viernes, 6 de enero de 2012

Poderes (I)

A continuación os dejo con un fragmento de la siguiente historia con la que continuaré, "Poderes", y de paso os deseo unos muy felices Reyes.

- Esto tiene menos sentido que el final de House.
- Oh,vamos, Ry-me decía Rachel-. Simplemente es que te has equivocado al despejar. ¿Ves?-dijo, mientras me cogía mi boli y rehacía el paso donde yo me había equivocado-. X=17. No es tan difícil. Y admite que lo de House tampoco fue para tanto. Un poco inesperado lo de House y Wilson, sí, y aunque no saliera Trece...
- Rech, aquello fue imperdonable, admítelo. Podrían haberla sacado al menos una última vez.
- Ya lo hicieron, ¿recuerdas? Cuando volvía con su novia al hospital para despedirse definitivamente de todo el equipo, y en especial de House.
- Creo que me salté esa parte.

Ambos reímos. Nuestras dos caras estaban a sólo unos centímetros de distancia, y desde ahí podía oler su hechizante y embriagador perfume. Nos habíamos quedado los últimos en clase, el timbre había sonado hacía rato.

- Rachel-le dije-.
- ¿Sí?-me preguntó ella, mirándome con sus preciosos y profundos ojos verdes-.
- Te quiero.
- Y yo a ti, cariño.

Sonrió, mostrando sus limpios y perfectos dientes, y se acercó a mí para besarme.  Y entonces tuvimos que interrumpirlo, a raíz del tono de llamada del móvil de Rachel, con su canción "Welcome to my life".

- Perdona-dijo, tras separar nuestros labios-. Es que había quedado en llamar a mis padres para aclararles el plan de esta tarde.
- Bueno, yo había pensado...-dije, acercándome a ella lentamente-. En una romántica velada con peli de zombies incluída. Digamos... ¿Resident Evil 5?

 Rachel sonrió, y me dijo:

- Me parece un buen plan.

Abandonamos el instituto, y nos fuimos directos hacia el cine más cercano. La sala no era muy grande, pero apenas había gente ya que aquella película llevaba mucho tiempo en cartelera.

- ¡Alice, corre! ¡Y cuidado con el zombie de la moto!

Tras la película, Rachel y yo salimos a pasear por Washington Square Park, conversando sobre hasta qué punto era posible que un zombie montara en moto. Ambos vivíamos muy cerca de allí, en unos pequeños apartamentos del East Village. De ahí la razón de que nos conociéramos desde siempre, pues llevábamos viviendo uno al lado del otro toda la vida.

Nos sentamos en un banco, el uno junto al otro. Ella estaba a mi derecha. Ambos llevábamos guantes, y ella un gorro de lana para protegernos del frío. Apenas llegaríamos a los cinco o siete grados.

- ¿Recuerdas la primera vez que vinimos aquí juntos?-preguntó Rachel, rompiendo el silencio-. Quiero decir, cuando éramos pequeños.

Y cómo olvidarlo. Mis padres salieron con los suyos  a pasear, llevándonos  a nosotros en brazos, y en un momento dado yo pedí un helado y me lo compraron. Rachel también quería uno, pero no logró convencer a sus padres. Entonces, yo le di mi helado, y creo que fue a partir de aquel momento cuando empezamos a ser amigos. Y entonces resultó que Rachel era alérgica a los en el helado minúsculos frutos secos, y acabaron llevándola a urgencias en una ambulancia. Un pequeño fallo sin importancia.

- Desde luego. Nunca imaginé que unos cacahuetes pudieran llegar a ser tan peligrosos.
- Teníamos apenas cuatro años, normal que desconociéramos todo eso, ¿no?

Yo asentí, y ella apoyó su cabeza sobre mi hombro.

- ¿No huele a... quemado?-preguntó Rachel, con curiosidad-.

Yo me giré hacia el otro lado, y me llevé una sorpresa considerable al ver mi mano izquierda envuelta en una bola de fuego. Y sin sentir nada en absoluto.

Me concentré todo lo que pude para intentar apagarlo como John Smith, "El número cuatro", lo habría hecho. Pero no ocurría nada. Pensé en lo bien que estaría tener algo de agua para apagarlo...

Y entonces empezó a diluviar. Rachel y yo nos levantamos corriendo, en busca de algún lugar donde guarecernos.

- ¡Caray!-dijo Rachel-. ¡Menudo tormentón! No recuerdo haber visto nubes en el cielo.
- Ni yo, no sé de dónde habrá podido venir. Y, por cierto,ahora que me acuerdo, Rachel...-ella giró su mirada hacia la mía-. He pensado que, para el baile...
- ¡Vaya! ¿Hay un baile? ¿En serio?¿Y vas a ir?
- Oh, vamos, Rech-le dije, golpeándole suavemente con el codo izquierdo-. Sabes que esto no se me da nada bien.
- Eso es irrelevante, Ry. Si quieres que vaya al baile contigo, habrás de pedírmelo, como todo el mundo-dijo, en tono burlón-.
- Está bien-dije-. Rachel Hart-me arrodillé ante ella-.  ¿Te apetecería ir conmigo al baile de fin de curso?
- No está  mal.
- ¿Y entonces,me concederás el gran honor de acompañarme en tal festividad?

Se acercó  a mí y me besó, como pocas veces me había besado. Y luego, cuando yo todavía estaba ensimismado por la sorpresa, ella me dijo:

- ¿Y tú que crees, tonto del bote?

 Volvimos a casa después de pasear otro poco más. Nos detuvimos frente al portal del edificio donde vivíamos.

- Bueno-dijo Rachel-. Aquí estamos. De nuevo en casa.
- He pensado... que podríamos ir  mañana a buscar algún vestido para ti y algún traje para mí, ¿no?
- Claro. ¿A qué hora te apetece?
- Mi primo Héctor llega temprano, así que tampoco me importaría madrugar un poco. ¿Qué tal sobre las nueve y media enfrente de la FAO de la Quinta Avenida? Podríamos quedar directamente allí, y recorrernos unas cuantas tiendas para ver si encontramos algo.
- Me parece genial, Ry. A las nueve y media, enfrente de la FAO. Allí estaré.
- Muy bien, pues entonces... ¿Nos vemos mañana?
- Nos vemos mañana. Buenas noches, cariño.
- Buenas noches, Rech-dije, mientras nos dábamos un corto beso de buenas noches-.

Y ambos subimos al tercer piso, donde puerta con puerta se situaban nuestros respectivos apartamentos.

1 comentario:

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)