jueves, 9 de junio de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XVIII)

Sábado, 30 de julio de 2011 (tercera parte)

Era genial. Harry y yo recorríamos toda la ciudad matando zombis y salvando gente. Teníamos nuestra "base secreta" en un hotel en el centro, el "JW Marriott", en una habitación del último piso.

Como era de esperar, la cuarentena de la ciudad cayó al poco de ser establecida. El aeropuerto y las autopistas habían sido cerrados horas antes, pero era demasiado tarde. La gente huía de la ciudad tan rápido como les era posible,y estaban dispuestos a todo por lograrlo, pero Harry y yo nos quedamos allí. Total, a dónde huir si la infección se había propagado ya fuera de la ciudad, puede que incluso a otros estados o países vecinos como Canadá o México.

- ¡Por aquí, Richard! Creo que he oído a alguien.

Harry y yo corríamos por las calles del centro.

La ciudad entera era un caos. Había zombis por todas partes, y la gente se defendía como podía. Nosotros ayudábamos a todos los que podíamos. Y no nos iba mal, pero la infección nos ganaba terreno.

Era 4 de abril,sobre las cinco y media de la tarde. Algunos de los edificios en la zona ardían sin control, oscureciendo el normalmente luminoso cielo de Los Ángeles y provocando varios derrumbamientos.

Harry y yo llegamos a un callejón sin salida. A pesar de mis advertencias, quiso llegar hasta el final de él para averiguar de dónde procedía el grito.

- Por favor...
- ¡Allí! ¡Allí, al final del todo, Richard! ¿No lo ves?
- Sí,lo veo,Harry. Pero esto me da muy mala espina,en serio-dije conforme íbamos andando, yo a unos pocos metros detrás de él-.
- ¿Señor?-preguntó cuando llegamos-. ¿Señor, necesita...?
- Pues ahora que lo dices, no me vendrían mal esas armas tan bonitas que llevais, y todo lo demás.
- ¿Qué?-dije yo-.¿Pero qué demonios...?
- ¿Ayudáis a la gente, no? Pues dadme lo que lleveis, si quereis seguir haciéndolo.
- ¿Harry?
- ¿Si?
- ¿Recuerdas el truco número 58?
- Pues resulta que sí.
- Escuchad, chavales, por mucho que habléis en clave, no conseguiréis...
- ¡¡¡Ahora!!!

Harry y yo le sacudimos cada uno con nuestra arma un buen golpe, mareándolo, para luego salir corriendo lo más rápido que pudiéramos.

- ¡Por aquí!-grité-. Si vamos por aquí, encontraremos un desvío y...

Pero llegaron allí, y no había ningún desvío.

- Oh, mierda. ¿Cómo puede habérseme olvidado? Cerraron este desvío hace días.
- No pasa nada, Richie, encontraremos alguna forma de...

Pero justo en ese momento se dieron cuenta de que una jauría de zombis, de al menos treinta o cuarenta, se les echaba encima. Quisieron retroceder, pero un grupo similar al anterior les cortó el paso.

- Vaya, ahora sí que la hemos cagado-dijo Harry-.
- No del todo, mira aquella polea.
- Sí, la veo, ¿y qué?
- Pues que podremos usarla para llegar hasta aquella escalerilla de incendios.
- Pero es demasiado ligera, no creo que podamos subir los dos a la vez.
- Pues sube tú primero, y luego ya pensaremos algún modo para que pueda seguirte.
- Vale, pero primero pensemos en ese modo.

Y lo hicimos, sin darnos cuenta de que los zombis empezaban a estar peligrosamente cerca.De pronto, comprendí algo que desearía no haber comprendido jamás.

- Harry, mira los enganches que sujetan la escalera de incendios. Apenas aguanta el peso de la escalera. Si subimos los dos, seguro que caerá.
- Muy bien, pues sube tú y ya encontraré alguna forma de...
- No, de eso ni hablar. O escapamos los dos o nada.

Harry sonrió,y me abrazó. A mí, Richard, su mejor amigo. Habíamos vivido tantas cosas desde que nos conocimos en el internado...

- Te quiero, tío.
- Y yo a ti, Harry.
- Prométeme una cosa. Bueno, mejor dos. Si me convierto en zombi,por favor, mátame. Y también quiero que lleves esto contigo siempre, así recordarás nuestra amistad-dijo, dándome una especie de amuleto que llevábamos los dos-.
- De acuerdo, lo prometo. ¿Pero no deberíamos pensar en cómo ponernos a salvo los dos antes de seguir charlando? No sé, tal vez...

Pero recibí tal cantazo con un ladrillo que me quedé sin habla. Estaba mareado y sentí que me desmayaba, y entonces noté como si alguien me hubiera levantado y lanzado tal cual, a las escaleras de incendio. Harry.

- ¿Pero qué haces, Harry? ¡Desde aquí arriba no podré ayudarte! ¿Y a qué ha venido lo del ladrillazo?
- Lo siento, Richie. Pero era la única forma, y ambos lo sabíamos. Sólo uno podría salvarse. Además, el mundo necesita más a tu superdotado cerebro que a un simple ligón como yo.
- ¡¡No digas estupideces!! Harry, pienso bajar de aquí y...-la escalerilla empezó a balanzearse ligeramente-.
- ¡Si lo haces moriremos ambos, Richard!
- ¡No pienso dejarte, Harry!
- Nunca lo has hecho-dijo, al tiempo que se giraba y decía-. Has sido el mejor amigo que nadie podría tener. Por favor, no me olvides. Porque yo jamás lo haré.
- ¡¡¡¡¡¡¡Harry!!!!!!!!-grité, desesperado-.

Pero ya nada ni nadie podría ayudarle. Yo no había querido aceptarlo, pero mi mejor amigo tenía razón. Sólo uno podía escapar, y él se había sacrificado por mí. Y todo por mi culpa.

Corrí e intenté como pude bajar para ayudarlo,pero en uno de esos intentos me di un golpe en la cabeza y me desmayé.

Desperté horas después, y seguí intentando encontrar un modo de bajar, pero cuando llegué ya era tarde. Apenas quedaban unos pocos zombis. Me cargué a todos los que pude y corrí hacia Harry, hacia su cuerpo.

Estaba muerto. Todo había terminado.

O al menos eso pensaba yo hasta que se levantó.

Era él, pero no lo era al mismo tiempo. Su aspecto era sin duda el de uno de esos asquerosos muertos vivientes contra los que habíamos estado luchando durante días. Sus ojos sin vida me miraron, y comenzó a andar hacia mí.

- Harry...-sollozé-. No. ¡No puedes hacerme esto!-dije con rabia-. ¡Ibamos a recorrer el mundo salvando gente y aniquilando zombis! No puedes hacerme esto...

Él siguió andando hacia mí, hasta tal punto que casi me había acorralado.

- ¡Harry, no des un paso más! Si lo haces,dispararé, lo prometo.

Pero el zombi ni se inmutó.

- Eres mi mejor amigo, Harry, y es por ello que voy a cumplir la promesa que te hice. Nunca te olvidaré-dije, casi llorando-. Hasta siempre, querido amigo.

Y un sonoro disparo sonó en el callejón.

Moví con cuidado el cuerpo de Harry y, con una pala, lo enterré bajo una montaña de arena en unas obras cercanas.

Me giré, y a solo unas calles de allí el gran hotel "JW Marriott" se alzaba imponente, haciendo que el resto de edificios en la zona parecieran minúsculos en comparación.

Eché un último vistazo a la tumba de mi mejor amigo y acto seguido me dirigí al hotel. Me mudé a la planta 19 y me encerré durante meses entre esas cuatro gigantescas paredes.

Y entonces apareciste tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)