domingo, 27 de febrero de 2011

El fenómeno del amor. Capítulo VI : Lo que más quiero (3ª Parte)

De pronto, Alice le dijo a Will que la guiara hasta su cuarto, que le hacía mucha ilusión verlo, que sería gracioso y demás. Will aprovechó y fue mientras tanto a sacar las pizzas y a poner la mesa en el jardín.

- Ya he sacado las pizzas-dijo Will mientras entraba-. Deberíamos comerlas ya si no...
- ¿Es esto lo que yo creo?

Oh, vaya. Había encontrado su póster. Su póster de High School Musical.

- ¿Eh? No, en realidad...
- Es my bonito-dijo Alice-.

En él salían Troy y Gabriella en la escena del tejado de la tercera película (cuando Gabriella le enseña a Troy cómo se baila).

- ¿Te gusta High School Musical?
- No es mi película favorita, pero sí. Es una buena película. Bueno, en realidad no soy precisamente objetiva. Es que tuve un pequeño enfrentamiento con Vanessa Hudgens para el papel de prota en "Bandslam".

Will había visto la película. Era evidente a quién le habian acabado dando el papel.

- ¿Y cómo es que te compraste el póster? Quiero decir, hay alguna otra razón aparte de que te guste, ¿verdad?
- La verdad...-Will se armó inmensamente de valor- es que siempre había soñado con con bailar el vals de esa canción, "Can I have this dance", con una chica, si alguna vez... Bueno, si alguna vez me enamoraba.
- Muy bien, hagámoslo pues.
- ¿Qué? ¿En serio?
- Claro, ¿por qué no? Aunque no vayamos ambos de etiqueta-dijo, como en tono de burla-, si pones la música y el vídeo creo que podríamos intentarlo.

Así lo hizo Will.Aquel iba a ser sin duda uno de los más importantes momentos de su vida, y estaba muy nervioso por si la cagaba: podía pisarla, tropezar, hacer el ridículo..., o las tres cosas a la vez.

Para su enorme sorpresa, Alice empezó a cantar la canción, mientras ambos se cogían como en un vals. Will respiró hondo. Pero entonces la miró a los ojos, y el también se soltó. Resultó que bailaba bastante bien y, aunque, su habilidad para el canto dejaba bastante que desear, Alice no dejó de sonreír ni un momento. Y Will tampoco. Ambos estaban viviendo la experiencia más mágica de su vida hasta el momento.

Tras unos minutos de bailes y estrofas por la habitación de Will, la canción acabó. Will la dejó caer suavemente y con mucho cuidado. Se quedaron unos instantes mirándose el uno al otro, y luego la levantó.

El uno frente al otro de nuevo, ambos acercaron sus caras. Y fue entonces cuando el graciosillo hermano pequeño de Will, al que nunca le había gustado demasiado esa canción, les tiró un par de grandes globos de agua. Se empaparon enteros.

Empezaron a reirse a carcajadas, y volvieron a acercar sus caras. Y se besaron.

Aunque esta vez fue un beso mucho más romántico, apasionado, como uno de esos que se dan en las películas. O en las historias cutres escritas por adolescentes aburridos.

Despegaron finalmente sus labios. Nada ni nadie podía acabar con un sentimiento como aquel. Nada se interpondría entre Will y Alice, jamás. Juntos, lograrían alcanzar un amor como ningún otro.

The corrs: Breathless


Este domingo os dejo con una canción de la banda irlandesa "The Corrs", cuyo título es "Breathless". El grupo está formado por los cuatro hermanos Corr: Jim, Sharon, Caroline y Andrea. ¡Espero que os guste!


sábado, 26 de febrero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (VIII)

Estaban ya de vuelta en la habitación, cuando a Zoey se le ocurrió una idea para mejorar algo la noche después de lo de la terraza.

- ¿Qué tal si vemos algo de House?
- ¿En serio? ¿Te apetece?
- ¡Claro! Me enganché a ella hará un par de años, y desde entonces es mi favorita. Pero no he podido volver a ver nada desde... bueno, ya sabes.
- Ya. Bueno, en realidad, sólo he visto las primeras cinco temporadas. El día anterior al que llegaste me cogí prestada la sexta del videoclub de la esquina.
- Pues yo me he visto todos los episodios, hasta la temporada siete. Todos los que les dio tiempo a rodar... bueno, antes de que todo esto pasara.
- Oí hablar de ella hace unos años, pero nunca me llamó la atención. Bastaron unos pocos días de aburrimiento para que empezara a viciarme.
- ¿Verdad que es genial? A ver, no creo que podamos vernos las quince horas de la temporada en una noche, pero podemos ver los dos primeros episodios.
- ¡Me apunto! Y para mejorarlo un poco más...-dijo Richard mientras se dirigía a la cocina de la habitación, tras lo cual volvió en unos segundos con algo de la nevera-.¿Refrescos?-preguntó, sonriendo-. No sé si estarán caducados, no me he fijado...
- ¿Bromeas? Me muero por una de esas Coca-Colas. Me da igual si son de la edad de piedra.

Dicho esto, Richard le lanzó un bote a Zoey, quien lo cogió al vuelo.Encendió la tele y puso el DVD. En unos pocos instantes pudieron oir la tan familiar banda sonora de la serie HOUSE M.D. En cuanto apareció el menú, Richard le dio al "play" del primer episodio, y fue corriendo a sentarse en el sillón, junto a Zoey.

A pesar de la incómoda situación que hacía poco habían vivido,ambos se sentaron juntos. Richard apoyó su cabeza en el respaldo del sillón, y Zoey apoyó su cabeza en el hombro derecho de Richard. Sin duda enormemente felices por estar allí, ambos se relajaron y se dispusieron a ver juntos las historietas que Gregory House, uno de los Medical Doctors más queridos (y al mismo tiempo odiados, aunque de una forma cariñosa) montaba en cada escena de cada episodio en el ya más que conocido Princeton Plainsboro.

miércoles, 23 de febrero de 2011

GUILFORD (VII)


Annabeth también lo vio a él. Estaban a sólo unos pocos metros de distancia. Por un momento parecía que se dirigía hacia él, pero en lugar de eso, pasó de largo. Así, sin más. Aterrorizado por la remota idea de una Annabeth tal y como Ryan y Gabriella la habrían descrito, no supo cómo reaccionar. Hasta que encontró aquel papel en un bolsillo de su pantalón. Alan lo leyó:

"Nos vemos en el laboratorio de ciencias (2º piso, pasillo de la izquierda) hoy a las 12:30. ¡No faltes! Annabeth."

Aquello llenó de nuevo a Alan de esperanza y, aunque le alegró mucho, le parecía algo extraño que no lo hubiera saludado unos momentos antes. Por no hablar de lo nervioso que aquella situación lo ponía.

Lo más curioso es que Alan iba a las mismas clases que Annabeth. Y que Gabriella y Ryan. Que, por cierto, llegaron justo al comienzo de la clase.

- ¡Te dije que me despertaras, cosa que no me parece tan difícil!-decía Gabriella, que parecía bastante enfadada.
- Lo siento, ¿vale? Te he dicho que lo siento. Se me ha estropeado el móvil y...¡Ey, Alan!
- Hola, chicos, ¿qué tal?- me armé de valor y solté lo que estaba pensando- ¿Problemas de pareja?

Alan difícilmente olvidaría la expresión que en los instantes siguientes ocupó el rostro de sus amigos. Para ser la primera broma, no había estado demasiado acertada.

Alan apenas pudo atender en clase. Planificaba y planificaba la conversación con Annabeth mentalmente una y otra vez, hasta que llegó la hora.

Para su enorme asombro, localizó el laboratorio del que Annabeth le había hablado y entró, esperando no estar haciendo nada prohibido. Estuvo unos minutos esperando, durante los cuales no pudo dejar de pensar que tal vez aquella había sido una de esas estúpidas bromas que tanto le habían gastado a lo largo de sus años como estudiante. Incluso llegó a pensar que Annabeth no querría hablar con él. Justo estaba a punto de irse cuando la puerta se abrió. Era ella.

Cerró la puerta tras de sí, y avanzó un par de pasos. Sin duda estaba igual de sorprendida y nerviosa que Alan. Tras unos intantes de silencio, Annabeth habló.

- ¡Alan! Oh, madre mía no me lo puedo creer-dijo, mientras se lanzaba a abrazar a Alan, lo cual lo sobresaltó un poco-. ¿Pero cómo...? ¿Cómo es que...?
- Mi madre y yo nos mudamos de Albuquerque hace unos días. Ya sabes, por trabajo y eso.
- ¡Vaya! Pues la verdad es que estuve intentando llamarte, Alan. De hecho, lo hice cientos de veces, pero no te localizaba.
-Ya, es que... Bueno, se me estropeó el móvil días después de la fiesta, y perdí tu número.
- Menos mal, me había imaginado tantas historias... No te imaginas cuanto me alegra verte. Tenemos que quedar algún día de estos.
- Claro, podríamos ir a dar una vuelta, o quizás tomar algo.
- Me parece una fantástica idea.

Tras aquello, Annabeth y Alan salieron por la puerta y se despidieron el uno del otro.

Iba Alan paseando ya por el pasillo de abajo, cuando vio algo en una televisión, de esas pequeñas que hay a veces colgadas en los pasillos de los institutos. Lo que vio lo dejó de piedra. Greenville Road. El lugar que había visto en su sueño tan sólo unas horas antes. "La reciente decisión del gobierno estatal de Maine ha provocado que docenas de manifestantes acudan al cruce de Greenville Road con Doughty Road, con la intención de parar, según dicen en sus gritos y pancartas, una catástrofe ecológica sin precedentes en esta zona. . Cada vez son más los manifestantes que se niegan a dejar libre la carretera,incluso la policía ha venido. Han venido de todos los pueblos de alrededor,Dover-Foxcroft,Guilford,Monson, Greenville...".

- ¡Eh, Alan!-Alan reconoció la voz de Ryan-¡Cuánto tiempo! ¿Te apetece venirte hoy a...?

Pero Alan salía corriendo a tal velocidad que no pudo escuchar el final de la frase. Cruzó por las puertas como una exhalación,casi derribando a un zorro gigante (que esperó que fuera la mascota del equipo del instituto). Estaba increíblemente nervioso, y el pánico le invadía. Tal vez fuera por la infuencia de tantas películas, pero Alan tuvo la sensación de que debía avisar a esa gente, si no... Bueno, tal vez no pasara nada.

Pero entonces recordó el increíble realismo de aquel sueño de la anterior noche, y se lo pensó mejor. Cogió prestada sin permiso una bicicleta que un tipo acababa de dejar apoyada en las escaleras de la entrada, y empezó a pedalear como nunca lo había hecho. No tenía tiempo de pedir a alguien que lo llevara, o de hacer autostop (hay una leve diferencia entre ambos, aunque no lo parezca). Además, a su madre no le había gustado. O al menos no más que lo de robar una bicicleta. ¿Qué mas daba? Ya la devolvería.

Sonrió, al recordar que realmente tenía futuro en el ciclismo profesional. Hasta la fecha, no había conocido a nadie tan rápido como él en bicicleta. Unas de sus pocas, y hasta la fecha inútiles, habilidades innatas.

lunes, 21 de febrero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (VII)

Cuando Zoey acabó de hablar, hubo unos minutos de silencio, como si ninguno de los dos tuviera nada que decir. Fue Richard el que lo hizo primero:

- Lo siento mucho, Zoey, de verdad, yo... No quería hacerte sentir así.
- No importa. Llevo meses sin hablar con nadie, Richard. Y la verdad es que sentía que necesitaba contárselo a alguien. Alguien en quien confiara.
- Ven.
- ¿Qué?-preguntó Zoey-.
- Quiero que me acompañes. Y con los ojos cerrados. Tengo algo que enseñarte.


- Espero que no sea ningún intento de insinuación-decía Zoey, mientras Richard la guiaba por un camino por ella desconocido-, porque te advierto que soy cinturón negro de kárate y...
- Ya está. Ya hemos llegado. Puedes abrir los ojos.

En cuanto lo hizo, Zoey tuvo la sensación de que estaba como en una nube. Una suave brisa la acariciaba, la hermosa vista de los pocos rayos de sol que todavía se apreciaban dibujaban unas extrañas aunque bonitas formas en el cielo, pintadas éstas con colores no menos extraños. Allí arriba, incluso se te olvidaba que el mundo entero se había ido a la mierda. Era como una especie de oasis donde todo era felicidad.

- Es... es maravilloso.
- ¿Te gusta, entonces?
- ¿Que si me gusta? ¿Estás de broma? Ni siquiera recuerdo la última vez que vi algo tan bonito.
- Bueno, pensaba que una puesta de sol es de esas cosas tan buenas en la vida, que casi nunca te fijas en ella y..., y bueno, mucho menos cuando te pasas el día entero huyendo de zombis hambrientos.
- Ya bueno, pero aunque lo hubiera hecho... Seguro que no habría sido ni la mitad de bonito.
- ¿Sin esta lujosa terraza en el centro de Los Ángeles?
- Sin ti.

Zoey se acercó más a Richard, y ambos acercaron sus caras, casi como si fueran a besarse. Casi. Pero Zoey se echó atrás en el último instante.

- Lo siento, Richard. Pero no puedo. De verdad que me gustaría, pero es que la simple posibilidad de perder de nuevo a alguien a quien amo... No estoy preparada para un sentimiento así, Richard. No ahora. Puede que en unos días...
- Sí, claro, no te preocupes. Y si no..., bueno, tampoco pasa nada.
- Eh, Richard, escúchame. Hace sólo un día que te conozco y hay una cosa que tengo clara, aunque te vaya a parecer de lo más extraño, pero... te quiero.
- Y yo a ti.
- Sólo te estoy pidiendo unos días para acostumbrarme, nada más. ¿Lo entiendes, verdad?
- Claro.

Tras aquella conversación, ambos volvieron a su tranquila y acojedora habitación en la planta 19.

domingo, 20 de febrero de 2011

Desde el lago (VII)

Y, efectivamente, allí estaba. Fui a coger la bandeja de comida y me puse a la cola, detrás de ella.

- ¡Hola, Sam! ¿Qué tal ha ido con Rachel?
- Iremos juntos al baile.
- Vaya, qué bien. Te dije que serías capaz.
- Bueno, en realidad...
- Podríamos ir las dos parejas juntas, tú y Rachel, y Riley y yo. ¡Me ha dicho que sí!

Se la veía realmente contenta.

- Ya verás, Sam, ¡será fantástico!
- No podría estar más de acuerdo.

Ella se dirigió a nuestra mesa, cuando de pronto oí una voz a mis espaldas.

- ¿Cuánto tiempo llevas enamorado de ella?
-¿Qué?

Incluso ese tío, al que no había visto en mi vida hasta hacía unos segundos, se había dado cuenta. ¿Cómo es que Remy no lo había hecho aún?

- Oh, vamos. Esa mirada, el tono de voz, el extraño entusiasmo mostrado al decir que vas a ir al baile con otra...
- ¡Está bien! Lo estoy. ¿Y qué? ¿Acaso cambia eso algo el hecho de que no te conozca de nada y ya me estés intentando dar consejos amorosos?
- Unos cinco años entonces, ¿no?
- ¿Pero cómo...?
- Escucha, Sam, si realmente estás enamorado de ella, debes decírselo. Y no simplemente sentarte a esperar a que ella se dé cuenta.
- Eso ni en broma. La perdería, y antes hago puenting desde el tejado de mi casa que pasar por eso.
- Sin riesgo no hay triunfo, Sam. Esa es la única realidad. Si te interesan un par de trucos de mi invención, estaré aquí mañana a esta misma hora. Tú decides.

Y se largó,así, sin más. Y lo hizo tan rápido que tuve la sensación de que se había volatilizado. Pensé en lo que había dicho y, aunque me costara admitirlo,tal vez tuviera razón, pero ...¿pero quién narices era ese tío?

Paramore : The only exception


Se me ha ocurrido la idea de hacer del domingo el día musical (para alegrar el fin del fin de semana, en ocasiones deprimente) , lo que quiere decir que una vez a la semana pondré, todos los domingos, un vídeo musical.

Esta primera vez le toca al grupo de rock estadounidense Paramore, con su famosa canción "The only exception" (la cual se dejó escuchar al final del segundo episodio de la segunda temporada de Glee, cantada por Rachel). Hayley Williams y sus compañeros Jeremy Davis y Taylor York nos sorprenden con este emotivo videoclip de una de las canciones de su tercer álbum: "Brand New Eyes". Os dejo con el videoclip oficial:

sábado, 19 de febrero de 2011

GUILFORD (VI)

Aquella noche, Alan soñó. Estaba en un lugar donde la gente protestaba. Parecía una especie de manifestación. Fue entonces cuando llegó a la respuesta de por qué le resultaba tan familiar aquel lugar: se encontraba tan sólo a unos 20 kilómetros de Guilford. Su madre y él habían pasado por allí de camino a su destino tan sólo un par de días antes.

Había mucha policía, y el lugar estaba abarrotado de gente. De pronto, el fugaz estallido de una bomba en medio de la carretera llenó el ambiente, sorprendiendo a todos los que allí se encontraban y causando un terrible caos. Gente corriendo, gritando...

Alan despertó sudando. Había tenido otras pesadillas. Bastantes, a decir verdad. Y, últimamente, aún más. Pero ninguna como aquella.

Miró el reloj: las siete. Hora de levantarse. Rápidamente, se cambió, desayunó y leyó la nota que su madre le había dejado: ella no podría llevarlo al instituto aquel día. El autobús pasaría a recogerlo sobre las 7:45.

Así que Alan andó unos pocos metros hasta donde unos momentos después pararía el autobús. Y, en aún menos tiempo del previsto, estaba de vuelta en el Guilford High School.

Alan estaba realmente nervioso. No sabía qué decirle a Annabeth, y el hecho de que Ryan y Gabriella no hubieran aparecido todavía tan sólo lo inquietó más aún. "Sé tú mismo"-pensó Alan para sí, recordando las palabras de su madre-"y todo irá bien". Esperando que tuviera razón, se adentró una vez más en aquella inmensa marea de alumnos, en busca del aula donde sería la primera clase. Y fue entonces cuando la vio.

jueves, 17 de febrero de 2011

¡Y ya vamos por la cincuenta!


Esta es la quincuagésima (hay que admitir que es una palabra bastante extraña) entrada que hago en este blog, que inicié el pasado 4 de diciembre. Y como celebración, he decidido incluir en ella un vídeo de una de las canciones más famosas de la joven cantante canadiense Avril Lavigne, y sin duda mi favorita: "Complicated". Con la letra también incluída, para que podais seguirla con el vídeo:

martes, 15 de febrero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (VI) : Tercera parte

- Aquí tienes-me dijo Richard, mientras me daba un bocadillo de lomo-.
- Gracias-.

Sin duda no se esperaba que fuera yo quien acabara salvándole la vida, pero la verdad es que no pareció afectarle demasiado. Después de un largo rato de silencio, él habló.

- ¿Sabes? En realidad, mi vida no ha cambiado tanto en estos últimos meses. Quiero decir, hasta que llegaste tú, claro.
- Ya, seguro.
- No, en serio. Mira, Zoey, yo... nací huérfano, y me crié en un internado de mierda.
- Oh, vaya. Menuda suerte.
- Cuando esto empezó, tuve que escapar de allí y refugiarme en el sitio más seguro que pudiera encontrar. Y, aunque te parezca extraño, los primeros días que pasé aquí encerrado casi sentí alivio.
- ¿Qué?¿Por qué?
- Porque pensaba que no tendría que volver a preocuparme por lo que la gente pensara de mí, por lo que dijeran de mí. No sé si lo habrás notado, pero me cuesta algo relacionarme con la gente.
- No te creo. Y si eso es verdad, te aseguro que conmigo no es así. Y con esto quiero decir que no creo que seas tímido, simplemente te cuesta relacionarte con la gente cuando no te das suficiente tiempo para conocerla, o sencillamente no muestras interés alguno en averiguar lo que sienten, lo que piensan...
- O sea, siempre.
- ¡No! Claro que no. Escucha, Richard, ¿por qué...? ¿por qué no me preguntas algo, cualquier cosa? Así te demostrarás a ti mismo de lo que eres capaz.
- Tal vez tengas razón. Y qué tal "¿de dónde vienes?".

Sentí como si me hubieran clavado un puñal en el corazón al recordar la razón por la que había llegado hasta allí. Y Richard pareció notarlo, pues al instante dijo:

- Vaya, lo siento. No... No pretendía...
- No, no importa. Es una muy buena pregunta, es solo que... me ha recordado al pasado.
- Si quieres, podríamos ir a ver algo en la tele, o si estás cansada...
- No, nada de eso. Te lo voy a contar, Richard. Siento que te lo debo.

- Era un 25 de abril de este año. Mi cumpleaños. Por aquel entonces yo vivía con mi familia en un tranquilo pueblo, al oeste de Minnesota. Habia quedado con unas amigas para salir por ahí de fiesta, aunque había prometido a mis padres que estaría de vuelta en casa a las ocho para poder celebrarlo en familia-notaba cómo me costaba hablar,y la garganta se me secaba, cada vez más-. Pero me lo estaba pasando tan bien con mis amigas que el tiempo voló, y cuando me quise dar cuenta ya eran las nueve. Así que volví a casa corriendo. Cuando entré por la puerta, pensaba que estarían a punto de echarme otra de esas pesadas broncas paternas.

Pero no había nadie. O al menos eso pensaba en un principio. Estuve un buen rato llamando. Nadie contestaba, así que me asusté. Pasé al salón para ver si había alguien. Y lo que vi quedó grabado en mi memoria para toda la vida. Estaban muertos. Todos. Y un zombi se estaba comiendo lo que quedaba de mi hermano.En cuanto me vio y se giró, me entró tal ataque de rabia que me lancé contra él, sin pensar. Le di un lamparazo que lo dejó tieso. Y el muy idiota fue a levantarse y apoyó los dedos en el enchufe.

Me senté en el suelo, justo al lado de los cuerpos de mis padres, y mi hermano. No podía creerlo. Contemplé sus rostros, ya sin vida, y rompí a llorar. Me maldije una y otra vez por no haber estado allí. Pero ahora que estaba, era tarde. Ya nada podría salvarlos, y todo por mi culpa.

Cogí la escopeta de papá y les pegué un tiro en la cabeza a cada uno,sin mirar, para asegurarme de que por lo menos no se conviertieran en uno de ellos. Subí a mi cuarto, recogí y me guardé todo lo que pude en el menor tiempo posible. Me cogí algo de comida, bebida y dinero, aunque no pensé que me fuera a servir de mucho. Y me fui. A punto estaba de cerrar la puerta cuando recordé algo.

La fotografía que los cuatro nos hicimos en nuestro viaje a Madrid, en la Puerta del Sol, haría unos dos años, colgada en la pared de la entrada. Me dirigí hacia ella, la observé unos instantes y decidí guardármela también. Volví a abrir la puerta, y eché un último vistazo a lo que antaño fue mi hogar. Cerré la puerta.

Y no miré atrás.

lunes, 14 de febrero de 2011

Desde el lago (VI)

El lunes siguiente, Remy y yo fuimos, como siempre, juntos al instituto. Estaba muy nervioso, y Remy no paraba de darme consejos para hablar con Rachel.

- Ante todo-me decía-. No olvides sonreír, pues a las chicas nos encanta. Ah, y no te preocupes si no hablas demasiado. Tú asegúrate de preguntarle cosas sobre ella misma, y así seguro que le parecerás interesante.

Me preguntaba si realmente era cierto aquello. Yo llevaba años haciendo todo eso con Remy, y ella no estaba interesada precisamente en mí.Seguía preocupado sobre cómo empezaría la conversación con Rachel, pero aquello no fue problema.

En el descanso de la comida, yo estaba guardando mis cosas en la taquilla. Cuando cerré la puerta, ella estaba ahí. Pocas veces me he asustado tanto.

- Hola,Sam-dijo Rachel, con sus grandes y marrones ojos mirándome-.
- Ehm..., hola, Rachel. ¿Qué tal? ¿Algún problema?
- No, es que... Verás, es que quería decirte algo-hizo una pequeña pausa-. Se rumorea que tú... Bueno, que a ti te gustaría ir al baile... conmigo.
- ¿Sí?
- Y he pensado, que, si te apetece, podríamos ir tú y yo, ya sabes. Juntos.
- Claro, ¿por qué no?
- ¿En serio? Vaya, es genial. Esta tarde iré a mirar el vestido. Sólo faltan unos días, y quiero estar preparada. ¡Nos vemos!

Mira por dónde. Si al final parecía que estaba interesada en mí y todo. Cogí mi mochila y me dirigí hacia el comedor, donde imaginé que ya estaría Remy.

domingo, 13 de febrero de 2011

AMIGOS EN MADRID (I)

- ¡Vaya, si al fin ha llegado! Menos mal, empezábamos a estar preocupados por don puntualidad.
- Bueno, pero al menos lo hemos conseguido-dijo Miguel-. ¿No?
- Claro-dijo Carlos-. Por cierto, ¿has hablado con Alejandro? Sara y yo no sabemos nada de él desde hace días.
- Yo sí, me dijo ayer que estaría aquí para la comida-aclaró Miguel-.
- Ah, vale, entonces todo claro-dijo Carlos-.
- Qué, ¿hacemos algo en nuestro último día de estudiantes de instituto?-dijo Sara-.

Los tres rieron a carcajadas a la vez que empezaron a andar, casi dejándose llevar por los bellos caminos que atravesaban el parque.


Estuvieron paseando durante un buen rato, y luego se tumbaron en la hierba bajo uno de tantos inmensos árboles que abundan en el Retiro. Sobre la una y media, decidieron que sería hora de llamar a Alejandro para ver qué hacían.

Al final quedaron con él en un bar no muy lejos de allí. Con el pelo tan alborotado como siempre, Alejandro los esperaba ya en una de las mesas.

- Pero bueno, ¡ya era hora! ¿Por qué habéis tardado tanto? Un poco más y la mesa habría muerto de vieja.
- Hola a ti también, Alex-dijo Sara-.
- Bueno, a lo que importa, chicos-Miguel se preparó como para un discurso-. Este es nuestro último día, nuestro último día como adolescentes estudiantes de instituto. Mañana todos empezaremos una nueva etapa en nuestra vida, y…
- Habla por ti, piltrafilla-intervino de nuevo Alejandro-.
- Bueno-siguió Miguel. La cuestión es que he estado todo el verano pensando cómo sería el cambio del instituto a la universidad, de la adolescencia a la edad adulta, del…

- Madre mía, pero qué buena que está la tía que acaba de entrar.

- Oye, Alex, ¿te importa? Estaba hablando.

- Tú mismo lo has dicho, estabas. Mira a aquel grupo de la entrada.

Miguel y Carlos se giraron también. Sara simplemente se llevó la mano a la cara, como lamentándose.

- Esto es lo que pasa cuando una tía sale sólo con tíos.
- Parece que son extranjeros- dijo Carlos-. Y, a juzgar por sus ropas, de bastante al norte.
- Canadienses-dijo Sara-. Vamos, chicos, mirad la bandera: una hoja de arce roja sobre un fondo rojo y blanco.
- Buena observación. Me pregunto si sabrán hablar español.
- Oh, venga, Álex, déjalo ya, ¿vale? ¿Es que acaso quieres poner en marcha un experimento de los tuyos?
- Elemental, mi querida Sara. Deseadme suerte.
- Oh, vamos, Álex-dijo Carlos-. El español está muy…

Pero Álex ya se dirigía hacia allí.

- Extendido-terminó-.

Lo conocían desde hacía sólo unos meses, pero te bastaba tan sólo con unos días para hacerlo bien. Era el típico tío pasota, cuyo principal objetivo en la vida es ligar. Digamos que es una especie de Barney Stinson pero con la mitad de años, al estilo español y sin absolutamente nada de éxito. E iba cagarla. Otra vez.

- Hola, encanto-dijo Álex, dirigiéndose a una morena, alta y atractiva mujer del grupo-. Imagino que no entenderás ni una sola palabra de español, así que quiero que me prestes mucha tención a lo que voy a decir: quiero que tú y yo (CENSURADO POR EL ESCRITOR) y luego tu me (CENSURADO POR EL ESCRITOR) y yo te (CENSURADO POR EL ESCRITOR) y los dos (CENSURADO POR EL ESCRITOR) hasta el fin de los tiempos.

Al principio, los tres amigos pensaron que la extranjera no había entendido nada, pues puso cara de extrañada. Pero segundos después, lo que pasó fue digno de mencionar.

- Pues será mejor que te busques a otra chica, porque resulta que hablo perfectamente el español y no estoy por la labor de hacer todo eso que has dicho.

sábado, 12 de febrero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (VI) : Segunda parte

La verdad es que estaba un poco asustada. No sabía a dónde pretendía ir Richard exactamente, pero supuse que la única forma de averiguarlo sería ir con él. Así que eso es lo que hice. Naturalmente, cuando él yo salimos no lo hicimos por la puerta principal, sino por una especie de "camino alternativo" que se había hecho. Pero aún así, pude ver de nuevo el nombre de aquel edificio. Richard llevaba tres meses alojado en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad: el JW Marriott. Yo soy de fuera, pero aún así recuerdo haber escuchado el nombre en más de una ocasión. Un pedazo de edificio con 21 plantas y lleno a rebosar de suites (de ahí todo lo que Richard tenía en "su" habitación).

Estábamos en el centro de los Ángeles. Richard conducía una especie de camioneta destartalada,y yo seguía igual de acojonada que al principio. Ser superdotado no siempre conlleva ser sensato.

- Te reto.
- ¿Qué? ¿A qué?
- A ver quien mata más zombis.
- Sí, hombre.
- Créeme. Es una muy buena forma de desahogarse.
- ¿Y si digo que no?
- Entonces ese asqueroso zombi de ahí al lado te matará en un par de minutos, como mucho.
- Está bien, pero que conste que no me hace ninguna gracia.
- Quien pierda, friega los platos.Aunque, dado que probablemente tendré más práctica que tú, te daré algo de ventaja. Aunque aún así..., yo de ti no me haría muchas esperanzas.
- Eso ya lo veremos-dije, al tiempo que le volaba los sesos a aquel zombi que se me acercaba.
- Vaya, no está mal. El tiempo empieza...¡ya!

Richard y yo salimos corriendo, cada uno en una dirección. Avanzábamos por calles paralelas (lo cuál ayudaba a no matarnos accidentalmente el uno al otro). Había zombis por todas partes. Yo yo los provocaba pasando por su lado para que me persiguieran y luego me los cargaba. La verdad es que he de admitir que Richard tenía razón. Matar zombis es una muy buena manera de desahogarse. Además, a la larga, sale más barato que un psiquiatra. Disparo por allí, disparo por allá... No se me escapaba ninguno. LLevaba ya 37, según mis cuentas.

Y fue entonces cuando me di cuenta de que me había atrapado a mí misma en un callejón sin salida. Aún me quedaban un par de balas, pero no eran ni mucho menos suficientes para la docena de zombis que se acercaban peligrosamente hacia mí. Apunté de la mejor manera que pude, pero sólo conseguí derribar a tres. De pronto, me fijé en un barril, que parecía de gasolina. Recé para que lo fuera, y disparé. Al instante, el barril explotó, abrasando a todos y cada uno de los zombis. O al menos eso pensaba.

Un extraño ruido hizo que me girara, para encontrarme cara a cara con uno de esos horribles monstruos. Quería escapar, pero el callejón era estrecho, y por muy lento que fuera el zombi jamás conseguiría huir de él sin que me mordiera, lo cual significaría mi muerte.

No sabía que hacer. El zombi se acercaba, ya estaba a sólo un par de metros de mí. Unos segundos más, y todo habría acabado. Y entonces... un sonoro disparo se escuchó en el callejón, y el zombi cayó. Cuando lo hizo, pude ver que Richard estaba detrás.

- Recuento final:50-dijo mientras se acercaba,riéndose-. Ah, y me debes una.

Me hubieran dado ganas de dejar ques se lo comiera, pero era el único ser humano en kilómetros y kilómetros a la redonda. E, inexplicablemente, aquel tío empezaba a caerme bien. Así que, antes de que pudiera darse cuenta, le quité el arma y me cargué a un demasiado sigiloso zombi a sólo unos segundos de morderle.

- Yo diría que no.

Al final, fue Richard quien se ofreció a fregar los platos. Viva el poder de persuasión femenino.

miércoles, 9 de febrero de 2011

GLEE



Hoy a las 22:00 en el canal Fox se estrena la segunda temporada de Glee en español. Con nuevas incorporaciones al reparto, nuevas canciones e historias que contar en esta más que loca (y a la vez genial) comedia musical. ¡Vuelve el Glee Club!

martes, 8 de febrero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (VI)

Viernes, 29 de julio del año 2011

Querido diario:

Qué decir qué suerte he tenido en encontrar a Zoey, es tan simpática, dulce... e increíblemente sexy. Sólo pensar en que ella pudiera marcharse, me entra tal depresión... No imagino lo que sería volver a estar aquí, sólo y marginado, sin alguien tan guay como Zoey. ¿He mencionado ya lo sexy que es? La verdad es que no se me ocurre qué más decir, sólo que intentaré ser con ella todo lo buena que pueda ser. Quiero decir, bueno. Porque soy un tío, sí. Eso es lo que soy.

Vale, está bien. No soy Richard. Soy Zoey. Pero aún así, me gustaría escribir lo que he hecho hoy. Hace tiempo que no escribo en un diario, y me hace mucha ilusión hacerlo. Son las cuatro de la mañana. Mi últimamente bastante habitual insomnio (principalmente, por eso de haber estado unos tres meses escapando de la muerte por los pelos) ha hecho que me despierte, y no me puedo volver a dormir. Richard está dormido, y no creo que le importe que escriba aquí un poco mientras él está en el país de los sueños. Y si no, que hubiera buscado un sitio mejor para esconderlo.

La verdad es que, aunque me cueste admitirlo, aquí estoy muy bien. Al principio desconfiaba de Richard, como del resto del mundo (toda precaución es poca en un mundo lleno de zombis), pero hoy me ha demostrado, sin duda, lo contrario. Creo que ahora viene la parte en la que describo aquello que me ha pasado a lo largo del día, ¿no? Pues allá va.

Resulta que serían sobre las diez de la mañana, cuando mis ojos por fin se abrieron. Me di cuenta de que había dormido de un tirón (cosa bastante rara en mí),y me desorienté un poco al darme cuenta de que me había despertado en un lugar diferente de donde me dormí. Pensé que, si tanto tiempo había estado dormida y Richard seguía allí, es que no había huido con sus cosas ni nada de eso. Aunque, por otro lado, habría sido bastante complicado huir con la pantalla gigante y todo lo que allí tenía a cuestas.

Me levanté despacio, pues de otra forma podría haberme mareado (ya me había pasado otras veces). Me dirigí hacia donde supuse estaría Richard, al salón, pero no había nadie allí. Aquello me sorpendió negativamente. ¿Y si aquel lugar no era tan seguro como Richard le había dicho?¿Y si se había colado alguno de esos numerosos bichos mutantes que pululaban por todo el mundo? Cogí una silla, y me dirigí a la cocina. Se oían ruidos allí.

Cuando estaba a punto de llegar, oí que alguien o algo se acercaba a mí, avancé un par de pasos y arremetí con todas mis fuerzas. Y acerté de pleno, pero con un pequeño fallo de cálculo. No era ningún bicho mutante, sino Richard. Y el pobre estaba en el suelo, muriéndose de dolor. Al lado de un plato, roto, con restos de lo que parecía bacon y huevos repartidos por el suelo.

- ¡Dios mío, Richard! ¡Lo siento! Pensaba que eras uno de esos asquerosos mutantes.
- Te...había...hecho...el...desayuno.

Parecía como si le costara horrores respirar, y no digamos hablar. Menuda paliza que le había dado al pobre. Me sentía fatal elevado a fatal. No solo no se había ido, sino que además me había hecho el desayuno. Y yo desconfiando de él.

Después de un rato, conseguí que Richard se encontrara mejor e hice yo el desayuno. Caray, si es que este tío tiene de todo. Volví a hacer los huevos con bacon, pero esta vez para dos. Y se los llevé a Richard, que estaba sentado a la mesa del "salón".

- De verdad que lo siento, Richard, yo...
- No, no. Es igual. Supongo que es normal que aún no confies en mí del todo-
- Eso no es verdad, sólo creo que...
- Necesito hacer una cosa, Zoey, y quiero preguntarte si me ayudarías con ello.
- Depende, ¿de qué se trata?
- Vamos a dar una vuelta por la ciudad.
- ¿Qué?¿Estás loco? Ni de coña, yo de aquí no me muevo.
- Pero si nos lo pasaremos genial, y además será el único modo de que...-Richard hizo una pausa, mirando por la ventana-.
- ¿De qué?- pregunté-.
- De que confies en mí.

UN NUEVO COMIENZO (II)

Naturalmente, no tenía ganas de hablar con nadie. Hacía sólo unas horas que su vida se había ido al traste, y aún se sentía sin fuerzas para nada.

Cuando la dejaron allí, la directora del South Wales se le acercó con rapidez. Parecía informada sobre la situación, y probablemente estaría empeñada en hacer que Casey se sintiera mejor. Al igual que todos. Pero ellos no lo entendían. Jamás se sentiría mejor después de algo así, y pensar lo contrario no sería más que una pérdida de tiempo.

La guiaron a su habitación. En cuanto pudo librarse del exceso de compañía, Casey dejó la maleta junto a la cama y se dejó caer sobre ella. Miró al techo. Había unas pocas grietas justo encima. Eran pequeñas, pero aún así aquello hizo pensar a Casey que aquel edificio tendría cien años por lo menos.

"Toc,toc"-sonó la puerta de su habitación-.

- Sea quien sea, márchese-dijo Casey-. Quiero estar sola.
- ¿Incluso aunque traiga un tentempié de bienvenida?
- ¿Qué?

Al instante, un chico de unos dieciséis años (más o menos la edad de Casey) entró al cuarto con unas galletas.

- Oye, mira, lo siento. Pero he tenido un mal día, y me gustaría estar sóla.
- Muy bien-dijo el chico, conforme-. Me iré, pero sólo si me prometes que probarás esas galletas. Están muy ricas, créeme. Y además, las he hecho exclusivamente para ti.

Casey no sabía qué era más raro,si el sabor de aquellas galletas (queso con chocolate, curiosa mezcla, por cierto) o el hecho de que aquel chico, al que no conocía absolutamente de nada, le hubiese ofrecido galletas. Sin mencionar que había dicho que ya las tenía preparadas antes de que ella llegase.

La cuestión es que fueron las galletas más ricas que Casey había probado en toda su vida. Tanto, que se sintió mal por haberlo despachado así, sín más. Es por ello que, justo antes de la cena, Casey buscó la habitación de aquel chico.

lunes, 7 de febrero de 2011

DIARIO DE UN SUPERVIVIENTE (V)

Jueves, 28 de julio del año 2011

Aprovecho ahora, que Zoey está dormida (sí, me ha dicho su nombre) para escribir lo que me ha ocurrido hoy. Son las 00:30 de la madrugada.

Cuando aquella chica (es decir, Zoey) llegó, debían ser las cinco y media.

Ah, sí, se me olvidaba. Antes de continuar,debería hacerte saber, querido diario, alguna que otra curiosidad sobre los zombis que bien podrían salvar vidas en el futuro:

1-. Los zombis son lentos. No es que vayan despacio. No, no es eso. Es que son lentos con ganas. Pero tampoco es culpa suya (no es nada fácil moverse cuando el 90% de tu cuerpo está muerto del todo, ¿no crees?). Y si te falta alguna pierna o brazo, ya ni te cuento.

2-. Los zombis no distinguen un carrito de la compra de un ser humano, a no ser que éste sea lo suficientemente imbécil para ponerse justo delante suyo.

3-. En conclusión: los zombis son la viva (o muerta, según se mire)imagen de la idiotez.

Estas tres normas son básicas. Son fruto de mis estudios sobre los zombis y su comportamiento, y de mi superdotada inteligencia. Y menos mal que es así, porque si los zombis fuesen como en Resident Evil o Zombieland, Zoey y yo no habriamos pasado ni de la esquina.



La cuestión es que conseguí que Zoey me acompañara, y una vez allí le enseñé "mi habitación":

- Será coña.
- ¿ Por qué lo dices? ¿Por la pantalla gigante o por el jacuzzi del baño?
- ¡¿Hay un jacuzzi en el baño?!

Después de un rato de admirar mi bien currada habitación, Zoey dijo:

- Vaya, es realmente impresionante. Tengo que admitir que no esperaba algo así...
¿Es esto House?
- Con contenidos extra.
- ¡Madre mía! No me lo puedo creer. Hacía meses que no...

Zoey paró de hablar de repente, como si pensara que estaba dando demasiada información a alguien a quien acababa de conocer.

- Está a punto de anochecer, así que si quieres podríamos tomar algo. Tengo restos de lasaña en la cocina. ¿Te apetece?
- Claro, por qué no.
- Por cierto, mi nombre es Richard.
- Encantada de conocerte, Richard. Mi nombre es Zoey.

Estaba realmente feliz de poder hablar con alguien que no estuviera hecho de hojas de papel. Terminamos la "cena", le ofrecí mi cama a Zoey y ella me dijo:

- No te preocupes, si total, tampoco tengo tanto sueño. Me sentaré un poco en el sofá y luego...

En menos de diez segundos se quedó frita del todo. La cogí y la tumbé en mi cama. Cerré las persianas y me tumbé en el sofá. Aunque la mayoría de la gente probablemente lo ignoraría, dormir es realmente importante para mantenerse en forma durante un apocalipsis zombi.

domingo, 6 de febrero de 2011

GUILFORD (V)

- ¿Gabriella?- preguntó Alan, aún sabiendo perfectamente que era ella-.
- Hola, Alan. He venido a pedirte disculpas.
- ¿Por qué?
- Ya sabes por qué. Por lo de este mediodía. Me enfadé y no quise decir lo que dije. Siento haberme largado así sin más.
- No importa, Ryan me lo explicó todo.
- Entonces...- Gabriella dudó unos segundos-. Mira, Alan. Me caes muy bien, en serio. Pienso que eres una buena persona y... no quiero que te hagan daño.
- Pero...
- No me importa que vayas a volver a hablar con ella, o a estar con ella.
- ¿Y si ha cambiado?-la interrumpió Alan-. Han pasado meses desde la última vez que la visteis, ¿no? ¿Quién dice que no ha cambiado?
- Puede que tengas razón, Alan, pero en cualquier caso...
- ¿Sí?
- Por favor, ten cuidado con ella.

En ese momento, Gabriella se giró, y Alan le preguntó:

- ¿Vas a volver a casa sola? Es muy tarde, si quieres podría pedirle a mi madre que...
- No. Gracias, pero volveré igual que he venido. Vivo en la casa de enfrente.
- Bueno, pues... Nos vemos mañana.
- Hasta mañana.
- Hasta mañana.

Y Gabriella se fue. Alan pensó que lo primero que debía hacer al día siguiente era hablar con Annabeth. Llevaba tanto tiempo deseándolo... Y esperó que ella también, que fuera aquella maravillosa chica que había conocido meses atrás, y no la que Ryan y Gabriella habían descrito.

Alan cerró la puerta y le dijo a su madre que estaba cansado, y que iría a su cuarto a dormir. Ambos se dieron las buenas noches. Antes de dormirse, Alan sacó un libro de una maleta de la mudanza. "Percy Jackson y los Dioses del Olimpo: el ladrón del rayo". Seguro que leer las aventuras de un niño de doce años que se carga monstruos milenarios con ayuda de un bolígrafo y una cabra le tranquilizaría de cara a su segundo día de instituto. Se sorprendió al ver que la chica que acompañaba al protagonista en sus aventuras se llamaba Annabeth. Menuda casualidad.

Después de un rato, apagó la luz y se dispuso a dormir.

El fenómeno del amor. Capítulo VI : Lo que más quiero (2ª Parte)

Will invitó a Alice a pasar al salón.

- ¿Sabes, Alice? Desde que te conocí mi vida ha cambiado radicalmente. Hace sólo unos días, pensé que eso del amor estaba reservado a unos pocos, que yo jamás lo encontraría, pero entonces apareciste tú y… me enamoré.
- Will, me han ofrecido que vaya a un rodaje, lejos de aquí, a Londres, dura seis meses y… ¿eso que huelo es pizza?
- ¿Eh, qué? Ah, sí, es que… había hecho algo para comer, por si te apetecía y eso.
- ¡Vaya, que amable! Pero, la cuestión es que necesito tu opinión y…

¡¡PAM!!

- ¿Qué ha sido ese ruido?
- ¿Ruido? ¿Qué ruido?
- Ya sabes, ese “pam” tan sonoro.
- Yo no he oído nada.

Días más tarde Will averiguaría que ese “pam” había sido en realidad Bradley cayendo desde el balcón de mi cuarto. Pobre enanito de jardín.

- Bueno, es igual. He venido porque necesito saber lo que piensas, si crees que es posible que nuestra relación se mantenga después de…
- Oye, espera un momento-Will hizo una pausa-. Entonces, ¿no has venido a cortar conmigo?
- ¿Qué? No, claro que no. Te quiero Will, y eso es lo último que querría hacer. Sólo quería preguntarte si crees que irme ahora a Londres es una buena idea.
- Bueno, si es una buena oportunidad y realmente te apetece, ¿por qué no? Aquí te esperaré.
- Te... Te quiero, Will-dijo al tiempo con lo abrazaba efusivamente-. Pero por encima de todo quiero que recuerdes que a pesar de lo que digan los medios de mí, o de lo que me pidan que haga en esa película lo nuestro no habrá cambiado.
- Lo sé. Estoy enamorado, Alice, enamorado de verdad. Y eso no se irá así como así. Hace unos días era tan sólo un adolescente renegado y ahora, el más feliz de la Tierra. Y todo gracias a ti.

sábado, 5 de febrero de 2011

RESIDENT EVIL 4: ULTRATUMBA



Me gustaría dedicar una entrada a un vídeo que acabo de hacer y subir a youtube. Se trata de un vídeo con fragmentos de la cuarta película de Resident Evil, "Resident Evil: Ultratumba", con las canciones: "The outsider" (A Perfect Circle), "Know your enemy" (Green Day) y "Bring me to life" (Evanescence). Espero que os guste, y que visitéis también mi canal ("Belenus222") alguna vez para ver mis otros vídeos, puntuar y/o comentar. Os dejo con el vídeo:

GUILFORD (IV)

Alan no entendía nada de todo aquello. ¿Es que acaso Gabriella habría conocido a Annabeth, habría habido algún malentendido o habría pasado algo malo de verdad? Tal vez se hubiera equivocado, hubiera confundido la foto de Annabeth con la de otra conocida,o quizás...

Justo cuando Gabriella salía del comedor casi a empujones, el tiempo pareció detenerse para Alan, y ella entró al comedor. Era ella, sin duda, era Annabeth. Ella se quedó tan ensimismada como él. ¿Cómo habría sido posible que hubieran vuelto a encontrarse? Albuquerque no está precisamente cerca de Guilford...

- Esa es-se oyó a Ryan-. La fuente de todos nuestros problemas.

Alan no se atrevió a reaccionar, pero Annabeth lo saludó a él desde lejos, con una sonrisa y un pequeño movimiento de mano muy disimulado. Alan intentó saludar, también con la mano, aunque algo patosamente. Bueno, al menos sabía que ella no lo había olvidado. Y que tenía una nueva oportunidad con Annabeth.

- No sé si a Gabriella le hará demasiada gracia que te lo cuente, Alan. Pero creo que te vendrá bien saberlo. Annabeth es una mala persona.
- ¿Qué? ¿Por qué? Oye, mira, estoy harto de que os metáis con ella, ¿de acuerdo? La conocí hace unos meses, y me cayó muy bien. He deseado cada noche, desde entonces, poder volver a verla. Y ha sucedido. Así que, por favor, no sigais con esto.
- ¿Y si te digo que Annabeth y Gabriella fueron durante años mejores amigas, de esas que van juntas a todas partes y jamás se separan? ¿Y si te digo que, hace unos cuatro años aproximadamente, Annabeth simplemente abandonó a Gabriella y se fue con la ganadora del premio a la mayor pija a escala mundial?

Alan se quedó de piedra. Realmente no podía creer lo que estaba oyendo. No, no quería hacerlo. Tal vez, si todo aquello era cierto, Annabeth podría haber cambiado con el paso del tiempo.

Como era septiembre, no había clase por las tardes, así que Alan dijo:

- Me voy a casa, Ryan. Tengo mucho en qué pensar. Hasta mañana. Ah, por cierto, y dile a Gabriella que no era mi intención que se pusiera así de enfadada, es solo que... que esperaba que la verdadera Annabeth fuera la que conocí en la fiesta a principios del verano, y no la mala persona que decís vosotros.

Dicho esto, Alan se fue. No volvió a ver a Annabeth a la salida del instituto, ni en su paseo por el pueblo antes de su vuelta a casa andando (las distancias en un pueblo tan pequeño pueden llegar a ser realmente cortas). Al llegar, su madre le estaba esperando ya. Y el agradable olor a sopa casera al entrar en casa le hizo deducir que tampoco lo llevaría esperando demasiado tiempo.

Su madre, ansiosa de recibir buenas noticias, lo esperaba con la mesa ya puesta, y una sonrisa en la cara. Alan le contó todo (excepto lo de aquel hombre trajeado, pues no quería preocuparla y, además habría sido más que probablemente una imaginación suya).

- Me alegro mucho de que hayas hecho amigos, cariño. ¿Ves? Ya te lo dije. Y respecto a lo de la chica...
- ¿Sí?
- ¿Por qué no hablas con ella?
- No se yo, tendría que hacerme un guión entero antes de...
- Déjate de guiones. Tú simplemente habla con ella. Sé tú mismo. Y ya verás como todo saldrá bien.

Tras acabar la cena, Alan ayudó a su madre a recoger la cena y la mesa. Cuando ambos se disponían a ver un rato la televisión antes de irse a dormir, el timbre de la casa sonó. Alan se ofreció a ir a ver, pero en el recorrido de los pocos metros que separaban al salón de la puerta de la calle pensó en lo extraño que era aquello, pues hacía sólo unas horas que habían llegado a aquel pueblo,era ya muy tarde y apenas conocía a nadie aún. Apenas.Ojeó cuidadosamente a través del pequeño agujerillo de la puerta antes de abrir.

Era Gabriella.

El fenómeno del amor. Capítulo VI : Lo que más quiero (1ª Parte)

No habían pasado ni dos minutos desde que había hablado con Bradley, y ya estaba en su puerta, preparado para ayudarlo. Fue entonces cuando se dio cuenta de la suerte que tenía al poder contar con un amigo como él. Will le abrió.

- Buf, menos mal que estas aquí. Bueno, como ya te he dicho, Alice estará aquí en menos de dos horas y tengo la horrible sospecha de que… ¿Eso es un traje?
- En efecto, y de los buenos, así que procura no mancharlo.
- Bradley, no voy a ponerme un traje.
- ¿Cómo que no? Will, escucha el traje es como una especie de seguro por si algo sale mal, y si no me crees mira a Barney Stinson.
- Bradley, no sé si lo sabes, pero se trata de un personaje de una serie, y como tal no existe en la realidad.
- Tú hazme caso y ponte el traje. Luego te explicaré el resto.

Unos diez minutos después, Will había conseguido ponerse el traje. La verdad es que no le quedaba tan mal. Podría ser que hasta Bradley tuviera razón y todo.

- ¿Ya te has puesto el traje? Perfecto. Sigamos, pues. El siguiente paso es la cena.
- ¿Quieres que haga una cena para Alice y para mí?
- En realidad había pensado en encargarla, pero bueno, si te hace ilusión…
- ¿Y si hago un par de pizzas? Son rápidas de hacer y se me dan muy bien.
- De acuerdo.

- Y ahora la música-dijo Bradley-. Piensa, piensa, cual es la música más romántica que hayas escuchado. Aparte de la de Alice, claro. Poner un cd suyo sería demasiado redundante.

- ¿Qué tal Taylor Swift?

- Adjudicado. Ah, y encendamos un par de velas, y pongamos la mesa en el jardín, y…

- Tranquilízate, Bradley, aún falta mucho para que Alice llegue. Además, yo…

Pero de repente sonó el timbre.

- ¡¡Aghhh, y ahora que hacemos!!
- Tú, Bradley, escóndete en casa y que no te vea, o podría pensarse algo raro. Yo… iré a por todas.
- Marchando una de Taylor Swift. Suerte, tío. Que la poderosa fuerza del amor te acompañe.
- Igualmente, Bradley. Y muchas gracias por todo.

Y Bradley fue corriendo al salón, enchufó el equipo de música, lo encendió y puso el CD. El timbre volvió a sonar. Will abrió la puerta. Era Alice, sin duda, aunque iba bien disfrazada.

- Siento haber llegado tan pronto, es que…
- No importa, Alice, pasa.
- Muchas gracias, es que hay algo de lo que quería… ¿eso que llevas puesto es un traje?
- Ehm…, sí. Es que me lo estoy probando, ya sabes para… -Will dudó-. Para el baile de fin de curso y, bueno, yo….-Will empezó a sudar-.
- Tranquilo, no importa, era sólo por curiosidad. He venido porque tenemos que hablar… de algo importante.

jueves, 3 de febrero de 2011

GUILFORD (III)

Así que aquel día, a la hora de la comida, Ryan y Gabriella le enseñaron a Alan el instituto: el patio, las clases, el comedor... Era curioso, pero Alan empezaba a sentirse realmente cómodo con ellos habiendo pasado tan sólo unas pocas horas desde que los había conocido, lo cual era cuanto menos asombroso.

La cuestión es que los tres fueron al comedor, donde Ryan y Gabriella le enseñaron todo lo que debía saber sobre las mesas, el servicio de comida, las natillas que parecían natillas pero en realidad no lo eran..., y demás cosas por el estilo. E incluso le ofrecieron ambos a Alan el unirse a "la mesa de los frikis", con lo que se sintió enormemente feliz. Ya apenas estaba nervioso.

Sentados los tres comiendo, Alan fue a buscar algo en la mochila, y sin darse ni cuenta se le cayó la fotografía con Annabeth.

- Bueno, Alan-dijo Ryan-.. Dime, ¿qué has hecho este verano?
- Ehm..., pues lo de siempre, piscina, playa, montaña, piscina, playa...
- Pues mejor que nosotros-añadió Gabriella-. LLevamos años pasando las vacaciones de verano aquí, atrapados en este pueblo. Por cierto, ¿de quién es esa foto? Me suena mucho su cara.
- No, no es nada, tan sólo...

Cuando Gabriella logró coger la foto, pareció que la hubieran poseído de repente.

- No fastidies.
- ¿Qué?-preguntó Ryan,con curiosidad-.¿Quién es?
- La persona que más odio en el mundo entero.
- ¿George Bush?
- De acuerdo, la SEGUNDA persona que más odio en el mundo entero.
- Oye, chicos-intervine, asustado-. No os lo he contado porque no sabía cómo hacerlo. Hace unos tres meses, tras el final de las clases, me encontré con aquella chica en una fiesta de instituto, estuvimos hablando y... Y luego bailamos.
- Y qué bailasteis, si se puede saber, ¿la danza de la muerte?-dijo Gabriella, con el mayor sarcasmo que jamas había visto Alan-.
- ¿Por qué dices eso? Me cayó muy bien, era muy buena persona y habría seguido manteniendo el contacto con ella si hubiera tenido la oportunidad.
- Pues por mí cómo si quieres buscar tu maldita oportunidad tirándote por un puente. Me voy.
- Oye, Gab, no seas así, él no sabía nada.
- ¿Nada? ¿Nada de qué?

Gabriella se marchó. Alan, enormemente confuso, miró a Ryan. Y fue entonces cuando éste le dijo:

- Tengo que contarte algo sobre Annabeth Chase.

martes, 1 de febrero de 2011

Desde el lago (V)

Así que el viernes por la noche Remy y yo quedamos en su casa para ver cómo iríamos vestidos para el baile. Quería que le aconsejara qué vestido ponerse ya que, al ser yo un tío, sabía lo que les gustaba a los otros tíos. Y en especial a Riley.

- ¿Crees que estaré guapa con esto?-dijo, mostrándome un vestido rojo, tras lo cual rebuscó en su armario, cogió un vestido azul claro y volvió a dirigirse a mí-. ¿O mejor este?

Estábamos en su habitación, yo sentado en su cama y ella esperando ansiosa mi respuesta.

- La verdad es que...

No sabía qué decir. La verdad es que, en mi opinión hubiera estado guapa hasta de zombi aliñada con estiércol. Pero haber dicho eso en voz alta no habría sido demasiado adecuado, así que me limité a decir:

- Yo creo... La verdad es que no sé. Los dos te van bastante bien.

Remy me mostró ambos vestidos de nuevo, como forzándome a decidir.

- Aunque yo diría que te pega más el azul. Va más contigo.
- Muy bien, pues veamos como me queda.

Dicho esto, se cambió delante de una de esas cortinas que hay exclusivamente para eso.

- ¿Sabes, Sam?
- ¿Sí?
- Creo que de verdad le gustas a esa Rachel. ¿Por qué no le insinúas que te pida ir al baile con ella?
- No sé, es que no... No sé si me atrevo-dije,desganado-.Y mucho menos trajeado. A saber cómo me queda.
- Oh, venga ya. En cuanto acabe de cambiarme te busco un traje de mi padre, y ya verás como seguro que te queda bien.
- No sé yo...
- ¿Qué tal estoy?

Cuando vi a Remy con aquel vestido azul, y aquellos preciosos ojos mirándome y sonriéndome, me pareció estar, sin duda, ante lo más bello que había visto en toda mi vida.

- Estás..., estás..
- ¿Si?
- Simplemente preciosa.
- Vaya, muchas gracias-dijo,sin duda agradecida-. Vayamos a ahora a por lo tuyo. Creo que tengo uno de esos trajes guardados por aquí...-dijo mientras rebuscaba en su armario-. Ah, sí, aquí está.
- ¿Estás segura de que...?
- Calla y pruébatelo.
- Vale,vale.

Fui detrás de la cortina y me puse el traje, con corbata y todo incluída. Cuando salí, Remy me dijo:

- Vaya, parece que ha escogido usted la mejor opción, señor Sturman. Pero algo falla.

Acto seguido,se dirigió a mí y me cogió la corbata, ajustándola bien, de lo cual yo no tenía ni idea.

- Así está. Ahora sí que estás de lo más guapo.
- ¿Tú crees? -dije, con un atisbo de esperanza-.
- Claro, seguro que a Rachel le encantará.

Soy el número cuatro

Soy el número cuatro
Me encanta esta peli :)