martes, 12 de febrero de 2013

Falkenhom (XIII)

- ¿Qué ha pasado?-me preguntó el doctor-.

Estaba muy asustada, todo había sucedido tan rápido... Hacía sólo unos segundos que Sam había llegado al hospital, inconsciente y habiendo perdido gran parte de su sangre.

"Es el hijo de la comisaria Lovgren. ¡Llévenlo de inmediato a urgencias!"-dijo, mientras lo subían a una camilla y lo empujaban hacia una sala en la que lo perdí de vista-.

- ¿Qué ha pasado?
- Ha sido...-dije, nerviosa y titubeando-. Ha sido un accidente, estaba enseñándome su casa, estábamos en la cocina y... Todo ocurrió muy rápido, no supe cómo...
- Eh-me dijo-. Mírame-me dijo, apoyando sus manos en mis hombros-.No estés nerviosa...
- Kyla-murmuré-.
- No estés nerviosa, Kyla, necesito que te sientes en la sala de espera y te relajes.
- Pero...
- Escúchame: te prometo que haremos todo lo que podamos por él. Ahora hazme caso y ve a descansar, ¿de acuerdo?
- De...De acuerdo.

Así que me fui hasta aquella sala de espera y me senté. Pasé mucho tiempo pensando en lo que había pasado, y cómo había permitido que sucediera. Si le pasaba algo a Sam, si no conseguían ayudarle...
No sabía cómo superaría aquello.

Seguía perdida en mis pensamientos cuando sentí aquello. Una sensación que me llamaba con una increíble y casi invencible fuerza. Miré a mi alrededor, y me asusté. Había sangre por todas partes. Hacía meses que había aprendido a controlarme, pero mi reciente recaída me estaba devolviendo la sed de sangre humana.

Cada segundo que pasaba me sentía más cerca de aquel sentimiento. Incluso llegó un punto en el que empecé a oír mi propio nombre: "Kyla...Kyla...Kyla...". La cabeza empezó a darme vueltas, e incluso tuve la sensación de escuchar los latidos de los corazones de todas las personas que se encontraban en la sala. Habrían bastado unos pocos segundos más para haber iniciado, allí mismo, una auténtica carnicería.

- ¡Kyla!

Centré la mirada en ella.

- Ese es tu nombre, ¿verdad?
- Sí... Sí, soy yo.

La reconocía del funeral. Era la madre de Sam.

- Siento... mucho lo que ha pasado, de verdad. Yo...
- Le has salvado la vida a mi hijo, Kyla. Lo has traído justo a tiempo. No quiero ni pensar en lo que podría haber sucedido si tú no hubieras estado allí.
- Pero, entonces... ¿Está bien?
- Bueno, los médicos dicen que ha perdido bastante sangre, pero que es probable que...salga adelante.

Me fijé en que tenía los ojos rojos, como si hubiera estado llorando. Mi sentimiento de culpa aumentó todavía más. Temía que fuera a hacerme alguna pregunta, pero al poco tiempo llegó un médico: el mismo que me había aconsejado permanecer en la sala de espera.

- Señora Lovgren-dijo-.

Ella se levantó.

- Su hijo... está bien.

Si no hubiera sido porque los vampiros no respiramos, lo habría hecho aliviada.

- Gracias-dijo la madre de Sam-. No sé ni cómo agradecérselo.
- Bueno-dijo-. Tal vez podría pasar y saludarle.

Y eso fue lo que hizo. Al principio, me quedé donde estaba, sentada. Y lo habría hecho de no haberme llamado ella.

- ¿Qué haces ahí parada? Vamos, ven. Estoy segura de que se alegrará de verte.

Así que ambas nos dirigimos a la habitación donde Sam descansaba, una de esas típicas de hospital.

- Hola, cariño-le dijo su madre, dándole un beso en la frente-. ¿Cómo estás?
- Bueno, un poco mareado. Pero no me encuentro mal.
- ¿Qué es lo que ha pasado?
- Yo...-dijo-. No lo...recuerdo. Lo siento.
- No te preocupes, hijo. Lo importante es que estás bien.
- Kyla...-dijo en cuanto me vio-.
- Yo...-dijo mi madre-. Os dejaré solos.
- Gracias, mamá.

Salió de la habitación y cerró la puerta, dejándonos a Sam y a mí completamente solos. De nuevo.

- Menos mal que te has recuperado-dije-. No me lo habría podido perdonar si...
- ¿Eres un vampiro?-me preguntó-.

Me quedé en blanco.

- Pensaba...Pensaba que habías perdido la memoria.
- Era mentira. Lo hice para protegerte. A menos que hayas matado a mi mejor amiga, en cuyo caso te diré que sé defenderme, y le diré a todo el mundo lo que me has hecho.
- ¿Qué es lo que recuerdas?
- Todo. Un instante estábamos besándonos y al siguiente te lanzaste a morder mi cuello. Por poco me desangras. Hay miles, puede que millones de chicas en todo el mundo con tu mismo nombre. Pero dudo que alguna de ellas se conservara tan bien como tú habiendo superado el siglo de vida.

No sabía qué decir.

- Lo eres, ¿verdad? Un vampiro.

No veía otra manera de salir de aquella situación, así que me sinceré.

- Sí, lo soy.
- Lo sabía, sabía que erais reales, que mi padre no estaba loco. Todos estos años... Tenía razón.

Parecía aliviado, pero no tardó en hacerme otra pregunta.

- ¿Fuiste tú quien mató a Marley?
- Yo...
- ¡Respóndeme! ¡¿Mataste o no a mi mejor amiga?!-preguntó, con lágrimas en los ojos-.
- No, no lo hice. Pero sé quien fue. Un conocido...
- Vale, entonces ayúdame-dijo, tratando de incorporarse-.
- ¿Qué? ¿Qué es lo que estás haciendo?
- ¿No es evidente? Pienso vengarme de ese "conocido" de la manera más cruel que se me ocurra. Y no voy a perder ni un solo instante más.
- Pero no... No puedes hacerlo, ¡te matará antes de que te dé tiempo a pestañear!
- No, no lo hará. He leído muchos sobre vosotros.

De nuevo, me quedé sin palabras.

- ¿No...sotros? No te entiendo.
- Oh, venga ya. ¿Acaso crees que soy tan idiota? Debí de averiguarlo en el primer momento en que te vi. Me dijiste que te llamabas Kyla, naciste en Nueva York y perdiste a tus dos mejores amigos. No hace mucho perteneciste a una pequeña asociación de vampiros..."El trío de la muerte", ¿no?
- Eh.., yo...
- Un consejo, Kyla. La próxima vez que intentes comenzar una nueva vida, asegúrate de que sus detalles también sean nuevos.
- ¿Cómo es posible? ¿Cómo puedes saber tanto de mí, de nosotros? Siempre procuramos ser... lo más discretos posible.
- Oh, vamos, Kyla. No sé si te has dado cuenta, pero vives en una época en que una noticia no tarda más de unos pocos segundos en cruzar el planeta de una punta a otra. Y por muy discretos que fuerais, no sois rival para Google.
- Pero, ahora que sabes todo eso sobre mi vida, y sobre quién fui en realidad...
- Mataste a miles de inocentes y provocaste tal cantidad de estragos y sufrimiento que deja a cualquier terrorista de los actuales a la altura de Mickey Mouse. Y no me preguntes por qué, pero sigo enamorado de ti, si eso es lo que pretendes preguntarme.
- Pero... ¿por qué? Insisto, si sabes todo lo que he hecho, ¿cómo es posible que confíes en mí?
- Porque fueras quien fueras en tu anterior vida en estos últimos días has demostrado ser una persona completamente nueva. Gracias a Marley, veo la bondad en tu interior.
- Eso es precioso, pero te recuerdo que hace unos segundos pensabas que había matado a tu mejor amiga.
- En el fondo sabía que no habías sido tú, pero quería asegurarme.

En unos minutos, Sam había revelado mis mayores secretos. ¿Habría algo sobre mí que no supiera?

- ¿Podría hacerte una pregunta?-me dijo-.
- Claro, si es que hay algo que no sepas todavía...
- Quiero saber cuál de los dos fue, ¿Alec o Jamie?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)