- No quisiera interrumpirte, pero... Me parece que dar cabezazos contra la mesa no solucionará mucho.
Reconocí aquella voz. Jake y yo nos encontrábamos en la cafetería del instituto.
- Créeme, sé lo que duele que te peguen ahí. Llevo mucho tiempo jugando al paintball.
Aunque mi brazo vendado no lo demuestre precisamente.
Levanté la cabeza, desganado, y vi a Jake cubierto de moratones, y con un brazo vendado.
- ¡Caray! ¿Estás bien?-exageré un poco-.
- Sí, Sam, sí que lo estoy. Pero de quien he venido hablar es de ti.
- ¿De mí? ¿Y por qué de mí?
- Supuse que el hecho de que tu chica te pegase un tiro donde tú ya sabes momentos después de que rechazaras la oportunidad de dispararle,que te dejase colgado el otro día en el Tim Hortons...
- Espera un momento, ¿cómo sabes eso?
- Tengo mis contactos. Pero ese no es el tema. La cuestión es que debió dolerte bastante, y he pensado que tal vez te apatecería... no sé, vengarte de Riley.
- ¿Qué? ¿Por qué? Si él no me ha hecho nada.
- Bueno, vale, entonces podríamos hacer que Remy...
- Tócale un pelo y te mato.
- Caray, lo tuyo si que es amor.
Sinceramente, no sabía que hacer. Remy parecía más feliz que nunca, desde que salía con Riley. Y yo... Bueno, tal vez fuera hora de aceptar definitivamente la verdad, de comprender que Remy había encontrado a un tío que le hacía sentir bien y que yo no tenía derecho a arriesgar su felicidad por la mía. Aquello sería egoísta, y hacerle daño no era un riesgo asumible.
- ¿Y qué hacemos ahora?-preguntó Jake-.
- Yo me iré a casa. Rachel vendrá sobre las cinco. Quiere enseñarme su vestido.
- Vaya... Así que la morenita de ojos saltones realmente se ha encaprichado contigo.
- Oye, Jake, ¿en serio que no tienes nada más que hacer que perseguirme y darme la vara?
- La verdad es que no. Hoy no ponen Bones, así que tengo la noche libre.
- Vaya una alegría.
Pero, por otro lado, tal vez tuviese todavía alguna oportunidad con Remy. Si ella supiera lo que siento, tal vez cambiara de opinión. Puede que si le hiciera ver todo lo que estaba dispuesto a hacer por ella, si viese lo enamorado que yo estaba... Puede que cambiase de opinión. Pero tenía que actuar ya. A aquel paso, me veía de dama de honor en su boda.
- Y eso no estaría demasiado bien, ¿verdad?
- ¿Qué?
- Por la cara que has puesto, yo diría que te has visto a ti vestido de dama de honor en una boda, viendo como Remy y Riley se casan.
- ¿Pero cómo...?
- Algún día te lo explicaré, Sam, algún día. Pero, mientras tanto, deberías comenzar ya.
Me entregó un papel. En él se veía una especie de boceto, con varios garabatos y todos nuestros nombres, y anotaciones debajo de cada uno. Una especie de plan perverso contra Riley.
- En principio, nadie tiene por qué salir herido.
- Bueno...-pensé, sonriendo-. ¿Qué hay de malo en una bromita?
En el fondo no me gustaba la idea, pero en su momento pensé que tan sólo sería una pequeña broma, que todos nos reiríamos después y podría decirle a Remy la verdad sobre mis sentimientos hacia ella. Estaba muy deprimido, y mi sentido común se había ido de vacaciones hacía tiempo. Así que no pensé en las posibles consecuencias que aquello podría tener.
Y que tuvo.
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