miércoles, 19 de octubre de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XXIX)

- ¿Pero dónde se supone que estamos?-dijo Justin-.
- Justin, ¿podrías callarte? Milla, por favor, utiliza una de tus técnicas de judo e inmovilízalo un rato, para que pueda pensar.
- Richard-dijo Milla-, por aquí no podremos salir, tal vez deberíamos...

Pero Milla dejó de hablar en cuanto vio aquello a través de un pequeño ventanal, con vistas a un piso inferior. Eran prisioneros. Como ellos, pero encerrados en celdas contiguas y con pintas de llevar allí días, sino semanas. De pronto, la expresión de Milla se tornó aún más de sorpresa.

 -¡ Dios mío!-dijo-. Son ellos, mi marido y mi hija,tal vez me oigan así...¡Paul! ¡Paul, me ves...?
- Siento tener que interrumpirte,Milla-dijo Justin-. Pero dudo que te puedan oír. Además, llamas demasiado la atención. Si sigues gritando así, alguien nos descubrirá.
- Justin tiene razón, Milla. No podemos hacer nada, todavía no. Busquemos a Zoey y salgamos de aquí, y entonces pensaremos en un plan.
- Pero yo...-empezó a decir Milla-.

Richard apoyó su mano derecha en el hombro izquierdo de Milla.

- Milla, te prometo, no, te aseguro que volveremos a rescatarlos. Confía en mí.

Milla asintió con la cabeza, todavía algo entristecida pero agradecida al mismo tiempo.

- Y ahora-continuó Richard-. Busquemos a Zoey y salgamos todos de este infierno.

De modo que los tres estuvieron investigando el lugar, hasta llegar sigilosamente a una especie de laboratorio secreto, con puerta de metal sellada y un lector de huellas dactilares. En resumen, sólo podrían pasar con la ayuda de una mano. Una mano autorizada.

Se fijaron entonces en un hombre con bata blanca, con pintas de ser doctor (quién sino iba a entrar vestido con una bata blanca en un laboratorio) que apoyaba la mano en el lector, tras lo cual la puerta se abrió. Aunque a los dos o tres segundos, cuando el hombre ya había entrado, volvió a cerrarse.

- ¡Genial!-dijo Justin-. ¿Y ahora qué hacemos? ¿Esperar a que pase alguno de esos doctores y dejarle inconsciente para poder utilizar su mano y atravesar la puerta?
- Dicho así, no parece tan mala idea-dijo Richard-. Escondámonos.
- Richard, tú que eres el más inteligente y tal...-dijo Milla-. ¿Por qué razón crees que el tío que nos ha secuestrado no ha puesto ni una sola cámara de vigilancia?
- Pues no sé, tal vez se le acabara el presupuesto, se le olvidara... O puede que incluso no las haya puesto porque sabe que se saldrá con la suya de todas formas. En cualquier caso, deberíamos mantenernos alerta.

Estuvieron largo rato esperando, escondidos tras una esquina hasta que apareció uno.

- ¡¡Socorro!!¡¡Socorro!!¡¡Un zombi se ha colado en el piso!!-dijo Justin-.
- ¿¡Pero qué?!

Viendo la escena inmediata a esta, acabo de inventar una palabra nueva: extintorazo. Pues eso, menudo extintorazo  que se llevó el pobre.

- ¡Madre mía!-dijo Justin-. Ya podrías haber elegido a uno menos pesado.
- Y tú podrías haber actuado un poquito mejor, Justin. Tenemos suerte de haber pillado al más imbécil de los doctores, además de al más pesado.
- Chicos...-decía Milla-.

Fue ella la que levantó al sujeto y apoyó su mano derecha en el lector.

- "Bienvenido, doctor Zeeman"-sonó una voz mecánica-.

Y la puerta se abrió,tras lo que los tres entraron rápidamente allí. Richard vio una entrada principal al final de un largo pasillo, pero prefirió ir a lo fácil.

- Vayamos por ese conducto de ventilación. Así evitaremos encuentros desafortunados.

Y vaya si lo hicieron. La vigilancia allí era exagerada: un montón de soldados parecidos a los que días antes habían intentado matarlos se paseaban por allí con armas tan grandes que te paralizaban sólo con mirarlas.
Y entonces llegaron allí, al recinto principal, donde estaba Zoey. A pocos metros por encima de ella, sus amigos la observaban confusos, sin saber qué hacer.

- Es increíble-decía otro de aquellos doctores, que estaba examinando una muestra de sangre al microscopio-. Jamás había visto algo así. Tiene tal cantidad de anticuerpos que tendríamos que inyectarle docenas de muestras del virus para  que hiciera algún efecto. No es que lleve la vacuna encima, ¡es que su sangre es la vacuna!

Milla, Justin y Richard se quedaron petrificados.

- Vaya, vaya, señorita Zoey-dijo aquel hombre-. He de serte sincero, me has impresionado, y mucho. Pero eso no va a cambiar nada. Tan sólo me llevará... algo más de tiempo alcanzar mi objetivo.

Zoey ni siquiera hablaba ya. Estaba increíblemente dolorida, y apenas podía mantenerse consciente.

- Entonces, imagino que habrá alguna forma de... revertirla, ¿verdad?-preguntó, aunque daba la sensación de que ya conocía la respuesta-.
- ¿Señor?-preguntó el doctor, algo asustado (o al menos eso me pareció a mí)-.
- Una antivacuna, doctor Cooper, por así decirlo.

Richard no entendía nada, y aquello sí que era raro. Si la sangre de Zoey era la vacuna, ¿cómo iban a revertirla? Aquello era biológicamente imposible. Aunque, pensándolo mejor...  Era igual de imposible crear un virus que convirtiese en zombie a los infectados y, sin embargo, había ocurrido.

- Señor, el microorganismo Z todavía no está listo. Ni siquiera sabemos la reacción que podría provocarle.
- Genial,eso me gusta más. Tráigalo.
- Pero señor, yo...
- Doctor Cooper, no estará usted dudando de mis órdenes-dijo, acercándose al doctor-. ¿Es lo que está haciendo? Porque en ese caso, ya sabe que me faltan humanos sanos para mis experimentos.
- No señor.
- Entonces tráigala. Y rápido.

El hombre se acercó a Zoey.

- ¿Sabes, Zoey? En unos pocos minutos tendrás el honor de ser la primera huésped para nuestro joven microorganismo. Puede que experimentes una de las muertes más dolorosas que el ser humano haya conocido jamás, pero bueno... El progreso en la ciencia exige ciertos... sacrificios.

Dicho esto, el hombre se alejó andando, y salió por una puerta, imagino para asegurarse de que el otro doctor hiciera bien su trabajo.

- Voy a bajar-dijo Richard-.
- ¿Qué?-dijo Justin-. ¿Estás loco?¡Te pillarán! Pensemos en algo y...

Pero Richard saltó, por un hueco en el conducto de ventilación. Y se acercó, corriendo aunque sin hacer ruido, a Zoey.

- Zoey.
- Richard-dijo Zoey, sin apenas habla-.
- Zoey, te voy  a sacar de aquí-dijo mientras buscaba una forma de desatarla de aquella cama.Finalmente, lo hizo.

Apoyó a Zoey en su hombro izquierdo, e hizo una señal a Milla y a Justin para que le ayudaran a  subirla. Y lo hicieron, pero cuando Richard todavía estaba abajo...

- Es perfecto. Le inocularemos ese virus y seguro que...
- ¡Señor!¡Señor!-le dijo uno de los soldados que había vigilando por los pasillos. Entonces se giró y comenzó a andar en dirección contraria al laboratorio, lo justo para que Richard pudiera subir-. Hemos encontrado a Emerson tirado en la puerta de la entrada, dice que un crío le ha golpeado en la cabeza, que lo utilizaron para colarse en el laboratorio y...

Los tres cargando con Zoey y a gatas por el conducto, salieron lenta y sigilosamente de él, mientras por debajo se oían gritos como los siguientes:

- ¡¡¡Pero dónde está la chica!!!¡¡¿Y cómo si se puede saber habéis permitido que dos críos y una maldita actriz de cine lograsen pasar desapercibidos en su paseo por el recinto?!! ¡¡¡Activad todas las alarmas!!!
¡¡¡No dejéis que escapen!!!

Milla y Justin sujetaban a Zoey, y Richard corría delante de ellos buscando una manera  de salir de aquel espantoso lugar.

- ¡¡Un ascensor!!-gritó-. ¡¡Hay un ascensor,al final de este pasillo!!
- ¡¡Richard!!-decía Justin-. ¿Y qué hacemos con los...?

Soldados, pero aquello no importaba porque Milla dejó inconscientes a todos ellos sin darles tiempo ni para saber qué era lo que estaba pasando. Como narrador omnisciente que soy, admito que fue impresionante y que, al igual que nuestro grupo de supervivientes favorito, me quedé de piedra cuando lo vi. Vaya con la actriz de cine.

- Y diseñadora de moda, también soy diseñadora de moda. No lo olvides-dice Milla-.

Sí, eso. También es diseñadora de moda. Fallo mío. Esperad... ¿cómo ha podido hacer eso?

Total, que una relajante música clásica no demasiado acorde con la situación que estaban viviendo los acompañó hasta el último piso, el superior.

Ya en la superficie, tomaron prestado de nuevo un coche y se dirigieron lejos de allí, buscando un lugar donde pudieran al menos descansar un poco antes de volver a rescatar a los prisioneros.

De pronto, cuando por fin parecía que  se encontraba algo mejor, Zoey se desplomó sobre uno de los asientos traseros y empezó a temblar, mostrando unas pupilas que se dilataban por momentos.

Estaba infectada.

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Soy el número cuatro

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Me encanta esta peli :)