- Y esta, bueno... Esta es mi habitación.
Así que allí estaba, en casa de Sam.
- Disculpa el desastre, es que... hace tiempo que no la ordeno.
- No importa, yo tampoco he sido nunca demasiado ordenada. Vaya, ¿qué es eso?
Me refería a una pequeña tablilla de corcho colgada en la pared, con fotos de artículos de periódico y de distintos lugares del mundo.
- Es una...investigación.
- ¿Investigación, sobre qué?-pregunté interesada-.
- Sobre mi padre.
Sentí que había tocado un tema delicado. Tras ver que yo no lo hacía, Sam se apresuró a hablar.
- Él... desapareció hace cosa de ocho años. Al principio mi madre y yo no nos preocupamos demasiado, ya que esperábamos su llegada a los pocos días. Pero aquella vez fue distinto.
Me había sentado en su cama, y él en la silla frente al escritorio. Escuchaba su historia con atención.
- Un día, mi padre y mi madre tuvieron una discusión de las grandes. Ella le culpaba de haber permanecido fuera de casa la mitad de mi infancia, y él le hablaba de algo acerca de no sé qué responsabilidad. Total, que no se pusieron de acuerdo. Al día siguiente, se marchó. Y no hemos vuelto a saber nada de él desde entonces.
- Vaya, Sam. Lo siento, no tenía ni idea...
- Oh, no. No te preocupes. Hace ya años de aquello, y no me afecta tanto...
- No es que pretenda ofenderte, pero por lo que acabo de ver no estás siendo del todo sincero conmigo.
- Está bien, tal vez dedique algo de mi tiempo a investigar. ¿Y qué? No es ningún crimen intentar averiguar qué le pasó a mi padre.
- ¿Por qué crees que le pasó algo? ¿No has dicho que se fue?
- Sí, pero no volvió. Y eso no era propio de él. Mi instinto lleva años diciéndome que él jamás nos habría abandonado sin razón. Algo tuvo que ocurrir.
- Y eso es lo que intentas averiguar.
- ¡Exacto! Mi madre nunca lo ha entendido, está convencida de que mi padre se fue sin más y cree que pierdo el tiempo con esto. Incluso me ha castigado en más de una ocasión.
Cuando por fin parecía que empezaba a sentirse cómodo hablando, su rostro reflejó la tristeza que lo gobernaba sólo unos momentos atrás.
- Marley... Era la única que me apoyaba-dijo,apenado-. Ella misma me ayudó a descubrir muchas cosas, y ahora que ya no está, yo...
- Siento... Siento tanto lo de Marley, Sam... Me gustaría poder hacer algo para que te sintieras mejor, pero no sé cómo...
- Te agradezco mucho el sentimiento, Kyla. Pero no es necesario que te molestes, no tuviste nada que ver con lo que pasó.
- En realidad...
- ¿Sabes? Ella nunca se había llevado bien con las chicas de este pueblo, pero en el mismo día en que te conoció a ti... Creo que fue uno de los más felices de su vida.
- Eso... Eso es de lo más bonito que me han dicho nunca...
No pude evitar que se me escaparan un par de lágrimas. Pero no quise parecer débil, así que procuré buscar algún otro tema en el que centrar la conversación. Reparé en una foto de su mesilla de noche.
- ¿Ese es...?-pregunté, señalándola-.
- Sí, este es mi padre-dijo, enseñándomela-. Fue un par de años antes de que desapareciera. Una especie de vacaciones familiares en Londres. Mi madre es la que sacó la foto, por eso no sale.
Sonreí disimuladamente, hasta el momento en que reconocí a aquel hombre y mi sonrisa desapareció al instante.
Una vez más, mi mente se trasladó al pasado, unos pocos años atrás.
"- Kyla...De los tres de vuestro grupo, tú has sido siempre la que mejor me caía. Estoy seguro de que hubieras sido una buena persona si hubieses sido humana, pero... no lo eres".
Era él, estaba totalmente segura. Recordaba a la perfección el rostro que nos estuvo persiguiendo a Alec, a Jamie y a mí durante años.
- ¿Kyla?-me preguntó Sam-.
"-Venga, mata a ese cabrón y vayámonos, tenemos cosas que hacer y sitios a los que ir".
Fue como revivir aquella escena. Me vi a mí misma agachándome para romperle el cuello a aquel hombre inconsciente, el único en toda nuestra historia capaz no sólo de luchar contra nosotros, sino incluso de vencernos. "El cazavampiros".
El padre de Sam.
- Joder...-murmuré-.
- ¿Qué? ¿Qué es lo que pasa?
- Yo... Tengo... Lo siento, pero tengo que irme.
Le di la foto y empecé a andar hacia la puerta de la entrada.
- ¡No, Kyla!-me gritó-. ¡Espera, por favor!
- Tú no lo entiendes, Sam-dije mientras me giraba hacia él-. No puedo quedarme, simplemente no puedo.
- Ya, eso es justamente lo que oí la última vez. Lo que no entiendo es por qué has vuelto, Kyla. ¿Es que no fue suficiente dejarme hecho polvo una vez? ¿Querías repetir la experiencia?
- ¡No! Yo no...
- Déjalo, no vale la pena. Basta con que me digas por qué razón me haces esto. Mi mejor amiga está muerta, Kyla. Mi padre, desaparecido. Mi madre se pasa el día en la comisaría, y apenas la veo. Y para colmo, la chica de la que me enamoré me dio calabazas, sin motivo alguno. Dos veces.
- Sam...
- Estoy sólo en el mundo Kyla, y tú has venido a regodearte conmigo, a reírte en mi cara.
- ¡¡Eso no es cierto!!-grité, acercándome a él-.
- ¿Entonces para qué has venido, Kyla? ¿Para que te hiciera una visita guiada por mi casa? ¿Para que yo te hablara sobre una investigación que ni siquiera conocías hasta hace unos minutos? Has vuelto para volver a rechazarme, y si todavía no entiendo, si ambos lo sentíamos, por qué lo hiciste la primera vez, mucho menos la segunda. ¡Admítelo! Sólo has venido aquí para...
Y lo besé.
Al principio no sabía qué estaba haciendo, pues nunca me había sentido así. Era mi primer beso en mis 116 años de vida. El momento más increíble y feliz de todos. No sé cuánto tiempo pasó hasta que finalmente nos separamos.
- ¿Qué, contento?
- Eh, yo...-se notaba que le costaba hablar, pues aquel beso le había dejado sin palabras-. La verdad es que sí, lo estoy.
Reí. No podía creer lo que acababa de pasar. Acababa de besar a un chico, y cada instante que pasaba deseaba más y más volver a hacerlo. Era verdad, me había enamorado de él.
- Uau-no pudo evitar soltar-. Ha sido... increíble. Bueno, al menos para mí.
- Para mí también lo ha sido, Sam.
- Espera, ¿significa esto que accedes a...salir conmigo?
- Déjame que lo piense...-dije mientras acercaba mi cara a la suya de nuevo-.
Nos besamos de nuevo. Había tanto amor, tanta pasión...No quería que terminara, habría estado horas así. Pero estaba tan emocionada por sentirme de aquella manera, que empecé a descontrolarme. En un momento en que separamos nuestros labios, simplemente para respirar, mi otro yo se hizo con el poder y se abalanzó sobre su cuello.
Pasó muy deprisa, él ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. Me costó casi medio minuto darme cuenta de lo que estaba pasando. Solté a Sam, que cayó al suelo, inconsciente.
- Oh, dios mío...-sollozé-. Dios mío...
Vaya!!! Menudo ritmo estás imprimiendo a la historia. Me gusta
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