domingo, 30 de enero de 2011

El fenómeno del amor. Capítulo V : La gran oferta (3ª Parte)

A la mañana siguiente, Will se despertó sintiéndose el ser humano más feliz sobre la faz de la Tierra. Jamás había imaginado el amor como algo tan maravilloso. Ahora entendía por qué Bradley insistía tanto. No veía la hora de volver a verla. Aunque el hecho de que fuera famosa sin duda complicaría bastante la situación, un sentimiento tan bello como aquel no podía terminar así, sin más. La llamaría. Sí, la llamaría para volver a quedar y luego…

- Ni se te ocurra.

A Will casi le da un infarto.

- ¿Pero es que no sabes llamar o qué?
- No la llames-Bradley parecía bastante serio-.
- Bradley, la quiero, me apetece volver a verla y la voy a llamar, ¿de acuerdo?
- Pero si lo haces demasiado pronto parecerás un desesperado, y luego ella…
- ¿Ella qué?
- ¡Es famosa!
- No, ¿en serio?
- ¡Y ya tiene suficientes desesperados en su vida!-Bradley parecía preocupado de verdad. Will jamás lo había visto así-.
- Oye, Bradley, en serio. Creo que todo iría bastante mejor si me apoyaras con esto. Quisiera saber seguro que cuento contigo.
- Por supuesto, pero…
- Todo irá bien, Bradley, ya verás-dijo mientras sacaba el móvil de su bolsillo. ¿Por qué razón habría de ser diferente?

Sonó de nuevo el timbre en la residencia de los Sutherland. Era Megan.

- Alice, ¿pasa algo? Tenía el móvil desconectado y cuando lo he encendido y he visto tu llamada…
- Me han ofrecido un papel en una película, un gran papel.
- Vaya, pues eso no suena tan mal.
- El problema es que …
- No sabes si aceptar por lo de Will.

Pero mira que la conocía bien. Parecía como si existiera una especie de conexión mental entre ambas amigas, prácticamente se leían el pensamiento.

- ¿Y se lo has dicho ya a Will?
- No, claro que no.
- Pues deberías. Lo mejor para solucionar este tipo de problemas es hablarlos.
- ¿Y qué le digo? Cariño, me voy tres meses de rodaje a las antípodas y no podremos vernos hasta entonces. Ah, y por cierto, puede que incluso me veas en alguna revista o programa besándome con otro tío. ¿Te parece bien?
- Algo exagerado, pero bien resumido.
- Megan, no me ayudas.
- Lo siento Ali, pero como amiga te aconsejo que hables con Will-al ver la expresión en el rostro de su amiga, añadió- Sé que al principio no era una gran fan de tu relación con él, pero lo que hay entre vosotros dos… Ojalá pudiera sentir yo algo así, en serio, aunque sólo fuera por un instante.
- Lo siento, pero sigues sin ayudarme.
- Si lo que creo es cierto, Alice, sea cual sea la decisión vuestra relación se salvará. Así que no te preocupes. Sólo habla con él. Es un consejo de amiga.

A los pocos minutos de irse Megan, el móvil de Alice comenzó a sonar. Era Will. Pulsó el botón verde.

- ¡Vaya, Will! ¿Qué tal?
- Muy bien, ¿y tú?
- Muy bien. Justamente estaba pensando en llamarte y en si podríamos… vernos pronto. Tengo algo que decirte.

“Oh, mierda”pensó Will para sus adentros. Bradley tenía razón. La tuvo desde el principio. Alice lo iba a dejar, y la mayor ilusión de su vida se desvanecería en cuestión de segundos.

- ¿Y dónde…?
- En tu casa a las ocho. Y no te preocupes por mí, iré “de incógnito”.
- De acuerdo. Hasta luego pues.
- Hasta luego.

Un par de horas antes de las ocho, Will pensó que tal vez podría arreglarlo. Tal vez si preparaba la sorpresa más romántica que pudiera conseguir en 120 minutos exactamente, Alice cambiaría de opinión. Aunque vivía a pocos metros de su amigo, Will llamó por teléfono a Bradley. Will sonrió, encantado de que aceptase. Había llegado la hora de pedir consejo al mayor experto en lo que a romanticismo del bueno se refiere. Nadie la había cagado tantas veces como él, lo cual garantizaba que sabía exactamente lo que NO se debía hacer en una cita, y por eliminación lo que sí. Alice era la chica de sus sueños, y no iba a dejar que desapareciese de su vida así como así.

sábado, 29 de enero de 2011

El fenómeno del amor. Capítulo V : La gran oferta (2ª Parte)

Unas horas más tarde, Alice se encontraba desayunando en el salón de su gigantesco hogar cuando un tipo trajeado y con pintas de ser alguien importante cruzó el rellano y su madre gritó su nombre.

- ¡Alice, cariño!
- ¿Sí, mamá?
- Baja a la entrada, el señor Wells está aquí.

El señor Wells era el manager de Alice. Dada su minoría de edad, no solía hablar directamente con Alice. No si no se trataba de algo muy grande.

- Señorita Sutherland, tengo entendido que su último disco ha entrado en la lista de los diez más vendidos de la década. Y su gira recaudó millones de dólares.
- ¿Y a qué se refiere con ello?
- Verá, señorita, he estado hablando con gente, gente importante y le he conseguido un puesto en una de las películas más famosas del momento.
- ¿Qué? Vaya, eso es fantástico, pero, y si yo… Quiero decir, ¿y si yo prefiriera quedarme aquí, en vez de irme? Al fin y al cabo, la decisión es mía, ¿no?
- Obviamente, pero debe saber que en ese caso, señorita Sutherland, perdería una de las mayores oportunidades que se le ha presentado jamás a alguien de su edad.
- Pero…
- El rodaje comienza en dos semanas, señorita. Usted decide. Pero decida pronto.

Tras esta conversación, Alice sintió que debía llamar a su amiga Megan. Necesitaba hablar con ella. Porque, ¿y si lo que le dijo antes del beso era verdad? Quería pensar que podrían hacerlo, que junto a Will y su mejor amiga Megan podría superar cualquier cosa, que las estadísticas se equivocaban en el caso de ellos dos… y que algo tan intenso no podía acabarse, así, sin más. Aquello no iba ser como lo normal. Ellos se encargarían de hacerlo diferente.

Pero entonces recordó todas las veces que la habían reclamado en giras, entrevistas, rodajes y demás historias. Y cuántas veces había tenido que abandonar su casa durante semanas, e incluso durante meses, e incluso fingir que salía con otros chicos del negocio tan sólo para tener contenta a la prensa… Pero seguro que Will lo entendería, entendería que después de todo eso nada habría cambiado entre ellos dos, que lo seguiría queriendo, igual que antes.

Cogió su móvil y abrió la tapa buscando el número de su amiga. Suspiró levemente. ¿A quién se le habría ocurrido hacer del amor algo tan complicado?

jueves, 27 de enero de 2011

El fenómeno del amor. Capítulo V : La gran oferta (1ª Parte)

Al día siguiente, bien entrada la tarde, Bradley se presentó en casa de su amigo, con aire de preocupación:

- ¡Con que estás aquí!
- ¿Qué quieres decir?
- Anoche no contestabas, y estaba preocupado por ti.
- Ah, sí, anoche. Tenía el móvil desconectado. Estaba… ocupado.
- ¿Ocupado? ¿Cómo que ocupado?
- Prométeme que si te lo digo no montarás uno de tus numeritos.
- Está bien, lo prometo.
- Estoy saliendo con Alice Sutherland.
- ¡Qué! ¡¿Cómo que con Alice Sutherland?! ¡¿Fue en aquella fiesta, verdad!?¡Sabía que había algo que no me contabas!¡Y además…!.
- Bradley, cálmate, ¿de acuerdo? Quedé con aquella chica con la que había hablado por teléfono, cuando llegamos al parque nos besamos, y al mostrarme su cara… Era ella.
- Vaya, eso sí que tampoco me lo esperaba.

Will estuvo largo rato hablando con su amigo de la importancia que tenía el no decirle a nadie lo de su relación con Alice. La quería, y sabía que cuanta menos gente lo supiera menos complicada sería la relación. Pero Bradley era su mejor amigo, y no habría podido mentirle.


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- ¡Arriba, dormilona!-dijo Megan, con toda la intención de despertar a su amiga-.
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
- Un pajarito me ha dicho que alguien tuvo su primer beso anoche.
- ¿Qué? Pero, pero, ¿pero cómo lo has sabido? ¿Qué pajarito ha sido ese?
- En realidad, pensé que ya que oficialmente soy tu mejor amiga debía asegurarme de que hacías lo correcto, así que… te seguí.
- ¿Me seguiste?
- No te lo tomes a mal, Ali. No es que no me fie de ti, solo quería asegurarme de que no era otro de esos cerdos que tanto abundan hoy en día.
- ¿Y?
- No lo es.
- ¿Eso significa que cuento con tu apoyo?
- Total y absolutamente. Y además… hasta he hecho planes para vosotros.
- ¿Qué has hecho qué?
- Sí, planes. Planes según los cuales podréis salir por ahí sin que una jauría de paparazis se os eche encima.
- Te quiero, Megan.

Y ambas amigas se abrazaron, felices y riendo.

miércoles, 26 de enero de 2011

Desde el lago (IV)

Así que fue pasando el tiempo. Acabamos la secundaria y empezamos el bachiller. Y, antes de darnos cuenta, estábamos ya en nuestro último año de instituto. Habían pasado unos cinco años y medio desde el día en que Remy me había salvado en el lago, y yo seguía, para mi completa desgracia, tan enamorado de ella como el primer día.

Y eso se convirtió en algo todavía más problemático el día en que Remy me dijo aquello.

- ¿Sabes, Sam? He estado pensando en eso del baile de fin de curso, y tal...
- ¿Sí?
- Y me gustaría pedírselo... a Riley Spencer.
- ¿En serio? Vaya, que bien. Aunque la verdad, no creo que yo vaya a ir.
- ¿Por qué no?
- Porque son las chicas las que se lo piden a los chicos, y mi popularidad entre el género femenino no va muy allá.
- Pues yo no estaría tan segura, de hecho... Creo que le gustas a esa tal Rachel-dijo, sonriendo-.
- Ya, claro.
- ¡No, en serio! He oído por ahí que tal vez vaya a pedírtelo.
- La verdad es que estaría guay, es una chica muy maja. Además, tampoco era plan de volver a ir tu yo juntos, en plan de amigos y eso.

Me pareció que Remy no había ni tan siquiera escuchado esa última frase, pues estaba demasiado absorta viendo como Riley pasaba por nuestro lado.

- Por cierto, Sam-me habló Remy,volviendo a percatarse de mi presencia-. ¿Qué tal si quedamos el viernes, en mi casa? Podríamos ver algún vestido para mí y buscarte algún traje.
- Si te refieres a uno que no me haga quedar como un completo idiota, me apunto.

Remy rió.

Y encima aquello. Ahora tendría que ayudar a mi mejor amiga, de la que llevaba enamorado años sin que hubiese sospechado absolutamente nada, a ligar con otro tío. Que vivan los pagafantas.

martes, 25 de enero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (IV)

Miércoles,27 de julio del año 2011

Hoy ha ocurrido algo increíble. Había salido a hacer la “compra mensual” a un supermercado no lejos de aquí, cuando de repente oí el ruido de una moto.

En una mañana normal, antes de que todo esto pasara, no me habría extrañado nada, pero ahora… “¡Sí! Otro superviviente, como yo”-pensaba-. A no ser, claro, que los zombis hubieran aprendido a montar en moto, cosa que me resultaba bastante difícil imaginar. Dejé mi cesta de la compra, cogí mi pistola y fui a la calle a asomarme.

No lo podía creer. Una chica, morena y con el pelo a la altura de los hombros, vestida con vaqueros y chaqueta de cuero, bajaba de su moto, apoyando el caballete en el asfalto. Yo, mirándola sigilosamente desde detrás de un coche destrozado. Pero el móvil se me cayó al suelo (sí, llevo móvil, ¿vale? Nunca se sabe) y me agaché a recogerlo. Cuando me levanté, ella me estaba apuntando con un pedazo de escopeta.

- ¡Eh!-grité, aún sabiendo que aquello era como una señal de aviso para todos los zombis de la zona-. ¡No dispares! ¡Mira, soy humano, no zombi! ¡No estoy infectado!

Aunque algo acojonado, salí de detrás del coche y tiré la pistola al suelo, como en señal de paz. Por fin, ella habló.

- Está bien, no te dispararé, pero deja de hacer esas muecas tan extrañas, y apártate para que pueda seguir mi camino.
- De acuerdo, pero si quieres te puedo enseñar mi guarida, es un rascacielos, no muy…
- ¿Qué? ¿Qué te hace pensar que confío en ti lo suficiente como para que me enseñes “tu guarida”?
- Pues yo creo que deberías, principalmente por tres razones: los zombis deben estar al caer, está empezando a anochecer y no hay nada más que muertos vivientes en al menos cinco quilómetros a la redonda. Ah, y no te queda gasolina.
- ¿Qué? ¿Pero cómo?
- Escucha: sígueme, tengo comida, electricidad e incluso agua. Además- añadí, algo sarcásticamente -, francamente creo que confiaría más en el tío que ha soltado el arma que en la tía que me está apuntando con una.
- Está bien, iré. Pero que conste que a la mínima sospecha de algo malo me largo.
- No esperaba menos.

Así que nos alejamos corriendo hacia la zona donde vivía. Estaba tan eufórico por haber encontrado a alguien que me olvidé de la cesta de la compra. Bueno, ya volvería otro día .No creo que nadie se la lleve.

El fenómeno del amor. Capítulo IV : La no-cita (2ª Parte)

Despegaron finalmente sus labios, y Alice sonrió. Will, sin ni siquiera pensarlo, dijo como automáticamente:

- Alice, te quiero. Aunque no lo sabía hasta hace unos minutos, pero te quise desde el primer momento en que te vi.
- Te resultará extraño, pero también me ha ocurrido lo mismo.
- ¿De verdad?
- Yo también estoy enamorada de ti, Donovan-dijo Alice, sonriendo-.
- Y… ¿Te apetecería quedarte conmigo a ver cómo anochece?
- Por nada del mundo me lo perdería.

Will había encontrado sin ninguna duda a la mujer de su vida, y Alice estaba segura de que aquel era el chico con el que siempre había soñado. Ambos eran tal para cual. Habían tenido la suerte de conocerse, y luego de enamorarse. Era un sentimiento tan maravilloso… Ojalá no acabara nunca.

Pero Alice empezó a sentirse más insegura a cada momento que pasaba. Era ahora o nunca. Tenía que mostrarle a Donovan su verdadero yo.

- Donovan…Tengo… tengo algo que decirte.
- Y yo a ti, Alyson. Mi verdadero nombre no es Donovan, sino William.
- Mi nombre tampoco es el que tú piensas, ni siquiera yo misma. Me llamo Alice,- dijo Alice, a la vez que se quitaba la máscara y mostraba a William su verdadero rostro- Alice Sutherland.

El escuchar aquel nombre y ver que la chica a la que acababa de besar era en realidad la adolescente más famosa y bella del mundo fue demasiado para Will, que se desmayó sobre el suelo del parque.

Despertó unos minutos después.

- Siento no habértelo dicho antes, Will, pero tenía miedo de que…
- ¿De qué?
- De que no fueras realmente el tío tan majo que conocí en la fiesta.
- Pues ahora sabes que sí lo soy. O al menos eso espero.
- Sí, ahora lo sé.
- ¿Y por qué hoy? Quiero decir, ¿de verdad has sido Alice Sutherland todo este tiempo y nunca me he dado cuenta?
- Sí. Pero quiero que sepas que si te lo he dicho ha sido porque pensaba que era lo mejor, ahora que sé que estoy enamorada de ti. Y, además, creo que ahora que los dos sabemos la verdad podríamos…
- ¿Hacer que nuestra relación funcionara?
- Sólo si tú también estás dispuesto.
- Por supuesto-Alice sonrió como nunca-. Te quiero, Alice. Y aunque no me acabe de acostumbrar a eso de estar saliendo con una famosa, creo que podría funcionar.

Transcurrido unos instantes de silencio, ambos sonrieron y, con un romántico y apasionado beso comenzaron la relación.

Alice y Will se tumbaron boca arriba en la hierba cuando anocheció, observando las estrellas para poder pedir un deseo cuando vieran una estrella fugaz, aunque realmente no había nada que desearán más que estar allí, juntos. Abrazados el uno al otro, se volvieron a besar dulcemente, bajo aquel inmenso manto de estrellas y planetas. Se querían, y la felicidad los inundaba con una poderosa fuerza. Finalmente, ambos se durmieron bajo la protección de la copa de un árbol cercano.

lunes, 24 de enero de 2011

El fenómeno del amor. Capítulo IV : La no-cita (1ª Parte)

Y llegó el viernes. Las seis y cuarto de la tarde, en “Rise of the Sun”. Will estaba un poco nervioso. Pasaban ya quince minutos de la hora a la que Alyson y él habían quedado. ¿Habría pasado algo? ¿Se habría arrepentido Alyson de aquello, o simplemente no querría volver a verlo? Intentó apartar aquellos pensamientos de la cabeza. Al fin y al cabo, si ella no hubiese querido verlo, podría haberlo dicho por teléfono sin más. Y fue entonces cuando apareció.

Llegaba corriendo, y la mascarilla que llevaba en la cara le hizo suponer a Will que aún tenía aquel problema en la piel, lo cual lo inclinó a adquirir una cierta preocupación por ella.

- ¡Vaya, si ya estás aquí! Realmente lo siento Donovan, pero no he podido llegar antes.
- No pasa nada, tranquila. Si acababa de llegar. ¿Qué tal?
- Muy bien.
- ¿Y la máscara?
- Ah, el médico me dijo ayer que bastará con que la lleve unos pocos días más, y luego podré quitármela.
- Qué bien, me… me alegro mucho.
- Y yo.
- Bueno-dijo Will, después de unos interminables segundos de silencio-. ¿Entramos?
- Vale.

Will adquirió cierta confianza en sí mismo al entrar en el lugar. Estaba decorado al estilo irlandés, con cuadros de acantilados, montañas y ríos de la zona colgados en todas las paredes. Era un lugar bastante pequeño, pero muy acogedor, razón por la cual a Will siempre le había encantado aquel sitio (de hecho, había ido allí con sus padres y con Bradley en varias ocasiones).

Una vez dentro, se sentaron cerca de la entrada, al lado de una ventana que dejaba ver la calle y, un poco más abajo, parte de la hermosa bahía de San Francisco.

- Es un lugar precioso-dijo Alice.
- A mí siempre me ha gustado mucho. No sé por qué, pero siempre me he sentido en parte irlandés. De hecho, me encantaría escaparme allí durante algún tiempo.
- No me parece mala idea. Si te esperas unos pocos años, me apunto.
- ¿En serio?
- Claro, ¿por qué no?
- No, si me encantaría. De hecho iría ahora mismo. Y sería genial que fuésemos juntos- Will carraspeó-, ya sabes como amigos y eso.
- Iré contigo, Donovan, pero me temo que no es posible “ahora mismo”.
- Tienes razón. Mejor será esperar un poco.

Estuvieron hablando un buen rato. Era realmente sorprendente. Tanto Will como Alice empezaban a darse cuenta de que tenían prácticamente los mismos gustos, en todo. Cosas como aquellas le hacían pensar a uno en el destino, y en otras cosas similares.

- ¿Sabes, Alice? He pensado que podíamos ir a dar una vuelta. Conozco un parque no muy lejos de aquí, y desde allí se ve perfectamente la puesta de sol.
- Vayamos, pues. Pero tendremos que darnos prisa, porque me parece que está a punto de anochecer.

Pero ambos caminaron y llegaron allí justo a tiempo. Will guió a Alice por un sendero que llevaba a una colina. Cuando acabaron de subirla, Will le tapó los ojos a Alice y ambos se sentaron en un banco, frente a la puesta de sol. Entonces, Will dejó de taparle los ojos, y Alice vio lo que le pareció lo más bello que había visto en toda su vida.

- Es realmente precioso.
- Bueno, ya sé que probablemente habrás visto más de una puesta de sol, pero me pareció que…
- Jamás había visto algo tan bello, Will. En serio, me encanta este sitio. Es tan hermoso…
- No más que tú.

Will se sorprendió con lo que había dicho. ¿Estaba ligando con ella? Tenían muchas cosas en común, era guapa y muy simpática, pero lo extraño es que Will jamás había estado tan seguro de sí mismo. En principio, parecía que Alice iba a decir algo. Pero una sola mirada entre ambos bastó para lo que estaba a punto de suceder.

Will acercó su cara a la de Alice, y ésta la suya a la de Will. En aquel instante, ambos se rozaron los labios para luego empezar a besarse. Tímida y torpemente, aunque con mucho amor, Alice y Will se besaron ante la puesta de sol, sintiendo ambos como si el tiempo se detuviera durante todo el beso, que duró demasiado poco para los dos.

domingo, 23 de enero de 2011

PERCY JACKSON Y LOS DIOSES DEL OLIMPO V : EL ÚLTIMO HÉROE DEL OLIMPO

A partir de hoy he decidido que de vez en cuando pondré un fragmento de libro. En este caso, se trata de una especie de super-spoiler (ya que son de las últimas páginas del libro) de la última entrega de Percy Jackson y los Dioses del Olimpo ("El último héroe del Olimpo"),de Rick Riordan, así que si no has leído el libro no sigas leyendo:

"Poco a poco, la gente se fue retirando del pabellón. Algunos se dirigieron a la hoguera del campamento para cantar a coro; otros se fueron a la cama. Permanecí sentado a la mesa de Poseidón, contemplando cómo rielaba la luna en las aguas de Long Island Sound. Vislumbraba a Grover y Enebro en la playa, tomados de la mano y charlando. Reinaba la tranquilidad.

- Eh, Percy.-Annabeth se deslizó a mi lado en el banco-. Feliz cumpleaños.

Sostenía un trozo de tarta grandioso y algo magullado, cubierto de azúcar glasé azul.
Me quedé mirándola.
-¿Qué?
- Hoy es dieciocho de agosto-dijo-. Tu cumpleaños, ¿no?

Estaba perplejo.Ni siquiera me había acordado, pero tenía razón. Había cumplido dieciséis años aquella mañana: justamente la mañana en que había decidido darle el cuchillo a Luke. La profecía se había cumplido con toda exactitud, como estaba previsto, y yo no había caído en que era mi cumpleaños.

- Pide un deseo-agregó con una sonrisa-.
- ¿La has preparado tú?
- Tyson me ha ayudado.
- Ya entiendo por qué parece un ladrillo de chocolate-dije-. Con ración extra de cemento azul.

Annabeth se echó a reír.
Pensé un segundo y luego soplé la vela.

Cortamos la tarta por la mitad y la compartimos, comiendo con los dedos. Sentados uno junto al otro, contemplamos el océano. Nos llegaba el canto de los grillos y algún rugido de los monstruos del bosque , pero por lo demás había silencio.

- Has salvado el mundo-murmuró-.
- Hemos salvado el mundo.
- Y Rachel es la nueva Oráculo, lo cual significa que no podrá salir con nadie.
- No pareces muy apenada.

Annabeth se encogió de hombros.

- Bah, me da igual.
- Oh-oh.

Ella arqueó una ceja.

-¿Tienes algo que decirme, sesos de alga?-preguntó-.
- Seguramente me darías una patada en el trasero.
- Tenlo por seguro.

Me sacudí las migas de las manos.

- Cuando estaba en el río Estigio, volviéndome invulnerable... Nico me dijo que debía concentrarme en algo queme mantuviera anclado al mundo, algo que me diera ganas de seguir siendo mortal.

Annabeth mantuvo la vista fija en el horizonte.

- ¿Sí?
- Luego,en el Olimpo-proseguí-, cuando quisieron convertirme en un dios y tal, yo no paraba de pensar...
- Ah, pero tú lo deseabas...
- Bueno, quizá un poco. Pero no, porque pensaba... que no quería que las cosas siguieran igual para toda la eternidad, porque las cosas siempre podrían mejorar. Y pensaba...

Me notaba la garganta reseca.

- ¿En alguien en especial?-preguntó Annabeth suavemente-.

La miré y vi que reprimía una sonrisa.

- ¿Te estás riendo de mí?-protesté-.
- ¡Qué va!
- No me lo estás poniendo nada fácil.

Entonces se echó a reír de verdad y me rodeó el cuello con los brazos.

- Yo nunca, lo que se dice nunca, voy a ponértelo fácil, seos de alga. Vete acostumbrando.

Cuando me besó, tuve la sensación de que se me derretía el cerebro por dentro.

Podría haberme quedado así toda la vida, pero inesperadamente una voz gruñó a nuestra espalda:

- ¡Bueno, ya era hora!

Y de pronto, el pabellón se llenó de campistas con antorchas. Clarisse dirigió la operación mientras todos se echaban sobre nosotros y nos subían en hombros.

- Pero bueno-protesté-. ¿Es que no hay un poco de intimidad?
- ¡Los tortolitos necesitan agua fría!-dijo Clarisse con pitorreo-.
- ¡Al lago de las canoas!-gritó Connor Stoll-.

Entre vítores y aplausos nos llevaron cuesta abajo, aunque siempre lo bastante cerca para que siguiéramos tomados de la mano. Annabeth se reía a carcajadas y yo no podía dejar de reírme tampoco, aunque tenía la cara completamente roja.

No nos soltamos las manos hasta que nos arrojaron al agua.

Pero el último en reírse fui yo. Formé una gran burbuja de aire en el fondo del lago y nuestros amigos se quedaron plantados en la orilla esperando a que saliéramos... Ah,cuando eres el hijo de Poseidón, no tienes que darte tanta prisa.

Fue sin duda el mejor beso submarino de todos los tiempos."

¡Viva Percabeth!

El fenómeno del amor. Capítulo III : Tal y como lo había imaginado (2ª Parte)

- Era Donovan.
- ¿Quién?
- Aquel chico del que te hablé. Me salvó de que aquel cerdo de la fiesta de tu primo. Estuve hablando con él durante prácticamente toda la noche, y me lo pasé muy bien. Era un chico muy agradable y divertido.
- Oye, primero, yo no había visto en mi vida a aquel tipo, y ya me he disculpado mil veces por lo que te hizo pasar. Y segundo… ¿de qué chico hablas?
- ¿No lo recuerdas, Megan? Aquel chico del Instituto San Francisco Oeste.
- Espera, entonces… ¿no es famoso?
- Pues supongo que lo será en su calle, pero…
- Sabes a qué me refiero, Alice.
- No, no lo es.
- ¿Y cómo consiguió colarse en la fiesta?
- Tenía un pase especial, supongo, de esos que sortean a diario. Pero la cuestión no es esa, Megan. La cuestión es… que he vuelto a quedar con él.
- ¡¿Qué has quedado?! ¿Acaso te has vuelto loca? ¿Tienes idea de lo desgraciadas que podrían llegar a ser vuestras dos vidas si los medios de comunicación se enteraran?
- Tranquilízate, Megan. Pasé un muy buen rato con él y me apetece mucho volver a verlo. Nada más. No es que me haya enamorado, ni nada de eso. Además- dijo Alice, cambiando a un tono de voz algo más triste y de arrepentimiento- le mentí. Le dije que me llamaba Alyson, no le di mi verdadero nombre.
- Pero sí tu número.
- Oye, Megan, ya está bien. Que tengo dieciséis años, y sé arreglármelas solita.
- Bueno, como quieras, Ali, pero si de verdad te importa ese chico yo de ti iría pensando en abandonar la mentira, decirle la verdad y llegar a un acuerdo con él, dándole alguna salida a esta situación lo menos dolorosa posible para ambos.
- ¡Megan, cariño!- se trataba de la madre de Megan, la cual empezó a llamarla con una nerviosa insistencia-.
- Lo dicho, Ali- dijo Megan, tras lo cual se levantó y, tras haber dado algunos pasos hacia delante, se giró- la mascarilla no podrá durar siempre.

¿Cómo podía Megan saber lo de la mascarilla? Aunque, en cualquier tenía razón. En el fondo, siempre la tenía. Prolongar aquella mentira no serviría de nada, y a la larga todo se acabaría descubriendo, de una forma u otra, y ambos saldrían perjudicados. Y todo por su culpa. Estaba decidido, el viernes por la noche, en su quedada (que no cita) con Donovan le contaría todo, y seguro que, fuera como fuese, podrían seguir siendo amigos. Seguro que podrían conseguirlo.

lunes, 17 de enero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (III)

Domingo, 24 de julio del año 2011

Hoy he tenido un sueño. Hacía meses que no los tenía, desde antes de la infección. En él aparecía una chica, de pelo castaño, largo y ondulado. Y pedía a gritos mi ayuda, pero por más que lo intentaba no podía salvarla, y los zombis se acercaban. Ella estaba atrapada y yo no podía hacer nada, más que esperar a que los zombis llegaran a devorarla, delante de mis propias narices.

Desperté sobresaltado, sudando. Y cansado. Si ya me costaba dormir de normal, ahora ni os cuento. Y para colmo, pesadillas. Como si lo que hay ahí fuera no fuese suficiente. Dios… si al menos supiese que hay alguien más …

La verdad es que siempre me ha gustado estar sólo. Pero después de más de tres meses sin ver a nadie… empiezo a echar de menos a la gente.

domingo, 16 de enero de 2011

Desde el lago (III)

Pero resultó que Remy me veía única y exclusivamente como su mejor amigo. No es que estuviera mal para los primeros días (por algo se empieza, ¿no?). Pero con el paso del tiempo me fui dando cuenta de que ella jamás querría pasar de ahí. Y durante cinco años, nada más y nada menos, estuve enamorado de ella. Y encima oyéndole decir lo mono que era nosequién...

Pero no quería estropear aquella amistad. Prefería tenerla como amiga, mientras ella estuviese a mi lado. No me arriesgaría a perderla por algo con lo que ni siquiera tenía ni una oportunidad.

lunes, 10 de enero de 2011

Desde el lago (II)

Lo siguiente que recuerdo es estar tumbado en el suelo, a un par de metros del lago, congelándome y tosiendo agua sin parar. Ah, sí. Y Remy estaba allí.

- Vaya, Remy, no...-todavía me costaba respirar, y no digamos hablar-. No sabes cuánto te lo agradezco. Si no llegas a aparecer, yo...
- No te preocupes,seguro que tú habrías hecho lo mismo. Aunque he de reconocer que ha faltado poco, unos minutos más y no habría podido sacarte.
- Bueno, siempre podría haber vuelto como fantasma y vengarme de ellos.

Remy rió. A pesar de haber estado al borde la muerte,la verdad es que no habría cambiado aquel momento por nada.

- Has sido muy valiente, lo que has hecho hoy... es mucho más de lo que cualquier otro se habría atrevido a hacer.
- Bueno, yo...
- Creo que será mejor que nos vayamos a un lugar cubierto, y te cambies pronto de ropa.
- Ehm... Sí, claro. No podría estar más de acuerdo. Ah, por cierto, Remy, ¿te gustaría... que quedásemos algún día de estos? Ya sabes, para ir al cine o algo de eso.
- Claro.

Desde luego, hay que ver lo que tiene que pasar un chico como yo para que se fije en él una chica. Si hasta juraría que llegué a ver la luz esa...

miércoles, 5 de enero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (II)

Viernes, 22 de julio del año 2011

Querido no-diario,

Dudo que pueda escribir todos los días, pues la verdad es que últimamente no estoy demasiado inspirado. Además, me he viciado a House (¡todavía no puedo creer que Foreman le haya robado el trabajo a Cameron! Será cabrón…). Y a vuestra próxima pregunta contestaré: sí, tengo electricidad. Es una de las ventajas de vivir en un rascacielos. Tienen tal cantidad de energía almacenada que, incluso cuando el suministro de energía por parte de la central de la ciudad terminara, aún podrían quedarme días, o incluso semanas, para agotarlo todo. Así que de vez en cuando, durante la compra mensual, me paso por la sección de cine y series y me cojo algo. El entretenimiento es imprescindible para afrontar situaciones como estas.

Además, hay algo que todavía no os he dicho. Soy algo superdotado. Sí, en serio. Y es por eso que pude desviar toda esa cantidad de energía hacia mi “habitación”, en la planta 19. Aún queda mucho para que se agote, pero aún así en estas circunstancias, en las que cada día podría ser el último, lo mejor es disfrutar cuanto se pueda. Ya me preocuparé de los problemas en otro momento.

sábado, 1 de enero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (I)

Martes, 19 de julio del año 2011

Querido diario,

Todo igual de monótono que siempre. Ayer fui a dar un paseo por los pisos inferiores y descubrí un pasadizo que probablemente sea de esos construidos en los años 20 y 30 del pasado siglo. Un día de estos iré a investigar (es que ayer me daba mucha pereza).

Me pregunto cuántos supervivientes habrá por ahí como yo. En realidad, no tengo ni idea de hasta donde llegó todo esto, pues las noticias dejaron de llegar a la zona cero poco después del estallido de la infección. Ah, sí. Se me olvidaba. Estoy en la zona cero: Los Ángeles.

Aunque para mí en realidad las cosas hayan cambiado más bien poco (salgo por ahí y me relaciono con la gente más o menos con la misma frecuencia que antes), me gustaría descubrir a alguien más ahí fuera, alguien con quien poder hablar o al menos con el que poder estar sin que te mire como a una big mac con bacon y salsa barbacoa después de una semana sin comer. Por eso me paso horas mirando a través de un telescopio en la planta 19 (donde paso la mayor parte del tiempo), por la ventana, esperando ver a alguien. Alguien vivo.

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)