martes, 21 de junio de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XIX)

Zoey paró el coche. Sabía que era un riesgo, pero era necesario.

- ¿Por qué no me lo habías contado?
- Porque no te hacía falta saberlo, Zoey. Si no hubiera tenido esa maldita pesadilla...
- ¡Ey!-grito Zoey-. Siento mucho lo de Harry, Richard, en serio. Pero eso no te da derecho a ocultarme ese tipo de cosas. ¿O acaso no te conté yo lo que le sucedió a mi familia mientras yo no estaba,eh?
- Aquello era diferente.
- ¡No, Richard! ¡No lo era!-parecía enfadada de verdad-. Perdiste a alguien a quien querías, igual que yo, pero ignorarlo no te va a servir de nada.
- ¿Y qué quieres que haga, entonces?
- ¡Que seas sincero conmigo, eso es lo que quiero!
- Vale, lo siento.No sabía que era tan importante para ti. Lo seré a partir de ahora, te lo prometo.

Zoey miró al frente. A lo lejos, una gran ciudad se alzaba ante ellos. Salt Lake City.

- Richard,la confianza siempre ha formado parte de las relaciones. Pero un mundo donde ningún sitio es seguro y apenas te puedes fiar de nadie... La confianza es algo muy importante. Y si llega el día en que desaparezca... Nosotros lo haremos con ella, te lo puedo asegurar.
- Lo entiendo, Zoey, lo entiendo. Ah, y hay una cosa más...
- Está bien, ¿de qué se trata? ¿Fue antes o después de lo de Harry?
- Antes, verás, yo... Perdí una apuesta con Harry y me paseé en pelotas por todo el internado.

La cara de Zoey habría hecho que Freddy Krueger huyera aterrorizado. Richard captó el mensaje rápidamente.

- No queda casi gasolina-dijo Zoey-.
- Pongamos pues. Parece ser que hay una estación de servicio allí, detrás de aquella colina. O al menos eso es lo que dice este mapa-dijo Richard, sacándoselo del bolsillo y observándolo con más detenimiento.
- Muy bien, pues vayamos allá.
- Pero démonos prisa. Estar en las proximidades de una gran ciudad como Salt Lake City cuando haya anochecido es un riesgo innecesario.
- Lo sé, Richard, lo sé. Recuerda que me pasé meses huyendo por mi cuenta. También sé manejarme con los zombis, aunque no haya visto "Resident Evil".
- No me cabe duda, Zoey. No me cabe duda.

Y ambos se alejaron de allí en el coche, en dirección a la estación de servicio que Richard había localizado en el mapa.

- Tú vigila-le dijo Zoey a Richard-. Yo me encargaré de poner la gasolina.
- De acuerdo.

Ambos bajaron del coche, y Richard comenzó a caminar por los alrededores, para asegurarse de que no había ningún muerto viviente. Llevaban demasiado tiempo sin ver ninguno.

- Todo despejado, Zoey.

En aquel momento, los cristales de la tienda de la gasolinera se hicieron añicos por un balazo.


- ¡¡Zoey!!¡¡Escóndete!

No hizo falta que se lo repitiera, pues ésta se apostó detrás del coche en cuestión de segundos.

- ¡Seas quien seas, sería mejor buscar una forma de arreglar esto que no fuese a tiros!
- ¿Y eso por qué?-sonó una voz.

Lo extraño era que sonaba a una voz más bien de niño.

- ¡Porque estamos en una gasolinera, imbécil! ¡Por eso! ¡Y a no ser que tengas una perfecta puntería acabaremos todos volando por los aires!
- ¡No saldré hasta que no tiréis las armas!
- ¡Está bien, lo haré!
- Richard, ¿estás loco?

Richard ignoró a Zoey.

- ¡Ya está! ¿Lo ves? Ahora dinos quién eres, por favor.
- Me llamo Justin, Justin Cardman.
- ¿Y de dónde vienes, Justin?
- De Chicago. Me vine con mi familia desde allí, escapando de la infección, pero a mitad camino unos asaltantes muy parecidos a vosotros los mataron y se llevaron todo lo que teníamos. Sólo yo sobreviví.
- Pues como nosotros-dijo Richard-. Yo perdí a mi mejor y único amigo ante la infección, y la chica que hay detrás de aquel coche-dijo señalándolo perdió a sus padres y a su hermano.
- Vaya, lo siento.
- Escucha, Justin. No tienes por qué fiarte de nosotros, lo sé. La desconfianza puede resultar útil en ocasiones, y tienes el perfecto derecho a que nos vayamos de aquí y te dejemos en paz.

Richard se dio la vuelta.

- ¿Y la otra opción? -dijo el niño. Richard se giró-. ¿Cuál es la otra opción?

Richard vio que el niño salía de donde estaba escondido. Apenas tendría unos doce años. Era pelirrojo y de ojos marrones, y en su mirada se veía una mezcla de inseguridad y miedo.

- Venir con nosotros. Nos dirigimos a una especie de isla, libre de infección.
- ¿Y dónde está esa isla?
- Podrías...-dijo Zoey, saliendo de detrás del coche con las manos en alto-. Podrías ayudarnos a encontrarla si te apuntas.
- ¿Y cómo sé que decís la verdad?
- ¿Qué otra cosa crees que podríamos estar haciendo dos personas como nosotros en medio de ninguna parte, Justin?-preguntó Richard-.
- También es verdad. No tenéis pinta de malas personas. Está bien, iré con vosotros, pero con una condición.
- ¿En serio? ¿Y qué condición es esa?-pregunto Zoey, interesada-.
- Yo voy en el asiento del copiloto.
- ¿Qué?-dijo Richard-. Eso no, no podemos...

Otra vez aquella cara de cachorrito abandonado de Zoey.

- Está bien, pero no seas pesado y pórtate bien.
- Por favor, tengo doce años. No cuatro. Sé comportarme.
- Muy bien-dijo Zoey-. Entonces, Richard sube detrás. Justin, al asiento del copiloto. Yo conduciré.
- A la orden, My lady.

Una pequeña risilla se le escapó a Justin.

- ¿Y adónde vamos, entonces?-preguntó-.
- En cuanto llenemos el depósito de gasolina y cojamos algo de provisiones, pondremos rumbo a Vancouver-dijo Zoey-.
- ¿Vancouver? Pero eso está en Canadá, ¿no?
- Chico culto-dijo Richard-.
- Sí, lo está, Justin. Seguiremos unas señales de radio que oímos hace un par de días, en dirección a allí.
- ¿Y puedo preguntarte algo más?
- ¿Qué?
- ¿Cuánto falta?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)