martes, 14 de diciembre de 2010

GUILFORD (II)

Alan abrazó a su madre. Y ella a él. Sabía que las cosas habían sido difíciles para ella desde que su padre los abandonó. Eso, añadiendo la cantidad de veces que había tenido que cambiarse de instituto…

Cogió su mochila y salió del coche. Avanzó sólo unos pasos y luego volvió a girarse, para despedirse de su madre por vigésima vez, con un movimiento de mano. Ella lo hizo también y después se marchó.

Alan miró a su alrededor, nervioso. Había mucha gente. Y eso que el pueblo no tendría más de tres mil o cuatro mil habitantes. Y fue entonces cuando lo vio. Había un hombre, vestido de negro y con traje de chaqueta, al otro lado de la calle y Alan juraría que lo estaba mirando. Pero un autobús escolar pasó por delante, y al terminar de pasar, el hombre ya no estaba. Alan supuso que había sido producto de su imaginación, pues últimamente había estado bastante paranoico.

Así que siguió avanzando entre la gente, hacia la entrada del instituto. Atravesó grupos de deportistas, animadoras y demás para acabar subiendo unos pocos escalones, por los que se accedía al edificio.

“GUILFORD HIGH SCHOOL, IMPARTIENDO CONOCIMIENTOS DESDE 1906”

En primer lugar Alan fue a la secretaría, donde pidió el horario de clases, la primera de las cuales empezaba a las nueve, por ser el primer mes. El edificio tenía tres plantas, pero por suerte aquel primer día no tendría que preocuparse más que por la primera.

Pero entonces recordó que primero debía encontrar una taquilla. La encontró en poco tiempo, pues no quería llegar tarde a clase. Una vez escogida, intentó abrirla, pero por más que lo intentó no pudo.

- Tú debes de ser el nuevo, ¿verdad?
- Ehm…-dijo Alan, sorprendido, pues pensaba que ya no había nadie en el pasillo- sí. ¿Por?
- Porque no conoces el secreto para abrir la taquilla.
- ¿Secreto? ¿Qué secreto?
- Todas las taquillas de aquí tienen un defecto de fabricación. El mismo defecto. Basta con que presiones hacia dentro y luego tires hacia afuera suavemente un par de veces para abrirla.

Alan lo hizo.

- Vaya, gracias.
- No hay de qué. Por cierto, me llamo Ryan. Y tú eres…
- Alan, Alan Harris.
- Imagino que tendrás un mapa, Alan Harris, aunque tal vez te sea más fácil si te indico el camino. Es un edificio bastante grande.
- ¿Sabes dónde está?
- Claro, llevo un par de años viniendo aquí. Además, es la misma clase a la que voy yo.

Ryan era alto y moreno. Alan se sorprendió francamente de que aquel chico supiera más de él que él mismo. Según le explicó Ryan en el camino hacia la clase, era el primer alumno nuevo en diez años.

Al llegar a la clase, Ryan invitó a Alan a sentarse entre él y una chica. Ella era también morena, aunque de piel más blanca que la de Ryan.

- Hola, Gab. Te presento al nuevo, Alan. Alan, Esta es Gabriella, mi mejor amiga.
- Hola, Alan, encantada de conocerte-dijo mientras se levantaba y lo saludaba-.
- Vaya-dijo Alan-. Tengo que decir que me preocupaba mucho cómo iba a abrir mi taquilla, dónde estaría mi clase, dónde me sentaría… Pero me lo habéis solucionado todo en cuestión de minutos.
- Si quieres-intervino Gabriella- Ryan y yo podríamos hacerte una visita guiada por el instituto, aunque sea en un ratito en la hora del patio-.
- Entonces-Alan se aseguró-. Entonces, eso quiere decir que después de la clase, ¿podría seguir… yendo con vosotros?
- Pues claro que sí, idiota-dijo Ryan, mirándolo con una extraña expresión. Lo mismo hizo Gabriella.

Aunque para ellos pareciera obvio, a Alan lo habían utilizado muchas veces en su más que accidentada vida estudiantil, y no tenía demasiadas ganas de volver a vivir ciertas experiencias del pasado.

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Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)