domingo, 27 de marzo de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XI)

Así que Richard se lanzó contra el mutante. No tenía ni idea de qué iba a hacer, pero tenía que distraerlo de alguna forma.

- ¡Eh, feo! ¡Sí, te hablo a ti! ¡Ven a por mí, asqueroso mutante!

El tío no se lo pensó dos veces. Se lanzó tras Richard como un trolebús, con todo su arsenal preparado para dispararle. De pronto, Richard llegó a una interesante aunque alarmante conclusión: no tenía nada que hacer con él. La única forma de distraerlo lo suficiente como para que el plan funcionara, sería a merced de sus balas. Y no estaba precisamente por la labor. Por lo menos hasta que se le ocurrió aquello.

El mutante no parecía demasiado inteligente. Más que los zombis, sí, pero una sandía los habría superado también. Richard pensó rápido. Mirando hacia arriba, distinguió uno de esos lamparones que cuelgan en los hoteles de lujo (incluso en las cocinas) en el techo, a pocos metros de allí. Aquella era una bestia de unos dos metros y medio de altura, y un golpe con cualquier otra cosa no le haría ni cosquillas.

Esperando realmente que aquel bicho no fuese muy listo, Richard corrió a guarecerse detrás de unos armarios, esquivando, de nuevo, balas por centímetros. Cuando creyó escuchar los pasos del mutante lo suficientemente cerca, se asomó rápidamente y disparó al cuelgue de la lámpara. Durante unos instantes, no ocurrió nada.

Richard tuvo la sensación de que el mutante lo miró con cara de "¿y ahora qué, listillo?". Pero fue entonces cuando la lámpara se descolgó. Incluso siendo tan aterradoramente enorme, el tío se desplomó bajo ella, partiendo las baldosas del suelo donde cayó. Por muy grande que seas, un lamparazo así deja grogui a cualquiera. Al menos temporalmente.

Dio la sensación de que se iba a levantar, y el mayor deseo de Richard en aquel momento se cumplió.

- ¡Ahora!-gritó Zoey-.

Ambos corrieron hacia la puerta de salida, con aquel bicho ya despertando.

- Una pequeña chispa-dijo Richard, mientras encendía una cerilla-. ¡Y a volar!-dijo, lanzándola.

Por segunda vez en apenas media hora, una gran explosión sacudió el lugar donde Zoey y Richard habían estado tan sólo unos segundos antes, friendo por completo a aquel monstruo.

- Todavía no me puedo creer la coña que hemos tenido. Parece increíble que no nos haya pasado nada aún-decía Zoey, mientras corría-.
- Yo esperaría a decir algo así a que hayamos salido de la ciudad.

Ambos se internaron en el pasadizo,al final del cual les esperaba el aparcamiento. Un poco más, y lo habrían conseguido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)