miércoles, 16 de marzo de 2011

AMIGOS EN MADRID (III)

- Me aburro-dijo Alex-.

Todos, él, Sara,Carlos y Miguel estaban sentados en una mesa de un bar al aire libre, en el Retiro.

- Álex-dijo Miguel, algo enfadado-. ¿Podrías, aunque fuera sólo por una vez, dejar que terminara de hablar antes de hacer tus tan imprescindibles comentarios?
- Claro que podría, pero entonces no tendría gracia-respondió el valenciano.
- Bueno-prosiguió Miguel-. Y resulta que estuve hablando con ella, ¿y sabéis quién era?
- Si la respuesta no es Megan Fox o Milla Jovovich, me parece que me retiraré de esta conversación-dijo Álex.
- ¡La chica que despachó a Álex en el bar ayer!
- Oye, un momento, no me despachó ninguna chica, simplemente fue un error de cálculo. Yo tan sólo...
- Calla, Álex-intervino Sara-. Miguel, continúa, por favor.
- Está bien, pues resulta que se llama Amy, es canadiense y...
- ¡¿Se llama Amy y es canadiense?!

Sara lo dijo con tanta intensidad que casi hizo caer a un desprevenido ciclista.

- Sí, eso he dicho-dijo Miguel, extrañado-. ¿Por qué lo dices?
- Ehm, verás, Miguel, yo... Esta mañana, en la universidad, una chica ha llegado justo al comienzo de la clase, y se ha sentado en uno de los pocos sitios que quedaban libres, a mi lado.
- ¿Y?
- La cuestión es que hemos estado hablando, y resulta que me ha contado unas cuantas cosas.

Sara le habló a Miguel de todo lo que había oído de la chica con la que había hablado en el metro hacía tan sólo unas horas, con lo que Miguel quedó bastante sorprendido.

- Así que... ¿te dijo aquello de mí?
- ¡Claro! Si hubieras estado allí... Me contó que se había encontrado con un chico muy simpático, galante y bastante mono.
- ¡¿Bastante mono?! ¿En serio?
- Ahora es que cuando estoy oficialmente fuera de esta conversación-añadió Álex-.
- Pero no lo entiendo. ¿Cómo es que no sabías que era la misma chica del bar?
- No levanté la vista Miguel, al contrario que todos vosotros. No le vi la cara.
- ¿Y te dijo algo más de mí? Quiero decir, no sé, puede que...
- Nada importante, algo de una especie de cita...-dijo, con un tono medio en broma-.

Miguel puso la cara en blanco. Así que realmente parecía gustarle a aquella chica, aunque aquello sólo lo puso mucho más nervioso de lo que ya estaba.

- ¿Y qué vas a hacer?-intervino Carlos, por primera vez en la conversación-.

Sus amigos lo habían encontrado algo raro después de su primer día en la universidad. Quién sabe, tal le hubiera pasado algo que creyó que sería mejor no contar.

- Pues ir, claro. Aunque no sé lo que haré una vez allí. ¿Alguien sabe qué se hace en un encuentro así? Yo qué sé, si debo llevar algún regalo o planes de algún sitio a donde ir, o cómo debería vestirme...- y añadió, dirigiéndose a Álex, sin darle tiempo a hablar-. Nada de trajes.
- Vaya, ahora sí que me has decepcionado.
- Cómo única representante femenina del grupo, yo te aconsejaría que no te preocupases por nada. Si algo sale mal, será una minucia. Si de verdad le gustas, no lo estropearás por cualquier tontería. Sé tú mismo y todo irá bien.
- Ya, eso es muy fácil de decir, pero a la hora de la verdad...
- No seas idiota, Miguel. Eres un gran tío, y romántico además. Lo cual te proporciona algo de ventaja en este asunto. Eres... no sé, cómo un tío medio tía.


Álex soltó tal carcajada que tiró su vaso de Coca-Cola.

- Vaya, Sara. Gracias. Eso ha sido todo un halago.
- Sabes lo que quiero decir, Miguel. Si realmente os gustais el uno al otro, muéstrate a ella tal y como eres.

Miguel volvió a su casa pensando en esas palabras. Nunca se le había dado demasiado bien el trato con las chicas, y su confianza en sí mismo no iba mucho más allá.

Cuando llegó a su casa, cenó con sus padres y su hermano pequeño, de diez años. Les hizo un breve resumen del día, aunque no se atrevió a contarles lo de Amy. Prefería dejar pasar un tiempo antes de hacerlo.

Aquella noche, Miguel se durmió pronto. Excepto un sueño en el que él y unos supervivientes a un apocalipsis zombi, entre ellos su profesor de filosofía del instituto, Milla Jovovich, Sheldon (el de "Big Bang Theory"), y un tío al que había visto en el metro el día anterior, luchaban ferozmente contra una horda de zombis sedientos de carne humana, todo fue bien. Despertó a las tres de la madrugada, momento en que su perro, "Lucky", le pegó el susto del siglo. Nunca imaginó que pudiera ser tan bueno matando zombis.

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Soy el número cuatro

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Me encanta esta peli :)