Así que allí estaban, ambos tumbados en el sofá viendo ya el quinto episodio de House. Cuando éste terminó, Zoey comenzó a hablar.
- Richard... Hay algo que quisiera decirte.
- ¿Si?
- El verdadero motivo por el que estoy aquí, en Los Ángeles. Oí unas emisiones de radio hace algunos días, y las seguí hasta aquí.
- ¿Cómo? Pero, entonces...
- Dejé de escuchar las señales, hasta esta mañana cuando las he oído de nuevo, y he escuchado algo...algo acerca de Vancouver, y una ciudad entera de supervivientes.
- ¿Y cómo lo sabes seguro? Quiero decir, podría tratarse de una falsa emisión, o...
- O también podría ser una emisión de gente como nosotros, Richard, gente que ha sobrevivido y ha encontrado un lugar seguro donde vivir. Y te lo he dicho porque pensaba que querrías venir conmigo.
- Pero es que... Zoey, estoy muy bien aquí, y Vancouver está muy lejos. No me arriesgaré a dejar todo esto y...
- ¿Y qué? Por Dios, si llevas aquí encerrado tres meses. No niego que lo que tienes aquí montado sea una pasada, pero creo que estaríamos bastante mejor en un sitio donde pudiéramos salir a la calle sin necesidad de ir armados hasta los dientes.
- Si quieres hacerlo, hazlo. Pero yo no puedo, yo... yo me quedo. Lo siento.
- Y yo que pensaba que eras valiente y todo...
Dicho esto, Zoey se marchó de la habitación, al cuarto donde ese mismo día había despertado por la mañana. Se tumbó, prácticamente dejándose caer, sin más. Realmente estaba agotada, y el contacto con su cuerpo de aquella mullida cama la alivió enormemente.
Y se durmió, pero despertó al cabo de un par de horas. No podía dormirse, y fue entonces cuando, curioseando, encontró el diario de Richard. Y decidió escribir en él. Cuando ya llevaba un par de horas haciéndolo, oyó unos pasos que se dirigían hacia ella. Richard se había despertado.
- Oye, Zoey, ¿por casualidad no habrás visto mi...?
Pero Zoey no tuvo tiempo de esconderlo.
- No me lo puedo creer.
- Ehm..., yo...
- ¿Cómo se te ha ocurrido? ¿Es que acaso no sabes lo que significa un diario privado?
- Que conste que lo de privado no lo ponía en ninguna parte.
- ¡Porque se sobreentiende! -dijo Richard, gritando, mientras cogía el diario-. Espera un momento... esto..., esto.... ¡Has escrito!
- Sí, ¿qué pasa? No podía dormirme, y como tú estabas dormido, no pensé que fuera a...
- ¿Importarme? Pues sí, me importa, y mucho.
- Richard, ¿no te parece que estás exagerando un poco? Vamos, mírate. Tampoco es para tanto. Si tan mal te sienta, no lo volveré a hacer y ya está.
- Más te vale.
Zoey apartó la mirada de Richard,le dio la espalda y caminó hacia la ventana, para admirar las hermosas vistas que, aún en medio de un apocalipsis zombi, dominaban los cielos de Los Ángeles. Porque no tenía ganas de seguir con aquella conversación.
Richard salió de la habitación, sin duda cabreado. Pero Zoey lo ignoró. Por lo menos hasta que vio aquellas luces azuladas, filtrándose por las rendijas de las persianas. Aterrada, comprendió lo que iba a ocurrir tan sólo un par de segundos antes. La habían encontrado.
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