viernes, 1 de abril de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XIII)

Zoey y Richard fueron hacia el coche. Ella iba a meterse en el asiento del conductor, aunque Richard no lo veía tan claro.

- Un momento, ¿por qué tú?

Zoey lo miró, extrañada.

- ¿Qué?-repitió, sin entender lo que Richard había dicho-.
- Digo que por qué no puedo conducir yo. Tú has hecho todo lo que mola: disparos, explosiones, cubrirme... Además, me saqué el carnet el invierno pasado.
- Hacemos una cosa: ¿qué te parece esto? Yo conduzco el coche, le doy a aquel interruptor para que se abra la puerta del aparcamiento y salimos a toda velocidad de aquí.
- ¿Y qué hago yo?
- Ten. Coge mi escopeta. Cuesta más utilizarla, pero lo tiros suelen ser más certeros.
- ¿Suelen?
- ¿No querías hacer algo que molara? Pues ahí lo tienes. Encárgate de disparar a todo aquel que se acerque, o mejor dicho que apunte, a nuestro coche. ¿Entendido?
- Del todo.
- A por ellos, pues.Y quién sabe, puede que incluso hasta tengas un par de helicópteros de los buenos para ti solito-decía, mientras salía por la rampa del aparcamiento a las desiertas aunque ya no tan oscuras calles (pues estaba amaneciendo) de la ciudad de Los Ángeles-.

Y, en cuanto giraron, allí estaban. Dos gigantescos helicópteros apuntándolos con unas metralletas no menos grandes.

- Esto me pasa por hablar-dijo Zoey, mientras apretaba el acelerador y pegaba un volantazo al mismo tiempo, derrapando y evitando un nuevo ejército de balas, cada una de ellas del tamaño de un puño-.
- Zoey, supongo que a estas alturas ya estará clara la respuesta, pero antes de hacer lo que voy a hacer necesito preguntártelo: ¿confías en mí?
- Miedo me das. Pero sí, confío en ti.
- Muy bien, entonces. Conduce hacia los helicópteros, en zig zag.
- Sí,hombre. Y ya de paso me cargo los helicópteros a puñetazos.
- Te lo he preguntado, y me has dicho que sí.
- Muy bien, muy bien... Pero que conste que no me parece muy buena idea.
- Tú acelera, y no dejes de hacerlo hasta que yo te lo diga. Ah,y agáchate. La cosa se va a poner chunga.

Zoey lo hizo todo. Ya a aquellas alturas, una locura así tampoco era tanto para ella. Estaban a punto de conseguirlo, y no iban a detenerse por un par de helicópteros gigantescos disparándoles con armas mortíferas.

Zoey se agachó y aceleró hacia donde Richard le había dicho. Éste se puso en posición. Mientras, los helicópteros acribillaban el coche, pero áun no alcanzaban a sus ocupantes.

Observando a sus enemigos por el retrovisor derecho, Richard encontró el momento exacto para disparar. Por fin, aquellos malditos adornos festivales que colgaban por las calles servirían de algo. Una sola bala salió de la escopeta de Zoey,la cual fue a dar justo en medio de los adornos. Éstos se desplomaron sobre las aspas de los helicópteros, que perdieron el control y se estrellaron contra las ventanas de un edificio. "Y esto es lo que pasa..."-pensaba Richard para sus adentros,sonriendo- "cuando te metes con Richard Richards".

En realidad, Richard no había tenido más que calcular mentalmente la velocidad inicial de la bala, la longitud horizontal y vertical a la que se hallaban los helicópteros, los adornos, y las distancias entre todos ellos en unos pocos segundos.

Para su enorme decepción, no hubo explosión alguna.

Zoey volvió al asiento y sonrió aliviada, tras lo cual dio media vuelta, hacia la carretera que los llevaría fuera de la ciudad.

- ¿Y qué hacemos ahora?-preguntó Zoey-.
- Es obvio, ¿no?-dije-. Pongamos rumbo a Vancouver.
- ¿En serio?-preguntó Zoey, sonriendo-. Quiero decir, si te apetece ir a otro sitio...
- No, nada de eso. Ahora que mi antiguo hogar se encuentra reducido a cenizas me parece una buena idea cambiar de aires.
- Ya verás cómo mola, una amiga mía estuvo allí hace un par de años y...¡¡¡ahhh!!!

Un zombi trepó por la ventana del conductor, y agarró a Zoey, quien perdió el control del coche. Éste empezó a dar vueltas y vueltas, mientras Zoey gritaba:

- ¡¡Cárgatelo!! ¡¡Vamos, cárgatelo!!
- No, no puedo... No puedo, si no paras de moverte...
- ¡¡Vamos!!

De un disparo, Richard le voló la cabeza a aquel zombi, librando a Zoey por los pelos de una muerte segura. El muerto viviente cayó a la carretera.

- Gracias...-respiró Zoey, de nuevo aliviada-.
- No hay de qué-dijo Richard-. ¿No era justo que tú mataras todos los zombis, verdad? Alguno tenía que matar yo, de lo contrario no habría estado bien.

Zoey miró a Richard y sonrió,a la vez que recuperaba totalmente el control del coche.

- Rumbo a Vancouver-dijeron ambos, casi al unísono, mientras dejaban atrás uno de esos carteles a la salida de la ciudad-.

"Está usted saliendo de Los Ángeles. Buen viaje, y vuelva pronto".

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Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)