Cuando llegamos, pasamos un largo rato hablando sobre nuestros respectivos futuros, el deseo de Kyla de inscribirse en la universidad o el de probar una tarta de chocolate...Jamie pensó en lo que podría hacer con su vida y estuvimos dándole no pocas ideas.
Hace tiempo de aquello y no lo recuerdo con toda la exactitud que me gustaría, pero la cuestión es que fui a buscar mi móvil para cargarlo. Nada más conectarlo a un enchufe, lo encendí y vi algo que me heló la sangre allí mismo.
Un mensaje de Marley.
Me preguntaba cómo podía ser posible, pero entonces caí en que llevaba días sin utilizar mi móvil y podría haber habido además algún fallo de cobertura o...Bueno, qué importaba. Tenía un mensaje de mi mejor amiga, lo última que jamás oiría de ella.
- Sam, cariño-me preguntó Kyla, al tiempo que entraba en mi habitación-. ¿Cómo vas? Llevas mucho aquí dentro y me preguntaba si había pasado algo.
- Es un mensaje, Kyla-le dije, mirándole a los ojos-. Un mensaje...de Marley.
Su rostro adquirió una esperable sorpresa.
- ¿Y te ha...llegado ahora?
- Ahora mismo, cuando he conectado el móvil para cargarlo.
- ¿Lo has leído?
- Yo...No, no creo que pueda...
- ¿Por qué no?
- ¿Cómo que por qué? ¡Kyla, era mi mejor amiga! Y esto es lo último que alguna vez escucharé de ella. La última vez que podré escuchar su voz. Moriré sin volver a tener la oportunidad de oír nada más de ella.
- Hazlo, Sam. Estaré a tu lado todo el tiempo, pero debes hacerlo. Por ella, por ti. Por nosotros.
Asentí disimuladamente. Acto seguido, cogió mis manos con las suyas, me miró a los ojos y me dio un corto beso superficial en los labios. Le di al botón para escuchar el mensaje.
"Hola, Sam. Esto...Bueno, si te soy sincera no sé ni por dónde empezar, pero no te preocupes. Procuraré ser breve para molestarte lo menos posible. Tú...eres...lo mejor que me ha pasado. En todos estos años me has hecho sentir de maneras que no creía que fueran posibles. Espero, y por favor haré lo que sea para que me perdones, que podamos seguir siendo mejores amigos. Eres...Eres muy importante para mí y...".
Su voz se hacía cada vez más triste, hasta parecer al borde del llanto.
"...y si alguna vez te perdiera, no sé qué haría con mi vida. Te...Te necesito, Sam. Necesito que estés a mi lado por siempre. Yo...te prometo que seré la mejor amiga del mundo a partir de ahora. NUNCA volveré a fallarte. En fin, y yo que quería no hacerlo muy largo...Solo me queda decirte que me considero la chica más afortunada en el mundo por el simple hecho de haberte conocido, y de tenerte en mi vida. Te...te quiero, Sam Lovgren. Te quiero y...y SIEMPRE te querré".
- Joder-dije, empezando a llorar-.
Kyla me abrazó con fuerza.
- Murió sin saberlo, Kyla. Murió sin saber lo importante que era para mí, y que siempre...siempre sería mi mejor amiga.
- Sam, estoy segura...Estoy segura de que lo sabía.
- ¿Y eso cómo lo sabes?
- Pues...por lo que ella me dijo. Las cosas que me contó...
- Vosotras...¿hablasteis?
- Oh, desde luego. Ni te imaginas la de cosas que me contó acerca de vosotros dos. Y algunos trapos sucios muy interesantes...
Sonreí, aunque casi sin ganas.
- Te quería, Sam-me dijo-. Y lo que hubo entre vosotros dos...JAMÁS morirá.
- Gracias-dije, haciendo una breve pausa-. Necesitaba oírlo.
Nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, Jamie había desaparecido. No había ni rastro de él, por ninguna parte. Salimos de la casa y vimos que había una nota en la puerta.
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Se había marchado. Sin despedirse, ni decirnos adónde había ido.
- Hijo de...-murmuró Kyla-.
- La luz del sol te favorece mucho, ¿sabes? Se te ve más guapa todavía que de costumbre.
Y allí estaba, dispuesto a marcharse y cubierto con un especie de traje preparado por el mismo, para protegerse del sol que aquella mañana se había decidido a salir. Kyla corrió a abrazarlo.
- Eh, con cuidado, Kyla. El traje no es tan resistente como me gustaría. Si no me abrazas con un poco menos de fuerza puede que me acabe asando a la parrilla.
A pesar de la relativa gracia del chiste, apenas sonreí.
- ¿De verdad...de verdad ibas a hacerlo, Jamie?-le dije-. Pensabas marcharte...¿sin ni siquiera despedirte de mí?
- Me duele admitirlo, pero sí-dijo, sin ni siquiera pensárselo-. Pensaba marcharme, precisamente para evitar esta emotiva aunque triste despedida a la que me voy a tener que enfrentar.
- Jamás te lo habría perdonado, Jamie. Si me hubieras abandonado así, sin más. Sin decirme nada. Habría sido increíblemente egoísta, y para nada acorde con el Jamie que yo conozco.
- Antes de que te de por pegarme o algo...quisiera recordarte que no me he ido.
- Pero pensabas hacerlo. Has estado muy cerca de hacerlo y por eso estoy enfadada contigo.
- Kyla...Por favor, no alarguemos esto más de lo necesario. Cuanto más lo hagamos, más duro se hará.
- Pero, Jamie...No lo entiendo-dije, sin poder evitar que se me escaparan unas pocas lágrimas-. ¿Qué pasa con todo lo que hablamos? ¿Y las ideas de anoche?
- Eran buenas ideas, Kyla. Pero no para un vampiro de 118 años de edad. No para mí. Al menos no de momento.
- Jamie...
- Escúchame, Kyla. Mírame a los ojos.
Lo hice.
- No te estoy dejando.Se trata únicamente de solucionar un... pequeño asunto pendiente.
- ¿Asunto pendiente? ¿Qué asunto pendiente?
- ¿Recuerdas a...Dianna Park, de los "Jinetes de la Oscuridad"?
Intenté hacerlo, y lo logré sin demasiada dificultad. Los "Jinetes de la Oscuridad" era una banda vampírica como la nuestra, pero algo así como siglo y medio más antigua. Recordaba a la perfección a Dianna Park, quien lideraba la banda junto a su hermano. Su historia es por mucho más extensa y sangrienta que la nuestra.
- Sí, claro. ¿Es que tienes pensado ir a verla?-pregunté, algo asustada pues a pesar de que Jamie era un vampiro como ellos, temía que la inaudita inocencia asociada a su humanidad lo terminara llevando a la perdición-.
- Más o menos. En los años que pasé solo oí rumores de que se habían instalado en Vancouver, así que...pensaba hacerle una visita.
- ¿Seguro que...es una buena idea?-le pregunté-. Jamie, aunque tú también seas un vampiro esa chica...
- Kyla, sabes perfectamente por qué voy a verla y te ruego que no me hagas decirlo en voz alta. A decir verdad...me da un poco de vergüenza.
No pude evitar sonreír un poco. Alec, Jamie y yo nos cruzamos con Dianna Park y su banda vampírica en uno de nuestros muchos viajes, allá por los años setenta y no muy lejos de nuestra ciudad natal. Aunque al principio no quiso admitirlo, Jamie se quedó prendado de ella desde el primer momento.
- Desde que el Trío desapareció...digamos que no había tenido el valor de hacerlo. Pero, dadas las circunstancias actuales...Creo que ya estoy preparado. Además, las cosas ahora han cambiado. Si hay algo que he aprendido en los últimos años es que en este siglo los vampiros estamos de moda. Desde que apareció la Buffy esa, o las Crónicas Vampíricas o como se llamen...Dios, es que tendrías que ver la cantidad de blogs de esos que hay dedicados a nosotros.
Reí.
- Jamie Doyle-le dije, abrazándolo de nuevo con todas mis fuerzas-. Te mereces lo mejor que haya en el mundo. Y estoy completamente segura de que lograrás lo que sea que te propongas. Por supuesto que me encantaría que pudieras hacerlo desde aquí, pero si esto es lo que quieres, por mucho que me duela...Te apoyaré-dije, con total sinceridad-.
- Me alegro mucho de ello. Pero como ya te he dicho, me gustaría no alargar esto más de lo necesario, así que...
- Sí, por supuesto-dije mientras me separaba de él, al tiempo que le decía una última frase-. Te quiero, Jamie.
- Y yo a ti, Kyla.
Se acercó a Sam y lo abrazó.
- Gracias por todo, tío. Siento mucho lo de tu amiga, y espero que Kyla...Bueno, que seáis muy felices juntos.
- Gracias a ti, y estoy seguro de que lo seremos.
Luego se acercó a la madre de Sam.
- Esto, señora Lovgren...
- Gracias a ti, Jamie. Por salvarnos a mi hijo y a mí. Te debo mucho. Si hay algo que pudiera hacer, tengo algunos contactos. Creo que podría hacer tus viajes mucho más cómodos si...
- No se preocupe, no le pediré nada. Me apaño bastante bien solo. Además...No creo que estemos en deuda.
Dicho esto, se dio la vuelta y anduvo unos pasos hacia la moto que tenía preparada. Se subió a ella y me miró.
- Oh, vamos. No me mires con esa cara de cachorrito abandonado, Kyla. Estaré de vuelta en unas semanas, dos meses como mucho.
- ¿Me lo prometes?
- Te lo prometo.
Dicho esto, me lanzó una última mirada y arrancó la moto. A los pocos metros se incorporó a la carretera y, en sólo unos instantes, perdí de vista a mi mejor amigo.
- Jamie...-murmuré-. Espero que le vaya bien-y de hecho le fue bien, más o menos...pero esa es otra historia-.
- Seguro que sí, Kyla. Seguro que sí.
Lo miré. Era el amor de mi vida. Lo conocía desde hacía sólo unos días y estaba segura de ello al cien por cien. Durante unos segundos le miré a los ojos, para luego acercar mis labios a los suyos y besarle. Él me correspondió, al tiempo que su madre sonreía y se marchaba, procurando darnos algo de intimidad.
- Te quiero, Kyla-me dijo, tras separarnos-.
- Y yo a ti, Sam-le dije, tras lo cual volvimos a besarnos-.
Me llamo Kyla Evelyn McCarthy. Nací el 30 de abril de 1897 en Brooklyn, Nueva York, y morí allí mismo a mis veintiún años. Hoy, noventa y cinco años después...he vuelto a nacer.