viernes, 25 de noviembre de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XXXIII)

Miércoles, 10 de agosto de 2011

Aracdia. Una ciudad de supervivientes. Un oasis de vida en un mundo dominado por zombies.

Cuando miramos hacia donde señalaba Milla, empezamos  a verla.  Una isla que empezaba a ser visible, como si una especie de manto la hubiera mantenido oculta hasta hacía solo unos segundos.

           
       A punto de llegar al muelle vimos a miles, no, docenas de miles de supervivientes como nosotros, construyendo pequeñas instalaciones semejantes a las cabañas de las playas tropicales.

Cuando al fin lo alcanzamos, un grupo de esas personas, con un hombre delante, llegaron para ayudarnos. Atamos el barco al muelle y fuimos bajando, de uno en uno, por las escaleras que lanzamos.

      - Hola a todos-dijo aquel hombre-.y bienvenidos a Aracdia. Si necesitáis ayuda para cualquier cosa, decídmelo. Mi nombre es Kevin.
      - Hola, mi nombre es Richard-dije-. El suyo Zoey, él se llama Justin y ella…-dijo, señalando a Milla-. Bueno, imagino que  ya la conocerás.  Solía matar zombies y soldados de Umbrella.
      - ¡Milla Jovovich! Ya decía yo que me sonaba de algo…
      - Y aunque me sepa mal, apenas conozco a ninguno de los demás-añadí-.
      - No te preocupes, Richard. Hay sitio para todos. Seguidme.

Y lo hicimos. Por el camino, Kevin nos contaba, principalmente a Zoey, Justin, Milla y su familia y a mí (que éramos los que encabezábamos aquella marea de gente), algunas cosas sobre Aracdia. Un nombre, por cierto, no muy original, ya que al parecer procede simplemente de intercambiar en la palabra “Arcadia” (el supuesto refugio para supervivientes en Resident Evil, que más tarde resultó ser una trampa de Umbrella) la letra “c” con la segunda “a”. Ya veis.


“Aracdia” fue un acuerdo entre varios gobiernos, firmado en secreto el pasado 24 de junio por sus líderes, y consistente en la construcción de una isla artificial, con una tecnología  especial de protección de forma que nadie o nada infectado con el virus pudiera entrar. Cuando estuvimos listos, empezamos a enviar transmisiones mediante ondas de radio a algunas zonas de Norteamérica.
      -  ¿Y el resto del mundo?-pregunté-.
      -  Estamos en ello. Nuestros equipos no son todavía lo suficientemente potentes, y apenas nos quedan transportes. Además, no hay muchos voluntarios para jugarse la vida, una vez han llegado a la isla.

Asentí. Miré a mi alrededor, y vi varias instalaciones en proceso de construcción y algunas otras ya acabadas. Y personas yendo de un lado a otro sin descanso. Bajo un cielo bastante soleado.



Vaya, es enorme-comentó Justin-.
      - Su superficie lo es. Tiene capacidad para albergar una población de una gran ciudad como Nueva York o Londres.

Es decir, unas ocho millones de personas, aproximadamente. Casi nada.

Estaba maravillado, jamás habría pensado que algo así fuera posible. Nunca hubiera imaginado que hubiera tantos supervivientes como nosotros ahí fuera.

Pensándolo bien, aquel era el problema, que había muchos supervivientes como nosotros ahí fuera, y que probablemente no tendrían tanta suerte ni conocimientos como nosotros.

      -  Imagino que querréis descansar, así que mejor dejaremos la cena de bienvenida para mañana.
      - No, mejor que la hagamos hoy-dije-. Algo me dice que mañana tendremos cosas que hacer, ya sabes, fuera.
      -  Richard, si lo que quieres es irte eres libre de hacerlo. Todos vosotros lo sois. Pero si por alguna razón os perdéis, os contagiáis u os pasa algo... No esperéis nuestra ayuda.
      -  Kevin-empezó a hablar Zoey-. Lo que  Richard quiere decir es que hay mucha gente ahí fuera que ni siquiera sabrá dónde ni cómo encontraros. Y no pensamos abandonarlos.
      -  Eso-dijo Justin, apuntándose a la conversación orgullosamente-.
      -   Es una locura, pero haced lo que queráis. Sean cuales sean vuestras intenciones, puede que hasta sobreviváis. Pero no contéis con mi apoyo.
      -  ¿Y si te dijera...-empezó a hablar Zoey-...que tenemos una muestra de la vacuna contra el virus?
      -   Entonces te diría, con todo el respeto del mundo, que estás como una cabra, que algo así es tan imposible como…
      -  ¿Como esto?-dijo Zoey, enseñando la muestra, y mostrando la sonrisa más amplia que he visto hasta la fecha-.


Cuando Kevin se giró y la vio, quedó tan sorprendido y anonadado que no pudo más que decir:

      - No fastidies.

De pronto, misteriosa e inesperadamente, Kevin estaba con nosotros al cien por cien.
Un par de horas antes del atardecer, nos hizo una especie de tour guiado por la isla.

Había varias zonas con cabañas al estilo tropical, jardines y algunos edificios más hechos con materiales sencillos. Eran bajos, pero también amplios. Además, por lo que pude ver ya que estaba empezando a anochecer, habían encontrado la forma de tener electricidad, aunque daba la impresión de que no querían malgastarla demasiado. Así que me quedé con las ganas de ver si tenían “House M.D.” (la cantidad de días que llevo aguantándome, con lo interesante que se había quedado), Glee, o alguna otra serie o película para entretenernos.

          
         Al caer la noche, nos sentamos todos en varios corros en la orilla de la playa, con varias hogueras iluminando el ambiente nocturno, que con un fresco viento se había convertido en un inesperado frío. Cenamos y disfrutamos de una comida que se encontraba a años luz de cualquier otra cosa que hubiéramos comido en semanas, ni siquiera en la habitación de hotel en la que vivía antes de conocer a Zoey. Caray, si supierais lo rica que estaba…



Zoey estaba a mi derecha, y Justin a mi izquierda. Milla estaba también cerca, pero se encontraba charlando con su marido y junto a su hija. Lo comprendo, tendrían muchas cosas de las que hablar después de todo. Sobre entre Milla y Paul. Con la hija, teniendo en cuenta que todavía no ha aprendido a hablar, sería algo difícil.

No obstante, en un determinado momento Milla se acercó a nosotros y nos dijo:

      -  Chicos, quiero que sepáis que os agradeceré eternamente todo lo que habéis hecho por mí, y por mi familia. Y me encantaría acompañaros en la búsqueda de más supervivientes, de verdad, pero…
      -  Pero te gustaría pasar tiempo con Ever y con Paul-dijimos, tan al unísono que incluso asustamos a Milla-.
      -  Lo entendemos-dije-. Siempre y cuando…
      - …te comuniques con nosotros de vez en cuando-añadió Zoey-.
      - Y nos dejes participar en la próxima película de “Resident Evil” si alguna vez llegas a grabarla. No te olvides de eso.

Todos lo miramos sorprendidos, aunque de broma.


¿Qué? Alguien tenía que decirlo. No nos ibas a dejar colgados por nada, verdad ¿Milla?
      - Por supuesto que no-respondió ella-. No voy a dejaros colgados. Me comunicaré con vosotros por radio, y os ayudaré guiándoos por los mejores caminos, para encontrar más supervivientes.
      - Para supervivientes nosotros-dijo Justin-. Anda que no hemos pasado por cosas en los últimos días...

Y tenía razón. Desde aquel  miércoles 27 de julio, el día en que conocí a Zoey, mi vida había cambiado radicalmente. Conocí a mi gran amor, la chica más maravillosa, bella, inteligente, divertida, amable… (imagino que ya os hacéis una idea)  que es Zoey. Aunque estoy algo decepcionado por aquel sueño que tuve la noche del 24 de julio (¿una chica de pelo castaño y largo?). Hay que ver cómo han degenerado lo sueños predictivos.

Sábado, 30 de julio fue el día en que nos encontramos con Justin. A Milla la conocimos el 1 de agosto. Cuando me paro a pensar, me resulta increíble darme cuenta de que a Zoey la conozco desde hace apenas dos semanas, a Justin desde hace unos diez días y a Milla... Poco más de una semana. Y así es como llego a una clara conclusión: han sido las dos mejores semanas de mi vida.

      -  No os preocupéis-nos dijo Milla-. Os estaré vigilando por radio todo el tiempo, no dejaré que os pase nada. Y si pasa, utilizaré mi secreto aunque infalible judo a distancia.

Nos abrazamos los cuatro, riendo. Y con algo de pena, por tener que despedirnos.


 No puedo creer que me sienta tan feliz, en serio. He tenido tanta suerte...

      - ¿Qué ronda por esa cabecita tuya, cara higo?-me preguntó Zoey-.

La miro, y veo en ella  a la chica de mis sueños. Tenía su oscuro pelo algo alborotado por la brisa que corría, y sus preciosos ojos me miraban, a la vez que sonreía.

-            Te quiero, Zoey-le dije-. Y siempre lo haré-continué hablando, mientras me acercaba para besarla-.

Ella me dijo lo mismo, y los dos nos tumbamos en la playa juntos, uno al lado del otro, y empezamos  a besarnos. Cosa que a Justin no pareció gustarle demasiado.

       - ¡Oh, venga ya, chicos!-decía-. Por lo menos esperad a que termine de comer.

   Nos reímos, pero continuamos besándonos.

            Poco después, cuando estábamos cogidos de la mano y paseando por la orilla de la playa a la luz de la Luna casi llena, Kevin se acercó a nosotros y nos dijo:

      -  Chicos, perdonad que os moleste, pero he hablado con los encargados del laboratorio de investigación.
      -  ¿Sí?¿Y qué dicen?-pregunté, aún sabiendo perfectamente la respuesta-.
      -  Por increíble que me siga pareciendo, teníais razón. La muestra que me disteis es realmente una vacuna contra el virus.  Podremos fabricar muchas más a partir de esa. Llevará tiempo, pero lo haremos. No sé como la habréis conseguido, pero una cosa es segura: acabáis de protagonizar uno de los sucesos más importantes en la historia de la humanidad.
      -  Vaya-dijo Zoey-. Y yo que pensaba que sólo habíamos salvado el mundo.
      -  Entonces…-dijo Kevin-.¿ Seguro que no preferís descansar un par de días antes de embarcaros en esta gran, loca y suicida aventura?
      -  La verdad es que no-dije-. Descansaremos esta noche, y mañana al alba partiremos. Vosotros ocupaos de organizarnos el viaje. Zoey, Justin y yo iremos en busca de supervivientes.
      -  Sí, hombre. Como que voy a dejar  que vayáis solos con uno de los pocos  transportes que tengo. ¡De eso nada!  Os acompañarán algunos de los míos. Además, el hecho de que vayamos a tardar un tiempo en fabricar millones de vacunas no significa que no tengamos ya unas cuantas. Os vacunaré a todos antes de que os vayáis.
      -  A mí  no me hace falta-comentó Zoey-. Mis padres fabricaron una vacuna para mí. Fueron ellos quienes salvaron a la humanidad.

Quedamos con Kevin en que saldríamos al amanecer, pasándonos antes  por el laboratorio para vacunarnos.

Anoche dormí  genial, y cómodo como nunca lo había estado. Zoey y yo nos dormimos abrazados en una especie de litera dentro de una de esas cabañas, en la de abajo. Y Justin en la de arriba. La verdad es que él no pasó tan buena noche. Al parecer, volvió a tener problemas con los mortífagos.

Hoy nos hemos despertado sobre las seis. Hemos desayunado, y preparado algunos helicópteros con provisiones para varios días y algunas radios para localizar a los supervivientes, y establecer puntos de reunión para estos.

Estábamos en la orilla de la playa. Varios helicópteros se encontraban dispuestos a lo largo de ella,  y muchos de los habitantes de la isla se acercaban para despedirse de nosotros. Entre ellos, Milla y su familia.

      -   Muchas gracias por todo, chicos-decía Paul-. Siempre os estaremos agradecidos por lo que hicisteis por nosotros.

Nos despedimos de él, y también de Ever. Milla, por su parte, nos abrazó a todos, uno a uno, mientras nos decía:

      - Estaremos en contacto en todo momento. Si necesitáis ayuda, o a alguien que os guie..  Aquí estaré. Pero por favor, tened cuidado.

      -  ¡Venga ya!-dijo Zoey-. ¿Acaso estaríamos aquí si no lo hubiésemos  tenido?
      -  Buen argumento-añadí, mientras Milla reía-.
      -  Hasta pronto, chicos.

Un último abrazo colectivo, y Justin, Zoey y yo subimos a uno de aquellos helicópteros. El cual, al parecer, pilotaría Kevin.


-  ¡Vaya!-dije-. ¿Tú también vienes? No sé por qué, pero algo me decía que preferías quedarte aquí.
      -  Puede que ayer sí, pero hoy ya no. He cambiado de opinión, y ya que tengo ciertos conocimientos sobre el pilotaje he decidido ser yo quien lleve el helicóptero. Al menos así me aseguraré de que no os lo carguéis.

Unos pocos de aquellos voluntarios que espero tenga algo de experiencia con los zombies se subieron en nuestro helicóptero. El resto de ellos se fueron llenando también, y llegado un momento despegamos.

Miramos hacia abajo conforme los aparatos se elevaban  en el aire. Nos despedimos de Milla y su familia con la mano, y echamos un último vistazo a  la isla de Aracdia antes de que ésta se hiciera tan pequeña en la lejanía que dejáramos de verla.

Dejamos de mirar por la ventana, y nos acomodamos en nuestros asientos. Justin rompe el silencio diciendo:


- ¿Sabéis? Hay algo que siempre he querido hacer, incluso antes de todo este cataclismo mundial, y tal, veréis...


Zoey y yo nos giramos hacia él, interesados. Incluso Kevin parecía estarlo.


- Se trata de bailar una canción de Michael Jackson, "Thriller", pero con zombies de verdad.


Kevin se quedó sin habla, aunque como nosotros ya conocíamos a Justin nos limitamos a dejar escapar una pequeña risilla.


- ¿Qué?-preguntó Justin-. Si se supone que el virus muta constantemente, alguna de esas mutaciones podría permitir a los zombies moverse como si estuvieran bailando, ¿no?
- Quien sabe Justin-le dije asintiendo, al tiempo que Zoey hacía lo mismo-. Quien sabe.

En realidad pensé en ello,y aunque sabía que un cuerpo como el de un zombie jamás podría hacer un paso de baile como los que Justin decía, mi afirmación estaba basada en algo que, supuestamente, jamás habría podido ser creado. Zombies, muertos que vuelven a la vida. Igual que la vacuna que curó  a Zoey. Han pasado tantas cosas en los últimos meses que yo creía imposibles, que las bases de todo aquello que creía inamovible se han derrumbado cual castillo de naipes zarandeado por el viento (pedazo de verso que acabo de imporvisar). Si es que se nota que he ido mejorando desde que empecé a escribir al diario. Y es que la práctica hace al maestro.


A los pocos minutos, se oye la voz de Milla, como comprobando la comunicación, y diciéndome que no me olvide de incluir su despedida ante los lectores de esta historia. Dice que ha sido un placer escribir en este diario, que le ha encantado y que espera poder empezar el suyo propio pronto.

Justin se despide diciendo algo así como “y desde Aracdia, Océano Atlántico, buenas noches”. Otra cita inspirada en Zombieland, en los últimos segundos de la película. Y eso que es de día.

Zoey, por su parte, me pide que le deje el diario.

Querido diario: soy Zoey.  A pesar de lo cerca que hemos estado de que saliera todo mal, creo que estas han sido las dos mejores semanas de mi vida. Lo que siento por Richard… es algo increíble. Y es que quién me iba a decir que mi vida cambiaría tanto en tan poco tiempo, que la gasolina de la moto que llevaba cuando pasaba por Los Ángeles se acabara a tan sólo un par de manzanas del hotel donde Richard vivía.

La verdad es que todavía me siento rara, al fin y al cabo estuve a sólo unos instantes de morir. Richard me salvó justo a tiempo, con un antídoto que mis padres me habían dejado. Son ellos los verdaderos héroes de esta historia, y mi hermano…, que estoy convencida de que también participó.

No imagino la cantidad de vidas que se salvarán gracias al antídoto que me dejaron.

Hemos cambiado el curso de la historia, al escapar de aquellas instalaciones bajo la ciudad de Nueva York con el antídoto, y llevarnos esas pocas muestras que se han podido fabricar en el reducido tiempo que hemos estado en Aracdia.

Hay motivos para pensar que hay cientos, tal vez miles de supervivientes que se encuentran por ahí perdidos, sin saber qué hacer o cómo escapar a un lugar mejor.

Pero nosotros los encontraremos. Recorreremos pueblo a pueblo,ciudad  a ciudad, isla a isla, país a  país, continente a continente, viajaremos por todo el planeta y daremos con ellos. Y, con algo de suerte, puede que incluso alguno ganemos el premio de “matazombies de la semana”.

            Con esta última broma, terminaré mi intervención en este diario despidiéndome de vosotros, queridos lectores, y deseándoos una larga y próspera vida,  a ser posible sin zombies.

Hasta siempre,

                                   Zoey Pierson.

            Querido diario: vuelvo a ser Richard. La verdad es que me está quedando un final algo largo, así que procuraré ser lo más breve que pueda.

            A mí también se me acaba de ocurrir una especie de chiste. ¿Conocéis la canción de “Human”? ¿Y su estribillo? Pues cambiad la palabra “dancers” por "zombies" y el pronombre "we" por "they", y tendréis la que yo creo es la principal norma para sobrevivir en un mundo dominado por los zombies: antes de hablar con nadie, de intentar razonar con nadie (incluso aunque creas estar seguro de que ese “alguien” no es un “algo”), en general, antes de intentar cualquier tipo de acercamiento, deberías asegurarte de algo bastante importante. ¿Es un humano, o es un zombie? Simple, pero eficaz.

Ya me estoy volviendo a enrollar. Bueno, enseguida termino.

            Mirando por la ventana, veo el vasto Océano Atlántico extendiéndose por debajo de nosotros, y de allí hasta el horizonte. Justo detrás de nosotros, el sol empieza a asomar por encima de las aguas.


            Zoey enciende la radio, una radio que utilizaremos para emitir nuestro mensaje por todo el mundo:


"Aquí Aracdia. Emitiendo desde las coordenadas 39º 31' 41.30'' Norte, 72º 07' 44.22'' Oeste. Buscando supervivientes. Aquí estáis a salvo, no hay infección, tenemos alimentos y cobijo para daros.


Si nos estáis escuchando pero no sabéis cómo llegar, contactad con nosotros y buscaremos un lugar en el que todos podamos reunirnos. Aracdia, un paraíso de supervivientes. Esteis  donde esteis, podéis estar seguros de una cosa: os encontraremos. Y os llevaremos a allí.


 Aracdia os espera."

            Me da algo de lástima terminar este diario, pero es indiscutible que cuando algo empieza, debe terminar tarde o temprano. Además, como se suele decir, lo bueno y "breve" dos veces bueno.


            Pero entonces me doy cuenta de que algo me anima, y es pensar que esto no es el final de nuestra aventura, sino el comienzo. Es ahora cuando realmente empieza la aventura.


-  Chicos-nos dice Kevin-. Vamos hacia el oeste, pero no he marcado todavía ningún rumbo fijo. ¿Tenéis alguno en especial?

Zoey y yo nos miramos y sonreímos.  Acercamos nuestras caras y nos besamos, durante unos instantes, sintiéndonos más felices que nunca. Separamos nuestros labios (para alivio de Justin), en el momento en que Kevin nos vuelve a preguntar.

      - ¿Chicos?

Y los dos al unísono decimos:

      -  Rumbo al horizonte.


       FIN


TÍTULO ORIGINAL: DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE
1ª EDICIÓN, AGOSTO 2011
AUTORES: RICHARD RICHARDS, ZOEY PIERSON, JUSTIN CARDMAN Y MILLA JOVOVICH

Agradecimiento especial a todos aquellos que participaron en películas como “Bienvenidos a Zombieland”, la saga de “Resident Evil” o series de televisión como “House M.D”, “Glee” o “The Walking Dead” y a cualquiera que esté leyendo esto, especialmente si eres un superviviente. Y, por supuesto, a nuestro querido narrador omnisciente, sin cuya ayuda habría sido bastante difícil contaros ciertas partes de la historia.

-          Chicos, sé que queda muy bonito terminar una historia así, pero… ¿no podríais ser algo más específicos?

1 comentario:

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)