- Y así es más o menos como suena una canción de Green Day cantada por un novato-dije-.
Un consejo para las generaciones futuras: aprended a tocar la guitarra. Es complicado, sí, pero creedme cuando os digo que a la larga vale la pena.
- Ha sido...-dijo Alice-... in-cre-í-ble. Ahora entiendo por qué te enamoraste de él, Rachel. ¿De dónde se ha sacado una voz así?
- Lea le dio algunas clases de canto-le contestó Rachel-. Yo le enseñé a tocar la guitarra, pero en poco tiempo me superó.
- La eterna maldición de los maestros-comentó Alice-. Suele pasar.
De pronto, una nueva idea cruzó por mi mente.
- ¿Y si le cantamos nuestra canción, Rachel?-le dije-. Ya sabes, a modo dueto.
Rachel me lanzó, por primera vez en mucho tiempo, una de sus crueles y despiadadas miradas asesinas.
- No creo que sea buena idea, Ry. La última vez que lo hice llovió durante varios días. ¡El clima tarda en recuperarse tras algo así!
- Pues yo creo que tienes la voz más dulce y encantadora del mundo, y que tu prima Alice merece oírte. ¿Qué dices, Alice?-me giré, para preguntarle-.
- Que quiero verlo ya.
- Venga ya. Vamos, Ryan. No tengo ganas, en serio, no me gusta cantar...
- Do you hear me?-la interrumpí, con el principio de la canción cantando y tocando la guitarra-.
- En serio, Ry. No...
- I'm talking to you.
- Como sigas así te tiro la guitarra por la ventana. Y a ti detrás.
- Across the water, across the deep blue ocean, under the open sky.
- Ryan Chase, me las vas a pagar-dijo, acercándose a mí y sonriendo-.
- Oh my,baby I'm trying.
Supongo que conoceréis la gran canción "Lucky", de Jason Mraz. La llamamos nuestra canción porque sonaba en la radio en el momento en que nos besamos por vez primera. Además, nos sentíamos y nos sentimos muy identificados con su letra. Cuando acabamos, ambos nos quedamos observándonos el uno al otro durante unos instantes. Y Alice no pudo soltar más que...
- Oh, qué monos. Si hasta parece que lo hayáis ensayado y todo. Pero qué envidia me dais...
- ¡Eh, tío! ¿Has visto mis calzoncillos de...?
Héctor. Ah, sí. Se me había olvidado. Estábamos en mi casa, no en la de Rachel. Y,obviamente, mi primo no lo sabía.
- A...A...A...Alice.
- En efecto, esa soy yo. Me alegro mucho de verte, Héctor. ¿Cuánto hace, dos años?
- Un año, nueve meses y diecisiete días-Héctor se tapó la boca-. En un concierto de Alice Sutherland.
- ¡Ah, sí! Ya me acuerdo. Aunque hace mucho que no sé nada de ti. ¿Cómo te va, hay alguna novedad en tu vida?
- Yo... Bueno...
El pobre no sabía qué decir. Sin duda no se esperaba encontrársela tan de sopetón, y en mi apartamento. Pero no hubo problema, porque al poco tiempo Alice decidió irse a dormir para descansar un poco del viaje. Rachel y yo nos quedamos viendo "Castle" hasta tarde, y terminamos por dormirnos abrazados en el sofá del salón.
Al día siguiente, me desperté con una nota a mi lado. "Recuerda que hoy a las 12:00 es la reunión sobre el baile. No faltes. Te quiero, Rachel."
Desayuné con bastante rapidez, y estaba convencido de que aquella vez llegaría puntual. Y lo habría hecho de no ser por el gracioso que me retrasó el reloj. Ya tendría unas palabritas con Héctor a la vuelta.
Cuando llegué al instituto, me presenté en el salón de actos y busqué a Rachel, que estaba sentada en una de las últimas filas.
- Llegas tarde-me dijo-. Otra vez.
- Lo siento, es que mi reloj... ¿Han dicho algo importante?
- Pues el miércoles abrirán las puertas del instituto a las ocho de la tarde, y han contratado a un par de grupos nuevos para que toquen. Básicamente, eso es todo.
Apertura de puertas, elección del rey y la reina del baile... Lo típico en un típico baile de instituto americano.
- ¿Y qué hacemos ahora?-le pregunté a Rachel en cuanto estábamos fuera-. ¿Te apetece que vayamos a...?
- Todavía tengo clase, genio. No todos estamos de vacaciones ya.
- Cierto, clase de gimnasia. Lo había olvidado.
- Te espero a la salida, en una hora y media.
- Allí estaré.
Y me quedé allí esperando. Me senté en el pasillo, apoyado en una pared. Y fue entonces, pasado un tiempo, cuando lo oí.
- ¿Y visteis el otro día la cara de Ryan Chase, cuando llegó tarde? En serio chicas, no sé cómo consiguió convencer a Rachel de que saliera con él. Si se me llegara a declarar una chico así, con esa cara y ese aspecto, me costaría contenerme las náuseas.
De pronto, todos los años pasados con Rachel me parecieron una fantasía.
Nunca lo había pensado de ese modo. Corrí hacia el baño de los chicos, y me miré en uno de los espejos. Algún que otro grano por allá, algo de tripa por allí... Llegaba constantemente tarde, a todas partes. Olvidaba mis citas con Rachel...
Y de un momento a otro, toda la felicidad desapareció en el momento en que creí comprenderlo todo. No podía creerlo, después de tantos años y nunca lo había visto.
- Dios...-dije, empezando a llorar-. Soy un asco.
¿Cómo podía Rachel estar con alguien como yo? ¿Y si ella también se había dado cuenta, y cortaba conmigo...? Por favor, no. No podía estar pasando aquello.
Me lavé la cara varias veces con agua fría, pero allí seguía mi rostro.Seguía siendo el mismo pringado.
Me derrumbé en lágrimas sobre el suelo del baño, pensando en lo que había tenido hasta entonces y podía estar a punto de perder. Y entonces oí su voz.
- ¿Ry?-preguntó-. ¿Ryan, estás ahí? No te he visto donde habíamos quedado, ¿estás...?
- Rachel-le dije llorando-. Quiero que me contestes a una pregunta, por favor. Y quiero que seas sincera conmigo.
- Claro, cariño, ¿pero qué te pasa?
- ¿Estás conmigo por pena o compasión? Porque si es así, Rachel, por favor, dímelo.
Rachel se sentó conmigo, en el suelo. A mi lado. Me atrajo hacia sí y me besó.
- Ryan Chase-me dijo, bien seria-. Mírame a los ojos.
Y lo hice. Aquellos hermosos y profundos ojos verdes.
- Eres el chico más maravilloso que he conocido jamás. Y si estoy contigo, es porque amo con todo mi ser cada parte de ti. Tus defectos, tus cualidades... Todo en ti me enamora.
- Es que oí a las chicas, en el vestuario y...
- ¿Y oíste la parte en que les dije que las náuseas las provocaban ellas, que me daban pena porque estaban condenadas a no ver lo mejor que hay en la vida, y a acabar solas y sin nadie a su lado, nadie que las quiera?
Reí tontamente.
- No-respondí-. Me parece que esa parte no la oí.
- Ryan-me dijo, mientras me ayudaba a levantarme-. Vales mucho. Eres un chico con un gran corazón, una mente preciosa, casi tanto como tu cuerpo...-dijo, sonriendo. Yo también lo hice-. Y aquel que no lo vea, simplemente no merece tu tiempo.
Ambos ya de pie, nos dimos uno de esos besos largos y apasionados, notando la respiración de Rachel sobre mi rostro, y el latido de su corazón a escasos centímetros del mío.
- Te quiero, Rachel-le dije-.
- Y yo a ti cariño. Aunque tal vez podríamos pasar el resto del día en otro sitio que no sea el baño de los chicos. Me siento algo incómoda aquí.
- ¿Qué te parece un romántico paseo por Central Park y picnic improvisado?
- El mejor plan del mundo.
No tardó mucho en hacerse de noche, y volvimos a casa para cenar. Mis famosos macarrones me salieron a la perfección, y a todos les encantaron. Jugamos un rato al "Resident Evil:Umbrella Chronicles" en la Wii, donde Rachel demostró, de nuevo, que es la número uno matando zombies y otros bichos mutantes.
En cierto momento dejamos a Alice y a Héctor jugando solos, más que nada para torturarlos un poco.. Rachel y yo nos sentamos en la cama de su cuarto, justo delante del collage recientemente nombrado.
- Con lo que ha pasado esta tarde, Ryan-me dijo Rachel-, me he dado cuenta de algo.
- No te entiendo-le dije-.
- Te infravaloras. Constantemente. Al principio sólo lo sospechaba, pero ahora sé que necesitas subir tu autoestima.
- Yo no me infravaloro, sólo pienso que...
- ¿Que tú eres el que tienes la suerte? No te lo tomes a mal, pero estoy harta de que digas eso. ¿Y qué hay de mí? Quiero decir, mírame: soy cabezota, tengo poca memoria y soy mas despistada que Dori, la pez amiga del padre de Nemo. Ah, y mi resistencia física dadas mis últimas notas de Gimnasia es nula. Yo soy la que tiene suerte de haberte encontrado.
-Ya, bueno... Supongo que tienes razón-dije, convencido-. Pero aún así...
Rachel me dio una palmada en el hombro, al tiempo que exclamó lo siguiente.
- ¡Oye!-me dijo, con tono sarcástico-. Se suponía que tenías que quitarme algún defecto, no confirmarlos todos.
Otro de mis defectos es que me cuesta algo más que a los demás entender el sarcasmo. Cosa que Rachel aprovechó para tomarme el pelo, ya que ella me conocía mejor que nadie. Y no me extraña, pues, que consiguiera engañarme. Pensaba de verdad que se habría enfadado, hasta que vi aquella mirada en sus ojos.
- Ryan Chase. El chico más inteligente, bueno, divertido y terriblemente atractivo sobre la faz de la Tierra, y de cualquier otro lugar en el universo. Dios, pero cómo puedes ser tan mono.
Y se lanzó a besarme, tan de repente que caí hacia atrás sobre su cama, con el tiempo justo para devolverle el beso. Rachel se puso sobre mí. Continuamos besándonos mientras la atraía hacia mí por la cintura. Me sentía tan feliz, y tan enamorado...
- Ryan, ¿sabes dónde está el...?
Nos pilló en plena faena el tío.
- Baño. Aunque visto lo visto, tal vez lo necesitéis más que yo.
- Héctor, ¿es que no sabes llamar?-dije mientras Rachel y yo nos separábamos-.
- No pasa nada, Héctor-dijo Rachel-. De todas formas es tarde y debería irme ya a casa.
- Oh, vamos, chicos. No os lo toméis a mal. Pero os agradecería que os cortarais un poco conmigo aquí, ¿sabéis? Si quisiera ver porno, me habría quedado en España.
Me despedí de Rachel y fui a mi habitación a leer un poco. Y vaya con el Número Nueve, los lóricos se guardaron lo mejor para el final.
Al cabo de un rato me dormí, y me desperté... treinta y seis horas después. Y no estaba en mi habitación, ni en mi ciudad... Ni siquiera en mi país.
- ¿¡¡¿Pero qué narices hago en la CN Tower?!!?
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