- ¡¡¡¡Richard!!!!-gritó Zoey, mientras corría a abalanzarse contra él-.
- ¡¿Pero qué...?!
Y llegó a tiempo, pero por poco. Un ejército de balas atravesó el espacio donde sólo unos segundos antes se encontraba la cabeza de Richard. Ambos corrieron a ocultarse tras el sofá, huyendo de las balas. Richard alucinaba.
- ¿Pero se puede saber qué narices era eso?
- Richard...
- No me digas que tienes algo que ver.
- Ehm..., yo... Bueno, más o menos. No sé quienes son, Richard, pero llevan siguiéndome desde que salí de Minnesota. Pensaba que había logrado despistarlos, pero parece ser que no.
- Bueno, dejando a un lado la enorme decepción que tu desconfianza me causa, creo que sería buena idea salir de aquí.
- ¿Y cómo exactamente? Deben de tener todo el edificio rodeado.
- No, todo no. Verás, hace unos días descubrí una especie de pasadizo que va por debajo del edificio, uno de esos que salen en las películas antiguas. Y creo que podríamos llegar sin que nos vieran.
- ¡Genial! ¿Y a qué esperamos, entonces?
- Antes tengo que coger un par de cosas.
Dicho esto, Richard empezó a palpar el sofá, y movió una especie de palanca oculta tras el forro. Al instante, medio sofá se abrió, mostrando una no despreciable colección de armas en su interior.
- Vaya con el superdotado. Me das algo de miedo, ¿sabes?
- Suerte que el sentimiento sea mutuo.Espérame aquí.
- ¿Pero a dónde...?
Richard fue corriendo hacia su bolsa, aquella que en su día había preparado para tener lista en caso de emergencia,a sólo unos metros de allí. Le pareció increíble que consiguiera volver con Zoey, sano y salvo. Por unos instantes se imaginó a sí mismo esquivando las balas en plan "Matrix", con lo que sonrió levemente.
- Muy bien, ya lo tengo todo. Huyamos. Tenemos que darnos prisa, porque puede que...
Se oyó un sonido estridente, como una alarma.
- Mierda. Han conseguido entrar.
- Pues vayamos hacia ese pasadizo. Mejor será que vayas tú delante, para que pueda seguirte. Además..., las damas van primero.
- Ja, ja, muy graciosa. Pero mejor si nos vamos ya.
Richard no tuvo que repetirlo, pues al instante Zoey y él empezaron a correr como nunca lo habían hecho. Instantes después, la habitación entera explotó. Otra vez, se habían librado por los pelos. Menos mal que estaba Zoey para echarle un poco de humor al asunto de vez en cuando.
- Por aquí-dijo Richard, señalando lo que parecía ser un conducto de ventilación-. Atajaremos, y saldremos casi directos al túnel.
- ¿Casi?
- Sí, casi. Lo más probable es que nuestros queridos visitantes hayan encontrado ya la cocina del hotel, y no hay forma de llegar al pasadizo que no sea pasando por allí. ¿Para qué te crees que llevamos tantas armas?
- Yo sólo preguntaba.
Esperaron que la suerte los siguiera acompañando, mientras se internaban en el oscuro conducto que momentos después llevó a ambos a la cocina del hotel. Y, efectivamente, los estaban esperando. Aunque, por los ruidos, pudieron comprobar que no eran personas. Y tampoco zombis. Era algo mucho peor, algo que ni Zoey ni Richard habían visto jamás. Y con un olfato mutantemente fino.
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