domingo, 23 de enero de 2011

PERCY JACKSON Y LOS DIOSES DEL OLIMPO V : EL ÚLTIMO HÉROE DEL OLIMPO

A partir de hoy he decidido que de vez en cuando pondré un fragmento de libro. En este caso, se trata de una especie de super-spoiler (ya que son de las últimas páginas del libro) de la última entrega de Percy Jackson y los Dioses del Olimpo ("El último héroe del Olimpo"),de Rick Riordan, así que si no has leído el libro no sigas leyendo:

"Poco a poco, la gente se fue retirando del pabellón. Algunos se dirigieron a la hoguera del campamento para cantar a coro; otros se fueron a la cama. Permanecí sentado a la mesa de Poseidón, contemplando cómo rielaba la luna en las aguas de Long Island Sound. Vislumbraba a Grover y Enebro en la playa, tomados de la mano y charlando. Reinaba la tranquilidad.

- Eh, Percy.-Annabeth se deslizó a mi lado en el banco-. Feliz cumpleaños.

Sostenía un trozo de tarta grandioso y algo magullado, cubierto de azúcar glasé azul.
Me quedé mirándola.
-¿Qué?
- Hoy es dieciocho de agosto-dijo-. Tu cumpleaños, ¿no?

Estaba perplejo.Ni siquiera me había acordado, pero tenía razón. Había cumplido dieciséis años aquella mañana: justamente la mañana en que había decidido darle el cuchillo a Luke. La profecía se había cumplido con toda exactitud, como estaba previsto, y yo no había caído en que era mi cumpleaños.

- Pide un deseo-agregó con una sonrisa-.
- ¿La has preparado tú?
- Tyson me ha ayudado.
- Ya entiendo por qué parece un ladrillo de chocolate-dije-. Con ración extra de cemento azul.

Annabeth se echó a reír.
Pensé un segundo y luego soplé la vela.

Cortamos la tarta por la mitad y la compartimos, comiendo con los dedos. Sentados uno junto al otro, contemplamos el océano. Nos llegaba el canto de los grillos y algún rugido de los monstruos del bosque , pero por lo demás había silencio.

- Has salvado el mundo-murmuró-.
- Hemos salvado el mundo.
- Y Rachel es la nueva Oráculo, lo cual significa que no podrá salir con nadie.
- No pareces muy apenada.

Annabeth se encogió de hombros.

- Bah, me da igual.
- Oh-oh.

Ella arqueó una ceja.

-¿Tienes algo que decirme, sesos de alga?-preguntó-.
- Seguramente me darías una patada en el trasero.
- Tenlo por seguro.

Me sacudí las migas de las manos.

- Cuando estaba en el río Estigio, volviéndome invulnerable... Nico me dijo que debía concentrarme en algo queme mantuviera anclado al mundo, algo que me diera ganas de seguir siendo mortal.

Annabeth mantuvo la vista fija en el horizonte.

- ¿Sí?
- Luego,en el Olimpo-proseguí-, cuando quisieron convertirme en un dios y tal, yo no paraba de pensar...
- Ah, pero tú lo deseabas...
- Bueno, quizá un poco. Pero no, porque pensaba... que no quería que las cosas siguieran igual para toda la eternidad, porque las cosas siempre podrían mejorar. Y pensaba...

Me notaba la garganta reseca.

- ¿En alguien en especial?-preguntó Annabeth suavemente-.

La miré y vi que reprimía una sonrisa.

- ¿Te estás riendo de mí?-protesté-.
- ¡Qué va!
- No me lo estás poniendo nada fácil.

Entonces se echó a reír de verdad y me rodeó el cuello con los brazos.

- Yo nunca, lo que se dice nunca, voy a ponértelo fácil, seos de alga. Vete acostumbrando.

Cuando me besó, tuve la sensación de que se me derretía el cerebro por dentro.

Podría haberme quedado así toda la vida, pero inesperadamente una voz gruñó a nuestra espalda:

- ¡Bueno, ya era hora!

Y de pronto, el pabellón se llenó de campistas con antorchas. Clarisse dirigió la operación mientras todos se echaban sobre nosotros y nos subían en hombros.

- Pero bueno-protesté-. ¿Es que no hay un poco de intimidad?
- ¡Los tortolitos necesitan agua fría!-dijo Clarisse con pitorreo-.
- ¡Al lago de las canoas!-gritó Connor Stoll-.

Entre vítores y aplausos nos llevaron cuesta abajo, aunque siempre lo bastante cerca para que siguiéramos tomados de la mano. Annabeth se reía a carcajadas y yo no podía dejar de reírme tampoco, aunque tenía la cara completamente roja.

No nos soltamos las manos hasta que nos arrojaron al agua.

Pero el último en reírse fui yo. Formé una gran burbuja de aire en el fondo del lago y nuestros amigos se quedaron plantados en la orilla esperando a que saliéramos... Ah,cuando eres el hijo de Poseidón, no tienes que darte tanta prisa.

Fue sin duda el mejor beso submarino de todos los tiempos."

¡Viva Percabeth!

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Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)