martes, 15 de febrero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (VI) : Tercera parte

- Aquí tienes-me dijo Richard, mientras me daba un bocadillo de lomo-.
- Gracias-.

Sin duda no se esperaba que fuera yo quien acabara salvándole la vida, pero la verdad es que no pareció afectarle demasiado. Después de un largo rato de silencio, él habló.

- ¿Sabes? En realidad, mi vida no ha cambiado tanto en estos últimos meses. Quiero decir, hasta que llegaste tú, claro.
- Ya, seguro.
- No, en serio. Mira, Zoey, yo... nací huérfano, y me crié en un internado de mierda.
- Oh, vaya. Menuda suerte.
- Cuando esto empezó, tuve que escapar de allí y refugiarme en el sitio más seguro que pudiera encontrar. Y, aunque te parezca extraño, los primeros días que pasé aquí encerrado casi sentí alivio.
- ¿Qué?¿Por qué?
- Porque pensaba que no tendría que volver a preocuparme por lo que la gente pensara de mí, por lo que dijeran de mí. No sé si lo habrás notado, pero me cuesta algo relacionarme con la gente.
- No te creo. Y si eso es verdad, te aseguro que conmigo no es así. Y con esto quiero decir que no creo que seas tímido, simplemente te cuesta relacionarte con la gente cuando no te das suficiente tiempo para conocerla, o sencillamente no muestras interés alguno en averiguar lo que sienten, lo que piensan...
- O sea, siempre.
- ¡No! Claro que no. Escucha, Richard, ¿por qué...? ¿por qué no me preguntas algo, cualquier cosa? Así te demostrarás a ti mismo de lo que eres capaz.
- Tal vez tengas razón. Y qué tal "¿de dónde vienes?".

Sentí como si me hubieran clavado un puñal en el corazón al recordar la razón por la que había llegado hasta allí. Y Richard pareció notarlo, pues al instante dijo:

- Vaya, lo siento. No... No pretendía...
- No, no importa. Es una muy buena pregunta, es solo que... me ha recordado al pasado.
- Si quieres, podríamos ir a ver algo en la tele, o si estás cansada...
- No, nada de eso. Te lo voy a contar, Richard. Siento que te lo debo.

- Era un 25 de abril de este año. Mi cumpleaños. Por aquel entonces yo vivía con mi familia en un tranquilo pueblo, al oeste de Minnesota. Habia quedado con unas amigas para salir por ahí de fiesta, aunque había prometido a mis padres que estaría de vuelta en casa a las ocho para poder celebrarlo en familia-notaba cómo me costaba hablar,y la garganta se me secaba, cada vez más-. Pero me lo estaba pasando tan bien con mis amigas que el tiempo voló, y cuando me quise dar cuenta ya eran las nueve. Así que volví a casa corriendo. Cuando entré por la puerta, pensaba que estarían a punto de echarme otra de esas pesadas broncas paternas.

Pero no había nadie. O al menos eso pensaba en un principio. Estuve un buen rato llamando. Nadie contestaba, así que me asusté. Pasé al salón para ver si había alguien. Y lo que vi quedó grabado en mi memoria para toda la vida. Estaban muertos. Todos. Y un zombi se estaba comiendo lo que quedaba de mi hermano.En cuanto me vio y se giró, me entró tal ataque de rabia que me lancé contra él, sin pensar. Le di un lamparazo que lo dejó tieso. Y el muy idiota fue a levantarse y apoyó los dedos en el enchufe.

Me senté en el suelo, justo al lado de los cuerpos de mis padres, y mi hermano. No podía creerlo. Contemplé sus rostros, ya sin vida, y rompí a llorar. Me maldije una y otra vez por no haber estado allí. Pero ahora que estaba, era tarde. Ya nada podría salvarlos, y todo por mi culpa.

Cogí la escopeta de papá y les pegué un tiro en la cabeza a cada uno,sin mirar, para asegurarme de que por lo menos no se conviertieran en uno de ellos. Subí a mi cuarto, recogí y me guardé todo lo que pude en el menor tiempo posible. Me cogí algo de comida, bebida y dinero, aunque no pensé que me fuera a servir de mucho. Y me fui. A punto estaba de cerrar la puerta cuando recordé algo.

La fotografía que los cuatro nos hicimos en nuestro viaje a Madrid, en la Puerta del Sol, haría unos dos años, colgada en la pared de la entrada. Me dirigí hacia ella, la observé unos instantes y decidí guardármela también. Volví a abrir la puerta, y eché un último vistazo a lo que antaño fue mi hogar. Cerré la puerta.

Y no miré atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)