martes, 10 de mayo de 2011

Tom y Nicole; la gran aventura (VIII)

Nicole hizo lo imposible por moverse, pero no lo consiguió. Aquel hombre levantó la mano, y con una leve sacudida de su mano lanzó a la chica a la otra punta de la habitación. Nicole fue golpeada contra la pared, cayendo posteriormente al suelo y casi retorciéndose del dolor.

- ¡¡Nicole!!-gritó Tom, corriendo hacia su amiga-.
- Así que eres tú. La hija de Wildfire. Cuánto has crecido-decía aquel hombre-.
- Oiga, sea quien sea déjenos en paz, no...

De pronto, Tom tuvo la sensación de que le faltaba el aire. Al principio un poco, hasta casi ahogarse. Luego, fue lanzado hacia la puerta.

- Tu amiguito tardará un rato en volver a molestarnos, así que tenemos tiempo para hablar. Dime dónde está.
- Yo...-jadeaba Nicole-. No sé de qué me habla, en serio.
- Por qué será que no me sorprende. Tan testaruda y estúpida como sus progenitores. Veamos... ¿cómo podría ayudar a recuperar tu memoria? Ah, sí... Puede que esto sirva de algo, ¿no crees?-dijo, Mientras sacaba una pistola-.
- No, por favor...
- Te lo preguntaré una vez más, niñata. Y quiero la respuesta correcta-dijo mientras cargaba la pistola-. Dónde tienes la piedra.
- Detrás...
- ¿Qué?
- Detrás... Justo detrás de ti.
- ¿Qué? ¿Pero qué...?

Tom le partió una silla en la cara, haciendo que aquel hombre soltara la pistola y cayera al suelo, inconsciente. O al menos eso pensaban.

- Gracias...-decía Nicole-.
- No hay de qué. Nunca subestimes el poder de un Yelnats.

Nicole rió, tras lo cual miró a Tom.

- ¿Y qué hacemos ahora?-dijo-.
- No lo sé.
- Todavía no me lo explico,¿cómo sabía este tío lo de la piedra? ¿Y por qué era tan importante para él? No tiene ningún sentido.
- Tal vez podríamos...-dijo Tom, advirtiendo que el hombre ya no estaba donde lo habían dejado-. ¿Pero dónde...?

- ¿Sabéis?-Atacar por la espalda es de mala educación. Y el golpecito que me habéis dado con la silla me ha dolido, sí. Pero ni comparación con lo que os va a doler esto.

Se levantó, extendió los brazos y la habitación entera empezó a moverse, temblando. Como si se tratara de un terremoto.

-¿Tom?¿Tom estás sintiendo eso? Me parece que es un terremoto-dijo el compañero de Tom mientras entraba en la habitación-. No sabía que Gales era...

Al entrar, vio a aquel hombre y su mirada lo dejó casi igual de paralizado.

- ¡Kevin!-le gritó Tom-. ¡Kevin, vete! ¡Y llama a la policía!
- De poco os va a servir, cretinos. Dadme lo que os he pedido ya, o me veré obligado a hacerlo por las malas.

La habitación entera era sacudida como si la de una casa de muñecas se tratase. Parecía como si el edificio entero fuera a desmoronarse de un momento a otro. Hasta que, finalmente, lo hizo.

El techo se desprendió, y docenas de cascotes empezaron a caer sobre el hombre, que acabó casi enterrado.

- Tom, deberíamos irnos. Sé que te parecerá una locura, pero si nos quedamos aquí y hay más como él, sabrán dónde encontrarnos. Cogeremos unas pocas cosas, y...
- No...-se oyó una siniestra voz tras ellos-. No tenéis ni idea de con quien os habéis metido.
- ¡¡Corre, por la ventana!!-gritó Tom.

Los dos amigos corrieron hacia el hueco de la ventana y saltaron por ella, cayendo sobre los arbustos que había unos tres metros más abajo. Doloridos, se levantaron y corriendo, huyeron de allí, en dirección al bosque. Cualquier lugar sería más seguro que su antiguo hogar.

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Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)