- Jamie-repetí-.
- Ese soy yo.
- Vaya, yo... Si te soy sincera , no sé cómo reaccionar.
- ¿Qué te parece un "me alegro mucho de verte, Jamie", aunque no sea verdad?
- Me alegro mucho de verte, Jamie.
En realidad sí que me alegraba de verlo. Jamie era distinto de Alec, y también de mí. Él siempre tuvo un buen corazón, aunque no quisiera admitirlo.
- Kyla, al contrario de lo que hayas podido pensar de mí desde el día en que nos conocimos, no soy estúpido. Soy consciente de lo que fui la última vez que nos vimos: un cobarde.
- Eso no es cierto, Jamie. Alec lo tenía todo claro desde un principio, él sabía lo que me había ocurrido y no estaba dispuesto a renunciar a sus costumbres de asesino. A mí me costó años vencer esa necesidad de sangre, incluso todavía hoy me cuesta. Yo te pedí que lo hicieras en sólo unos segundos. Entiendo por lo que debiste de pasar.
- Ya, pero aún así... Podría haberme ido contigo, Kyla. Querría haberlo hecho.
Hubo unos incómodos segundos de silencio, hasta que yo hablé.
- Venga, tonto. ¿A qué esperas para abrazarme?
Ni siquiera se lo pensó, pues apenas había terminado la frase y ya me estaba envolviendo con sus brazos en un cálido abrazo. Dentro de lo cálido que pueda ser el cuerpo de una persona muerta desde hace casi un siglo, claro está. Cuando nos separamos, me vi obligada a hacerle aquella pregunta.
- Jamie, ojalá no tuviera que preguntártelo, pero.. ¿tú...?
- Estoy totalmente limpio. Hace casi cinco años que no provoco ninguna muerte.
- ¿Cinco años? Si yo sólo llevo unos meses y para mí es todo un récord. ¿Cómo has...?
- A los pocos días de irte tú, yo también me vi obligado a marcharme. Una temporadita en Australia, otra en Japón... Me sometí a varias pruebas, y busqué los métodos más rápidos, aunque no menos dolorosos, para librarme de ese instinto vampírico.
- Vaya, suena guay.
- Ya, pero no tanto como la razón por la que me fui. Alec me estuvo echando la culpa constantemente de que te hubieras ido, decía que yo os retrasaba demasiado, y que fui yo quien me cargué el grupo.
- Jamie...
- Escucha, Kyla. No voy a negar que nunca he tenido demasiada iniciativa. Tomar decisiones, sobre todo cuándo se hacían importantes, me resultaba muy duro, y Alec me solucionó ese problema. Pero por el camino perdí la voluntad también, y eso es algo que me está costando recuperar.
- Pues yo diría que vas bastante bien-le dije-.
Reí, y él hizo lo mismo.
- Has hablado con él, ¿verdad?
- Si te refieres a Alec...
- Sí, me refiero a él. Sé que está aquí, pues siguiéndole es como te encontré. Quiere...-dijo, haciendo una pequeña pausa-... que os unáis de nuevo, ¿no es así?
- Eso me propuso, sí. Pero le dejé bien claro que no pensaba hacerlo.
- ¿Ni siquiera cuando podría estar en juego la vida de ese chico tan mono al que casi besas?
- ¡Venga ya! Yo no iba a besarlo.
- O, desde luego que ibas a hacerlo. Sino, dudo que te hubieras sonrojado tanto cuando lo he nombrado.
- ¡Yo no he...! Bueno, tal vez lo haya hecho un poco, pero...
- Kyla tiene novio, Kyla tiene novio...-dijo en tono burlón-.
- Serás idiota...-dije, dándole un buen capón-.
Ambos reímos.
- ¿Sabes, Jamie? En el fondo, esto de ser vampiro...
- Es una mierda.
- Totalmente.
- ¿Pero qué le vamos a hacer? Podría ser peor, ¿no? Si Alec y yo no hubiéramos sido convertidos, hubiéramos muerto de verdad y no habríamos vuelto de la guerra...
- ... y yo hubiera pasado el resto de mi triste vida sola, desesperada y sin nadie que me quisiera.
Pasaron unos segundos hasta que Jamie volvió a hablar.
- Sí, desde luego que podría haber sido peor.
En aquel momento, Marley entró en el bar. Le saludé, pero ni siquiera se dio cuenta. Parecía triste, tenía los ojos llorosos e iba cabizbaja.
- Jamie, ¿podrías...?
- Sí, claro. Ya volveré en otro momento-dijo mientras se iba-.
Me acerqué a ella y le pregunté si estaba bien.
- No es nada, yo sólo... No es nada.
- Puedes contármelo, si eso te hace sentir mejor. Para eso están las amigas, ¿no?
Ella me miró y sonrió. Sabía que no debía implicarme demasiado a nivel sentimental, pero iba a abandonar el pueblo en cuestión de horas y se lo debía.
- Todo...-me dijo-. Todo empezó en el momento en que yo le llamé, para ver cómo os había ido la comida, y entonces...
"- Mejor no te cuento, Marley, porque ha sido un auténtico desastre. Por un momento parecía que le gustaba, e incluso hemos estado a punto de besarnos, pero por no se qué tonterías suyas al final no ha pasado nada. Ha querido que lo dejáramos. Así, sin más.
- Lo siento mucho, Sam, de verdad pensaba que seríais el uno para el otro.
- No importa, Marley. Tú no tienes la culpa, tus intenciones eran buenas.
- Por supuesto.
- Nos vemos más tarde, y ya hablamos. Hasta lue...
- ¡Espera!
- ¿Qué pasa? ¿Quieres decirme algo más?
- Sí, esto... ¿podrías venir a ayudarme con un tema?
- Claro, ¿pero dónde?
- En la caseta a las afueras del pueblo. ¡Y date prisa!
- ¿Y no podrías darme alguna pista por el camino?
- Tú sólo apresúrate, y ya verás.
Cuando llegó...
- ¡Toma remojón, pringado!
Un montón de globos de agua llovieron casi ininterrumpidamente sobre él.
- ¿Pero qué...?
- Para que aprendas lo que es un buen reportaje.
- ¡Joder!-gritó-. ¡Llevaba mi cámara encima!
- ¿Qué te creías? Lo teníamos todo pensado, aunque no hubiera sido posible sin la ayuda de tu querida amiga Marley. Es a ella a quien tienes que darle las gracias.
- Marley-dijo con desprecio-.
- Lo siento, Sam, yo...
- Déjame en paz.
Aquel grupo se dispersó rápidamente. Sam se fue, andando a pasos largos. Yo salí corriendo detrás de él.
- ¡Espera!-grité-. ¡Por favor, espera!
- Que espere a qué, ¿Marley?-se detuvo-. ¿A que me tiendas alguna otra trampa? ¿O esperarás a que ahorre durante años para poder comprarme otra cámara? No puedo creer que me hayas hecho esto.
- Sam...-dije, sollozando-. Tú no lo entiendes, ellos...me lo robaron. Me quitaron lo único que me quedaba de ella, mi madre... y lo iban a destruir si no hacía lo que ellos decían. No había otra salida.
- ¡Ja! ¿Que no la había? Pues yo diría que se te ha olvidado algo importante, no sé, tal vez... ¡que mi madre es la jefa del departamento de policía de este maldito pueblo! Podrías haberle pedido ayuda, digo yo.
- Lo habrían hecho de todas formas, Sam. Lo habrían destrozado aunque tu madre los hubiera detenido. No habría tenido tiempo de...
- Déjalo, no te molestes en seguir parloteando-dijo mientras se iba-.
- Pero...seguimos... siendo-dije, sin poder contener las lágrimas que me cubrían ya gran parte del rostro-......amigos, ¿no?
- No estoy seguro. Tengo...Tengo mucho en lo que pensar.
Dicho esto, se fue. Vencí el impulso de correr tras él, pues ya nada merecía la pena para mí si no estaba a mi lado. Y entonces... entonces tú me pediste que te lo contara."
Y así acabó su historia.
Pobrecilla, se la veía realmente afectada. Apenas había dejado de llorar desde que había comenzado a hablar.
- La he cagado, Kyla. La he cagado y... puede que nunca vuelva a verlo.
- No te preocupes, Marley. Estoy segura de que todo se arreglará. Algo tan fuerte como vuestra amistad resistirá mucho más de lo que cualquiera de los dos podáis pensar. Hazme caso, sé de lo que hablo.
- Bueno, si tú lo dices...
- No lo digo, lo afirmo. Y ahora...-dije, buscando algo bajo la barra-. ¿Te apetece que tomamos algo?
- Me parece bien-dijo, mostrando una muy disimulada sonrisa-.
Y así, pasé con ella varias horas. Me contó una gran cantidad de divertidas, curiosas y sin duda alguna tiernas anécdotas vividas con su mejor amigo, Sam. No vino nadie al bar en toda la noche, por lo que nos pasamos horas hablando. Nos quedamos hasta tan tarde, que ni siquiera lo recuerdo con exactitud.
A la mañana siguiente, me desperté con la voz de unos desconocidos.
- Ey, buenos días. Kyla, ¿no?-dijo uno de ellos-.
- Sí, así... así es como me llamo. ¿Quiénes...?
- Somos los ayudantes de fin de semana-comentó otro-. Viktor nos habló sobre ti. Ha tenido que ir a hacer algunas compras para reponer el bar.
- ¿Viktor?
- Sí, Viktor, el dueño de este sitio. Tal vez sí conozcas el nombre de su hija, Marley.
- Marley... ¿dónde está?
- Eso mismo me pregunto yo-dijo el primero-. Se suponía que tenía que ayudarnos. ¿Por dónde andará?
- No hubo demasiados clientes anoche-dijo el segundo-, ¿verdad? O al menos eso espero, si te quedaste dormida...
- No, yo... Estuve, estuvimos...
- Voy al armario a por la escoba, para limpiar un poco esto.
Apenas recordaba lo que había sucedido. Sabía que había pasado la noche hablando con Marley, pero no me acordaba de nada más. Me sentía confusa, como si hubiese perdido la memoria.
- Tío, ¿ viste anoche el episodio de "Copper"?
- No.
- Pues resulta que... ¡¡¡¡¡ahhhhhhh!!!!!!!
Aquel desgarrador grito me devolvió de manera definitiva a la realidad. Corrí hacia donde estaba el chico que había gritado, que presa del pánico se había desmayado. El otro no pudo evitar vomitar en cuanto vio aquello. Y yo pensé seriamente en hacerlo.
Las paredes estaban cubiertas de sangre y el cuerpo tan destrozado, que me costó unos segundos averiguar su identidad. Justo cuando pensaba que jamás volvería a ver algo así, tenía aquello ante mí. Un cadáver.
El cadáver de Marley.
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