miércoles, 18 de mayo de 2011

UN NUEVO COMIENZO (III)

Le costó algo más de lo que pensaba,a pesar de que la habitación estaba prácticamente al lado de la suya, pero finalmente lo hizo.

Casey fue a tocar la puerta, cuando se dio cuenta de que estaba entreabierta. Sin estar del todo segura de lo que estaba haciendo, empujó la puerta y entró en la habitación.

Era extraño, pues parecía que no había nadie allí.

¿Hola?-preguntó, momento en el que cayó en que todavía no sabía el nombre del chico-. ¿Hay alguien?

Con algo de miedo por estar haciendo algo malo, Casey avanzó unos pasos por la habitación. Nada más entrar por la puerta a la derecha estaba el baño.

A la izquierda, en la pared,había algunos pósters: las Cataratas del Iguazú, las playas de Cancún, el Himalaya... Lugares con los que ella y su familia habían soñado en ir alguna vez, si hubieran tenido más dinero... Y más tiempo.

Según te aproximabas a la ventana, veías una pequeña cama con una mesilla de noche. Y en ella Casey distinguió un libro: "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte". Aquello le gustó mucho, pues Casey había sido desde siempre una gran fan del joven mago.

En aquel momento, una figura entró por la ventana abierta, y Casey casi se muere del susto. Hasta que comprobó que era aquel chico.

- Oh, vaya, lo siento-decía él-. ¿Te he asustado? Es que estaba haciendo unas cosillas en el ático y...
- No, no te preocupes. Soy yo la que siento haber entrado aquí cuando no estabas.
- ¿Qué? Oh, vaya, ¡menuda tontería! Pero si había dejado abierta la puerta justamente para eso.
- Quiere decir eso que... ¿sabías que vendría?-preguntó Casey, extrañada-.
- En realidad no lo sabía. Más bien lo esperaba. ¿Quieres sentarte, o algo de comer o beber? Creo que tengo...
- No, no. Es igual. Verás, es que las galletas estaban muy ricas, pero me han dejado sin hambre para nada más.

Ambos se quedaron en silencio durante unos segundos, sin saber qué decir.

- Por cierto, me llamo Jim-dijo primero el chico-.
- Y yo Casey.
- Bonito nombre.¿Quieres que te enseñe lo que estaba haciendo, Casey? Si quieres, puedo guiarte hasta el ático. Creo que te gustará.
- Vale.

Así que Casey siguió a Jim.

- Verás-decía él, mientras ayudaba a Casey a salir por la ventana. Se trata de una especie de cabaña en un árbol,uno gigantesco, que lleva aquí décadas y una de cuyas ramas llega hasta justo la cornisa del ático.
- Y no es... ¿peligroso?-preguntó Casey-.
- Oh, no, para nada. Todo cuanto debes hacer es subirte a la especie de tirolina que he hecho y deslizarte por la cuerda hasta que llegues a la cabaña. Créeme, está bien sujeta. La reviso todos los días.

Una vez llegaron al ático, Casey se quedó maravillada ante la vista que pudo contemplar.

- ¡Vaya! Si es... precioso.
- Pues entonces espera a ver lo mejor-dijo, mientras preparaba la tirolina-.
- Jim, yo... me gusta mucho todo esto, en serio. Pero no sé si seré capaz.
- Nadie va a obligarte a que lo hagas si no quieres, pero voy a enseñarte cómo se hace de todas formas.

Jim se puso un casco, se colocó encima de una especie de trineo de madera enganchado por un arnés a la cuerda y se deslizó por ella. En unos pocos segundos, ya había llegado al otro lado. Parecía fácil, aunque aquello no disipó el miedo de Casey en absoluto. Son las desventajas del vértigo arrastrado de generaciones predecesoras con miedo a las alturas.

Pero entonces miró hacia la cabaña: parecía un sitio estupendo. Y a Jim le haría mucha ilusión enseñárselo. Así que reunió el suficiente valor, cosa que Jim pareció notar, pues tiró de una cuerda y puso el trineo al alcance de Casey. Se puso uno de esos cascos y se lanzó a la aventura.

Y resultó que aquello le gustaba, tanto que ni siquiera se dio cuenta de que estaba empezando a coger demasiada velocidad.

- ¡Espera, Casey! Baja un poco los pies para fre...

Tarde. Casey llegó a la cabaña sana y salva, pero a tal velocidad que tropezó y cayó sobre Jim, quien recibió realmente todo el impacto. Ambos quedaron uno encima del otro, con sus caras a pocos centímetros, durante unos instantes.

- ¡Dios mío! Lo siento, Jim, de verdad. Yo...
- No, tranquila-decía el chico, con la voz entrecortada y algo de dificultad para respirar-. Estoy bien. La culpa es mía por no habértelo dicho antes.

Casey se levantó, y ayudó a Jim a levantarse. Tampoco debía de haberle dolido tanto, pues al cabo de unos segundos estaba como si nada hubiera pasado.

- Ven, Casey. Sígueme y te ayudaré a subir.
- ¿Subir? ¿Más? ¿A donde?-preguntó Casey, extrañada-.
- Al mirador.

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Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)