martes, 10 de abril de 2012

Poderes (VI)

- Perdona, ¿qué?
- Cody, Zack. ¿Preparados?
- Afirmativo, Nadi.
- ¡Entonces, en marcha!

El coche arrancó y giró a la izquierda en el primer cruce. Hasta ahí todo normal. Lo bueno vino cuando las ruedas dejaron de tocar el asfalto.

Estábamos volando, literalmente (tal y como lo hubiera dicho Robin Scherbatsky) en dirección a  Broadway.

- ¿Te apetece una visita turística por la ciudad, Ry?

No sabía qué me sorprendía más, si lo rápido que Nadia había encontrado la confianza como para llamarme Ry (algo que entonces sólo Rachel hacía), o el hecho de que estuviéramos volando a varios metros sobre la calle.

Nunca había tenido demasiado vértigo, pero estábamos empezando a coger velocidad y para colmo, las calles (que en Chelsea estaban prácticamente vacías) tenían cada vez más tráfico. Y el coche se elevaba aún más. Debíamos de estar a unos ocho o diez metros sobre el suelo.

- Interpretaré ese silencio como un sí- dijo Nadia-. ¡Agárrate fuerte!

Y lo hice, pero aquello no evitó que empezara a marearme un poco. Nadia aceleró el coche subiendo en dirección norte, a lo largo de la Quinta Avenida. Levanté la vista, y pude apreciar, aún desde tan lejos, las cegadoras luces de Times Square.


- ¡Lo mejor es ver la cara que ponen!-dijo Nadia, riendo-.

Era increíble. Sobrevolábamos Times Square a una velocidad de vértigo, pasando tan cerca de algunos de los carteles que pensaba que íbamos a chocar.

- ¡Cambio de rumbo, chicos!-habló de nuevo-. Vayamos a la cima.

Ni siquiera me molesté en preguntar, tan sólo esperé sobrevivir a ello.

Y entonces Nadia aceleró, hasta tal velocidad que me resultaba imposible imaginar que pudieran tener unos reflejos tan rápidos como para esquivarlo todo. Y mucho menos la imponente fachada de uno de los edificios más altos del mundo. No pude evitar sofocar un grito en el instante en que realmente parecía que nos íbamos a chocar.

- Oh, vamos-dijo Zack-. Relájate un poco. Tampoco es para tanto.

¿Que no era para tanto? Estábamos en un coche volador, ascendiendo de forma paralela a la fachada del edificio,y a una velocidad cada vez mayor. Ni siquiera parecía que fuésemos a parar.

Por suerte, lo hicimos.

- Cody-dijo Nadia-, ayúdame a pararlo aquí. Y qué-dijo, una vez estábamos parados en lo alto del edificio,a  sólo unos 405 metros sobre el suelo. ¿Qué tal la primera experiencia? ¿A que mola más nuestra forma de ver la vida?
- ¡¡Estáis todos locos!!-dije, con toda la sinceridad del mundo-. Una cosa es que queráis pasar de la gente, pero otra muy distinta es que la pongáis en peligro. ¿Tenéis idea de lo que podría haber pasado?
- Sólo nos divertíamos, tío-dijo Dave-. Nada más.
- Ya, y un cuerno. Ni siquiera sois conscientes de ello, y si no puedo haceros cambiar de idea  lo mejor será que me vaya-dije, haciendo amago de abrir la puerta de mi lado del coche-.
- Hay casi medio kilómetro de caída hasta el suelo, genio-dijo Nadia-. Y si te caes no tendrás más que unos pocos segundos antes de estrellarte contra el suelo.


De verdad que pensé en ello. Contemplé las luces de muchos de los rascacielos de la ciudad, la vasta oscuridad que envolvía gran parte de Central Park. Y también los coches, y las personas que se movían  a cientos de metros por debajo de mí. Bajé la ventanilla, y sentí un frío viento, casi gélido, azotándome la cara.  Y fue entonces cuando lo oí.

- ¡Socorro!-era una voz de mujer-. ¡Por favor, que alguien me ayude!

Contemplé el rostro expectante de mis "nuevos amigos". Abrí la puerta, y apoyé mis dos pies en su borde. No lo dudé ni por un segundo.

- ¡¡¡No!!!

Y me dejé caer.

Al principió sentí miedo, pero poco a poco cogía confianza y con cada metro, me sentía más seguro. Hubo un instante en el que tan sólo me dejaba llevar, y entonces sucedió.

Extendí mis brazos, y empecé a planear como un pájaro. En dirección a donde había escuchado los gritos.

No me había sentido mejor en toda mi vida. Volaba cual superhéroe de cómic por encima de las azoteas de los edificios, sintiendo la fuerza del viento en todo mi ser.

Llegué a  aquella zona en sólo unos segundos. Sólo unos instantes después oí un coche justo detrás de mí. Me habían seguido.

- Y crees que nosotros somos lo locos-dijo Cody-. Mira quién fue a hablar.
- No teníais por qué venir si no os interesa ayudar a la gente.
- A quien venimos a ayudar es a ti, señor volador-dijo Nadia-. Tienes demasiado confianza en ti mismo para ser novato, y nos gustaría que siguieras vivo mañana.
- Shhh...-dije, para hacerla callar-. Es aquí al lado.

Me asomé por un callejón, y vi a un hombre con la cara tapada y amenazando a una mujer rubia.

- Ya está, nena. Puedes irte.
- Lo...Lo siento-dijo la chica, llorando-. Pero me dijo... Me dijo que si no lo hacía me mataría. Lo siento...-dijo mientras se alejaba corriendo.

El tío se destapó la cara, y pensé que me estaban tomando el pelo. Era el atracador al que había detenido aquella misma mañana, hacía sólo unas horas.

- No sé cómo ni por qué, pero algo me decía que bastaba con que amenazara a un sólo inocente para que volviéramos a vernos.
- Pues después de la última vez, no entiendo por qué tenías tantas ganas.
- Verás, chaval. Resulta que tengo unos cuantos amigos. Amigos peligrosos.

En aquel momento, fuimos rodeados por unos quince o veinte de esos "amigos", provistos de toda clase de armas. El hombre se acercó más a mí, y no sé si debido a la oscuridad de la noche o a algún otro motivo me pareció mucho más siniestro que en mi primer encuentro con él.

- No sé quién eres. Ni lo sé, ni me importa. Ni siquiera esas estúpidas habilidades que crees tener. Tan sólo tuviste suerte, nada más. Pero me hiciste quedar en ridículo, y eso lo vas a pagar.

Observó a Nadia, Zack, Dave y Cody durante unos instantes y luego siguió hablando.

- Vaya, si veo que tú también tienes amigos. Una pena que no me vaya eso de dejar testigos. Lo siento chicos, no es nada personal..

El tío hizo una señal a aquellos que nos rodeaban, y añadió:

- ¿Unas últimas palabras?
- Bonito discurso.

Y se lanzaron a por nosotros. Dave trataba de introducirse en la mente de mi atracador favorito, pero le costaba demasiado. Zack llegó incluso a mover objetos como bicicletas e incluso motos, y golpeaba a los enemigos con sus propias armas, algo a lo que ayudaba Cody. Nadia se transformaba en algunos de ellos para confundirlos aún más. Teníamos unos reflejos alucinantes, y todo parecía ir de maravilla hasta que sucedió aquello.

Nos giramos al oír un gemido ahogado de Dave, cuyo pecho había sido atravesado por una especie de cuchillo.

- ¡¡¡Hijo de puta!!!

Ni siquiera le hicieron falta poderes para dejar inconsciente  al hombre de un sólo hostión. Nadia se agachó junto a Dave.

Todos corrimos hacia él, consternados, tratando de asimilar lo que estaba pasando.

- Dave...-decía Nadia-. Dave, por favor, aguanta...

Una gran mancha roja empezó a manchar su camisa, y su rostro se tornaba pálido con rapidez.

- Tal vez si lo llevamos a un hospital...
- ¡¡¡Tú!!!-me dijo-. ¡¡¡Eres un capullo!!!¡¡¡Todo esto es por tu culpa, por tu  infinita y estúpida necesidad de hacerte el héroe!!!

Media isla estaría escuchando sus gritos.

- ¡¡¡Lárgate!!!
- Pero todavía puedo...
- ¡¡¡He dicho que te largues!!!-dijo, mostrándome una última vez esa cara, llena de rabia, tristeza y desesperación-.

No me lo pensé dos veces. Me di la vuelta y empecé a andar en dirección contraria.

- Dave-decía Nadia, llorando-. Por favor, no me dejes. Saldremos de esta juntos, te lo prometo. Dave...

Los dejé atrás rápidamente, no sin antes llamar a una ambulancia desde la primer cabina que me encontré. Me volvía  casa, y me tumbé en mi cama, todavía sin creerme lo que había pasado. Si Dave moría, si no salía de aquella... No sabía si podría perdonármelo algún día.

Me dormí, aun siendo consciente de que en dos o tres horas los rayos de sol invadirían mi habitación.

Cuando desperté, ya había amanecido. Fui  a desperezarme y me di cuenta de que no tenía nada sobre lo que hacerlo. Alcé la vista hacia el hueco en el que unos días atrás se encontraba la puerta de mi habitación, y entonces vi a mi primo. En su cara se veía la misma expresión que en el momento en que averiguó que Lea Michele era amiga mía.

Y es que no todos los días ves a tu primo levitando a metro y medio sobre su cama.

1 comentario:

  1. muchísimas gracias!! :D Acabo de pasarme por el blog, me gusta mucho! :) Las entradas son muy bonitas (en especial la de "todo llega", es mi favorita). Desde ahora tienes un seguidor más. Me pasaré a menudo por allí, pero aún así avísame por favor cuando subas algo nuevo. :D

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Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)