. Me senté en el pasillo, apoyado en una pared. Y fue entonces, pasado un tiempo, cuando lo oí.

- ¿Y visteis el otro día la cara de Ryan Chase, cuando llegó tarde? En serio chicas, no sé cómo consiguió convencer a Rachel de que saliera con él. Si se me llegara a declarar una chico así, con esa cara y ese aspecto, me costaría contenerme las náuseas.

De pronto, todos los años pasados con Rachel me parecieron una fantasía.

Nunca lo había pensado de ese modo. Corrí hacia el baño de los chicos, y me miré en uno de los espejos. Algún que otro grano por allá, algo de tripa por allí... Llegaba constantemente tarde, a todas partes. Olvidaba mis citas con Rachel...

Y de un momento a otro, toda la felicidad desapareció en el momento en que creí comprenderlo todo. No podía creerlo, después de tantos años y nunca lo había visto.

- Dios...-dije, empezando a llorar-. Soy un asco.

¿Cómo podía Rachel estar con alguien como yo? ¿Y si ella también se había dado cuenta, y cortaba conmigo...? Por favor, no. No podía estar pasando aquello.

Me lavé la cara varias veces con agua fría, pero allí seguía mi rostro.Seguía siendo el mismo pringado.

Me derrumbé en lágrimas sobre el suelo del baño, pensando en lo que había tenido hasta entonces y podía estar a punto de perder. Y entonces oí su voz.

- ¿Ry?-preguntó-. ¿Ryan, estás ahí? No te he visto donde habíamos quedado, ¿estás...?
- Rachel-le dije llorando-. Quiero que me contestes a una pregunta, por favor. Y quiero que seas sincera conmigo.
- Claro, cariño, ¿pero qué te pasa?
- ¿Estás conmigo por pena o compasión? Porque si es así, Rachel, por favor, dímelo.

Rachel se sentó conmigo, en el suelo. A mi lado. Me atrajo hacia sí y me besó.

- Ryan Chase-me dijo, bien seria-. Mírame a los ojos.

Y lo hice. Aquellos hermosos y profundos ojos verdes.

- Eres el chico más maravilloso que he conocido jamás. Y si estoy contigo, es porque amo con todo mi ser cada parte de ti. Tus defectos, tus cualidades... Todo en ti me enamora.
- Es que oí a las chicas, en el vestuario y...
- ¿Y oíste la parte en que les dije que las náuseas las provocaban ellas, que me daban pena porque estaban condenadas a no ver lo mejor que hay en la vida, y a acabar solas y sin nadie a su lado, nadie que las quiera?

Reí tontamente.

- No-respondí-. Me parece que esa parte no la oí.
- Ryan-me dijo, mientras me ayudaba a levantarme-. Vales mucho. Eres un chico con un gran corazón, una mente preciosa, casi tanto como tu cuerpo...-dijo, sonriendo. Yo también lo hice-. Y aquel que no lo vea, simplemente no merece tu tiempo.

Ambos ya de pie, nos dimos uno de esos besos largos y apasionados, notando la respiración de Rachel sobre mi rostro, y el latido de su corazón a escasos centímetros del mío.

- Te quiero, Rachel-le dije-.
- Y yo a ti cariño. Aunque tal vez podríamos pasar el resto del día en otro sitio que no sea el baño de los chicos. Me siento algo incómoda aquí.
- ¿Qué te parece un romántico paseo por Central Park y picnic improvisado?
- El mejor plan del mundo.

No tardó mucho en hacerse de noche, y volvimos a casa para cenar. Mis famosos macarrones me salieron a la perfección, y a todos les encantaron. Jugamos un rato al "Resident Evil:Umbrella Chronicles" en la Wii, donde Rachel demostró, de nuevo, que es la número uno matando zombies y otros bichos mutantes.

En cierto momento dejamos a Alice y a Héctor jugando solos, más que nada para torturarlos un poco.. Rachel y yo nos sentamos en la cama de su cuarto, justo delante del collage recientemente nombrado.

- Con lo que ha pasado esta tarde, Ryan-me dijo Rachel-, me he dado cuenta de algo.
- No te entiendo-le dije-.
- Te infravaloras. Constantemente. Al principio sólo lo sospechaba, pero ahora sé que necesitas subir tu autoestima.
- Yo no me infravaloro, sólo pienso que...
- ¿Que tú eres el que tienes la suerte? No te lo tomes a mal, pero estoy harta de que digas eso. ¿Y qué hay de mí? Quiero decir, mírame: soy cabezota, tengo poca memoria y soy mas despistada que Dori, la pez amiga del padre de Nemo. Ah, y mi resistencia física dadas mis últimas notas de Gimnasia es nula. Yo soy la que tiene suerte de haberte encontrado.
-Ya, bueno... Supongo que tienes razón-dije, convencido-. Pero aún así...

Rachel me dio una palmada en el hombro, al tiempo que exclamó lo siguiente.

- ¡Oye!-me dijo, con tono sarcástico-. Se suponía que tenías que quitarme algún defecto, no confirmarlos todos.

Otro de mis defectos es que me cuesta algo más que a los demás entender el sarcasmo. Cosa que Rachel aprovechó para tomarme el pelo, ya que ella me conocía mejor que nadie. Y no me extraña, pues, que consiguiera engañarme. Pensaba de verdad que se habría enfadado, hasta que vi aquella mirada en sus ojos.

- Ryan Chase. El chico más inteligente, bueno, divertido y terriblemente atractivo sobre la faz de la Tierra, y de cualquier otro lugar en el universo. Dios, pero cómo puedes ser tan mono.

Y se lanzó a besarme, tan de repente que caí hacia atrás sobre su cama, con el tiempo justo para devolverle el beso. Rachel se puso sobre mí. Continuamos besándonos mientras la atraía hacia mí por la cintura. Me sentía tan feliz, y tan enamorado...

- Ryan, ¿sabes dónde está el...?

Nos pilló en plena faena el tío.

- Baño. Aunque visto lo visto, tal vez lo necesitéis más que yo.
- Héctor, ¿es que no sabes llamar?-dije mientras Rachel y yo nos separábamos-.
- No pasa nada, Héctor-dijo Rachel-. De todas formas es tarde y debería irme ya a casa.
- Oh, vamos, chicos. No os lo toméis a mal. Pero os agradecería que os cortarais un poco conmigo aquí, ¿sabéis? Si quisiera ver porno, me habría quedado en España.

Me despedí de Rachel y fui a mi habitación a leer un poco. Y vaya con el Número Nueve, los lóricos se guardaron lo mejor para el final.

Al cabo de un rato me dormí, y me desperté... treinta y seis horas después. Y no estaba en mi habitación, ni en mi ciudad... Ni siquiera en mi país.

- ¿¡¡¿Pero qué narices hago en la CN Tower?!!?

domingo, 13 de mayo de 2012

What a feeling (Flashdance)/¡¡¡50.000!!!


Sé que hace más bien poco de la última celebración en este blog por alcanzar las 200 entradas, pero el hacerlo con 50.000 visitas y los ya 60 seguidores no podía ser menos. Y me he decidido por la canción "What a feeling", perteneciente a la banda sonora de la película "Flashdance". Aunque en el título de la canción tenéis el enlace a un vídeo de la película, el que os dejo aquí es una versión interpretada por el más que frecuente en este blog Glee Club. Concretamente, por dos de sus componentes femeninas, Tina Cohen (Jenna Ushkowitz) y Rachel Berry (Lea Michele), que irán a las Nacionales en Chicago en uno de los próximos (y para gran parte del reparto últimos) episodios de la serie "Glee".



jueves, 10 de mayo de 2012

Poderes (VIII)

- ¿Qué pasa, cariño?-me dijo Rachel, dándome un beso en los labios-. No tienes buena cara, ¿te preocupa algo?

Y allí mismo, con su rostro a sólo unos pocos centímetros del mío, aguardaba mi respuesta. Y yo no podía más que pensar en que Dave había estado a punto de morir por mi culpa. Cuando pasé a verlo a su habitación del hospital, no hizo más que darme las gracias y decir que todo iba bien, y que no me preocupara. Y para colmo, me dio las gracias. ¿Las gracias? ¿Las gracias por qué, por permitir que le atravesaran el pecho con un puñal? ¿Por haberlos puesto a todos en peligro?

Rachel me envolvió ambas manos con las suyas.

- Sabes que puedes contarme cualquier cosa, ¿verdad?-me dijo Rachel-.
- No es nada, Rech, no... No es nada.
- Muy bien, pero si quieres, aunque sólo sea por un momento, ignorar tu antropológica incapacidad de expresar tus sentimientos, avísame.

Siempre tan elocuente.

Ayudamos a entrar las maletas de Alice al apartamento de Rachel. Curiosamente, Héctor se había ausentado diciendo no sé qué de investigar el piso de Lea Michele. Preferí no preguntar.

- Ya estamos-dijo Rachel, que iba la primera, delante de Alice-. Te he preparado una habitación en el que nosotros llamamos "cuarto del ordenador". Probablemente te acuerdes de todo, pero el año pasado hicimos alguna que otra reforma así que podría hacerte un pequeño resumen más tarde.
- Me parece bien-dijo-.

Rachel entró la primera, e invitó a Alice a hacer lo mismo

Me encanta tu casa-dijo-. Es tan acogedora...

Tras una pequeña charla introductoria sobre su vida en los últimos meses, Rachel acompañó a su prima hasta la cocina, donde estaban las mencionadas reformas. Entretanto, aproveché para escabullirme hacia su habitación.

Lo primero que vi nada más entrar fue el collage que le regalé el día en que hicimos un año juntos, con fotos nuestras desde los dos hasta los diecisiete años que por aquel entonces teníamos ambos. Todavía en aquel momento, después de casi año y medio saliendo juntos, no me podía creer que tuviera tanta suerte.

Ya había sido una tremenda suerte haberla conocido, pero aquello... El amor... Esa sensación... Cada vez que la veo, se me acelera el corazón y una sonrisa suya me derrite al instante. Cuando me besa... siento que vuelo. Otra vez.

- ¡Cariño!-me gritó Rachel desde el salón-. Eso que estoy oliendo no serán tus macarrones, ¿verdad? Porque si lo son, nos hemos quedado sin tu "famosa receta".

Y lo hicimos. Tuvimos que pedir pizzas a domicilio.

- Otro día te los hará, Alice. ¡Están buenísimos! En serio, tienes que probarlos.
- Vaya, a este paso no voy a poder ni esperar hasta mañana.
- ¡Ya verás! Se te van a quitar las ganas de volver a un italiano. Es lo más bueno que he...

No me preguntéis cómo, si se supone que mis únicas habilidades eran el vuelo y la regeneración, supe que aquel edificio a  sólo unas manzanas de allí, había empezado a arder de lo lindo.

- Voy a...-dije, nervioso. Nada se me ha dado nunca peor que la improvisación-. A sacar la basura, sí, eso. Voy a sacar la basura.
- Cariño, apenas hay basura, podíamos esperar a mañana. No creo que sea necesario...

Pero yo ya me había ido. No podía esperar a que Rachel terminara la frase. Un edificio de apartamentos, idéntico al nuestro, estaba siendo devorado por las llamas.

Vi montones de camiones de bomberos y ambulancias, y varias personas que estaban siendo atendidas.

Pero aún quedaba alguien dentro.

- ¡Mis niñas!-gritaba un hombre-. ¡Por favor, mis hijas están aún dentro! Tengo que entrar...-decía, sollozando-.
- Lo siento,señor-le cortó uno de los bomberos. Es demasiado peligroso, no puede...

Me acerqué al hombre y lo interrumpí, preguntándole lo único que necesitaba saber.

- ¿En qué piso están sus hijas?
- En el cuarto, puerta A. Por favor, déjenme...

Ni siquiera di tiempo a que ninguno de los bomberos me detuviera.

- ¿Eh, tú! ¿Adónde vas?

Me lancé directo al interior de aquel edificio en llamas, que se vendría abajo de un momento a otro.

Intenté concentrarme para no sentir dolor, pero el fuego me quemaba como hubiera quemado  a cualquier otra persona. Estaba empezando a asfixiarme, y sentía el calor del aire, los pulmones ardiéndome... Me derrumbé, y la vista se me empezó a nublar. Tosía sin parar. Pero entonces imaginé a Rachel en el funeral de su novio, cuyas últimas palabras no habían sido más que una mentira, y todo lo que le había ocultado... Lo que sufriría por mi culpa. Y aquello hizo las veces de resorte.

Y fue entonces cuando la oí.

Una voz de una chica, a sólo unos metros por encima de mí.

Las escaleras estaban en ruinas, así que intenté concentrarme en levantar el vuelo. Cuando lo hice llegué sin problemas hasta el piso en cuestión.

- Cuarto A, cuarto A...-murmuraba, despacio-.

Apenas me quedaban fuerzas, cuando finalmente la encontré.

- Cuarto A-pronuncié una última vez-.

Todo el piso se hallaba, obviamente, envuelto por las llamas.

- ¡¡¡Hola!!!-grité, con todas mis fuerzas-. ¿¡¡Hay alguien aquí?!!
- ¡¡Aquí!!-oí, al cabo de unos instantes-. ¡¡Aquí, en el armario!!

Al quinto armario va la vencida.

Cuando lo hice, me encontré con una chica rubia y de ojos marrones, más o menos de la estatura de Rachel, que sujetaba a un bebé entre sus brazos.

- ¿Estáis bien?-les pregunté-.
- Creo que sí-murmuró-. Pero no sé cómo salir de aquí. No quiero morir...-dijo, sollozando-.

Sólo me hicieron falta unos segundos para llegar a la solución.

- Este edificio se derrumbará en cuestión de segundos, las principales vigas ya han ardido.

Qué queréis que os diga. Leo revistas de arquitectura.

- Está bien, pero al menos llévate a la niña. Es imposible que ambas...
- De eso ni hablar. Los tres saldremos de aquí, y sé cómo hacerlo, pero necesito que confíes en mí y agarres bien a la niña, ¿de acuerdo?
- ¿Cómo...?
- Tú agarra bien a esa niña, y yo me encargo del resto.

Cogí algo de carrerilla, y agarré a aquella chica por la cintura, en dirección a  la ventana más cercana. La atravesamos (bueno, más bien la atravesó mi cráneo), y salimos ilesos del edificio. Y sólo unos instantes antes de que una gigantesca explosión sacudiera el piso en el que estábamos.

Aterrizamos suavemente en una calle paralela. Por suerte, la gente estaba ensimismada con el fuego,a  la otra parte del edificio, y nadie me vio. Exceptuando, claro está...

- ¡¡Oh, dios mío!!-me dijo la chica-. No sé cómo agradecértelo, en serio. Te debo la vida. No sé cómo lo has hecho, pero quiero que sepas que si alguna vez necesitas algo, cualquier cosa... Me llamo Sarah Anderson, yo...

Pero ya me había largado. Justo a tiempo para ver, desde la azotea de un edificio cercano, la enternecedora reunión familiar que estaba a punto de producirse. No pude oírlos, pero los vi abrazándose y felices como nunca había visto a nadie. En el momento en que aquella chica se giró para hablar de mí, yo ya había desaparecido.

En el camino de vuelta, pensé en que si ese incendio se hubiera producido tan sólo unos días antes, aquel padre habría perdido a sus hijas. Sabía que mi responsabilidad era grande, pero sólo entonces me di cuenta de hasta qué punto.

Juré desde que era bien pequeño que no me convertiría en bombero, médico, policía.., trabajos en los que te juegas la vida constantemente. Nunca he sido demasiado valiente, más bien un cobarde sin remedio, pero todo cambió en el momento en que lo entendí. Había salvado dos vidas. Y aquello sólo en los primeros días, y solo. Imaginé cuánto se podría hacer por la gente si pudiera encontrar a más como yo. O convencer a los que ya conocía.

De vuelta en mi apartamento, pensé en la excusa que le plantaría a Rachel, y en cómo le explicaría el olor a quemado y mi ropa chamuscada casi por completo. Tal vez fuera buena idea cambiarse y ducharse antes de verla.


domingo, 6 de mayo de 2012

Owl City: Fireflies

Para este domingo 6 de mayo me he decidido por la canción "Fireflies", de "Owl City". Espero como siempre que os guste, y que tengáis una buena semana.


Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)