Llamaron a la puerta. Pensé que sería Ryan de nuevo, así que la abrí diciendo...
- ¡¡¡TE HE DICHO QUE...!!!
Pero me taparon la cabeza con lo que parecía una bolsa, y terminé perdiendo el conocimiento.
Cuando desperté, me vi en una especie de hostal abandonado, no sabía dónde. Creía que estaba sola, hasta que lo vi acercarse.
- Vaya, vaya,pues sí que es mona. Jill, prepáralo ya.
- Qui-qui-quién eres y qué-qué quieres de mí-balbuceé-.
- No te hace falta saber mi nombre. Tan sólo lo que quiero. A tu novio. Bueno, quiero decir... a tu ex-novio-dijo, riendo-. Y Jill, date prisa con eso. Sólo faltan unas horas para el alineamiento.
Estaba muy triste y asustada como para hablar más. Acababa de cortar con Ryan, el chico de mi vida. Y me sentía tan mal... Pero ahora que estaba allí, la simple idea de no poder volver a verlo, aquella estúpida sonrisa que se me escapaba cada vez que lo hacía, de que todo terminara allí... Aquello me entristeció más todavía. No sé si sabrían que les oía cuando salieron de la habitación donde me tenían encerrada, supongo que sí, pero aún así no se cortaron demasiado.
- Jefe, ¿podría hacerle una pregunta?-dijo la chica-.
- ¿Sí?
- ¿Para qué quiere al chico? ¿No se supone que lo que necesitamos es un poco de sangre de la persona a la que más quiera?
- Y así es, Jill. El chico no era más que un señuelo. Es la chica la verdadera clave de todo esto.
- ¿Entonces, si ya la tenemos a ella, para qué quiere traer al chico?
- Porque el hecho de que sólo necesitemos parte de su sangre no significa que haya que conformarse con tan poco.
El hombre se acercó a mí.
- Y porque voy a jugar un ratito con ella... y quiero que su chico esté presente para verlo.
Las cuerdas a las que mis pies estaban atadas empezaron a tensarse.
- ¿Qué te parece, cielo? ¿Llamamos a la caballería? Sólo tienes que decirme dónde crees que puede estar.
- No lo sé, y aunque lo supiera jamás te lo diría.
- ¿De verdad crees que le debes algo de lealtad a alguien que te ha dejado colgada infinidad de veces, alguien que se olvidó de la ocasión más especial de vuestra vida?-preguntó la chica-.
- ¿Qué...? ¿Cómo sabes eso? ¿Quiénes sois?
- Verás, Rachel...-me volvió a decir la chica-. No quería llegar a esto, pero si es necesario lo haré. Yo soy la razón de que tu amado Ryan esté tan ausente últimamente. Digamos que... tenemos un rollo.
- ¿Qué?
- Pues eso, que estamos liados. Nos conocimos hace cosa de dos meses, cuando estabas de vacaciones con tus padres. ¿Los Ángeles, verdad? Nos encontramos de vez en cuando,a veces en su mismo apartamento.
- No sé cómo sabes eso, pero sigo sin creerte. Y nunca te creeré.Él no... No sería capaz de hacerme algo así... Jamás lo haría. Lo que hay entre nosotros es mucho mayor de lo que tú piensas.
- ¿En serio?¿Y si te dijera que grabé en vídeo nuestro último encuentro?
- Te diría que tengo el novio más bueno y fiel del mundo, y que estás loca si piensas convencerme de lo contrario.
- Déjalo, Jill. Por lo que se ve, a nuestra invitada le van más otra clase de... persuasiones. Una última oportunidad-dijo el hombre, acercándose más a mí-. Dime dónde está.
- Que te jodan. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!
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- Hemos llegado-dije-. Héctor, ¿estás seguro de que este es el lugar adecuado?
- Totalmente.
- Muy bien, entonces este es el plan: yo entraré...
- Pero qué ganas de complicarlo todo-me dijo Nadia-.
- ¿Cómo lo sabes? Si ni siquiera os he contado nada todavía.
- Créeme, fuera lo que fuera lo que tenías en mente, lo mío será mejor. Déjalo en manos de una profesional.
No se lo discutí, y vimos cómo se acercaba a las puertas del edificio que Héctor nos había dicho.
- ¿Y cuál es ese plan tan guay?-preguntó Héctor-.
- Digamos que necesita saber de antemano la apariencia de cierta persona-dijo Dave-.
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No sabía cuánto podría aguantar. Me dolía todo el cuerpo, y cada segundo allí colgada era una auténtica tortura. Entonces llegó la chica.
- ¿Sabes? La verdad es que en el fondo me das algo de pena. Créeme, no es nada personal. Si por mí fuera probablemente no te mataría, pero es lo que tienen los tratos. Tienes que cumplir tu parte si quieres que todo salga bien.
- Suéltala-dijo una voz masculina. Era el hombre-.
- ¿Qué?
- He dicho que la sueltes.
- Pero, no entiendo. ¿Ahora quiere soltarla? Hace sólo unas horas, decía que...
- Sé perfectamente lo que he dicho. Pero prefiero utilizarla como cebo un rato, así será más divertido.
- Muy bien, como quiera. Pero que conste que no me parece una buena idea-dijo la chica mientras me soltaba-.
- Gracias. Y ahora vete, por favor.
- Como usted quiera-dijo mientras se marchaba-.
- Escucha...-me dijo el hombre-.
- No...-dije-. No pienso decir una sola palabra.
- No será necesario. Tú sólo confía en mí y acompáñame a la salida.
- ¿Pero qué...?
Y entonces su cuerpo empezó a cubrirse como de pequeñas membranas, que una por una fueron cambiando múltiples rasgos del cuerpo hasta convertir a aquel hombre en una chica joven. Jamás había visto algo así, no podía creer lo que estaba ocurriendo. Pensé incluso en si me habrían drogado...
- Soy Nadia-me dijo-. Escucha, soy amiga de Ryan y hemos venido a rescatarte. Acompáñame.
No tuve más remedio que confiar. Corrí con ella hacia el exterior.
Mientras, en el interior del edificio se oían unas voces. Bueno, más bien gritos.
- ¡¡¿Que la has dejado escapar?!! ¿Y cómo has sido tan estúpida como para creer que yo daría una orden semejante? ¡La necesito para completar la transformación!¡¡¡TRÁEMELA YA!!!
Aceleramos aún más, y cuando salimos fuera nos encontramos con una calle completamente desierta. Era de noche, aunque no faltaría mucho para el amanecer. De pronto, las luces de un coche aparecieron de la nada.
De una de sus ventanas, asomó el rostro más sexy que he visto jamás. Y aquello hizo que me recuperara al instante.
- ¡Rachel!
- ¡Ryan, cariño! Te quiero, no debería haber...
Si no os importa, dejad los cariñitos para luego y subid al coche-dijo el que conducía-. Algo me dice que pronto tendremos compañía.
Y qué pronto. En cuanto arrancamos en dirección norte, vimos a alguien que nos perseguía, acortando distancia a cada segundo.
Era la chica, que se acercaba hacia nosotros...¿ volando? Y... ¿lanzándonos bolas de fuego?
- Ryan, ¿qué está pasando?-pregunté, asustada-.
- Rachel, escúchame-me dijo. Estaba sentado a mi lado-. No te lo quería contar para no ponerte en peligro, pero la razón por la que he estado tan raro estos últimos días...
- Tiene poderes-intervino Héctor-.
- ¡Héctor!-le grité-.
- Al menos admite que es un buen resumen.
- Rachel, desde la mañana del viernes pasado me he sentido muy raro. Al principio tenía montones de habilidades físicamente imposibles, y aunque ahora sólo tengo dos...
- ¿Habilidades? ¿Qué quieres decir, Ry?
- Puedo volar, y tengo una sobrenatural capacidad de regeneración.
Traté de asimilar lo que había oído, y me quedé pensativa durante unos instantes.
- Sé que todo esto parece una locura, pero soñé con esos dos que te tenían presa el mismo viernes, y por eso pensé... Oh, dios, Rachel. Siento tanto haberte metido en esto, y haberte hecho sufrir tan...
No podía resistirlo más. Me lancé a besarlo como pocas veces lo había besado.
- Uh...-dijo Héctor-. Chicos, controlaos un poco, puede que haya menores delante.
- Te amo, Ryan Chase. Nunca debería haberte dejado. Eres lo que más quiero, y sea lo que sea en lo que estamos metidos, saldremos de esta juntos.
Porque aquello era lo único que tenía realmente claro. En cosa de diez minutos, había visto a una persona transformándose en otra totalmente distinta, una mujer volando y lanzándonos bolas de fuego mientras... ¿volábamos? ¿El coche estaba volando? Perfecto, las ruedas ya no tocaban el asfalto, y aún así el coche se movía a toda velocidad hacia delante y a metro y medio sobre la carretera.
- Tendremos más posibilidades de perderla si no dependemos del tráfico-dijo el que conducía-.
A la porra las Leyes de Newton.
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Rachel y yo íbamos en los asientos de detrás, junto con Zack, Dave y Héctor (un poquito apretados, sí, pero era un coche de los grandes). Cody conducía y Nadia iba de copiloto.
- ¡Joder!-gritó Cody, después de que el coche recibiera un gran impacto procedente, obviamente, de nuestra perseguidora-. A este paso nos alcanzará enseguida... Si es que no destruye el coche antes...
- El metro-dije-.
- ¿Cómo dices?-me preguntó-.
- El metro, cerca de aquí hay una parada y parte de esa línea está en obras. Podríamos intentar despistarla allí.
- Muy bien, si tú lo dices...
Le indiqué la dirección y Nadia la metió en el GPS. No tardamos mucho en llegar allí.
- Agarraos bien, chicos-nos dijo-. Ya sabéis, por si tuviera que dar algún "frenazo" o algo así.
Era increíble. Ante la mirada de terror de los transeúntes de la zona, que vieron a un coche meterse volando en una estación de metro seguido de una mujer también voladora. Imaginad qué de pasta gastada en psiquiatras.
- No te ofendas, Ryan-comentó Héctor-, pero... ¿qué hay de ingenioso en meternos en un oscuro y estrecho túnel sin escapatoria? A menos que haya un gusano gigante alienígena...
- ¡Ahora! ¡Cody, frena de golpe!
Y lo hizo sin preguntar.
- ¡Serás cabrón! Lo has hecho aposta-dijo Héctor, llevándose una mano a la cabeza. Parecía haberse dado un buen golpe-.
- Más o menos, pero ha funcionado.
Todos miramos detrás y vimos que la chica , intentando esquivarnos,se había chocado con un semáforo y caído a la vía.
Pero entonces despertó. Y descubrí que aquella línea llevaba sin obras más tiempo de lo previsto.
- ¡Vamos, Cody! ¡Arranca!
Oíamos el tren a lo lejos, y parecía acercase a toda velocidad. La chica intentó levantarse, pero tenía enganchado un pie en la vía. Sólo pude oír una cosa más antes de largarnos.
- Oh, mierda.
Y aquel tren arrolló a la chica, y por muy poco no hizo lo mismo con nosotros. Por suerte, conseguimos parar el coche en un pequeño hueco entre vías, en las proximidades. Subimos por las escaleras y saltamos por encima de los barrotes hacia la superficie, donde ya había amanecido. Y nos sorprendimos bastante al darnos cuenta de que estábamos en...
- ¿Times Square?-preguntó Nadia-. ¿Cómo hemos podido acabar tan lejos?
- Bueno, es igual-dije-. Lo que importa es poner a salvo a Rachel. No sé por qué la quieren, pero...
- Ry, ellos...-empezó a hablar Rachel-. Dijeron algo acerca de un alineamiento. Y que necesitaban mi sangre.
- ¿Un alineamiento? ¿Y un ritual sangriento, justo hoy?
- ¿A qué te refieres, Héctor?
- ¿Es que nadie se ha dado cuenta de qué día es hoy?
- 21 de diciembre...-dije-.
- De 2012. ¡2012! El fin del mundo. ¡Mola! Quiero decir, lo que mola no es que se acabe el mundo, sino que sea el mismo día que supuestamente termina el calendario maya y que no sea por tsunamis , erupciones volcánicas, terremotos, hundimientos de fallas en el mar e infinidad de otros desastres naturales que dejen a la humanidad al borde de la extinción y... Está bien. Me callo.
En aquel momento, noté como una especie de temblor.
- ¿Habéis sentido eso?-pregunté-.
- ¿El qué?-dijo Nadia-.
De pronto, la alarma de todos los coches en la plaza se disparó. Se movían arriba y abajo, y sus conductores, extrañados, se bajaban para ver lo que ocurría.
- ¿Un terremoto?-preguntó Dave-.
- ¿Godzilla?-sugirió Héctor-.
Qué más hubiéramos querido. Una grieta apareció a pocos metros por delante de nosotros, y empezó a propagarse por toda la plaza, resquebrajando el asfalto a su paso y dividiéndose a su vez en más grietas. La gente contemplaba aquello temerosa y estupefacta.
- Chicos, ¡ vayámonos de aquí YA!
Y en el momento en que dije aquello, una gran explosión abrió un enorme boquete en el suelo, justo en el centro de la plaza. La gente huía despavorida, y entonces la vi.
- No es posible-dije-.
La chica había sobrevivido. ¿Cómo podía estar pasando aquello? Prácticamente vi cómo la arrollaba el metro.
- ¿Sabéis que es lo que más me cabrea? Pues desde ahora, que me atropellen con un tren. La habéis cagado, chavales. Y creedme, no os conviene hacerlo más. Dadme a la chica y puede que hasta os perdone.
Intentamos huir, pero nos cortó el paso con otra de esas bolas de fuego. La gente a nuestro alrededor corría, presa del pánico. El centro de la plaza se encontraba en ruinas, y la explosión provocada por aquella chica había lanzado rocas por todas partes, agujereando gran parte de los carteles de Broadway. Me giré para agarrar a Rachel, pero me di cuenta de que no estaba.
- ¿Rachel?-pregunté-. Rachel, ¿dónde...?
Miré detrás de mí, y no sólo faltaba Rachel. Héctor tampoco estaba.
- Os lo preguntaré una última vez, críos de mierda. Dónde está la chica. Y más os vale que me guste la respuesta, porque os aseguro que la próxima vez tiraré a matar.
- ¡¡¡Policía de Nueva York, levante las manos!!!
La chica sonrió con malicia. Se giró.
- ¡¡¡He dicho que levante las manos!!!
- Está bien, está bien. No nos pongamos... nerviosos-dijo haciéndolo-.
Pero las bajó al instante, provocando una especie de ráfaga de aire abrasador que tumbó a los policías y volcó sus coches, uno de los cuales atravesó la puerta del "Hard Rock Cafe".
- Se acabó el tiempo, chaval-dijo, mientras vi formarse en su mano derecha una bola de fuego, la cual apuntaba directamente hacia mí-. Te he dado ya demasiadas oportunidades, Ryan Chase. Y acabas de desperdiciar la última.
En el último instante, se escuchó un sonido de golpe metálico, y la chica cayó al suelo.
- Nadie amenaza a mi novio.
Rachel, con Héctor justo detrás. Se habían escondido a tiempo, antes de que la chica los pudiera ver. Y la habían pillado por sorpresa. Una idea brillante.
- Oh, dios.-dije-.Rachel, ¿cómo has desaparecido así, sin más? Casi me da un infarto cuando he visto que no estabas.
- Lo siento, Ry... Pero pensé que sería una buena idea.
- Y lo ha sido-dije, pensando en que si un atropello no había acabado con la chica, la barra metálica no la mantendría inconsciente mucho tiempo-. Ha sido una idea genial, aunque...
- No contabais conmigo, ¿verdad?
Aterrizó de golpe en el suelo, rompiendo el asfalto donde lo hizo, como uno de esos superhéroes de cómic. Era el hombre con el que había soñado apenas una semana antes.
- Típico-dijo, observando a la chica, que en ese momento empezaba a moverse-. Mandas a un subordinado a hacer el trabajo de un superior, y esto es lo que pasa. Lo cierto es que se veía venir.
- Jefe...-dijo-. No fue... No fue culpa mía, me pillaron desprevenida.
- Ya. Así que unos críos totalmente carentes de poderes te sorprendieron. En fin, ya sabes lo que dicen, si quieres que algo salga bien... Debes hacerlo tú mismo.
Se movió tan rápido que ninguno lo vimos venir. Cuando quisimos darnos cuenta, le había hecho un tajo en el brazo izquierdo a Rachel y esté empezó a sangrar de manera alarmante. Se guardó algo en una especie de frasco.
- ¡Joder!-dijo-. Cómo duele...
- Toma-le dijo Nadia, sacando de su bolsillo una especie de trapo-. No es ninguna venda, pero al menos evitará que te desangres.
Nadia y yo se lo enrollamos alrededor de la herida, justo en el momento en que el hombre empezó a levitar hacia arriba lentamente, de forma similar a como lo había hecho yo hacía sólo unas horas.
- Espera...-se oyó a la chica, que intentaba incorporarse en ese momento-. Teníamos un trato.
- Lo sé, pero como bien sabrás la única forma de llevar a cabo un trato es que todos sus miembros cumplan con su parte. Cosa que tú no has hecho en absoluto, al dejar que escapara la chica y que te vencieran dos simples mortales. Además... allí arriba sólo hay sitio para uno.
- Por favor...-suplicó-. No me dejes aquí...
- Adiós, Jill.
Dicho esto, la lanzó contra la roca-monumento enfrente de los bancos de la plaza, haciéndola añicos y dejándola inconsciente de nuevo. Y el hombre continuó ascendiendo, elevándose en pocos segundos a una gran altura. No tuve otra que seguirle, también volando, aunque casi lo perdiera.
Se detuvo en el mirador del Empire State, entonces cerrado por reformas. Conforme me acercaba, vi como se hacía un corte en su brazo izquierdo y mezclaba su sangre con la de Rachel. Se llenó la mano derecha de esa sangre mezclada y la apoyó en la antena. Estaba a punto de llegar cuando sucedió.
- ¡Espera! ¡No...!
Pero lo hizo. Un gigantesco rayo de energía originado en la antena atravesó el cielo, llegando mucho más lejos de lo que mi vista podía alcanzar. Pero la onda expansiva me golpeó, y sólo pude ver dos cosas antes de caer al vacío: a aquel hombre ascendiendo más todavía y a miles de personas en las azoteas y calles que observaban con horror lo que estaba ocurriendo.
Por suerte, mi llegada al suelo no fue tan impactante como me esperaba, ya que Zack consiguió llegar a tiempo para detenerme.
- ¿Alguien sabe qué narices está pasando?-preguntó Héctor-.
- El alineamiento-dije, con la voz algo entrecortada, y respirando con dificultad-.Ahora lo recuerdo. También lo dijeron en mi sueño, y el hombre me miró entonces. Sabía lo que pasaría desde aquella noche.
- ¿Y?-preguntó Cody-.
- "Seis días, Jill"-dije-. "Y el mundo tal y como lo conocemos dejará de existir".
- Oh, dios...-dijo Rachel-.
Me giré hacia ella. Parecía realmente asustada.
- No te preocupes, Rachel. Sea lo que sea a lo que nos enfrentamos lo superaremos juntos, ¿recuerdas?
- No, no es eso-dijo, adquiriendo una expresión de pánico total-. Allí, en la otra parte del cielo, mirad-dijo, señalando-.
Y lo que vimos nos paralizó a todos en el acto. Al principio parecía tan sólo un punto, pero en un par de segundos acabó revelándose como un enorme punto con alas y con pintas de haber perdido el control.
Y se dirigía directamente hacia nosotros.
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