lunes, 4 de abril de 2011

GUILFORD (X)

- Eres el elegido.
- ¿Qué?-preguntó Alan, atónito.
- Bueno, en realidad, uno de los elegidos. Hay muchos con poderes, pero muy pocos como tú. A decir verdad,seis: uno por continente.
- Espera un momento, no lo entiendo, ¿estás diciéndome que tengo... poderes, o algo así?
- Eso es. Puede que aún no los hayas desarrollado del todo, pero créeme, pronto lo harás.
- ¿Y por qué debería creerte? Quiero decir, acabo de conocerte y me estás diciendo cosas sin sentido. ¿Cómo voy a tener poderes? Eso es imposible.
- Ya, bueno. Es cierto que la gente normal tiene visiones en vez de sueños de vez en cuando.

Tampoco es que fuera escéptico del todo, así que Alan consideró como bueno aquel argumento y le preguntó más a aquel hombre sobre aquellos extraños poderes.

- Tan sólo hay unos pocos con poderes como los tuyos en el mundo, pero hay mucha gente con poderes menos destacados.
- ¿Y cómo es eso posible? Digo yo que alguien debería de haberse dado cuenta si alguien se hace invisible, lanza fuego o trepa el Empire State a lo Spiderman, ¿no?
- La gente con poderes suele preferir el anonimato, Alan. No le gusta el público. Prefieren ocultarse u ocultar sus poderes al menos, pero pocos lo aceptan como algo bueno.
- Ah, vale-dijo Alan. En un arranque de curiosidad, preguntó:-¿y cuáles son, o serán mis poderes?
- No tengo ni la más remota idea, Alan. Cada caso es único. Pero lo sabremos pronto, en cuanto llevemos un tiempo con las sesiones de entrenamiento.
- ¿Qué? Espere, yo...
- Hoy ya has sufrido bastante, Alan. Pero mañana mismo comenzamos. Te espero a las cinco en la puerta de atrás del instituto. No te retrases.
- Espere, pero yo no he dicho que vaya a ir a ningún sitio con usted-Alan acababa de conocer a ese tío, y todavía no se fiaba del todo de él, a pesar de que lo hubiera librado del policía-.
- Lo he dado por hecho-dijo, mientras se levantaba y se iba-.

Alan se quedó sentado en el banco. A los pocos pasos, aquel hombre se giró y dijo, por fin, su nombre.

- Por cierto, me llamo Chris.Chris Berry.

Y se alejó andando. La verdad es que a Alan aquella conversación lo había dejado bastante pensativo, aunque le preocupaba bastante más el hecho de cómo volver a casa y, sobre todo, cómo explicarle a su madre lo sucedido.

Pero resultó que un coche patrulla se ofreció para llevarlo a casa. Le pidió al polícia que lo conducía que lo dejara al final de la calle, para que su madre no viera el coche y se preocupara.

Podría inventarse cualquier historia sobre el instituto, pero lo que más esperó es que nadie conocido lo hubiera visto cuando la explosión. Y, afortunadamente, así fue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)