viernes, 17 de diciembre de 2010

El fenómeno del amor. Capítulo III : Tal y como lo había imaginado (1ª Parte)

- ¡Uau, chaval! Lo de anoche fue increíble.
- ¿Sabes, Bradley? Las primeras dos o tres veces sí que lo era, pero cuando alguien cuenta algo tantas veces como lo haces tú, a partir de la vigésima empiezas a cansarte.
- Si tú lo hubieras visto, sabrías de lo que hablo. Oye, por cierto, ¿dónde estuviste ehm…, digamos… toda la noche?
- Estuve hablando con una chica.
- ¿En serio, durante toda la noche? Vamos, Will, soy mayorcito y ya puedes contarme esas cosas.
- Tú y tu exceso de testosterona, Bradley. No ocurrió nada. Nada. Tan sólo la salvé de un violador y estuve hablando con ella un buen rato.
- Vaya, qué experiencia. ¿Y quién era esa chica?
- No tengo ni la más remota idea, salvo que se llama Alyson y llevaba la cara tapada.
- Lo más normal del mundo. ¿Y por qué exactamente?
- Un problema de piel, según me dijo ella.
- Ya, y los elefantes vuelan y la madre de Bambi resucita.
- Creo que me he perdido.
- Está más que claro, Will, escucha-dijo Bradley, esta vez acercando su cara a la de Will y disminuyendo el tono de voz hasta apenas un susurro, como si no quisiera que nadie más escuchara aquello, lo cual era bastante absurdo teniendo en cuenta que no había nadie más en su casa-: el código que utilizan las chicas con los chicos a la hora de ligar, o de simplemente hablar, es muy sencillo: si no quiere enseñarte la cara, es que probablemente le habrás parecido demasiado aburrido o desesperado, pero simpatiquillo al mismo tiempo, razón por la cual no te ha despachado hasta que ha acabado la fiesta.
- ¿Conclusión?
- Muy fácil: su nombre es falso.
- Todo eso estaría muy bien, si no me hubiera dado su número.
- Vaya, eso sí que no me lo esperaba. Pero tiene fácil respuesta: su número también es falso.

Pero no lo era. Al día siguiente de la fiesta, por la tarde, Will consiguió envalentonarse lo suficiente como para llamar a Alyson. No sabía si su nombre era realmente Alyson, pero su número sí que era aquel, porque a los pocos segundos de llamar sonó su dulce voz.

- ¿Diga?
- Ehm,yo…-Will no podía creerlo. Había ensayado esa conversación cientos de veces durante todo el día, con su madre, con su padre y hasta con el perro. Pero se había quedado completamente en blanco-.
- ¿Quién eres? Me suena tu voz.
- Te… te conocí, quiero decir, nos conocimos… anoche, en la fiesta. Te libré de un violador obsesivo.
- ¿Donovan?-Will no recordaba que al decirle su nombre a Alyson le había mentido, mal comienzo para una relación, aunque fuera de amistad-. ¡Vaya, es genial! Siento no haber podido llamarte, pero he estado muy ocupada durante todo el día.
- No te preocupes, lo entiendo.
- ¿Sabes? Me ha alegrado mucho tu llamada.
- Y a mí llamarte. Por cierto, ¿qué tal tu problema de piel?
- ¿Mi proble…? ¡Ah, sí! Mi problema de piel. Esto… pues me temo que tendré que seguir llevando la mascarilla que viste durante algún tiempo más. Nada grave, pero mi médico me ha dicho que se curará antes si me la pongo algo más.
- Ah, me alegro mucho. No de tu problema, claro, sino de que te vayas a recuperar del todo dentro de poco.
- Tranquilo, te he entendido.
- Bueno, esto… quería comentarte algo más, Alyson. Ehm…
- ¿Sí?
- ¿Te apetecería venirte conmigo a dar una vuelta por la ciudad… un día de estos? Sólo si tú quieres, claro, y sólo como amigos, nada… nada más. Si te apetece podríamos ir a tomar algo o a comer de picnic, o…
- Acepto.
- ¿En serio?
- Claro, por qué no. Suena bien, dar una vuelta, tomar algo ya sea de bar o de picnic. Me parece un buen plan.
- Entonces, te parecería bien… ¿el viernes a las seis de la tarde, en Rise of the sun? Es un buen sitio para quedar. No va mucha gente, hay bastante tranquilidad, e incluso si quieres podríamos…
- Relájate, Donovan, y hazme el favor de no preocuparte por nada. Seguro que el tuyo será muy buen plan. ¿A las seis, entonces?
- A las seis, en Rise of the sun.
- Allí estaré. Hasta entonces.
- Adiós.


Era increíble, lo había conseguido. Había conseguido quedar con Alyson. Tenía tantas ganas de volver a verla… Y a penas habían pasado unas horas desde la última vez. ¿Sentiría ella lo mismo (es decir, ganas de volver a verlo, no amor ni nada de eso, porque eso no era lo que él buscaba… o al menos, que él supiera) o, por el contrario sería tan solo un acto de una chica deseosa de librarse de él, aunque sin suficientes agallas para hacerlo, como Bradley había dicho? William quiso inclinarse por la primera opción, lo cual lo dejó mucho más optimista y feliz a la espera de que llegara el viernes por la noche. Todo lo que tenía que hacer era ser él mismo, y todo iría bien. Al fin y al cabo, Disney no podía equivocarse tanto.

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Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)