miércoles, 30 de marzo de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (XII)

Zoey y Richard llegaron al aparcamiento, pero una vez allí comprobaron que les aguardaba otra sorpresita.

- Oh, vaya-dijo Richard-. Con lo bien que iba todo.

El lugar entero estaba lleno de aquellas criaturas. Sería imposible escapar de allí con vida.

- Debe de haber cientos-dijo Zoey-.
- Unos 1347, en realidad, pero bueno...
- No ayudas, Richard. Tiene que haber algo, alguna forma habrá de...

Pero hubo un pequeño estallido, y en pocos instantes el lugar quedó sumido en la más absoluta oscuridad.

- No es por alarmarte, ni nada de eso-dijo Richard-. Pero nuestra única oportunidad de salir de aquí se ha ido junto con la luz.
- ¿Y no puedes hacer que vuelva? Quiero decir,ya lo hiciste una vez, ¿no?
- Bueno, en realidad redirigí la corriente del generador principal a...
- ¿Puedes hacer algo o no?

Mientras hablaban, los zombis empezaban a darse cuenta de que aquellas figuras en la escalera que bajaba al aparcamiento no eran precisamente carritos de la compra, y comenzaron a andar hacia ellos. Lentamente, pero sin pausa.

- Será mejor que te des prisa,porque sino...-dijo Zoey-.
- ¡Está bien! ¡Está bien!-decía, nervioso-. Tal vez si consigo llegar hasta la sala de máquinas, pueda hacer algo.
- ¿Y dónde está?
- Está en aquella dirección-dijo, señalando a su izquierda- a unos treinta o cuarenta metros como mucho-. Pero no podré hacerlo, hay demasiados...

En aquel momento, Zoey disparó a un zombi a unos diez metros de allí, acertándole de pleno.

- Calla y corre. Yo te cubro-dijo, bien convencida-.

A Richard le gustó aquello. Teniendo a alguien como Zoey defendiéndolo, caerían un millar de zombis antes de que alguno de ellos se acercaran a cualquiera de los dos, aunque tuviera que cargárselos uno a uno y con un meñique. Era una auténtica máquina.

Así que corrieron y corrieron. Zoey disparaba a diestro y siniestro, mientras Richard corría al lado suyo, también disparando, en dirección a la sala de máquinas.

Cuando llegaron allí, Zoey se quedó en la puerta, vigilando que ningún zombi se acercara. Aunque se acercaban, claro. Y cada vez eran más.

- ¡Zoey!-gritaba Richard-. Por si esto sale mal, quiero que sepas que...
- ¡Calla y conecta la luz de una puñetera vez!
- De acuerdo, de acuerdo. Ehm... si coloco este cable enrollado con este otro, y lo cruzo con este dispositivo, puede que...

Al instante, la luz volvió al lugar.

- ¡Uau! Zoey, lo he conseguido. ¿Zoey?

Richard tuvo una terrible sospecha, y salió de la sala temiéndose lo peor.

- ¡Buh!

Y estuvo a punto de pegarle un tiro.

- Zoey, ¿por qué has hecho eso, si se puede saber?
- No lo sé. Será que me gusta verte pasándolo mal.
- Ya bueno, vayámonos.
- Lo que usted mande, capitán.
- Ah, y por cierto, Zoey, respecto a lo de antes, yo...
- Cojamos ese coche de allí. Parece guay.
- Ya, ¿y cómo piensas abrirte paso exactamente?

Zoey disparó al depósito de un coche, que explotó creando toda una hilera de seguidas explosiones, caos y destrucción. Richard comprendió que la respuesta a aquella pregunta era obvia. ¿Cómo abrirse paso entre una jauría de feroces y mortales zombis? A tiros. Como debe ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)