- A ver si lo he entendido bien-decía uno de los policías-.¿Dices que no tienes ni idea de quién ha explotado la bomba, que sabías que iba a estallar porque lo viste en sueños?
- Oiga, sé que parece extraño, de verdad-decía Alan. Estaba en una especie de sala de interrogatorio,y realmente asustado-.Yo... tuve un sueño anoche. En él vi una bomba explotando, y no pensé que fuera real hasta que lo vi en las noticias. Por favor, tiene que creerme, yo no...
Otro hombre entró en la sala, pero este iba vestido con traje de chaqueta. Alan no alcanzó a distinguir su cara, todavía en penumbra.
- ¿Se puede saber quién es usted?- dijo el policía que instantes antes interrogaba a Alan-. ¿Quién le ha dado permiso para entrar aquí?
- División 6, amigo-dijo aquel hombre, enseñándole una identificación al policía-. Yo me encargo a partir de aquí. Puede marcharse.
El policía aceptó a regañadientes. Tardó unos segundos en comprobar que el tío decía la verdad, y salió de la sala, dejando a Alan sólo con aquel hombre.
Cuando se acercó, Alan comprobó el peligroso parecido que había entre aquel hombre y el que había visto enfrente del instituto el día anterior. Andó hacia la mesa, apartó una silla y se sentó en ella tranquilamente, tras lo cual se dirigió a Alan.
- Alan Harris, ¿no es así?-preguntó, aunque Alan tuvo la impresión de que ya sabía su nombre-.
- Sí-dijo Alan con voz algo temblorosa-. Sí, soy yo.
- Por lo que tengo entendido, señor Harris, está usted acusado de la explosión de una bomba.
- Sí, pero oiga, yo...
- No le he dado permiso para hablar, señor Harris. Y la acusación que recae sobre usted ahora mismo podría llevarlo a un correccional para menores a saber cuánto tiempo. Así que mejor cállese, y déjeme hablar.
Bastó una mirada de Alan para que aquel hombre supiera que no lo volvería a interrumpir.
- Y usted vio la bomba estallar, ¿no?
- Claro, como todo el mundo. Pero...
- Lo vio todo antes de que sucediera.
- ¡Exacto! ¿Pero cómo...?
- Le creo, Alan. Y no sólo eso. Tengo una explicación para ello,aunque este no es un buen lugar para contársela. Vayamos fuera.
- Pero yo...
- Escucha, Alan, si realmente quieres demostrar a toda esta gente que la culpa de todo esto no es tuya, ven conmigo. Si no, acabarás lamentándolo.
Aquello sonaba bastante a amenaza, así que Alan siguió a aquel hombre hasta un parque, enfrente de la comisaría. Por lo menos Alan estaba seguro de que no le haría nada estando allí.
Ambos se sentaron en un banco. Y entonces empezó a hablar.
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