martes, 26 de junio de 2012

Poderes (XII)

No hace falta ser demasiado perspicaz para averiguar lo que millones de mentes neoyorquinas, incluyendo la mía, revivieron en cuestión de segundos al ver aquel avión precipitándose sobre la isla de Manhattan. Uno de los días más tristes de nuestra historia.

Rachel y yo éramos muy pequeños para recordar nada, y aunque todos nos entristecemos al pensar en ese día, a ella le afectó en especial por la muerte de su tío favorito. El padre de Alice. Éste era bombero y trabajaba en un departamento cercano a la Zona Cero cuando se produjeron los atentados. Murió al desplomarse la Torre Norte. Y todo en el día en que Alice cumplía cinco años.

Hasta entonces, Alice había vivido en un edificio de apartamentos cercano al nuestro. Pero su madre pensó que lo mejor para las dos sería mudarse, vivir en un lugar que no les recordase a diario el día más terrible de sus vidas.

Nos habíamos quedado de piedra. A nuestro alrededor, todo era un completo caos. La gente gritaba y corría presa del pánico, mientras el ensordecedor ruido de aquel avión cayendo se hacia cada vez más fuerte. Pude fijarme en que una de sus alas parecía rota, y pensé que aquel rayo que vi saliendo disparado desde la antena del Empire State la había alcanzado.

La primera reacción de todos nosotros también fue correr. Bueno, de todos no. Zack se detuvo. Levantó sus manos en dirección al avión.

- ¿Pero qué haces, Zack?-gritó Cody-. ¡Corre, vayámonos!

Nadia se acercó a  él.

- ¿Crees que puedes detenerlo?-le preguntó, con toda la tranquilidad del mundo-.

El afirmó con un movimiento de cabeza, y mostrando en su rostro una extrema concentración y cansancio.

- ¡Estáis locos!-volvió a gritar Cody-. ¿Un avión? ¿En serio?

Mientras él hablaba, el avión se acercaba peligrosamente, y a pesar de los esfuerzos de Zack no parecía que  perdiera velocidad. Empezó a respirar con dificultad. Casi parecía que fuera a desmayarse  de un momento a otro.

- Recuerda, Zack-le dijo Nadia-. Pase lo que pase, estoy contigo.

Rachel, Héctor, Dave, Cody y yo mismo contemplábamos la escena aterrorizados, convencidos de lo que iba a ocurrir. Rachel y yo nos cogimos de la mano.

De pronto, cuando el avión estaba tan cerca que incluso podíamos distinguir la expresión de terror de sus pilotos, todo se detuvo.

La gente, confundida, dejó de correr y de gritar. Se hizo el silencio absoluto. Tan sólo se escuchaban las radios de un par de coches de policía en las inmediaciones del lugar.

Estaba parado, literalmente, en el aire. Todos se quedaron petrificados. El avión se movió unos centímetros hacia delante, pero Zack hizo un último esfuerzo y lo movió hasta dejarlo sobre la calle. Luego se desmayó en los brazos de Nadia.

- Vaya, esto sí que no se ve todos los días-comentó Héctor-.

En aquel momento, el rayo que había provocado aquel accidente desapareció. En su lugar, una especie de manto de oscuridad empezó a expandirse en todas direcciones, un conjunto de gigantescas nubes negras que taparon la luz del sol y convirtieron el día en noche en cuestión de segundos.

La gente que hasta entonces había tenido la suerte de no enterarse de nada de lo que estaba pasando, pronto lo harían. Aquella densa masa oscura se movía muy rápido.

- ¿Qué...?-preguntó Héctor-. ¿Qué narices es eso?

Como era de esperar, ninguno teníamos respuesta. No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, pero aún así sabía lo que debía hacer.

- Tengo que subir.

Todos clavaron sus miradas en mí.

- No me preguntéis cómo ni por qué, pero sé que tengo que hacerlo.
- Ry... Por favor, no...-me dijo Rachel. Unas pocas lágrimas resbalaron por sus mejillas-. No lo hagas. Tiene... Tiene que haber otra forma-dijo, sollozando-.
- No, no la hay. El chico tiene razón.

Todos nos giramos alarmados al reconocer aquella voz. Y no era para menos.

- Para aquellos que no me conozcáis, me llamo Jill-dijo, ofreciéndonos la mano-.
- No es por desilusionarte, pero... ¿no se supone que somos enemigos mortales?-dije-. Al fin y a la cabo, has intentado matarnos.
- Vosotros me habéis atropellado con un tren, tampoco es que os hayáis cortado mucho.

Todos estábamos demasiado sorprendidos como para hablar.

- Sé lo que estás pensando, genio-dijo-. Pero no te servirá de nada, no sin algo de ayuda.
- ¿Insinuas que...?
- Pasarás de temperaturas gélidas a abrasadoras en cuestión de segundos. Te quedarás sin oxígeno, y los gases de la atmósfera se expandirán dentro de ti hasta hacerte reventar.
- Caray-comentó Héctor-. Suena doloroso.
- A no ser que lleves esto contigo.

Apoyó su mano izquierda en mi pecho, y sentí una corriente helada recorriéndome todo el cuerpo. Al principio se me nubló la vista, y sentí un ligero mareo. Rachel corrió a abrazarme.

- ¿Qué le has hecho?-gritó, furiosa-.
- Tranquilízate, rubia. Tu chico está bien. Tan sólo le he dado lo que necesitaba.
- ¿Tu inmortalidad?-preguntó Héctor-. Bueno, suponiendo que la tengas. Lo cual es bastante fácil teniendo en cuenta que acaba de atropellarte un tren a toda velocidad y que aún así estás aquí y ahora perfectamente intacta y hablando conmigo...
- Casi. Lo que le he dado ha sido mi invulnerabilidad. Si le diera mi inmortalidad, envejecería siglo y medio de golpe. Y eso no me sentaría demasiado bien.
- ¿Y cómo sabemos que es cierto?-comentó Dave-. Quiero decir, ¿cómo sabemos que...?

Antes de que a nadie le diera tiempo a reaccionar, la chica me lanzó una de aquellas bolas de fuego en toda la cara. Pero rebotó y salió disparada hasta la otra punta de la calle.

- Jo, tío. Cómo mola-dijo Héctor-. Tengo que venir más a menudo a verte, Ryan. En España estas cosas no pasan.
- Yo de ti me daría prisa, si es que quieres tener alguna posibilidad de vencer a ese cabrón-me dijo nuestra inesperada aliada-.

Rachel me miró, pero esta vez de forma distinta.

- Te quiero, Ry-dijo justo antes de besarme-. Y siempre te querré.

Me dispuse a elevarme, pero no sin antes hacerle esa pregunta.

- ¿Por qué quieres ayudarnos?
- Digamos, en resumidas cuentas, que mis aspiraciones han sufrido un cambio de última hora. Además... NADIE traiciona a Jill Swenson.

Y me elevé sobre la atenta mirada de miles, sino millones de personas y entre los grandes rascacielos de Nueva York, cuya altura superé en poco tiempo. En unos minutos, incluso empecé a apreciar la forma del continente, la costa este...




- Precioso, ¿verdad?

Sin duda lo era. Aunque aquel inmenso manto de oscuridad que en aquellos momentos llegaba al oeste de Europa y del continente americano lo estropeaba bastante.

Y allí mismo lo tenía,  a sólo unos metros de mí. Dispuesto a acabar con todo.

- Resulta increíble que el planeta haya conseguido resistir tanto ante la plaga humana. Por suerte para él todo terminará pronto.
- Espera un momento- le dije-. Entonces, ¿esa es la razón de todo? ¿Piensas que la única forma de salvar el mundo es destruirnos?
- Afirmativo, Ryan. ¿Nunca te has preguntado sobre la influencia de nuestra especie en el único planeta con vida conocido? Te la resumiré en una palabra: sobramos. Somos una especie caprichosa, egoísta y cruel que invadirá y destruirá todo aquello que le plazca hasta que ya no quede nada. Y dime, Ryan. ¿Qué crees que pasará entonces?
- Lo que dices no tiene sentido. El mundo mejora...
- Oh, vamos. No me vengas con ese cuento. El mundo no mejora, Ryan, y aunque lo hiciera, ¿cuántas especies y vidas costaría, eh?
- Que seas tan pesimista no te da derecho a actuar así. No sé quién te lo habrá dicho, pero acabar con el mundo no...

Soltó una carcajada.

- ¿Acabar con el mundo? ¿Es que no has mirado a tu alrededor últimamente, Ryan? ¿Has visto las noticias, leído periódicos...? Porque entonces te darás cuenta de algo que me enseñaron y que yo asumí en su día. Y es que el mundo se acabó hace mucho. Yo sólo le estoy dando el empujón final.
- Lo siento, pero sigo sin coincidir contigo. Y si hace falta que luche contigo para detenerte, entonces lo haré.
- Déjame hacerte una última pregunta antes, Ryan. ¿De verdad crees que, si me vences y "salvas" el mundo todos van a juntarse de repente para formar una utopía de alegría y felicidad, y de perfecta coexistencia con la naturaleza?¿De verdad crees que merecen una segunda oportunidad?
- No, no lo creo-afirmé-. Lo sé.
- Entonces, me parece que todo ha sido dicho ya. Una lástima, Ryan Chase. La verdad es... que me caías bien.

En aquel momento, vi que me lanzaba una de esas bolas de fuego similar a las de Jill (sí, ya lo sé, hacía sólo unos minutos que había intentado matarnos y ya tenía la suficiente confianza como para llamarla por su nombre de pila). Pero tal y como esperaba,  rebotó en mí sin hacerme daño alguno. Pero el hombre apenas se sorprendió.



- Intuyo que esto es obra de mi querida Jill. Invulnerabilidad. Aunque no te preocupes, en realidad contaba con ello. Porque nadie es invulnerable a todo.

Aunque intenté defenderme, me atrajo hacia sí con un poder como el de Zack y me agarró del cuello con su mano derecha. Poco a poco, empezó a estrangularme.

Intenté defenderme con varios golpes, pero siempre en vano.

- ¿Quieres saber una cosa, señor volador? Incluso aunque se produjera un milagro y consiguieras detenerme, el proceso ya está iniciado. Nada lo detendrá. Ni siquiera mi muerte.

Cada segundo que pasaba era una agonía. y la presión sobre mi cuello era mayor. Cómo había sido tan estúpido de pensar que podía vencerlo yo sólo, siendo el vuelo mi único poder. No tenía fuerza, ni ninguna habilidad que me diera alguna oportunidad de vencerlo, o al menos de defenderme. Pero entonces caí en la cuenta, al ver aquel extraño y luminoso fenómeno acercarse a nosotros.

- Pero no me hace ninguna falta-le dije-.
- ¿El qué, Ryan?
- Matarte. No me hace ninguna falta, porque como tú mismo has dicho...-Tras esperar unos segundos para añadirle algo de dramatismo a la situación, añadí lo siguiente-.Nadie es invulnerable a todo.




Lo dicho. La Tierra es un planeta con suerte al poseer una atmósfera y un escudo magnético que protege a sus habitantes de multitud de catástrofes cosmológicas, entre ellas las tormentas solares. Aunque la cosa cambia si alguno de esos habitantes se encuentra en el exterior.

Sinceramente,apenas recuerdo lo que pasó después. Mi querido archienemigo murió, de una forma bastante desagradable y que me niego a describir. Inexplicablemente, yo sobreviví. Aunque aquello no evitó que sintiera un dolor infinitamente mayor del que había sentido jamás en cada milímetro de mi cuerpo.

Manteniendo mi consciencia lo suficiente como para ver aquel denso manto oscuro bajo mis pies comenzar a retroceder por todo el mundo, me desmayé.

Y entonces caí.

domingo, 24 de junio de 2012

The script: The man who can't be moved

En el primer domingo musical de este verano, me he decidido por la canción "The man who can't be moved", de la banda irlandesa "The script".


Espero como siempre que disfrutéis de la canción, y que tengáis una buena semana



domingo, 17 de junio de 2012

The Killers: Human

La canción que he escogido para hoy es "Human", de la banda estadounidense "The killers".

Espero como siempre que os guste, y que tengáis una buena semana.


martes, 12 de junio de 2012

Poderes (XI)

Llamaron a la puerta. Pensé que sería Ryan de nuevo, así que la abrí diciendo...

- ¡¡¡TE HE DICHO QUE...!!!

Pero me taparon la cabeza con lo que parecía una bolsa, y terminé perdiendo el conocimiento.

Cuando desperté, me vi en una especie de hostal abandonado, no sabía dónde. Creía que estaba sola, hasta que lo vi acercarse.

- Vaya, vaya,pues sí que es mona. Jill, prepáralo ya.
- Qui-qui-quién eres y qué-qué quieres de mí-balbuceé-.
- No te hace falta saber mi nombre. Tan sólo lo que quiero. A tu novio. Bueno, quiero decir... a tu ex-novio-dijo, riendo-. Y Jill, date prisa con eso. Sólo faltan unas horas para el alineamiento.

Estaba muy triste y asustada como para hablar más. Acababa de cortar con Ryan, el chico de mi vida. Y me sentía tan mal... Pero ahora que estaba allí, la simple idea de no poder volver a verlo, aquella estúpida sonrisa que se me escapaba  cada vez que lo hacía, de que todo terminara allí... Aquello me entristeció más todavía. No sé si sabrían que les oía cuando salieron de la habitación donde me tenían encerrada, supongo que sí, pero aún así no se cortaron demasiado.

- Jefe, ¿podría hacerle una pregunta?-dijo la chica-.
- ¿Sí?
- ¿Para qué quiere al chico? ¿No se supone que lo que necesitamos es un poco de sangre de la persona a la que más quiera?
- Y así es, Jill. El chico no era más que un señuelo. Es la chica la verdadera clave de todo esto.
- ¿Entonces, si ya la tenemos a ella, para qué quiere traer al chico?
- Porque el hecho de que sólo necesitemos parte de su sangre no significa que haya que conformarse con tan poco.

El hombre se acercó a mí.

- Y porque voy a jugar un ratito con ella... y quiero que su chico esté presente para verlo.

Las cuerdas a las que mis pies estaban atadas empezaron a tensarse.

- ¿Qué te parece, cielo? ¿Llamamos a la caballería? Sólo tienes que decirme dónde crees que puede estar.
- No lo sé, y aunque lo supiera jamás te lo diría.
- ¿De verdad crees que le debes algo de lealtad a alguien que te ha dejado colgada infinidad de veces, alguien que se olvidó de la ocasión más especial de vuestra vida?-preguntó la chica-.
- ¿Qué...? ¿Cómo sabes eso? ¿Quiénes sois?
- Verás, Rachel...-me volvió a decir la chica-. No quería llegar a esto, pero si es necesario lo haré. Yo soy la razón de que tu amado Ryan esté tan ausente últimamente. Digamos que... tenemos un rollo.
- ¿Qué?
- Pues eso, que estamos liados. Nos conocimos hace cosa de dos meses, cuando estabas de vacaciones con tus padres. ¿Los Ángeles, verdad? Nos encontramos de vez en cuando,a veces en su mismo apartamento.
- No sé cómo sabes eso, pero sigo sin creerte. Y nunca te creeré.Él no... No sería capaz de hacerme algo así... Jamás lo haría. Lo que hay entre nosotros es mucho mayor de lo que tú piensas.
- ¿En serio?¿Y si te dijera que grabé en vídeo nuestro último encuentro?
- Te diría que tengo el novio más bueno y fiel del mundo, y que estás loca si piensas convencerme de lo contrario.
- Déjalo, Jill. Por lo que se ve, a nuestra invitada le van más otra clase de... persuasiones. Una última oportunidad-dijo el hombre, acercándose más a mí-. Dime dónde está.
- Que te jodan. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!
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- Hemos llegado-dije-. Héctor, ¿estás seguro de que este es el lugar adecuado?
- Totalmente.
- Muy bien, entonces este es el plan: yo entraré...
- Pero qué ganas de complicarlo todo-me dijo Nadia-.
- ¿Cómo lo sabes? Si ni siquiera os he contado nada todavía.
- Créeme, fuera lo que fuera lo que tenías en mente, lo mío será mejor. Déjalo en manos de una profesional.

No se lo discutí, y vimos cómo se acercaba a las puertas del edificio que Héctor nos había dicho.

- ¿Y cuál es ese plan tan guay?-preguntó Héctor-.
- Digamos que necesita saber de antemano la apariencia de cierta persona-dijo Dave-.
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No sabía cuánto podría aguantar. Me dolía todo el cuerpo, y cada segundo allí colgada era una auténtica tortura. Entonces llegó la chica.

- ¿Sabes? La verdad es que en el fondo me das algo de pena. Créeme, no es nada personal. Si por mí fuera probablemente no te mataría, pero es lo que tienen los tratos. Tienes que cumplir tu parte si quieres que todo salga bien.
- Suéltala-dijo una voz masculina. Era el hombre-.
- ¿Qué?
- He dicho que la sueltes.
- Pero, no entiendo. ¿Ahora quiere soltarla? Hace sólo unas horas, decía que...
- Sé perfectamente lo que he dicho. Pero prefiero utilizarla como cebo un rato, así será más divertido.
- Muy bien, como quiera. Pero que conste que no me parece una buena idea-dijo la chica mientras me soltaba-.
- Gracias. Y ahora vete, por favor.
- Como usted quiera-dijo mientras se marchaba-.
- Escucha...-me dijo el hombre-.
- No...-dije-. No pienso decir una sola palabra.
- No será necesario. Tú sólo confía en mí y acompáñame a la salida.
- ¿Pero qué...?

Y entonces su cuerpo empezó a cubrirse como de pequeñas membranas, que una por una fueron cambiando múltiples rasgos del cuerpo hasta convertir a aquel hombre en una chica joven. Jamás había visto algo así, no podía creer lo que estaba ocurriendo. Pensé incluso en si me habrían drogado...

- Soy Nadia-me dijo-. Escucha, soy amiga de Ryan y hemos venido a rescatarte. Acompáñame.

No tuve más remedio que confiar. Corrí con ella hacia el exterior.

Mientras, en el interior del edificio se oían unas voces. Bueno, más bien gritos.

- ¡¡¿Que la has dejado escapar?!! ¿Y cómo has sido tan estúpida como para creer que yo daría una orden semejante? ¡La necesito para completar la transformación!¡¡¡TRÁEMELA YA!!!

Aceleramos aún más, y cuando salimos fuera nos encontramos con una calle completamente desierta. Era  de noche, aunque no faltaría mucho para el amanecer. De pronto, las luces de un coche aparecieron de la nada.

 De una de sus ventanas, asomó el rostro más sexy que he visto jamás. Y aquello hizo que me recuperara al instante.

- ¡Rachel!
- ¡Ryan, cariño! Te quiero, no debería haber...

Si no os importa, dejad los cariñitos para luego y subid al coche-dijo el que conducía-. Algo me dice que pronto tendremos compañía.

Y qué pronto. En cuanto arrancamos en dirección norte, vimos a alguien que nos perseguía, acortando distancia a cada segundo.

Era la chica, que se acercaba hacia nosotros...¿ volando?  Y... ¿lanzándonos bolas de fuego?

- Ryan, ¿qué está pasando?-pregunté, asustada-.
- Rachel, escúchame-me dijo. Estaba sentado a mi lado-. No te lo quería contar para no ponerte en peligro, pero la razón por la que he estado tan raro estos últimos días...
- Tiene poderes-intervino Héctor-.
- ¡Héctor!-le grité-.
- Al menos admite que es un buen resumen.
- Rachel, desde la mañana del viernes pasado me he sentido muy raro. Al principio tenía montones de habilidades físicamente imposibles, y aunque ahora sólo tengo dos...
- ¿Habilidades? ¿Qué quieres decir, Ry?
- Puedo volar, y tengo una sobrenatural capacidad de regeneración.

Traté de asimilar lo que había oído, y me quedé pensativa durante unos instantes.

- Sé que todo esto parece una locura, pero soñé con esos dos que te tenían presa el mismo viernes, y por eso pensé... Oh, dios, Rachel. Siento tanto haberte metido en esto, y haberte hecho sufrir tan...

No podía resistirlo más. Me lancé a besarlo como pocas veces lo había besado.

- Uh...-dijo Héctor-. Chicos, controlaos un poco, puede que haya menores delante.
- Te amo, Ryan Chase. Nunca debería haberte dejado. Eres lo que más quiero, y sea lo que sea en lo que estamos metidos, saldremos de esta juntos.

Porque aquello era lo único que tenía realmente claro. En cosa de diez minutos, había visto a una persona transformándose en otra totalmente distinta, una mujer volando y lanzándonos bolas de fuego mientras... ¿volábamos? ¿El coche estaba volando? Perfecto, las ruedas ya no tocaban el asfalto, y aún así el coche se movía a toda velocidad hacia delante y a metro y medio sobre la carretera.

- Tendremos más posibilidades de perderla si no dependemos del tráfico-dijo el que conducía-.

A la porra las Leyes de Newton.
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Rachel y yo íbamos en los asientos de detrás, junto con Zack, Dave y Héctor (un poquito apretados, sí, pero era un coche de los grandes). Cody conducía y Nadia iba de copiloto.

- ¡Joder!-gritó Cody, después de que el coche recibiera un gran impacto procedente, obviamente, de nuestra perseguidora-. A este paso nos alcanzará enseguida... Si es que no destruye el coche antes...
- El metro-dije-.
- ¿Cómo dices?-me preguntó-.
- El metro, cerca de aquí hay una parada y parte de esa línea está en obras. Podríamos intentar despistarla allí.
- Muy bien, si tú lo dices...

Le indiqué la dirección y Nadia la metió en el GPS. No tardamos mucho en llegar allí.

- Agarraos bien, chicos-nos dijo-. Ya sabéis, por si tuviera que dar algún "frenazo" o algo así.

Era increíble. Ante la mirada de terror de los transeúntes de la zona, que vieron a un coche meterse volando en una estación de metro seguido de una mujer también voladora. Imaginad qué de pasta gastada en psiquiatras.

- No te ofendas, Ryan-comentó Héctor-, pero...  ¿qué hay de ingenioso en meternos en un oscuro y estrecho túnel sin escapatoria? A menos que haya un gusano gigante alienígena...
- ¡Ahora! ¡Cody, frena de golpe!

Y lo hizo sin preguntar.

- ¡Serás cabrón! Lo has hecho aposta-dijo Héctor, llevándose una mano a la cabeza. Parecía haberse dado un buen golpe-.
- Más o menos, pero ha funcionado.

Todos miramos detrás y vimos que la chica , intentando esquivarnos,se había chocado con un semáforo y caído a la vía.

Pero entonces despertó. Y descubrí que aquella línea llevaba sin obras más tiempo de lo previsto.

- ¡Vamos, Cody! ¡Arranca!

Oíamos el tren a lo lejos, y parecía acercase a toda velocidad. La chica intentó levantarse, pero tenía enganchado un pie en la vía. Sólo pude oír una cosa más antes de largarnos.

- Oh, mierda.

Y aquel tren arrolló a la chica, y por muy poco no hizo lo mismo con nosotros. Por suerte, conseguimos parar el coche en un pequeño hueco entre vías, en las proximidades. Subimos por las escaleras y saltamos por encima de los barrotes hacia la superficie, donde ya había amanecido. Y nos sorprendimos bastante al darnos cuenta de que estábamos en...

- ¿Times Square?-preguntó Nadia-. ¿Cómo hemos podido acabar tan lejos?
- Bueno, es igual-dije-. Lo que importa es poner a salvo a Rachel. No sé por qué la quieren, pero...
- Ry, ellos...-empezó a  hablar Rachel-. Dijeron algo acerca de un alineamiento. Y que necesitaban mi sangre.
- ¿Un alineamiento? ¿Y un ritual sangriento, justo hoy?
- ¿A qué te refieres, Héctor?
- ¿Es que nadie se ha dado cuenta de qué día es hoy?
- 21 de diciembre...-dije-.
- De 2012. ¡2012! El fin del mundo. ¡Mola! Quiero decir, lo que mola no es que se acabe el mundo, sino que sea el mismo día que supuestamente termina el calendario maya y que no sea por tsunamis , erupciones volcánicas, terremotos, hundimientos de fallas en el mar e infinidad de otros desastres naturales que dejen a la humanidad al borde de la extinción y... Está bien. Me callo.

En aquel momento, noté como una especie de temblor.

- ¿Habéis sentido eso?-pregunté-.
- ¿El qué?-dijo Nadia-.

De pronto, la alarma de todos los coches en la plaza se disparó. Se movían arriba y abajo, y sus conductores, extrañados, se bajaban para ver lo que ocurría.

- ¿Un terremoto?-preguntó Dave-.
- ¿Godzilla?-sugirió Héctor-.

Qué más hubiéramos querido. Una grieta apareció  a pocos metros por delante de nosotros, y empezó a propagarse por toda la plaza, resquebrajando el asfalto a su paso y dividiéndose a su vez en más grietas. La gente contemplaba aquello temerosa y estupefacta.

- Chicos, ¡ vayámonos de aquí YA!

Y en el momento en que dije aquello, una gran explosión abrió un enorme boquete en el suelo, justo en el centro de la plaza. La gente huía despavorida, y entonces la vi.

- No es posible-dije-.

La chica había sobrevivido. ¿Cómo podía estar pasando aquello? Prácticamente vi cómo la arrollaba el metro.

- ¿Sabéis que es lo que más me cabrea? Pues desde ahora, que me atropellen con un tren. La habéis cagado, chavales. Y creedme, no os conviene hacerlo más. Dadme a la chica y puede que hasta os perdone.

Intentamos huir, pero nos cortó el paso con otra de esas bolas de fuego. La gente a nuestro alrededor corría, presa del pánico. El centro de la plaza  se encontraba en ruinas, y la explosión provocada por aquella chica había lanzado rocas por todas partes, agujereando gran parte de los carteles de Broadway. Me giré para agarrar a Rachel, pero me di cuenta de que no estaba.

- ¿Rachel?-pregunté-. Rachel, ¿dónde...?

Miré detrás de mí, y no sólo faltaba Rachel. Héctor tampoco estaba.

- Os lo preguntaré una última vez, críos de mierda. Dónde está la chica. Y más os vale que me guste la respuesta, porque os aseguro que la próxima vez tiraré a matar.
- ¡¡¡Policía de Nueva York, levante las manos!!!

La chica sonrió con malicia. Se giró.

- ¡¡¡He dicho que levante las manos!!!
- Está bien, está bien. No nos pongamos... nerviosos-dijo haciéndolo-.

Pero las bajó al instante, provocando una especie de ráfaga de aire abrasador que tumbó a los policías y volcó sus coches, uno de los cuales atravesó la puerta del "Hard Rock Cafe".

- Se acabó el tiempo, chaval-dijo, mientras vi formarse en su mano derecha una bola de fuego, la cual apuntaba directamente hacia mí-. Te he dado ya demasiadas oportunidades, Ryan Chase. Y acabas de desperdiciar la última.

En el último instante, se escuchó un sonido de golpe metálico, y la chica cayó al suelo.

- Nadie amenaza a mi novio.

Rachel, con Héctor justo detrás. Se habían escondido a tiempo, antes de que la chica los pudiera ver. Y la habían pillado por sorpresa. Una idea brillante.

- Oh, dios.-dije-.Rachel, ¿cómo has desaparecido así, sin más? Casi me da un infarto cuando he visto que no estabas.
- Lo siento, Ry... Pero pensé que sería una buena idea.
- Y lo ha sido-dije, pensando en que si un atropello no había acabado con la chica, la barra metálica no la mantendría inconsciente mucho tiempo-. Ha sido una idea genial, aunque...
- No contabais conmigo, ¿verdad?

Aterrizó de golpe en el suelo, rompiendo el asfalto donde lo hizo, como uno de esos superhéroes de cómic. Era el hombre con el que había soñado apenas una semana antes.

- Típico-dijo, observando a la chica, que en ese momento empezaba a moverse-. Mandas a un subordinado a hacer el trabajo de un superior, y esto es lo que pasa. Lo cierto es que se veía venir.
- Jefe...-dijo-. No fue... No fue culpa mía, me pillaron desprevenida.
- Ya. Así que unos críos totalmente carentes de poderes te sorprendieron. En fin, ya sabes lo que dicen, si quieres que algo salga bien... Debes hacerlo tú mismo.

Se movió tan rápido que ninguno lo vimos venir. Cuando quisimos darnos cuenta, le había hecho un tajo en el brazo izquierdo a Rachel y esté empezó a sangrar de manera alarmante. Se guardó algo en una especie de frasco.

- ¡Joder!-dijo-. Cómo duele...
- Toma-le dijo Nadia, sacando de su bolsillo una especie de trapo-. No es ninguna venda, pero al menos evitará que te desangres.

Nadia y yo se lo enrollamos alrededor de la herida, justo en el momento en que el hombre empezó a levitar hacia arriba lentamente, de forma similar a como lo había hecho yo hacía sólo unas horas.

- Espera...-se oyó a la chica, que intentaba incorporarse en ese momento-. Teníamos un trato.
- Lo sé, pero como bien sabrás la única forma de llevar a cabo un trato es que todos sus miembros cumplan con su parte. Cosa que tú no has hecho en absoluto, al dejar que escapara la chica y que te vencieran dos simples mortales. Además... allí arriba sólo hay sitio para uno.
- Por favor...-suplicó-. No me dejes aquí...
- Adiós, Jill.

Dicho esto, la lanzó contra la roca-monumento enfrente de los bancos de la plaza, haciéndola añicos y dejándola inconsciente de nuevo. Y el hombre continuó ascendiendo, elevándose en pocos segundos a una gran altura. No tuve otra que seguirle, también volando, aunque casi lo perdiera.

Se detuvo en el mirador del Empire State, entonces cerrado por reformas. Conforme me acercaba, vi como se hacía un corte en su brazo izquierdo y mezclaba su sangre con la de Rachel. Se llenó la mano derecha de esa sangre mezclada y la apoyó en la antena. Estaba a punto de llegar cuando sucedió.

- ¡Espera! ¡No...!

Pero lo hizo. Un gigantesco rayo de energía originado en la antena atravesó el cielo, llegando mucho más lejos de lo que mi vista podía alcanzar. Pero la onda expansiva me golpeó, y sólo pude ver dos cosas antes de caer al vacío: a aquel hombre ascendiendo más todavía y a  miles de personas en las azoteas y calles que observaban con horror lo que estaba ocurriendo.

Por suerte, mi llegada al suelo no fue tan impactante como me esperaba, ya que Zack consiguió llegar a tiempo para detenerme.

- ¿Alguien sabe qué narices está pasando?-preguntó Héctor-.
- El alineamiento-dije, con la voz algo entrecortada, y respirando con dificultad-.Ahora lo recuerdo. También lo dijeron en mi sueño, y el hombre me miró entonces. Sabía lo que pasaría desde aquella noche.
- ¿Y?-preguntó Cody-.
- "Seis días, Jill"-dije-. "Y el mundo tal y como lo conocemos dejará de existir".
- Oh, dios...-dijo Rachel-.

Me giré hacia ella. Parecía realmente asustada.

- No te preocupes, Rachel. Sea lo que sea a lo que nos enfrentamos lo superaremos juntos, ¿recuerdas?
- No, no es eso-dijo, adquiriendo una expresión de pánico total-. Allí, en la otra parte del cielo, mirad-dijo, señalando-.

Y lo que vimos nos paralizó a todos en el acto. Al principio parecía tan sólo un punto, pero en un par de segundos acabó revelándose como un enorme punto con alas y con pintas de haber perdido el control.

Y se dirigía directamente hacia nosotros.

domingo, 10 de junio de 2012

Daniel Powter: Bad Day

Por el título de la canción podría parecer un tanto inadecuada en temporada de exámenes, pero la letra de la canción es muy bonita y el videoclip me encanta, así que esta es mi elección para hoy. "Bad Day", del músico canadiense Daniel Powter. Como curiosidad y por si la habéis visto alguna vez, la chica que sale en el videoclip participó en algunos de los últimos episodios de la serie de televisón "El Mentalista", como una ex-prostituta confidente del CBI.

En fin, disfrutad de la canción y no os estreséis  demasiado.


domingo, 3 de junio de 2012

Billie the vision and the dancers: Summercat

El verano se acerca, y aunque para muchos eso no significa el final de los exámenes o del trabajo, he pensado que esta sería una buena ocasión para la canción "Summercat", del grupo sueco "Billie the vision and the dancers".

Espero, como siempre, que disfrutéis con ella y que tengáis una buena semana.


Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)