martes, 25 de enero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (IV)

Miércoles,27 de julio del año 2011

Hoy ha ocurrido algo increíble. Había salido a hacer la “compra mensual” a un supermercado no lejos de aquí, cuando de repente oí el ruido de una moto.

En una mañana normal, antes de que todo esto pasara, no me habría extrañado nada, pero ahora… “¡Sí! Otro superviviente, como yo”-pensaba-. A no ser, claro, que los zombis hubieran aprendido a montar en moto, cosa que me resultaba bastante difícil imaginar. Dejé mi cesta de la compra, cogí mi pistola y fui a la calle a asomarme.

No lo podía creer. Una chica, morena y con el pelo a la altura de los hombros, vestida con vaqueros y chaqueta de cuero, bajaba de su moto, apoyando el caballete en el asfalto. Yo, mirándola sigilosamente desde detrás de un coche destrozado. Pero el móvil se me cayó al suelo (sí, llevo móvil, ¿vale? Nunca se sabe) y me agaché a recogerlo. Cuando me levanté, ella me estaba apuntando con un pedazo de escopeta.

- ¡Eh!-grité, aún sabiendo que aquello era como una señal de aviso para todos los zombis de la zona-. ¡No dispares! ¡Mira, soy humano, no zombi! ¡No estoy infectado!

Aunque algo acojonado, salí de detrás del coche y tiré la pistola al suelo, como en señal de paz. Por fin, ella habló.

- Está bien, no te dispararé, pero deja de hacer esas muecas tan extrañas, y apártate para que pueda seguir mi camino.
- De acuerdo, pero si quieres te puedo enseñar mi guarida, es un rascacielos, no muy…
- ¿Qué? ¿Qué te hace pensar que confío en ti lo suficiente como para que me enseñes “tu guarida”?
- Pues yo creo que deberías, principalmente por tres razones: los zombis deben estar al caer, está empezando a anochecer y no hay nada más que muertos vivientes en al menos cinco quilómetros a la redonda. Ah, y no te queda gasolina.
- ¿Qué? ¿Pero cómo?
- Escucha: sígueme, tengo comida, electricidad e incluso agua. Además- añadí, algo sarcásticamente -, francamente creo que confiaría más en el tío que ha soltado el arma que en la tía que me está apuntando con una.
- Está bien, iré. Pero que conste que a la mínima sospecha de algo malo me largo.
- No esperaba menos.

Así que nos alejamos corriendo hacia la zona donde vivía. Estaba tan eufórico por haber encontrado a alguien que me olvidé de la cesta de la compra. Bueno, ya volvería otro día .No creo que nadie se la lleve.

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Soy el número cuatro

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Me encanta esta peli :)